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Reseña detallada del libro LOS DUEÑOS DEL CONGRESO de ...

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Libros <strong>de</strong> Laberinto<br />

50<br />

http://laberinto.uma.es<br />

La vida nos da bellas coinci<strong>de</strong>ncias. Hace poco concluí la lectura <strong>de</strong> unas obras <strong>de</strong> Rousseau en don<strong>de</strong><br />

hay varias i<strong>de</strong>as muy relacionadas con temas sobre los cuales he escrito o platicado con otros en esos<br />

mismos días. En su célebre «Discurso sobre el origen <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sigualdad entre los hombres» el pensador<br />

francés expone un panorama histórico <strong>de</strong> tal proceso y luego llega a las bases <strong><strong>de</strong>l</strong> mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o <strong>de</strong> <strong>de</strong>mocracia<br />

–burguesa- que Europa exportó al mundo:<br />

«La ambición <strong>de</strong> los principales se aprovechó (…) para perpetuar en sus familias sus cargos; el pueblo,<br />

ya acostumbrado a la <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, al reposo y a las comodida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la vida, y sin medios ya <strong>de</strong> romper<br />

sus ca<strong>de</strong>nas, consintió en <strong>de</strong>jarse aumentar su esclavitud para afirmar su tranquilidad, y así los jefes,<br />

convertidos en hereditarios, acostumbráronse a consi<strong>de</strong>rar su magistratura como un bien <strong>de</strong> familia, a<br />

conceptuarse a sí mismos como propietarios <strong><strong>de</strong>l</strong> Estado, <strong><strong>de</strong>l</strong> cual no eran más que servidores; a llamar a<br />

sus conciudadanos sus esclavos; a contarlos como reses, en el número <strong>de</strong> cosas que les pertenecía, y a<br />

llamarse ellos iguales a los dioses y reyes <strong>de</strong> los reyes.»<br />

El pensador francés acierta a<strong>de</strong>más cuando i<strong>de</strong>ntifica a la riqueza como la causa a la que se reduce<br />

todo aquello que convierte a los hombres «en rivales, o mejor dicho, en enemigos», <strong>de</strong> modo que finalmente<br />

los que poseen mucho <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n para ello <strong>de</strong> que otros no tengan nada, y que «cesarían <strong>de</strong> ser dichosos<br />

si el pueblo cesase <strong>de</strong> ser miserable.»<br />

Rousseau nos dice que la <strong>de</strong>sigualdad es un invento <strong>de</strong> la sociedad que el hombre ha construido, que<br />

el estado supuestamente salvaje no lo era tanto -porque había igualdad-, y en algunas partes incluso<br />

retrata fielmente a socieda<strong>de</strong>s actuales, por ejemplo al hablar <strong>de</strong> la «multitud oprimida por <strong>de</strong>ntro por<br />

efecto <strong>de</strong> las mismas precauciones tomadas en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> lo que la amenazaba <strong>de</strong> fuera», <strong>de</strong>finición<br />

perfecta <strong>de</strong> la sociedad estadouni<strong>de</strong>nse <strong>de</strong> estos días; o <strong>de</strong> socieda<strong>de</strong>s como la nuestra don<strong>de</strong> vemos<br />

«los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> los ciudadanos y las liberta<strong>de</strong>s nacionales extinguirse poco a poco y consi<strong>de</strong>rarse como<br />

rumores sediciosos las reclamaciones <strong>de</strong> los débiles.» Es <strong>de</strong>cir, la imposición <strong><strong>de</strong>l</strong> lenguaje <strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>roso,<br />

ése que tiene a su servicio una élite política y otra intelectual que le construyen y justifican respectivamente<br />

su dominio.<br />

Ante esto, Rousseau cierra su discurso con una lección permanente: «es manifiestamente contraria<br />

[sic] a la ley natural, cualquiera que sea la manera como se la <strong>de</strong>fine, el que un niño man<strong>de</strong> a un anciano,<br />

que un imbécil conduzca a un sabio y que un puñado <strong>de</strong> gentes rebose <strong>de</strong> superfluida<strong>de</strong>s mientras la<br />

multitud hambrienta carezca <strong>de</strong> lo necesario.»<br />

Pero nos han inoculado la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que así es la <strong>de</strong>mocracia y que la <strong>de</strong>mocracia cuesta. Apenas el 2 <strong>de</strong><br />

octubre pasado escuché en Radio Universidad Autónoma <strong>de</strong> Aguascalientes un programa don<strong>de</strong> el conductor<br />

hablaba <strong><strong>de</strong>l</strong> movimiento <strong><strong>de</strong>l</strong> 68 y se concentraba –para variar- en la masacre <strong>de</strong> Tlatelolco; luego lo<br />

contrastó con lo que pasa actualmente y concluyó que si bien es cierto que partidos, elecciones y Congreso<br />

nos salen carísimos, valía la pena, porque a diferencia <strong>de</strong> tiempos pasados, ya podíamos llamar a esto<br />

<strong>de</strong>mocracia. Tanto nadar para ahogarse en la orilla.<br />

Éste es un buen ejemplo <strong>de</strong> la enajenación nacida <strong><strong>de</strong>l</strong> culto a la ignorancia, <strong>de</strong> la falta <strong>de</strong> estudio.<br />

Contra aseveraciones como la anterior podría oponerse, por ejemplo esto: «...tras consi<strong>de</strong>rables<br />

experiencias en muchas instituciones <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n público que han estado bajo mi dirección, he llegado a<br />

convencerme <strong>de</strong> que no es conveniente regir tales organismos [partidos políticos] con fondos permanentes.<br />

Porque todo fondo permanente lleva en su seno el germen que ha <strong>de</strong> provocar la caída moral <strong>de</strong> la<br />

institución. Tales organismos han <strong>de</strong> estar, en realidad, dirigidos con aprobación <strong><strong>de</strong>l</strong> público y sostenidos<br />

con sus aportes. Cuando las instituciones <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> contar con el apoyo <strong><strong>de</strong>l</strong> público, ya no tienen razón <strong>de</strong><br />

existir. Pero aquellas que cuentan con fondos permanentes, suelen ignorar la opinión pública e inclusive,<br />

a veces, actúan en contra <strong>de</strong> ella (...) El i<strong>de</strong>al para cualquier institución <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n público es vivir al día,<br />

como ocurre con la naturaleza. Las subscripciones periódicas que recibe (...) constituyen una prueba <strong>de</strong><br />

su popularidad, confirmatoria <strong>de</strong> la honestidad <strong>de</strong> su administración (...) Todo organismo <strong>de</strong> ese tipo <strong>de</strong>be<br />

estar sometido a tal prueba (...)».<br />

Esto lo escribió un tal Mahatma Gandhi. Des<strong>de</strong> luego, alguien con una estatura cultural y ética muy<br />

inferior a la <strong>de</strong> nuestros legisladores, ¿verdad?<br />

Nuestros políticos oficiales –los que militan en los partidos con registro- no sólo no cumplen la función<br />

básica que tales instituciones <strong>de</strong>berían tener –ser vehículos para la participación política <strong>de</strong> la sociedad-

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