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Ellis, Bret Easton -Los Confidentes _C1234_[rtf].rtf - Jack Kerouac

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de repente el coche da unos tirones y comienza a inclinarse a la derecha. Piso el acelerador y lo<br />

hundo hasta la tabla y el coche vuelve a dar unos tirones y a inclinarse a la derecha. Aparco el<br />

coche, atravesado, junto al bordillo, cerca del cruce de Wilshire y La Ciénega, y al cabo de un<br />

par de minutos de intentar arrancarlo de nuevo quito las llaves de contacto y me quedo sentada<br />

en el Jaguar averiado con el techo abierto y oyendo pasar el tráfico. Por fin me apeo del coche y<br />

encuentro una cabina telefónica en la gasolinera Mobil del cruce de La Ciénega y llamo a Martin,<br />

pero responde otra voz, esta vez la de una chica, y me dice que Martin está en la playa y yo<br />

cuelgo y llamo a los estudios pero un ayudante de William me dice que éste está en el Polo<br />

Lounge con el director de su próxima película y aunque sé el número del Polo Lounge no llamo.<br />

Pruebo en casa, pero no están ni Graham ni Susan y la muchacha ni siquiera parece reconocer mi<br />

voz cuando le pregunto dónde están y cuelgo el teléfono antes de que Rosa pueda decir nada<br />

más. Me quedo en la cabina telefónica cerca de veinte minutos y pienso en Martin empujándome<br />

fuera de la terraza de su apartamento de Westwood. Por fin salgo de la cabina telefónica y<br />

consigo que un empleado de la estación de servicio llame al Auto Club y vienen y se llevan el<br />

Jaguar con una grúa al concesionario Jaguar de Santa Mónica donde mantengo una humillante<br />

conversación con una persa que se llama Normandie y me llevan en coche a casa, donde me<br />

tumbo en la cama y trato de dormir pero llega William y me despierta y le cuento lo que ha<br />

pasado y él murmura «muy típico» y dice que tenemos que ir a una fiesta y que la cosa se pondrá<br />

fea si no empezamos a prepararnos enseguida.<br />

Me estoy cepillando el pelo. William está de pie ante el lavabo, afeitándose. Sólo lleva<br />

puestos unos pantalones blancos, con la cremallera bajada. Yo llevo puesta una falda y un sostén<br />

y me pongo una blusa y entonces dejo de cepillarme el pelo. William se lava la cara, luego se la<br />

seca con una toalla.<br />

—Ayer recibí una llamada en los estudios —dice—. Una llamada muy interesante. —Pausa—.<br />

Era de tu madre, lo cual es raro de verdad. Primero, porque tu madre nunca había llamado a los<br />

estudios, y después porque a tu madre nunca le he gustado demasiado.<br />

—Eso no es cierto —digo yo, luego me echo a reír.<br />

—¿Sabes qué me dijo?<br />

Yo no digo nada.<br />

—Vamos, vamos, a ver si lo adivinas —dice él, sonriendo—. ¿No vas a intentar adivinarlo?<br />

Yo no digo nada.<br />

—Me dijo que le colgaste el teléfono. —William hace una pausa—. ¿Es cierto eso?<br />

—¿Y qué si lo fuera? —Dejo el cepillo del pelo y me vuelvo a pintar los labios pero me<br />

tiemblan las manos y dejo de hacerlo y luego agarro el cepillo y comienzo a cepillarme el pelo<br />

otra vez. Por fin, levanto la vista hacia William, que me está mirando fijamente por el espejo, y<br />

digo sencillamente—: Sí.<br />

William se dirige al armario y coge una camisa.<br />

—La verdad es que pensaba que no era cierto. Se me ocurrió que a lo mejor el Demerol la<br />

afectaba o algo —dice, secamente. Me pongo a cepillarme el pelo con toques rápidos y breves—.<br />

¿Por qué? —pregunta, curioso.<br />

—No lo sé —digo yo—. Creo que no era capaz de hablar con ella.<br />

—¿Le colgaste el teléfono a tu propia madre? —Se ríe.

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