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cambio proponemos la posibilidad de encontrar una oposición esencial que ordene los
demás elementos de la novela. Esta oposición la hemos encontrado en el enfrentamiento
entre dos sectores del mundo socio-económico comprendido en la novela, y por ello
decimos que la estructura de María debe entenderse a partir de la oposición entre el
sector latifundista-esclavista y los demás sectores del mundo narrado, y que a partir de
dicha oposición básica es posible ordenar las restantes dualidades de detalle.
La ventaja evidente que ofrece esta interpretación de la obra no se limita a ofrecer una
explicación concreta y comprobable de las demás dualidades de detalle, sino que
además ella permite un vínculo concreto entre el mundo idealmente representado en la
novela y la realidad histórica, social y políticamente determinada de la cual surge y se
alimenta toda obra artística. Como lo hemos notado ya desde las primeras páginas,
estrechamente vinculado con esta oposición estructural se encuentra el sustrato estético
de la obra. Se trata del carácter nostálgico que determina estéticamente a María.
Queremos mostrar en las páginas que siguen, cómo a través de este elemento la novela
“toma partido” y se ubica en este panorama de dos mundos socioeconómicos en
conflicto.
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No hay duda acerca del carácter profundamente sentimental de María. La carga
emocional de la obra tiene suficiente peso para haber llevado a un crítico a afirmar, con
cierta exactitud, que “Isaacs está más interesado en presentar un estado mental que en
desarrollar una trama”. Y tal vez a ello se deba también que una gran parte de la
literatura sobre esta novela verse sobre algún aspecto de su contenido emocional. Pero a
pesar de cuanto se ha escrito, no existe todavía un buen análisis de esta faceta de la
obra, y la mayoría de los ensayos de explicarla terminan siendo fallidos intentos de
superar el lirismo del lenguaje de Isaacs.
Habría, pues, que empezar diferenciando niveles emocionales, y creemos acertado
distinguir —exclusivamente en virtud del análisis, por supuesto— tres sentimientos
fundamentales: pasión, melancolía y nostalgia. Es la combinación de ellos la
responsable del “sentimentalismo” que el lector moderno encuentra criticable en María.
Alrededor de éstos, otros sentimientos aparecen en muchas escenas, pero generalmente
ocurren para resaltar uno de los tres básicos. Así, por ejemplo, los celos de Efraín
cuando María deja las flores sobre la mesa de la alcoba donde dormirá Carlos funcionan