Ellis, Bret Easton -Los Confidentes _C1234_[rtf].rtf - Jack Kerouac
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—Bien, pues te sienta mal y además lo encuentro ofensivo —digo yo sin esfuerzo.<br />
—No te estoy echando el humo a la cara —murmura él. Vuelve a mirar a Rachel para que le<br />
eche una mano—. ¿Te molesto a ti? Me refiero, bueno, a que estamos al aire libre.<br />
—No deberías fumar, Tim —le dice ella suavemente.<br />
Él se levanta.<br />
—Bien, pues me voy a terminar este pitillo a otra parte, ¿vale? Como os molesta tanto... —<br />
Pausa, luego, a mí—: ¿Se pone bien la cosa esta noche, papá?<br />
—Tim —dice Rachel—. No hace falta que te vayas. Siéntate.<br />
—No —digo yo—. Déjale que se vaya.<br />
Tim empieza a alejarse.<br />
Rachel se da la vuelta en su silla.<br />
—Tim. Dios santo.<br />
Tim pasa junto a un par de macetas de palmeras enanas, por delante del pianista, de uno de<br />
los maricas, de una pareja de viejos que bailan entrando y saliendo del comedor.<br />
—¿Qué es lo que le pasa? —pregunta Rachel.<br />
No nos decimos nada más y escuchamos al pianista y las conversaciones apagadas que salen<br />
del comedor, el sonido de fondo de las olas que rompen en la orilla. Rachel termina una copa<br />
que no recuerdo que haya pedido. Yo firmo la cuenta.<br />
—Buenas noches —dice ella—. Gracias por la cena.<br />
—¿Adonde vas? —le pregunto.<br />
—Por favor, due a Tim que lo siento. —Empieza a alejarse.<br />
—Rachel —digo yo.<br />
—Nos veremos mañana.<br />
—Rachel..<br />
Sale del comedor.<br />
Abro la puerta de nuestra suite. Tim está sentado en su cama, mirando hacia la terraza, con<br />
las cortinas ondulando a su alrededor. La habitación está completamente a oscuras si se<br />
exceptúa la luz de luna y, aunque están abiertas las puertas de la terraza, apesta a marihuana.<br />
—¿Tim? —digo yo.<br />
—¿Qué? —Se vuelve.<br />
—¿Qué te pasa? —pregunto.<br />
—Nada. —Se pone lentamente de pie y cierra las puertas que dan a la terraza.<br />
—¿Quieres que hablemos? —He estado llorando.<br />
—¿Qué? ¿Me preguntaste si quería que habláramos? —Enciende una luz, sonriéndome con una<br />
sonrisa triste.<br />
—Sí.<br />
—¿De qué?<br />
—Tú dirás.<br />
—No tenemos nada de qué hablar —dice él. Pasea junto a la cama, despacio, pensativo, con<br />
andar cansado.<br />
—Por favor, Tim.<br />
—¿Qué? —Levanta los brazos, sonriendo, con los ojos muy abiertos e inyectados en sangre. Se