Ellis, Bret Easton -Los Confidentes _C1234_[rtf].rtf - Jack Kerouac
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Después de vestirme bajo las escaleras y me acongoja pensar en lo mucho que me lleva<br />
prepararme para enfrentarme al día. En los muchos minutos que pasan mientras recorro<br />
apáticamente el vestidor, en lo mucho que parece que me lleva elegir los zapatos que quiero, en<br />
el esfuerzo que debo de hacer para salir de la ducha. Es posible olvidarse de todo esto si se<br />
bajan las escaleras con cuidado, metódicamente, concentrándose en cada peldaño. Llego abajo y<br />
distingo unas voces que vienen de la cocina y me dirijo allí. Desde donde estoy distingo a mi hijo<br />
y a otro chico que están en la cocina buscando algo que comer, y a la muchacha sentada ante la<br />
enorme mesa de madera mirando las fotografías del Herald Examiner de ayer; se ha quitado las<br />
sandalias y lleva las uñas de los dedos de los pies pintadas con esmalte azul. El estéreo del<br />
estudio está encendido y alguien, una mujer, canta Encontré una foto tuya. Entro en la cocina.<br />
Graham levanta la vista de la nevera y dice, sin sonreír:<br />
—Te levantas temprano.<br />
—¿Por qué no has ido a clase? —pregunto, procurando que parezca que de veras me importa,<br />
mientras busco un Tab en la nevera.<br />
—<strong>Los</strong> de segundo salimos pronto los lunes.<br />
—Oh. —Le creo, pero no sé por qué. Abro el Tab y doy un trago. Tengo la sensación de que la<br />
pastilla que tomé antes se me ha quedado atascada en la garganta y se deshace. Tomo otro<br />
trago de Tab.<br />
Graham pasa junto a mí y saca una naranja de la nevera. El otro chico, alto y rubio como<br />
Graham, está parado junto al fregadero y mira por la ventana en dirección a la piscina. Graham<br />
y el otro chico llevan sus uniformes del colegio y se parecen mucho: Graham pela la naranja, el<br />
otro chico mira fijamente el agua. Me cuesta mucho no encontrar desconcertante nada de lo que<br />
hace ninguno de los dos, de modo que me doy la vuelta, pero la visión de la muchacha, sentada<br />
a la mesa, con las sandalias junto a los pies y con el inconfundible olor de marihuana que<br />
procede de su bolso y su jersey, por algún motivo me parece muy desagradable y tomo otro trago<br />
de Tab y luego vacío lo que queda en el fregadero. Me dispongo a salir de la cocina.<br />
Graham se vuelve hacia el otro chico.<br />
—¿Quieres que veamos la MTV?<br />
—Me parece que... bueno, no —dice el chico, con la vista clavada en la piscina.<br />
Cojo mi bolso, que está en un hueco junto a la nevera, y me aseguro de que tengo dentro la<br />
cartera, porque la última vez que estuve en Robinson's no estaba. Me dispongo a salir por la<br />
puerta. La muchacha dobla el periódico. Graham se quita su jersey color borgoña. El otro chico<br />
quiere saber si Graham tiene la casete de Alien, el octavo pasajero. En el estudio la mujer está<br />
cantando Circunstancias fuera de control. Me encuentro mirando fijamente a mi hijo, rubio y<br />
alto y bronceado, con unos ojos verdes inexpresivos, que abre la nevera y saca otra naranja. La<br />
examina atentamente, luego alza la cabeza cuando se da cuenta de que estoy parada junto a la<br />
puerta.<br />
—¿Vas a algún sitio? —pregunta.<br />
—Sí.<br />
Espera un momento y como yo no digo más, se encoge de hombros y se da la vuelta y empieza<br />
a pelar la naranja y en algún punto, durante el trayecto hacia Le Dome para reunirme con Martin<br />
para almorzar, caigo en la cuenta de que Graham sólo es un año menor que Martin y tengo que<br />
detener el Jaguar junto a un bordillo de Sunset y bajo el volumen de la radio y abro la<br />
ventanilla, luego el techo y dejo que el calor del sol de hoy caliente el interior del coche