María - Dirección de Nuevas Tecnologías y Educación Virtual ...

que conmigo crecisteis. ¡Cómo os habéis envejecido! ¡Rosas y azucenas de María,
quién las amará si existen! Aromas del lozano huerto, no volveré a aspiraras!
¡Susurradores, vientos, rumoroso río... no volveré a oíros! (Cap. LXIV)
Y tal vez esa dimensión de exilio, se haga más clara en el siguiente pasaje:
Ya no volveré a admirar aquellos cantos, a respirar aquellos aromas, a contemplar
aquellos paisajes llenos de luz, como en los días alegres de mi infancia y en los
hermosos de mi adolescencia: extraños habitan hoy la casa de mis padres!
(Cap.XXXIII).
Aquí se conjuga la pérdida de María, la pérdida de la adolescencia feliz, la separación
de la naturaleza y el exilio del mundo representado por la casa paterna. Y es esta
dimensión la que permite establecer el estrecho paralelismo que en la novela existe
entre los dos adolescentes —pero especialmente María— y la naturaleza, y por eso la
evocación de María se une de tal manera a la evocación de1 mundo de El Paraíso, y por
la misma razón la pérdida de María conlleva la pérdida del mundo (o viceversa). Y es
así como en la nostalgia por un primer amor de adolescente se encarna la nostalgia por
un mundo; por una forma de vida, una situación social e, incluso, económica:
Cuán raros son los amigos del que muere que sepan serlo de su viuda y de sus hijos!
¡Cuántos los que espían el aliento postrero de aquel cuya mano, helada ya, están
estrechando, para convertirse luego en verdugos de huérfanos!...(Cap.XXXIII).
Y en este texto parece casi romperse la tenue línea de ficción con que Isaacs ha logrado
envolver otro nivel de realidad, el de su propia vida real. Por ello lo que nos parece
especialmente peculiar en su actitud nostálgica, es que ella irrumpe impuesta desde el
exterior de los puros acontecimientos, caracteres y relaciones narrados, y que se vincula
directamente con la esfera del narrador como tal. De aquí la contradicción que habíamos
señalado entre melancolía y nostalgia: aquélla surge directamente del tipo de
acontecimientos que conforman la historia, mientras que ésta viene dada desde “afuera”
de la trama y pertenece directamente a la órbita de lo narrativo-autorial.
El descubrimiento de esta actitud nostálgica en el narrador nos permite entonces extraer
una consecuencia de importancia fundamental. La nostalgia así impuesta sobre la
narración se convierte en el molde que le da forma, se constituye en el filtro de
selección y en la posición ante el mundo que infunde sentido a todo el universo, desde
la selección de los elementos descriptivos hasta la organización y ordenación de los
acontecimientos. A otro nivel, la idealización del mundo y los personajes aparece como
una manifestación necesaria de visión melancólica del narrador. Ahora bien, por medio