los templarios - Serge Raynaud de la Ferriere
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Los Temp<strong>la</strong>rios<br />
<strong>de</strong>sembarco <strong>de</strong> Enrique VII en Italia, expone, apenas ve<strong>la</strong>da bajo su forma<br />
escolástica, una doctrina que está muy lejos <strong>de</strong> ser puramente abstracta y<br />
teórica, como podría creerse a través <strong>de</strong> una lectura un poco superficial. Entre<br />
<strong>los</strong> pasajes don<strong>de</strong> el autor <strong>de</strong>ja ver lo más c<strong>la</strong>ramente posible su profundo<br />
pensamiento, citaremos aquel don<strong>de</strong> refuta el argumento según el cual, en el<br />
caso <strong>de</strong>l Papa y <strong>de</strong>l Emperador, siendo hombres, y puesto que todos <strong>los</strong><br />
hombres son or<strong>de</strong>nados conforme a un solo hombre, el cual constituye su<br />
medida y su arquetipo, el Emperador está subordinado necesariamente al Papa,<br />
ya que éste a su vez, no pue<strong>de</strong> estar subordinado a otro hombre. He aquí lo que<br />
dice Dante: “En tanto que el<strong>los</strong> son seres re<strong>la</strong>tivos (el pontificado y el po<strong>de</strong>r<br />
imperial son re<strong>la</strong>ciones y no formas substanciales como <strong>la</strong> humanidad), <strong>de</strong>ben<br />
ser or<strong>de</strong>nados uno al otro, si uno está subordinado al otro, o si pertenecen a una<br />
misma especie <strong>de</strong> re<strong>la</strong>ción, o si están or<strong>de</strong>nados a un tercer ser como a su<br />
arquetipo. Ahora bien, en este caso no se pue<strong>de</strong> sostener que uno esté<br />
subordinado al otro, o que uno fuese atribuido al otro, lo cual sería falso en<br />
efecto. Nosotros no <strong>de</strong>cimos que el Emperador es el Papa ni viceversa. No se<br />
pue<strong>de</strong> sostener tampoco que el<strong>los</strong> pertenezcan a <strong>la</strong> misma especie, ya que <strong>la</strong><br />
esencia <strong>de</strong>l Papado no es <strong>la</strong> <strong>de</strong>l Imperio. El<strong>los</strong> están or<strong>de</strong>nados, pues, a un ser<br />
en el cual encuentran su unidad.<br />
Para compren<strong>de</strong>r esta última aseveración, recor<strong>de</strong>mos que <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción se<br />
comporta frente a <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción como lo re<strong>la</strong>tivo frente a lo re<strong>la</strong>tivo. El Papado y el<br />
Imperio, al ser re<strong>la</strong>ciones <strong>de</strong> preeminencia, <strong>de</strong>ben estar or<strong>de</strong>nados a <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción<br />
<strong>de</strong> preeminencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> cual el<strong>los</strong> proce<strong>de</strong>n; por tanto, el Papa y el Emperador al<br />
ser re<strong>la</strong>tivos, <strong>de</strong>ben ser or<strong>de</strong>nados a un ser en el cual se encuentra, sin<br />
características particu<strong>la</strong>res, <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción misma <strong>de</strong> preeminencia. Así, es evi<strong>de</strong>nte<br />
que el Papa y el Emperador, en tanto que hombres, están or<strong>de</strong>nados a un ser<br />
único, en tanto que Papa y en tanto que Emperador, están or<strong>de</strong>nados a otro<br />
ser”.<br />
La conclusión ostensible es que el Emperador no pue<strong>de</strong> ser or<strong>de</strong>nado al<br />
Papa. Pero hay otra que sin ser explotada no es menos explícita: si el<br />
Emperador y el Papa están or<strong>de</strong>nados, en tanto que hombres por una parte, y<br />
como Papa y Emperador por otra a dos seres distintos, el<strong>los</strong> en cambio no lo<br />
están inmediatamente a Dios, o dicho <strong>de</strong> otra manera, en <strong>la</strong> fuente <strong>de</strong> sus<br />
funciones existe so<strong>la</strong>mente esa “sustancia inferior a Dios”, en quien “se<br />
encuentra sin características particu<strong>la</strong>res <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción misma <strong>de</strong> preeminencia”.<br />
Dante no era hombre que hacía ostentación <strong>de</strong> pa<strong>la</strong>bras ni perseguía<br />
quimeras, y se pue<strong>de</strong> pensar más bien que en ese año <strong>de</strong> 1311, en el cual el<br />
<strong>de</strong>stino parecía aún en suspenso, era difícil y sin duda inútil <strong>de</strong>cir más.<br />
Sin embargo, no habríamos citado ese curioso pasaje, si cualquiera que<br />
hubiera sido <strong>la</strong> gran<strong>de</strong>za intelectual <strong>de</strong> su autor, él no expresara sino una tesis<br />
personal. Pero hoy se sabe que no fue así. Como Wolfram en una época, pero<br />
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