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Nen, la inútil - Alfaguara

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29<br />

Había montado desde niño y tenía fama de<br />

buen jinete—casi su única buenafama. En Sevil<strong>la</strong><br />

tuvo dos caballos: un tordillo palomo y otro grullo<br />

p<strong>la</strong>tero, ideales para el rejoneo, y que vendió para<br />

poder embarcarse rumbo a Cuba; en donde, por<br />

cierto, un caballo era una joya rara, a precios inaccesibles.<br />

El propio capitán Hernán Cortés sólo pudo<br />

adquirir una yegua rucia a cambio de <strong>la</strong>s <strong>la</strong>zadas<br />

de oro que tanto gustaba de lucir en <strong>la</strong> ropil<strong>la</strong>.<br />

(Uno de los atractivos del viaje —de ninguna<br />

manera el principal, por supuesto— era <strong>la</strong> posibilidad<br />

de regresar a España con un poco de dinero<br />

y dedicarse a <strong>la</strong> cría de caballos. ¿Habría deveras<br />

tal posibilidad? Alguien le mostró en Cuba uno de<br />

esos pedazuelos de oro que, le dijeron, traían colgados<br />

de <strong>la</strong> nariz los indios de <strong>la</strong> tierra a <strong>la</strong> que<br />

iban, y a él los ojos se le desorbitaron. Palpaba el<br />

metal, lo sopesaba, lo mordía, lo hacía relumbrar<br />

limpiándolo con un pañuelo para luego sostenerlo<br />

con dos dedos y mirarlo a <strong>la</strong> luz del sol. Sí, era oro.<br />

Una codicia jamás conocida le germinaba en <strong>la</strong>s<br />

entrañas. La cuadra de caballos que podía haber<br />

detrás de aquel oro.)<br />

Encima de un caballo Felipe era "otro".<br />

Su abuelo fue amigo de un ganadero de toros<br />

bravos en Sevil<strong>la</strong> y ahí aprendió a montar y a torear,<br />

lo que incluso hizo después en algunas ferias,<br />

en p<strong>la</strong>zas provincianas improvisadas con tablones,<br />

en abierta competencia con afamados caballeros.<br />

Desde niño le encantaba el tintineo que le anunciaba<br />

<strong>la</strong> proximidad de un herrero, al que observaba<br />

entre sombras parduscas, con <strong>la</strong> misma<br />

fascinación con que hubiera observado el trabajo<br />

de un mago: atareado sobre sus yunques y fuelles,

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