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Descargar PDF - Centro de documentación César Borgia

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NARRACIONES FOLCLÓRICAS NAVARRAS. RECOPILACIÓN, CLASIFICACIÓN Y ANÁLISIS<br />

da separación <strong>de</strong> las raíces materiales y corporales <strong>de</strong>l mundo, a todo aislamiento<br />

y confinamiento en sí mismo, a todo carácter i<strong>de</strong>al abstracto o intento<br />

<strong>de</strong> expresión separado e in<strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong> la tierra y el cuerpo. El cuerpo<br />

y la vida corporal adquieren a la vez un carácter cósmico y universal; no<br />

se trata tampoco <strong>de</strong>l cuerpo y la fisiología en el sentido estrecho y <strong>de</strong>terminado<br />

que tienen en nuestra época; todavía no están singularizados ni separados<br />

<strong>de</strong>l resto <strong>de</strong>l mundo”.<br />

Sin embargo, aunque era evi<strong>de</strong>nte que el cuerpo era el elemento común<br />

<strong>de</strong>l ser humano en cuanto especie y perfecto punto <strong>de</strong> partida para la comparación,<br />

este camino <strong>de</strong> explicación corporal, integral, <strong>de</strong> la cultura chocaba<br />

con la distinción que la antropología cultural estaba utilizando. Ésta afirmaba<br />

que se componía <strong>de</strong> activida<strong>de</strong>s y acontecimientos conductuales, y <strong>de</strong><br />

aspectos mentales. Autores como Marvin Harris (1981: 129) <strong>de</strong>scribían dos<br />

perspectivas: emic y etic (introducidas por Pike): “La prueba <strong>de</strong> la a<strong>de</strong>cuación<br />

<strong>de</strong> las <strong>de</strong>scripciones y análisis emic es su correspon<strong>de</strong>ncia con una visión <strong>de</strong>l<br />

mundo que los participantes nativos aceptan como real, significativa o apropiada<br />

(...) En cambio, la prueba <strong>de</strong> la a<strong>de</strong>cuación <strong>de</strong> las <strong>de</strong>scripciones etic es,<br />

sencillamente, su capacidad para generar teorías fructíferas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto<br />

<strong>de</strong> vista científico sobre las causas <strong>de</strong> las diferencias y semejanzas socioculturales.<br />

En vez <strong>de</strong> emplear conceptos que sean necesariamente reales, significativos<br />

y apropiados <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong>l nativo, el antropólogo se sirve<br />

<strong>de</strong> categorías y reglas <strong>de</strong>rivadas <strong>de</strong>l lenguaje fáctico <strong>de</strong> la ciencia que a menudo<br />

le resultarán poco familiares al nativo”.<br />

La perspectiva etic, principalmente, permitía la comparación <strong>de</strong> culturas<br />

a través <strong>de</strong> un instrumento teórico, don<strong>de</strong> se estructuraban los datos, <strong>de</strong>nominado<br />

“patrón universal”. No obstante, las innumerables discusiones sobre<br />

las subdivisiones <strong>de</strong> este patrón ya anticipaban que esta herramienta no era<br />

sino el resultado cultural <strong>de</strong> un proceso simbólico occi<strong>de</strong>ntal. Gilbert Durand<br />

(2000: 86) nos advierte sobre ello: “Pero lo que <strong>de</strong>bemos retener, <strong>de</strong> momento,<br />

<strong>de</strong> estas dos series <strong>de</strong> trabajos, es la superposición en un mismo siglo<br />

<strong>de</strong> dos tramos míticos antagónicos: el uno oficializado por los po<strong>de</strong>res políticos,<br />

el otro subterráneo y latente; el uno reconfortándose en teorías cientifistas<br />

y seudocientíficas, el otro enmascarando los problemas y las angustias<br />

<strong>de</strong> nuestra mo<strong>de</strong>rnidad bajo las soluciones y las imágenes <strong>de</strong> muy antiguas<br />

teorías hermetistas”.<br />

Por tanto, el análisis cultural, como reflexionaba Geertz, no <strong>de</strong>bía aspirar<br />

a ser una ciencia experimental, sino una ciencia interpretativa. Había que<br />

<strong>de</strong>sposeerlo <strong>de</strong> ese pasado eurocéntrico (el “cientifismo” analítico, si se me<br />

permite), que provocaba una concepción <strong>de</strong> la antropología here<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> su<br />

origen colonialista o <strong>de</strong> su contrapunto nacionalista 5. Sin embargo, Geertz,<br />

Lotman y casi todos los intentos semióticos <strong>de</strong> explicación <strong>de</strong> la cultura no<br />

fueron conscientes <strong>de</strong> que su propia formulación estaba “contaminada” por<br />

un textualismo y una separación entre cuerpo y mente que provenían, a su<br />

vez, <strong>de</strong>l imaginario occi<strong>de</strong>ntal. Gilbert Durand (2000), el gran impulsor <strong>de</strong><br />

su estudio, cree que lo imaginario es propio <strong>de</strong>l hombre, esto es, la facultad<br />

<strong>de</strong> simbolización <strong>de</strong> don<strong>de</strong> emanan todos los miedos, todas las esperanzas y<br />

5 Ver, a este respecto, las sugerentes reflexiones <strong>de</strong> Michael Herzfeld (1997a y 1997b).<br />

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