Ellis, Bret Easton -Los Confidentes _C1234_[rtf].rtf - Jack Kerouac
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tumbonas debajo de dos palmeras de la arena. Tim lee un libro de bolsillo de Stephen King que<br />
compró en la tienda del hotel y escucha su walkman. Yo leo Hawai, levantando la cabeza de vez<br />
en cuando, concentrado en el calor del sol, la arena caliente, el olor a ron y loción para el sol y<br />
sal. Darlene pasa por delante y saluda con la mano. Le devuelvo el saludo. Tim se baja las gafas<br />
de sol.<br />
—Fuiste bastante brusco ayer por la noche —le digo.<br />
Tim se encoge de hombros en plan catatónico y se vuelve a ajustar las gafas de sol. No estoy<br />
seguro de que haya oído lo que dije por culpa del walkman pero comprende que he hablado. Es<br />
imposible saber lo que quiere. Mirando a Tim, uno no puede dejar de sentir que de él emanan<br />
grandes oleadas de inseguridad, una total ausencia de objetivo, de finalidad, como si fuera una<br />
persona a la que sencillamente no le importase nada. Tratando de no preocuparme por eso, me<br />
concentro en el mar en calma, en el aire. Dos de los maricones pasan cerca con brevísimos<br />
taparrabos y se sientan en el bar de la playa. Tim se estira para alcanzar la loción bronceadora.<br />
Se la doy. Se echa loción sobre los hombros bronceados y anchos y se vuelve a tumbar,<br />
limpiándose las manos en las musculosas pantorrillas. Me duelen los ojos por leer una letra tan<br />
pequeña. Parpadeo un par de veces y le pregunto a Tim si quiere ir a tomar una copa, puede que<br />
unos Mai Tai, o ron con Coca-Cola. No me oye. Le doy un golpecito en el brazo. Se sobresalta y<br />
se quita el walkman, que cae a la arena.<br />
—Mierda —dice, recogiéndolo, y mirando si la arena lo ha estropeado. Satisfecho, se lo vuelve<br />
a colgar del cuello.<br />
—¿Qué? —pregunta.<br />
—¿Por qué no nos consigues unas copas?<br />
Tim suspira, se levanta.<br />
—¿Qué quieres? —pregunta.<br />
—Ron y Coca-Cola —le digo.<br />
—Muy bien. —Se pone una sudadera de la USC y se dirige sin ganas hacia el bar.<br />
Me abanico con el ejemplar de Hawai y veo cómo se aleja Tim. Una vez en la barra se queda<br />
allí, sin tratar de atraer la atención de los camareros, esperando a que el barman se fije en él.<br />
Uno de los maricas le dice algo a Tim. Me incorporo un poco. Tim se ríe y le contesta algo. Y<br />
entonces me fijo en la chica.<br />
Es joven, de la edad de Tim, puede que algo mayor, y está morena y tiene el pelo rubio y<br />
largo y camina lentamente por la orilla, ajena a las olas que rompen a sus pies, y enseguida se<br />
dirige al bar y cuando se me acerca un poco distingo su cara: morena, plácida, de grandes ojos<br />
que no parpadean aunque el sol brilla con fuerza. Se mueve con languidez, sensualmente, hacia<br />
la barra, y se sitúa junto a Tim. Éste todavía está esperando las copas, pensando en las<br />
musarañas. La chica le dice algo. Tim la mira y sonríe y el barman le tiende la copa. Tim se<br />
queda allí, hablan brevemente. Ella le pregunta algo cuando Tim empieza a dirigirse hacia donde<br />
yo estoy. El se vuelve a mirarla y asiente con la cabeza, luego se aleja, casi corriendo. Se<br />
detiene y se vuelve a mirar y luego se ríe para sí mismo y luego se acerca y me tiende la copa.<br />
—He conocido a una chica de San Diego —me dice, distraídamente, quitándose la camiseta de<br />
la USC.<br />
Yo sonrío y asiento con la cabeza y me quedo allí tumbado con la copa que está aguada y es<br />
espumosa y no es lo que yo pedí, y cuando cierro los ojos pienso que cuando los abra, cuando<br />
alce la vista, Tim estará delante de mí, haciéndome gestos de que le acompañe al agua donde