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Se decía que los dioses consumían sólo el olor, quedando<br />
el resto para el sustento de los sacerdotes, quienes lo<br />
comían ávidamente.<br />
Tres veces al día <strong>la</strong>s reunían <strong>la</strong>s superioras para<br />
amonestar el cumplimiento de los deberes, castigar a<br />
<strong>la</strong>s negligentes —un día de ayuno— o imponer un<br />
regaño especial a quienes hubieran faltado a <strong>la</strong> modestia<br />
o se hubieran reído: algo difícil de aprender a<br />
esa edad, pero de lo más necesario. Nadie reía a su<br />
alrededor. Por eso a una ma<strong>la</strong> alumna se le decía<br />
necacayaualiztica, hazmerreír. Hazmerreír era lo peor<br />
que le podían decir a alguien. Con el l<strong>la</strong>nto de los<br />
niños se honraba a los dioses, pero con <strong>la</strong> risa sólo se<br />
conseguía enfurecerlos. En una ocasión, siendo muy<br />
niña <strong>Nen</strong>, su padre le c<strong>la</strong>vó <strong>la</strong> punta de un maguey en<br />
el <strong>la</strong>bio inferior por haberse reído de su hermano al<br />
oírlo practicar "los ruidos de <strong>la</strong> guerra". Con una macana<br />
erizada de navajas de obsidiana, y entre continuos<br />
saltos y giros, como retando a su propia sombra,<br />
lo oyó imitar los agudos chillidos de <strong>la</strong>s águi<strong>la</strong>s, los<br />
ásperos gruñidos del jaguar, los roncos gritos del buho<br />
y cuando intentó imitar a un tipludo perico, <strong>Nen</strong> soltó<br />
una carcajada. Su padre primero <strong>la</strong> golpeó en una<br />
mejil<strong>la</strong> y luego le c<strong>la</strong>vó una espina de maguey en el<br />
<strong>la</strong>bio inferior, que tuvo ahí durante horas, casi hasta <strong>la</strong><br />
hora de dormir, sin dejar de sangrar. Además, <strong>la</strong>rgo<br />
tiempo le prohibió jugar patli, su juego predilecto, el<br />
de los frijoles saltarines dentro de un círculo en <strong>la</strong> tierra.<br />
Al palpar<strong>la</strong> cicatriz, <strong>Nen</strong> siempre tenía <strong>la</strong> sensación<br />
de palpar también <strong>la</strong> sangre cálida que había fluido<br />
profusamente de <strong>la</strong> herida.<br />
Con sangre se veneraba a los dioses, con sangre<br />
se marcaban los límites de <strong>la</strong>s propiedades, con sangre se<br />
castigaban el hurto y <strong>la</strong> maledicencia, con sangre los