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LA HARMONICA DE PTOLOMEO - InterClassica

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801 “Suavidad” en el sentido técnico de 32.23 ss.<br />

802 La “tensión” (suntoni/a) del diatónico, referida a la tensión de la lícano o<br />

la paranete, recuerda el hÅJoj eu)/tonon con que Adrasto (ap. Theo Sm. 54.15) descri-<br />

be este género.<br />

803 Sobre las modulaciones de los to/noi, cf. II 7.<br />

804 Siguiendo la gradación que ya observó en el libro II, en la fundamenta-<br />

ción metafísica y cósmica que de la harmónica hace el libro III, ahora es el turno de<br />

la modulaciones de los to/noi, tras haberse detenido en los ei)/dh tw=n sumfwniw=n (III<br />

5) y los ge/nh (III 6). Düring (op.cit., p.272) señala como fuentes de este capítulo la<br />

escuela peripatética (cf. Arist. Pol. 1340a38, EE 1241b28), pero además aquí Ptolomeo<br />

cita expresamente al propio Pitágoras (Harm. 113.10); y, como ya hemos<br />

visto, la noción del alma “afinada y consonante” (eu)a/rmostoj ... kai\ su/mfwnoj,<br />

113.14-15) es de raigambre pitagórico-platónica, así como la equivalencia de los<br />

“movimientos” (kinh/seij, 113.4) de la melodía y los del alma, según señala en el<br />

capítulo: véase, por ejemplo, Platón, R. 401d, un pasaje donde se pone de manifiesto<br />

que la educación musical es óptima para moldear en el buen gusto el alma del<br />

niño. El neoplatonismo insistirá en la comparación: cf. Plot. IV 3, 12.19 ss.<br />

Para fundamentar su doctrina, en la que modulación tonal equivale a modulación<br />

psíquica, Ptolomeo echa mano de las doctrinas tradicionales de los valores<br />

éticos asociados a las a(rmoni/ai antiguas, que ya se encuentran en Platón (R. 398e<br />

ss.) y también acepta Aristóteles (Pol. 1340a ss.).<br />

805 Se entiende aquí por géneros los “géneros de la melodía” (enarmónico,<br />

cromático y diatónico). Las “posiciones” (to/poi) a las que a continuación alude<br />

Ptolomeo son las de aquellas notas por función que definen cada to/noj, y por tanto<br />

a través de su variación, la modulación entre éstos (mientras que el género permanece<br />

invariable, es decir, las virtudes domésticas, éticas o políticas, cf. III 6). Solomon<br />

(op.cit., p.150, n.143) señala que Ptolomeo especifica así que las modulaciones<br />

de la música real pueden escapar de los patrones preconcebidos de la música<br />

teórica.<br />

731


806 Gr. meJarmozome/nwn, que conserva además un valor musical, como se<br />

ha visto en el uso de meJarmogh/ como transposición entre to/noi (cf. 67.18) y me-<br />

Jarmo/zesJai con el mismo sentido (cf. 74.17).<br />

807 Gr. diegertikw/teron; la oposición diegertiko/n / katastaltiko/n la halla-<br />

mos así mismo en Sexto Empírico (M. VI 19), cf. Iambl. VP XXV 113, 6, cf. PPM,<br />

p. 273. Su opuesto katastaltiko/n lo conecta Ptolomeo en Tetr. III 15, 11 a lo fe-<br />

menino, to\ Jhlukw/teron kai\ to\ katastaltikw/teron (por oposición a to\<br />

e)pandro/teron kai\ eu)diabohto/teron). Al contrario que Ptolomeo, Arístides Quinti-<br />

liano (III 26) relacionaba los tropos agudos con lo femenino, y los graves (que para<br />

Ptolomeo tienen que ver con lo más relajado, cf. 112.20-21 e)n de\ toi=j barute/roij<br />

pro\j to\ katastaltikw/teron) a lo masculino.<br />

808 El par de opuestos “tenso” y “relajado”, suntatiko/j-xalastiko/j, no<br />

pertene propiamente al léxico técnico musical, sino al de la medicina. Pero cf. Aristid.<br />

Quint. 80.23 ss., “En efecto, las armonías, como decía, se asemejan a los intervalos<br />

que en ellas predominan o a los sonidos que las determinan; y los sonidos, a<br />

su vez, a los movimientos y las afecciones del alma”.<br />

En el significativo paralelo entre Ptolomeo y Arístides Quintiliano en la<br />

universalización de los fenómenos armónicos (alma, moral, política), este capítulo<br />

corresponde en esencia al de III 26 de Arístides, aunque ese autor no lo desarrolle.<br />

Allí, “hablando brevemente de la modulación” (130.25), nos dice que “los principios<br />

que rigen la vida, los impulsos que mueven a la acción, la dedicación a unas<br />

ocupaciones, y los cambios de lugar, cuando no se producen de acuerdo con las<br />

causas iniciales cambian totalmente la específica manera de ser que se deriva de la<br />

generación” (131.4-7). Ptolomeo, sin embargo, trata el mismo asunto desde otro<br />

punto de vista, aprovechando para incluir en su tratado la doctrina tradicional de los<br />

h)/Jh de los to/noi, h)/Jh a los que no se refirió en el libro II, cuando expuso su teoría<br />

sobre esta sección de la Harmónica. Esta doctrina ética sobre los modos es muy<br />

antigua; Arístides Quintiliano (80.28-29) la atribuye a Damón (cf. W. D. Anderson,<br />

op.cit., pp.38-42), del que tenemos una fuente importante en Plat. R. 424c: “porque<br />

no se pueden remover los modos musicales (tro/poi) sin remover a un tiempo las<br />

más grandes leyes (no/moi), como dice Damón y yo creo”; aquí, tro/poi debe de sig-<br />

732


nificar “estilo musical”, y no/moi, “leyes del Estado”, según R. Wallace (“Damone di<br />

Oa ed i suo succesori: un’ analisi delle fonti”, en R. Wallace – B. MacLachlan,<br />

op.cit., pp.30-53, esp. p.47). La variedad de afectos constituye una de las caracterís-<br />

ticas más notables atribuidas a las escalas griegas (a(rmoni/ai). Sin embargo, para su<br />

desarrollo, Ptolomeo dista de la posición y del interés genuino de Damón en la pai-<br />

dei/a de estas escalas. El alejandrino alega una tesis que queda sin justificar, porque<br />

desde la perspectiva que él mantiene a lo largo del libro III, es innecesaria: es la de<br />

que la psicología humana varía con los cambios político-sociales; pero también<br />

varía conforme a los cambios de escala musical. Por tanto, ambos estímulos, sociopolítica<br />

y escala musical, pueden compararse en lo que respecta a sus variaciones.<br />

Por supuesto, la conclusión se mantiene si la naturaleza de las variaciones psicológicas<br />

son, grosso modo, análogas. Y efectivamente, Ptolomeo contribuye a esto a<br />

través de oposiciones que, mutatis mutandis, resultan ser las mismas: en las<br />

circunstancias vitales se oponen guerra y paz, escasez y provisión; sus opuestos<br />

respectivos serán moderación y altivez, frugalidad e intemperancia. Vemos que los<br />

opuestos distan entre sí como dos actitudes o diaJe/seij extremas en un continuum:<br />

justamente lo que ocurre en el sistema de las a(rmoni/ai según Ptolomeo, gobernadas<br />

por el principio de la agudeza (112.21, to\ o)cu/teron) y la gravedad (112.22, to\ ba-<br />

ru/teron) entendidas en este momento como algo general. To/noi más agudos se aso-<br />

cian a excitación (112.20 diegertikw/teron) y to/noi más graves a tranquilidad<br />

(112.21 katastaltikw/teron), en lo que semeja un paralelismo a los extremos gue-<br />

rra-paz, escasez-carencias y sus respectivos h)/Jh anímicos. He aquí la semejanza,<br />

pues: las almas experimentan a través de análogos opuestos.<br />

De modo que los valores éticos asociados a agudeza y gravedad son el nexo<br />

entre “circunstancias vitales” y “modulaciones armónicas”, a través de los genéri-<br />

cos “tensión y relajación” (cf. 112.21 o(/ti). Ahora bien, ambos esquemas podríamos<br />

hacerlos coincidir, aunque no parece que Ptolomeo buscase una exactitud tal:<br />

To/noi agudos (ocu/teroi) Excitación (diegertiko/n) Condiciones de gue-<br />

rra (abundancia / provisión)<br />

To/noi graves (baru/teroi) Tranquilidad (katastaltiko/n) Condiciones<br />

de paz (escasez / carencias)<br />

733


El paralelismo de los fenómenos establecido en lo general dista de estar claro<br />

en lo particular: podríamos preguntarnos si es correcto considerar la “modera-<br />

ción” (112.14 e)pieike/steron) como algo propio del alma envuelta en condiciones<br />

de paz es equivalente a los h)/Jh concernientes a to/noi como el hipodorio y otros<br />

cercanos (formas de vida relajadas y tardas, 113.1 [tai=j diagwgai=j] tai=j<br />

a)neime/naij kai\ nwJeste/raij) y así con los demás; igualmente, si es conveniente<br />

relacionar guerra y abundancia, paz y escasez. Pero lo contrario nos llevaría a relacionar<br />

moderación (derivada de la paz) con intemperancia (derivada de la abundancia).<br />

Como vemos, las relaciones no son claras, pero Ptolomeo tampoco buscó la<br />

claridad, sin que por ello sintiera que la tesis del capítulo peligrase. Además, a la<br />

falta de claridad contribuye otro factor: la consecuencia de agudeza y gravedad es,<br />

respectivamente, tensión y relajación (112.21-22, suntatikw/teron, xalas-<br />

tikw/teron), términos que en griego refieren la distinción tenso/suave (equivaliendo<br />

a los más habituales suntonw/teron, malakw/teron) entre tetracordios según la ten-<br />

sión de la lícano (o paranete), cf. 33.22-23.<br />

En lo que a la clasificación ética de los to/noi se refiere, Ptolomeo utiliza,<br />

pues, el factor tensión como causa de variación espiritual; éste es, precisamente, el<br />

sistema tradicional griego en lo que respecta a las a(rmoni/ai. West (op.cit., p.179)<br />

señala: “Platón utiliza la tensión o relajación de un modo como principio de clasifi-<br />

cación conectado con el hÅJoj”. En la discusión más general sobre a(rmoni/a como<br />

tonalidad o modo, éste debería ser, a nuestro juicio, un elemento determinante; no<br />

obstante, la tradición griega dista de ofrecer una clasificación modal clara, porque<br />

lo normal es que en las fuentes no se opongan los modos en un sistema, sino que se<br />

señale simplemente el hÅJoj asociado al modo. Además, no hemos de olvidar lo que<br />

significa, en un contexto “tonal”, tensión y relajación para Ptolomeo, a quien ya<br />

hemos visto en el libro II desechando el sistema “tonal” (en el sentido moderno) de<br />

los aristoxénicos (y Alipio), y acercándose a un sistema cíclico que recuerda al de<br />

Eratocles, y en donde la altura relativa viene señalada por la ubicación en la escala<br />

de la mese kata\ du/namin.<br />

809 Como ya hemos comentado, esta clasificación atiende a los h)/Jh de los<br />

to/noi según el grado de tensión, lo que es una constante en la tratadística griega. De<br />

734


nuevo podemos comparar con lo que dice Arístides Quintiliano acerca de los to/noi<br />

(II 14). Para este autor las a(rmoni/ai tienen un efecto purificador en el alma humana<br />

(80.10 ss.), pues hay una semejanza evidente (80.22): “en efecto, las armonías, como<br />

decía, se asemejan a los intervalos que en ellas predominan o a los sonidos que<br />

las determinan; y los sonidos, a su vez, a los movimientos y las afecciones del alma”,<br />

y se refiere a continuación a Damón y sus discípulos como fuente. Y continúa<br />

(81.2): “es evidente que en función del éthos de cada alma está el de la armonía que<br />

se utiliza”. La clasificación de los tropos que propone Arístides es, sin embargo,<br />

netamente diferente a la de Ptolomeo: varían según sean más “masculinos” o más<br />

“femeninos”, caracteres que por su parte también dependen de la altura tonal: así,<br />

para este autor (81.18), “el dórico es el más grave y conviene al ethos masculino”,<br />

siendo más propiamente femeninos cuanto más agudos, y viceversa. Lo que constituye<br />

el punto en común con Ptolomeo, no obstante, es la consideración central del<br />

dorio, referente para Arístides en la gradación masculino-femenino y para Ptolomeo<br />

en la gradación actividad-calma. Ello nos habla de la importancia capital de este<br />

tropo y su prestigio en la Grecia antigua desde variados puntos de vista (véase, por<br />

ejemplo, Plat. R. 399a, La. 188d y Hor.Ep. IX 5 ss.), y los atributos que Ptolomeo<br />

confiere al dorio tienen mucho que ver con lo que le supuso Aristóteles, cf. Pol.<br />

1340b4, “con un ánimo intermedio y recogido, como parece inspirarlo el modo dorio”,<br />

y 1342b12, “además de que luego elogiamos el término medio entre los extremos<br />

y afirmamos que hay que seguirlo, y la armonía doria tiene ese lugar frente a<br />

los demás”.<br />

En realidad, el tratamiento ptolemaico de los h)/Jh tw=n a(rmoniw=n tiene dos<br />

aspectos. En el primero, que es el que nos ocupa, se comparan to/noi y diagwgai/, es<br />

decir, to/noi y modos de vida, definidos éstos por una disposición del alma de acuer-<br />

do al momento sociopolítico a la sazón, como se ha establecido al principio del<br />

capítulo. Esta comparación entre h)/Jh y diagwgai/ es la que propiamente se debe a<br />

Ptolomeo, pues aunque la relación entre a(rmoni/a-politei/a fue desarrollada por<br />

Platón de forma más sistemática y filosófica, retomando una doctrina anterior, y<br />

aunque Aristóteles había vinculado las a(rmoni/ai y los aspectos políticos (cf. Arist.<br />

EE 1241b 28, e)/sti ga\r to\ au)to\ w(/sper e)pi\ tw=n a(rmoniw=n kai\ e)n tai=j politei/aij),<br />

es Ptolomeo quien desarrolla su conexión a un nivel más restringido; o lo que es<br />

735


igual, el criterio de clasificación u ordenación de las diagwgai/ es el mismo que el<br />

que rige en los to/noi, que no es otro que el de actividad / reposo en sus múltiples<br />

variantes. De ahí, entonces, la oportunidad del segundo momento: la concreción de<br />

los h)/Jh en Harm. 113.5 ss., donde, como veremos, Ptolomeo no es sino un conti-<br />

nuador –a su manera– de la tradición. Esta concreción ética en las a(rmoni/ai (o se-<br />

gún Ptolomeo, to/noi) significa que al igual que podemos comparar unas “condicio-<br />

nes de guerra” y sus estados consecuentes en el alma a determinados to/noi y sus<br />

propios efectos en el alma (así como el paso de unas circunstancias a otras, de unos<br />

to/noi a otros), un largo período de guerra (o de paz) es equivalente al me/loj circuns-<br />

tancial y en un momento dado (cf. 113.4-5, pote\ me\n...pote\ de\, etc.) y al h)/Joj que<br />

despierta en el alma atenta. Se comparan así, en virtud de que los efectos psicológicos<br />

son de la misma naturaleza, circunstancias vitales-“circunstancias” melódicas,<br />

comparación que comportan una gran variación temporal.<br />

De modo que según este primer paso (diagwgai/-to/noi), podríamos estable-<br />

cer el siguiente esquema:<br />

to/noi<br />

Mixolidio<br />

Lidio<br />

Frigio<br />

Dorio<br />

Hipolidio<br />

Hipofrigio<br />

Hipodorio<br />

diagwgai/<br />

kekinhme/nai kai\<br />

drastikw/terai<br />

metri/ai kai\ ka-<br />

Jestame/nai<br />

a)neime/nai kai\<br />

nwJe/sterai<br />

Recordemos, además, que en general también Ptolomeo había establecido<br />

que los to/noi más agudos son los que llevan a una mayor excitación (112.20 pro\j to\<br />

diegertikw/teron) mientras que los más graves a una mayor tranquilidad (pro\j to\<br />

katastaltikw/teron, 112.21).<br />

810 El “parentesco” (gr. sugge/neia) entre música y alma es una idea pitagó-<br />

rica, como ya hemos comentado, en virtud de la concepción del alma como a(rmoni/a<br />

(sobre esto, vid. Arist. de An. I 4). Esta idea la desarrolla Platón en el Timeo al exponer<br />

el componente numérico del alma del mundo (cf. Ti. 34b-36b); el alma humana,<br />

por su parte, participa de la del mundo (cf. Ti. 41d) aunque de una manera<br />

menos pura: 41d 4 ss., “vertió nuevamente en el recipiente, en el que antes había<br />

736


mezclado el alma del universo, los restos de la materia anterior y los mezcló de una<br />

manera que era en cierto sentido igual, aunque ya no eran igualmente puros”. Ptolomeo<br />

sin duda tenía in mente estas similitudes, pues se refiere también a los “mo-<br />

vimientos” (Harm. 113.4, tisi kinhma/sin), cf. Plat. Ti. 36e (cf. el pasaje ya citado<br />

de Aristid. Quint. 81.2); no obstante, como buen matemático, deja claro que tal pa-<br />

rentesco lo es con los lo/goi, y no por factores ajenos a las matemáticas.<br />

811 De nuevo vemos el paralelismo que informa todo el capítulo: el hÅJoj de<br />

la melodía “inclina” (112.9 tre/petai) el hÅJoj del alma, y los estados psicológicos<br />

“modulan” al igual que modula (113.9 metaba/llontoj) la melodía. Como ya Pto-<br />

lomeo ha introducido antes, la causa es el “parentesco” (sugge/neia) de las razones,<br />

lo/goi, del me/loj y del alma. En este párrafo se nos presentan seis pares de di-<br />

aJe/seij que son consencuencia, pues, de los h)/Jh de la melodía y del to/noj de un<br />

momento dado. Teniendo en cuenta que Ptolomeo considera al dorio como el to/noj<br />

“central” en la gradación (de acuerdo con Platón, pero el lidio también gozó de esta<br />

prioridad, cf. Anon. Bellerm. 67, Boeth. Mus. IV 6, Ps. Plut. de Mus. 1136B-C),<br />

to/noj cuyos extremos son, por un lado, las formas de vida “agitadas y activas” (ke-<br />

kinhme/nai kai\ drastikw/terai, 112.25), y por otro las formas de vida “relajadas y<br />

tardas” (a)neime/nai kai\ nwJeste/rai, 113.1), Solomon (op.cit., p.151, n.152) ha or-<br />

denado estos seis pares de diaJe/seij de acuerdo a la lógica de Ptolomeo (si bien<br />

este crítico no sigue el orden de tónoi de II 10), en la que mayor agudeza, o)cu/thj,<br />

equivale a mayor excitación (diegertiko/n), y mayor gravedad, baru/thj, a mayor<br />

tranquilidad (katastaltiko/n), según 112.20-21. El esquema de Solomon variado<br />

con el orden de tensión tonal de II 10 sería<br />

Mixolidio Entusiasmo (oiÅstron, e)nJousiasmo/n)<br />

Lidio Estimulación (parorma=sJai, diegei/resJai)<br />

Frigio Placer (h(donai/, diaxu/seij)<br />

Dorio [normal]<br />

Hipolidio Recogimiento (oi)/ktoi, sustolai/)<br />

Hipofrigio Tranquilidad (h(suxi/a, katastolh/)<br />

Hipodorio Embotamiento (karou=sJai, katakoimi/zesJai)<br />

737


No hay más remedio que aceptar este esquema, porque aunque Ptolomeo no<br />

lo desarrolle, se desprende de sus palabras: las atribuciones éticas están regidas,<br />

para el alejandrino, por el principio de causalidad en los pares de agudeza y excita-<br />

ción, gravedad y relajación. Pero en las fuentes griegas (y latinas) sobre los h)/Jh<br />

tw=n a(rmoniw=n, esta causalidad está lejos de ser una norma, aunque es significativo<br />

que el informe de Arístides Quintiliano ya visto (III 14), aun siendo muy distinto al<br />

de Ptolomeo, recuerde la lógica del alejandrino en cuanto a la utilización de la tensión<br />

como factor de clasificación: según Arístides, los tropos más agudos son propios<br />

de la naturaleza femenina, “ya que...son gimientes y chillones”, en tanto que<br />

los más graves son propios de la naturaleza masculina: “resultan ásperos...y muestran<br />

un carácter violento y severo” (81.8-12). Sin embargo, y en lo que respecta a<br />

Ptolomeo, el esquema de Solomon no coincide con muchos de los testimonios de<br />

otros autores. El problema reside más bien en que Ptolomeo utiliza en el capítulo lo<br />

que aparenta ser dos niveles de clasificación diferentes: primero, aquél visto en<br />

N.Tr. 809, donde habla de las tres diagwgai/ (112.22-113.1): agitadas y activas /<br />

comedidas y estables / relajadas y tardas; segundo, éste que nos ocupa (113.4 ss.),<br />

donde parece estar refiriéndose a cada uno de los to/noi en particular. En el primer<br />

caso, Ptolomeo alude a los to/noi que atañen a tales diagwgai/, pero con una cierta<br />

indefinición que entraña peri/ (por ejemplo, 112.23 peri\ to\n dw/rion, “en torno al<br />

dorio”). Hemos propuesto en la N.Tr. 809 cuál sería la distribución (grosso modo)<br />

de to/noi y diagwgai/, pero creemos que Ptolomeo está siendo impreciso a propósito:<br />

en el segundo caso, de 113.4 ss., no nos dice qué to/noj considera que nos lleva ei)j<br />

oiÅstron kai\ e)nJousiasmo/n (y así con los demás estados), y esta indefinición deja al<br />

lector de Ptolomeo no con la duda de qué to/noi considerar, sino con la libertad de<br />

asignarle el que considere más apropiado. La clasificación de Solomon es la justa<br />

desde la lógica que preside el capítulo, pero Ptolomeo podría haberla establecido, a<br />

la vista de la exactitud y precisión mostradas en III 5-6, con largos recuentos y cla-<br />

sificaciones (la teoría de los h)/Jh tw=n a(rmoniw=n era algo más común en la literatura<br />

antigua que, por ejemplo, las adscripciones de las consonancias a las partes del alma<br />

o a las virtudes).<br />

738


De modo que las correspondencias de Solomon son las que se desprenden<br />

del capítulo, pero son las de Solomon. La prueba de esto es la importante variación<br />

en las atribuciones éticas de los to/noi, si consideramos aceptable pensar que éstas<br />

no varían, por ejemplo, entre los testimonios de Platón, Heráclides Póntico y Pto-<br />

lomeo (un problema similar observó Barker con el uso real de los ge/nh), y si tene-<br />

mos en cuenta las variaciones con fuentes que hemos visto que Ptolomeo conoce y<br />

ha utilizado (por ejemplo, la República de Platón). Veamos la comparación entre<br />

Ptolomeo y los testimonios (con la clasificación aceptada de Solomon, que se rige<br />

por la equivalencia o)cu/thj = diegertiko/n, baru/thj = katastaltiko/n), testimonios<br />

recogidos, sobre todo, por H. Abert, Die Lehre vom Ethos in der griechischen Musik,<br />

Leipzig 1899, pp.80 ss. (en las variaciones de la nomenclatura en las fuentes, el hipodorio<br />

equivale al eolio [cf. Ath. XIV 19, 27], el hipofrigio al jonio y el hipolidio<br />

a la e)paneime/nh ludisti/, según Abert, ib., pp.81-82, cf. West, op.cit., p.184 y Neu-<br />

becker, op.cit., pp.139 ss.).<br />

To/noi Ptolomeo (según Solomon)<br />

Mixolidio Frenesí (oiÅstron) y entusiasmo<br />

(e)nJousiasmo/n)<br />

Lidio Estimulación (parormasJai)<br />

y despertar<br />

(diegei/resJai)<br />

739<br />

Testimonios<br />

Plat. R. 398e1, ti/nej ouÅn Jrhnw/deij a(rmoni/ai;<br />

...micoludisti/...kai\ suntonoludisti\ kai\ toiau=tai/ tinej<br />

Arist. Po. 1340a42 ss., o)durtikwte/rwj kai\ sunesthko/twj<br />

Ps.Plut. de Mus. 1134D1, kai\ h( Micolu/dioj de\ paJhtikh/<br />

ti/j e)stin<br />

Plat. R. 398e1, ti/nej ouÅn Jrhnw/deij a(rmoni/ai;<br />

...micoludisti/...kai\ suntonoludisti\ kai\ toiau=tai/ tinej<br />

Arist. Pol. 1342b29, e)/ti d’ ei)/ ti/j e)sti toiau/th tw=n<br />

a(rmoniw=n, h(\ pre/pei tv= tw=n pai/dwn h(liki/# dia\ to\<br />

du/nasJai ko/smon t’ e)/xein a(/ma kai\ paidei/an , oiÂon h(<br />

ludisti\ ktl.<br />

Ps.Plut. de Mus. 1136C2 th\n gou=n lu/dion a(rmoni/an<br />

paraitei=tai [sc.Pla/twn] e)peidh\ o)cei=a kai\ e)pith/deioj<br />

pro\j Jrh=non<br />

Luc. Harm. 1, 12, th=j Ludi/ou to\ Bakxiko/n<br />

Apul. Flor. I 4 Lydium querulum


Frigio Placeres (h(donai/) y<br />

efusiones (diaxu/seij)<br />

E. Ba. 115-159, me/lpete to\n Dio/nuson / (…) / e)n Frugi/asisi<br />

boai=j e)nopai=si/ te<br />

Plat. R.399b 7 ss., mh\ u(perhfa/nwj e)/xonta, a)lla\<br />

swfro/nwj te kai\ metri/wj e)n pa=si tou/toij pra/ttonta/<br />

te kai\ ta\ a)pobai/nonta a)gapw=nta<br />

Arist. Po. 1340b 4, e)nJousiastikou\j d’ h( frugisti/;<br />

1342b4 ss., o)rgastika\ kai\ paJhtika\ (…) pa=sa ga\r<br />

bakxei/a kai\ pa=sa h( toiau/th ki/nhsij ma/lista tw=n<br />

o)rga/nwn e)sti\n e)n toi=j au)loi=j, tw=n d’ a(rmoniw=n e)n<br />

toi=j frugisti\ me/lesi lamba/nei tau=ta to\ pre/pon;<br />

1342b 7, o( diJu/ramboj o(mologoume/nwj ei=)nai dokei=<br />

Fru/gion<br />

Luc. Harm. 1, 11 e)/nJeon<br />

Apul. Flor. I 4 religiosum<br />

Cassiod. Var. II 40, phrygius pugnas excitat et votum<br />

furoris inflammat.<br />

Dorio [normal] Heraclid.Pont. (ap. Ath. XIV 19.16 ss.), h( me\n ouÅn<br />

dw/rioj a(rmoni/a to\ a)ndrw=dej e)mfai/nei kai\ to\ megaloprepe/j<br />

Plat. R. 399a6 ss., h(\ e)/n te polemikv= pra/cei o)/ntoj<br />

a)ndrei/ou kai\ e)n pa/sv biai/% pre/pontoj ktl.<br />

Arist. Pol. 1340b3, me/swj de\ kai\ kaJesthko/twj<br />

ma/lista pro\j e(te/ran, cf.1342b 14-16.<br />

Ps.Plut. de Mus. 1136F4, to\ semno/n e)sti e)n tv= dwristi/<br />

(= Aristox. fr.82); cf. Pi. fr.67 Snell-Maehler, dw/rion<br />

me/loj semno/tato/n e)stin<br />

Hipolidio Lamentación (oi)/ktoi) y<br />

recogimiento (sustolai/)<br />

Hipofrigio Tranquilidad (h(suxi/a) y<br />

serenidad (katastolh/)<br />

Hipodorio Embotamiento (karou=sJai)<br />

y adormecimiento(katakoimi/zesJai)<br />

Plat. R. 398e9-10, ti/nej ouÅn malakai/ te kai\ sumpotikai\<br />

tw=n a(rmoniw=n; -i)asti/, hÅ d’ o(/j, kai\ ludisti\ auÅ<br />

tinej xalarai\ kalou=ntai<br />

Arist. Pol. 1342b24 ss., ta\j a)neime/naj a(rmoni/aj<br />

a)podokima/seien ei)j th\n paidei/an, ou) kata\ th\n th=j<br />

me/Jhj du/namin, w(j meJustika\j lamba/nwn au)ta/j<br />

(bakxeutiko\n ga\r h(/ ge me/Jh poiei= ma=llon)<br />

Plat. R.398e6 ss., a)lla\ mh\n me/Jh ge fu/lacin<br />

a)prepe/staton kai\ malaki/a kai\ a)rgi/a.-pw=j ga\r ou)/; -<br />

ti/nej ouÅn malakai\ te kai\ sumpotikai\ tw=n a(rmoniw=n;<br />

-i)asti\, hÅ d’ o(/j, kai\ ludisti/, ai(/tinej xalarai\ kalou=ntai.<br />

Heraclid.Pont.(ap. Ath. XIV 20, 6 ss.), dio/per ou)de\ to\<br />

th=j i)asti ge/noj a(rmoni/aj ou)/t’ a)nJhro\n ou)/te i(laro/n<br />

e)stin, a)lla\ au)sthro\n kai\ sklhro\/n, o)/gkon d’ e)/xon<br />

ou)k a)gennh=<br />

Ps.Arist. Pro. XIX 48 (108.10) hÅJoj de\ e)/xei h( me\n<br />

u(pofrugisti\ praktiko/n<br />

Heraclid.Pont. (ap. Ath. XIV 19, 19) to\ de\ tw=n<br />

Ai)ole/wn hÅJoj e)/xei to\ gau=ron kai\ o)gkw/dej, e)/ti de\<br />

u(po/xaunon.<br />

Ps.Arist. Pro. XIX 48 (109.2) h( de\ u(podwristi\ megaloprepe\j<br />

kai\ sta/simon<br />

Cassiod. Var. II 40, animi tempestates tranquillat somnumque<br />

iam placatis atribuit.<br />

Debemos hacer dos consideraciones a la vista de los datos anteriores:<br />

a) En primer lugar, se puede observar que la clasificación de caracteres de<br />

Ptolomeo está basada en la progresión de altura tonal, según la cual los to/noi más<br />

agudos producen mayor excitación y los más graves más tranquilidad: esto corres-<br />

740


pondería a lo que ocurre con las notas, según 112.20-21, y un principio semejante<br />

leemos en Aristid. Quint. 10.13-15, “pues unos éthe corren sobre los sonidos más<br />

agudos y otros sobre los más graves”. Ahora bien, en la Grecia clásica los modos<br />

ofrecían un hÅJoj determinado no sólo por la altura tonal de la escala en cuestión:<br />

podía configurarse además por el instrumento de la ejecución, el género literario u<br />

otros factores. Para Ptolomeo sólo la altura tonal es un criterio para el hÅJoj, y este<br />

privilegio de la tensión no es comparable con las fuentes aducidas (cf. por ejemplo<br />

Plat. R. 398e-399a), donde además el principio de organización modal es diferente:<br />

aunque los modos vengan dados por la secuencia interválica (cf. Aristid. Quint.<br />

15.17-18, e)k th=j tw=n e)fech=j fJo/ggwn a)kolouJi/aj), sin embargo no parece haber<br />

existido la sistematización de carácter circular basada en la diferente adscripción<br />

funcional de una mese a cada una de las notas de la octava central del sistema (tal y<br />

como ocurre en la Harmónica de Ptolomeo).<br />

Para nuestro autor, los caracteres de los to/noi no son los mismos que aqué-<br />

llos que leemos en los testimonios. No hay una caracterización con vistas a la educación<br />

o a un género literario en particular, sino más bien una secuenciación sobre<br />

un continuum en tensión creciente (o decreciente) y que tiene como consecuencia la<br />

mayor (o menor) excitación subsiguiente en el alma humana. La comparación entre<br />

las dos columnas del esquema anterior nos invita a pensar que Ptolomeo era consciente<br />

de la conveniencia de ciertos modos para infundir un determinado estado de<br />

ánimo (cf. Arist. Pol. 1340a40-43, eu)Ju\j ga\r h( tw=n a(rmoniw=n die/sthke fu/sij,<br />

w(/ste a)kou/ontaj a)/llwj diati/JesJai kai\ mh\ to\n au)to\n e)/xein tro/pon pro\j e(ka/sthn<br />

au)tw=n, “por de pronto, la naturaleza de los modos musicales es diferente, de modo<br />

que los que los oyen son influidos de modo distinto, y no tienen el mismo estado de<br />

ánimo respecto a cada una de ellos”); sin embargo, le interesaba mucho más salvar<br />

al menos un criterio de ordenación que fuese coherente, y, al no ofrecer sino unas<br />

diaJe/seij de tipo general, escapó de la variedad de las a(rmoni/ai tradicionales, a<br />

menudo con h)/Jh opuestos alguna de ellas: cf. por ejemplo la caracterización del<br />

frigio o del lidio por Platón y Aristóteles.<br />

A pesar de lo dicho, se observa una lejana coincidencia entre Ptolomeo y<br />

sus antecesores. Véase las palabras de Aristóteles sobre el dorio, que en esencia se<br />

ajustarían al carácter neutro que tiene para Ptolomeo, el hipofrigio de Platón o el<br />

741


testimonio de Casiodoro sobre el hipodorio (Abert sostuvo que éste era un valor<br />

tardío). Igualmente, quizá hubiese que citar aquí a Ps.Arist. Pro. XIX 48 (110.2-3),<br />

e)nJousiastikh\ ga\r kai\ bakxikh\, (...) ma/lista de\ h( micoludisti/, pero el texto está<br />

corrupto. De modo que basándose en un solo criterio y en un único principio de<br />

causalidad (a mayor tensión, mayor excitación, y viceversa), Ptolomeo ha evitado<br />

que una a(rmoni/a tenga h)/Jh ajenos entre sí, así como un mismo hÅJoj adscrito a<br />

a(rmoni/ai diferentes (el caso del lidio y mixolidio, explicable sin duda por la cerca-<br />

nía entre ambas) y el hecho de que algunas a(rmoni/ai de tipo hipo- tuviesen el mis-<br />

mo hÅJoj prácticamente que el de la a(rmoni/a base (caso del dorio e hipodorio).<br />

La consecuencia de esta simplificación u ordenación sistemática es que<br />

demasiado a menudo los caracteres entre los to/noi ptolemaicos y los tradicionales<br />

no coinciden. Por ejemplo, no son iguales el hipodorio de Ptolomeo y<br />

Ps.Aristóteles, ni se corresponde el importante carácter viril del dorio en las fuentes<br />

con el casi ausente dorio ptolemaico.<br />

Lo que podemos concluir, entonces, es que para Ptolomeo la altura relativa<br />

de cada mese por función determinaba la altura del to/noj, y esta altura la consideró<br />

causa de un carácter determinado que en cierta medida recogía el que la tradición<br />

griega había asignado a la a(rmoni/a, pero sólo porque para los griegos los caracteres<br />

de las a(rmoni/ai también dependían de la altura de ésta (lo cual es decir poco, por-<br />

que los factores que provocan un hÅJoj en una a(rmoni/a no terminan de estar claros).<br />

En qué medida esta simplificación u ordenación causal es completamente original<br />

de Ptolomeo o procede de los ambientes musicales contemporáneos de Ptolomeo,<br />

es algo que no podemos alcanzar.<br />

b) En segundo lugar, debemos vincular la doctrina de la modulación expuesta<br />

en II 7 con los caracteres expuestos aquí. Al igual que para Arístides Quintiliano<br />

(I 11), para Ptolomeo (70.15 ss.) las modulaciones óptimas son aquéllas que se producen<br />

mediante intervalos consonantes (cuartas y quintas). Esto significa que al<br />

pasar de un to/noj a otro estaríamos también cambiando de un hÅJoj a otro, siendo<br />

llevados así desde un mixolidio entusiástico hasta un dorio neutro a distancia de<br />

cuarta, y de ahí a un hipodorio (a otra cuarta grave) que casi nos durmiese. Y es<br />

significativo que las modulaciones no sean tan convenientes cuando son a intervalos<br />

no consonantes (por ejemplo el tono): en ese caso, el cambio de carácter sería<br />

742


menos acentuado (hay mese por función que se diferencian en un semitono). Es<br />

justamente lo contrario: si bien en II 16 podemos deducir que la lira afina en cual-<br />

quier to/noj, las cítaras lo hacen en to/noi que distan un intervalo consonante de cuar-<br />

ta. Así, hipertropos están en frigio y jonioeolios en hipofrigio, y lidios y parípates<br />

en dorio mientras que trites y tropos en hipodorio (sin embargo, como se ha visto<br />

las tablas de II 15 parecen estar pensadas para el paso modulante entre todas ellas).<br />

812 Ésta es una anécdota bien conocida que supone el reconocimiento de<br />

Ptolomeo a la doctrina pitagórica, bien representada en este capítulo, si bien él no<br />

tiene reparos en adoptar ideas de escuelas bien diferentes (como el caso del aristotelismo<br />

de III 3). La armonía y pureza del alma era para los pitagóricos esencial, y<br />

para mantenerlas la apelación a la música es lógica si recordamos que universo,<br />

alma y música son a(rmoni/a: cf. por ejemplo Arist. Cael. 290b12 ss., de An. I 4 y<br />

Philol. fr. 6. Los comentaristas ofrecen numerosas fuentes para la anécdota (para<br />

una reunión de loci similes, cf. SPH, p.151, n.153) : cf., por ejemplo, Iambl. VP<br />

XXV 114 e)/ti toi/nun su/mpan to\ PuJagoriko\n didaskalei=on th\n legome/nhn<br />

e(ca/rtusin kai\ sunarmoga\n kai\ e)pafa\n e)poiei=to, me/lesi/ tisin e)pithdei/oij ei)j ta\<br />

e)nanti/a pa/Jh peria/gon xrhsi/mwj ta\j th\j yuxh=j diaJe/seij. e)pi/ te ga\r eu)na\j tre-<br />

po/menoi tw=n meJ’ h(me/ran taraxw=n kai\ perihxhma/twn e)ceka/Jairon ta\j dianoi/aj<br />

%)dai=j tisi kai\ melw=n i)diw/masi kai\ h(su/xouj paraskeua/zon e(autoi=j e)k tou/tou<br />

kai\ o)ligonei/rouj te kai\ eu)onei/rouj tou\j u(/pnouj, e)canista/menoi/ te e)k th=j koi/thj<br />

nwxeli/aj pa/lin kai\ ka/rouj di’ a)llotro/pwn a)ph/llason a)?sma/twn, e)/sti de\ kai\ o(/te<br />

a)(/neu le/cewj melisma/twn. te o(/pou kai\ pa/Jh kai\ nosh/mata/ tina, o Quint.<br />

Inst. IX 4.12, “Pythagoreis certe moris fuit et cum evigilassent animos ad lyram<br />

excitare, quo essent ad agendum erectiores, et cum somnum peterent ad eandem<br />

prius lenire mentes, ut, si quid turbidium cogitationum, componerent”; añádase el<br />

pasaje casi idéntico al de Ptolomeo de Boeth. Mus. I 1, 185.26-184.4, y otros aportados<br />

por Boll (op.cit., p.109).<br />

No obstante, R. W. Wallace (“Music Theorist in Fourth-Century Athens”,<br />

en B. Gentili-F. Perusino, op.cit., pp.17-39, esp. p.23) ha puesto de manifiesto que<br />

la teoría del hÅJoj (tal y como se entiende en música) no es genuinamente pitagóri-<br />

ca, y que todas las atribuciones de tal doctrina a Pitágoras o a su escuela es postplatónica<br />

(cf. Vendries, op.cit., pp.210-212).<br />

743


813 Gr. mou/sa, “musa”, con el sentido de la etimología de mousikh/, un tér-<br />

mino que West (op.cit., p.225) sugiere haber sido creado por Laso de Hermíone. El<br />

uso de mou/sa entendida como “música” se lee también en Dionisio de Halicarnaso<br />

(Comp.11, o)rganikh\ kai\ w?)dikh\ mou=sa), Eliano (NA II 32, ta\ me\n a)/lla o(/pwj<br />

mou/shj te kai\ w)?dh=j e)/xei ei)pei=n ouÅk oiÅda) y el mismo Ptolomeo en Tetr. (IV, 4 p.<br />

386, a)po\ mou/shj kai\ o)rga/nwn kai\ melwdiw=n h)\ poihma/twn kai\ r(uJmw=n poiou=si<br />

ta\j pra/ceij [Robbins (op.cit., p.387) traduce “the arts of the Muses”]).<br />

814 Gr. metabalo/n, relacionada con el término metabolh/ “modulación”.<br />

Ptolomeo usa la imagen de la “modulación” del alma, conforme a la doctrina pitagórica<br />

expuesta en el capítulo.<br />

815 Cf. Ps. Plut. de Mus. 1132C-1133C y Aristid. Quint. 92.11-12; una idea<br />

semejante se lee en S. E. M. VI 18. Los himnos son normalmente asociados a los<br />

instrumentos cordados, como, por ejemplo, muestra el primer peán délfico de Ateneo<br />

(cf. DAM 12, pp.59-71). Pero esto no era exclusivo, como informa Proclo (ap.<br />

Phot. Bibl. 320a16-20): kai\ ga\r e)/stin au)tw=n a)kou/ein grafo/ntwn u(/mnoj prosodi/ou,<br />

u(/mnoj e)gkwmi/ou, u(/mnoj paia=noj kai\ ta\ o(/moia. e)le/geto de\ to\ proso/dion e)peida\n<br />

prosi/wsi toi=j bwmoi=j h)\ naoi=j, kai\ e)n t%= prosie/nai v)/deto pro\j au)lo/n: o( de\ kuri/wj<br />

u(/mnoj pro\j kiJa/ran v)/deto e(stw/twn, “pues de los mismos escritores es posible oír<br />

un himno procesional, un himno de encomio, un himno de peán, y similares. Y se<br />

decía procesional cuando avanzaban en procesión a altares y templos, y en esta<br />

procesión se cantaba acompañado de auló; pero el himno, en sentido estricto, se<br />

cantaba acompañado de lira cuando permanecían inmóviles”. Himnos y aulós se<br />

relacionan también en Philostr. VA II 34.1-2.<br />

Muchos son los usos y efectos asociados al auló, y algunos testimonios son<br />

totalmente contradictorios con lo que aquí dice Ptolomeo: por ejemplo, cf. Arist.<br />

Pol. 1341a21-24, “además, la flauta (au)lo/j) no es un instrumento moral, sino más<br />

bien orgiástico, de modo que debe utilizarse en aquellas ocasiones en las que el<br />

espectáculo pretende más la purificación que la enseñanza”; a esta capacidad para<br />

hacer entrar en contacto con la divinidad también aludía Platón en su Banquete<br />

(215c): “sus melodías [sc. las de Olimpo], digo, ya las interprete un buen flautista<br />

ya una flautista vulgar, son las únicas que hacen quedar a uno poseso y muestran a<br />

744


quienes están necesitados de los dioses y de iniciaciones, por el hecho de ser divinas”<br />

(cf. Min. 318b6). Estas ideas sobre el auló están relacionadas con el rechazo<br />

platónico a determinadas a(rmoni/ai debido a los caracteres asociados a ellas.<br />

816 Gr. tri/gwnon (cf. para su transliteración la Nota previa a la Traducción).<br />

Eliano, en su Ei)j to\n Ti/maion e)chghtika/ citado por Porfirio (in Harm. 33.19 ss.)<br />

describe este tipo de arpa (Maas y McIntosh Snyder [op.cit., p.150] no establecen<br />

con seguridad si su denominación es un nombre genérico o estár referido a un tipo<br />

particular de arpa), también llamada según Eliano sambu/kh (cf. Sud. s.v. i)ambu/kai),<br />

aunque no siempre son considerados el mismo instrumento (Éupolis [fr.148.4] y<br />

Aristóteles [Pol. 1341a41] las nombran juntas). Apolodoro (ap. Ath. XIV 40) tam-<br />

bién la conoce por kleyia/mboj, y Eliano (ap. Porph. op.cit. 34.29-33) informa de<br />

que en este tipo de arpa, las longitudes de cuerda son desiguales con la más larga en<br />

la parte más exterior (e)c a)ni/swn toi=j mh/kesi xordw=n e)poi/hsan, makrota/thj me\n<br />

th=j pasw=n e)cwta/tw; esto se ve confirmado por la cerámica, cf. Maas-McIntosh,<br />

op.cit., p.163) pero de igual grosor (i)sopaxei=j d’ e)poi/oun ta\j xorda/j); en las repre-<br />

sentaciones sobre vasos, el número de cuerdas puede llegar hasta treinta y dos. Su<br />

invención se atribuye a Tirreno de Lidia (según Phot. Bibl. a 2956-7, cf. West,<br />

op.cit. p.72, n.105); pero Juba (ap. Ath 4, 77, 19, cf. SPH, p.151 n.154) hace del<br />

tri/gwnon un invento sirio, aunque también se le atribuía un origen frigio (cf. S. fr.<br />

412, 1) o bien lidio (Diog. fr. 1). Ptolomeo habla del tri/gwnon en un contexto reli-<br />

gioso (sin duda, su uso en la Alejandría del siglo II d.C.) y ello es lo más sorprendente,<br />

a la vista de las noticias sobre un uso más festivo (cf. Eup. fr. 3; de un modo<br />

obsceno en fr. 77); Aristóteles (Pol. 1341a39-b3) dice que es uno de esos instrumentos<br />

que sólo contribuyen, mediante su virtuosismo, al placer de los oyentes (ca-<br />

si lo mismo se puede decir de la sambu/kh, según las fuentes citadas por West,<br />

op.cit. p.77, nn.129 y 130). Ello concuerda con la mención de Platón el cómico, que<br />

la asocia a las mujeres (fr. 69.13; cf. Maas-McIntosh, op.cit., p.154), y con el filósofo<br />

Platón, en un contexto que hace a este instrumento poco favorable para la ciudad<br />

(cf. R. 399c10).<br />

817 Gr. i))de/ai, refiriéndose a lo que normalmente la tratadística y el propio<br />

Ptolomeo llaman ei)/dh (“formas”); cf. infra 120.5.<br />

745


818 Emme/leia como “intervalo melódico” en el sentido general (incluyendo<br />

homofonías y consonancias).<br />

819 Esto es una síntesis de los contenidos tratados en III 5 (partes del alma y<br />

virtudes), III 6 (“géneros de los tetracordios”) y III 7 (modulaciones tonales y vitales).<br />

820 Ya hemos visto que la idea de parentesco entre harmónica y astronomía<br />

se remonta a Arquitas y Platón; Ptolomeo extiende esta comparación de la escuela<br />

pitagórica estudiando las razones de los intervalos musicales con las de los planetas,<br />

por lo que se abre ahora la última parte del tratado (III 8-16) dedicada a la astronomía-astrología.<br />

La justificación de la homologación entre razones armónicas y<br />

movimientos astrales tiene un origen pitagórico-platónico, cf., por ejemplo, Porph.<br />

VP 30, Plat. Epin. 991d8 ss. o( de\ tro/poj o(/de (...) pa=n dia/gramma a)riJmou= te<br />

su/sthma kai\ a(rmoni/aj su/stasin a(/pasan th=j te tw=n a)/strwn perifora=j th\n<br />

o(mologi/an ouÅsan mi/an a(pa/ntwn a)nafanh=nai dei= t%= kata\ tro/pon manJa/nonti,<br />

fanh/setai de/, o Arist. Metaph. 986a1-7. Tal homologación da sentido a la siguiente<br />

comparación entre el Sistema Perfecto y el círculo del zodíaco, y fue establecida ya<br />

en Ptol. Harm. 106.17-28, donde astronomía y harmónica son “primas” porque están<br />

referidas a dos sentidos “hermanos” (106.27), vista y oído. Estos dos sentidos<br />

“rivalizan entre sí en el aprender y contemplar aquello que se ha llevado a término<br />

según su razón apropiada”, ta\ kata\ to\n oi)kei=on suntelou/mena lo/gon (106.19), y a<br />

esto se refiere aquí “las hipótesis llevadas a su término conforme a las razones ar-<br />

mónicas”, u(poJe/seij kata\ tou\j a(rmonikou\j sunteloume/naj lo/gouj (114.2).<br />

No obstante su origen antiguo, la comparación y el establecimiento de una<br />

relación inextricable entre los sonidos y la configuración del universo fue desarrollado<br />

por los neoplatónicos y neopitagóricos, algo que se puede ver en el libro III de<br />

Arístides Quintiliano, en pasajes de Jámblico o de Teón de Esmirna: cf. Mathiesen,<br />

“Music, Aesthetics…”, p.43). Ptolomeo reúne así en el libro III material puramente<br />

astronómico (aunque muy escaso) al servicio de una doctrina neoplatónica que va<br />

más allá de la pura a(rmonikh/ de los libros I y II, y en la que se mostró mucho más<br />

polémico y original.<br />

746


821 Solomon (op.cit., p.153, n.165) no identifica el antecedente del femeni-<br />

no griego prw/th (“primero”), pero ha de referirse a e)/fodoj (“camino”). El “primero<br />

de los caminos” tratará de todas las razones musicales-armónicas tomadas a la vez:<br />

en el caso del presente capítulo la a)pokata/stasij armónica vista en II 7-11 o “pe-<br />

riodicidad” del sistema tonal es comparada con todo el círculo del zodíaco. En el<br />

próximo capítulo (III 9) se referirá a cada uno de los lo/goi. Por ello el primer cami-<br />

no es koinh/, “común” o “general”.<br />

822 Como veremos en los capítulos siguientes, cada astro equivale a una no-<br />

ta del Sistema Perfecto, y por tanto los astros entre sí guardan lo/goi equivalentes a<br />

los que mantienen las notas; es decir, se trata del movimiento interválico de la voz<br />

(ki/nhsij diasthmatikh/) propio de quien canta, frente al otro continuo (sunexh/j),<br />

propio de quien habla. Esta distinción, también de raíz pitagórica según Nicómaco<br />

(Harm. cap.3) la hizo Ptolomeo ya en I 4 refiriéndose a los sonidos. Como allí ex-<br />

puso la primera diferencia que permitió pasar de la irracionalidad del yo/foj a la<br />

racionalidad del fJo/ggoj (cf. Ptol. Harm. 12.7-9) y por ello era primaria, aquí es la<br />

primera apreciación sobre el movimiento astral: es semejante al “intervalo” de las<br />

notas, axioma indispensable si queremos establecer la equivalencia (suntelou/mena)<br />

de las razones musicales con los movimientos celestes.<br />

823 Barker (GMW, p.380, n.59) recuerda aquí a Arist. Metaph. 1069b25-26<br />

con la misma idea; a esto hay que añadir otro pasaje aristotélico, Ph. VIII 8, donde<br />

el Estagirita demuestra que el movimiento rectilíneo está asociado a generación y<br />

corrupción, porque no supone continuidad (ib. 264b 8). Sin embargo, el movimiento<br />

circular (en este caso el de los astros) no conlleva alteración y aumento, cf. 265a<br />

9, “en ninguno es posible moverse continuamente, excepto en el circular –con que<br />

tampoco en la alteración y en el aumento. En conclusión, quede para nosotros establecido<br />

suficientemente que ningún cambio es infinito ni continuo, excepto la traslación<br />

circular” (no hay que confundir la idea de “movimiento interválico” que aquí<br />

aduce Ptolomeo con la naturaleza del movimiento circular, al que Aristóteles, en<br />

Ph. 265a28, califica de “uno y continuo”). La misma idea se lee más claramente en<br />

Cael. 270a12 ss., “igualmente razonable es suponer también acerca de él [sc.el movimiento<br />

circular] que es ingenerable e incorruptible, no susceptible de aumento o<br />

747


alteración” (cf. 270b1 ss.); Aristóteles asocia estas características a la idea de inmortalidad,<br />

cf. 274b8 ss.<br />

824 Esta idea también la repite Ptolomeo en Alm. I 2, p.9.18, to\ me\n ouÅn ka-<br />

Jo/lou toiou=ton a)\n ei)/h prolabei=n, o(/ti te sfairoeidh/j e)stin o( ou)rano\j kai\ fe/retai<br />

sfairoeidw=j, y I 3, donde refuta además otras concepciones diferentes del movi-<br />

miento astral, como la línea recta. La idea de la circularidad de este movimiento se<br />

lee también en Aristóteles, Cael. II 4-8 o Adrasto (ap. Theo Sm. 129.15).<br />

825 Gr. a)pokata/stasij, cf. supra 66.19. Para la comparación entre el sis-<br />

tema de notas (por función) y el círculo zodiacal es imprescindible recordar –y así<br />

lo hace Ptolomeo– que el sistema de los to/noi es circular (proslambanómeno = nete<br />

del tetracordio añadido, cf. 114.21 ss.) lo cual desarrolla seguidamente.<br />

826 Esto es un recuerdo de lo establecido en II 5, donde se distinguió entre<br />

nombres (de notas) por posición y por función. Aquí, “orden” y “tensión” (ta/cij,<br />

ta/sij) equivalen a la “posición” (Je/sij) de la nota en el Sistema, y por ello lo<br />

compara Ptolomeo al avance en línea recta: el movimiento rectilíneo equivale a un<br />

incremento sucesivo de tensión. Por otra parte, “función” y “relación de unas con<br />

otras” (du/namij kai\ to\ pw=j e)/xein, vid. supra I 4) representan la concepción funcio-<br />

nal de la nota, el papel relativo que desempeña en el Sistema. Por ello, esta última<br />

nomenclatura equivale al movimiento circular: la doctrina de escalas ptolemaica, tal<br />

y como ha sido expuesta en el libro II, es cíclica, basada en una reordenación periódica<br />

de las funciones de las notas en el Sistema Perfecto. La misma idea de circularidad<br />

está encerrada en el término que aplica Ptolomeo a su sistema,<br />

a)pokata/stasij, cf. 66.19, 67.12; por supuesto, éste es el aspecto del Sistema de la<br />

escala que le interesa a Ptolomeo, pues el zodíaco, con quien es comparado, es un<br />

círculo y, como dirá Ptolomeo en 114.21, tal comparación encaja porque el círculo<br />

tonal se cierra al hacerse equivalentes proslambanómeno y nete del tetracordio aña-<br />

dido. Ptolomeo vuelve a insistir en el carácter “funcional” del círculo en 114.22, tv=<br />

duna/mei.<br />

827 Solomon (op.cit., p.152, n.156) nos recuerda que la idea del zodíaco<br />

como un círculo se retrotrae al menos hasta Aristóteles (Mete. 343a24-25). Pero es<br />

748


Adrasto, citado por Teón de Esmirna (129.10 ss.) quien describe de forma algo más<br />

extensa el zodíaco. Éste es un círculo oblicuo respecto a los otros círculos perpen-<br />

diculares al eje de la Tierra: cf. ib. 130.15-17, loco\j ga\r tou/toij e)/gkeitai o(<br />

z%diako/j, me/gistoj me\n kai\ au)to\j ku/kloj, “oblicuo a éstos [sc. los restantes círcu-<br />

los] está situado el zodíaco, él mismo también un círculo muy grande”. Este círculo<br />

no es simple, según Adrasto, sino que aparece como una banda donde se imaginan<br />

las figuras animales (133.18-25):<br />

o( de\ lego/menoj z%diako\j e)n pla/tei tini\ fai/netai kaJa/per tumpa/nou ku/kloj,<br />

e)f’ ou kai\ ei)dwlopoiei=tai ta\ z%=dia. tou/tou de\ o( me\n dia\ me/sou le/getai tw=n<br />

z%di/wn, o(/stij e)sti\ kai\ me/gistoj (…): oi( de\ e(kate/rwJen to\ pla/toj<br />

a)fori/zontej tou= z%diakou= kai\ tou= dia\ me/sou e)la/ttonej<br />

“el círculo llamado zodíaco se parece en anchura al círculo de un tambor; en él se<br />

configuran las imágenes de los animales. De éste, uno se llama círculo central de<br />

los animales, que es también el mayor (...); los círculos externos, que definen la anchura<br />

del zodíaco, son menores que el central”.<br />

Es a este círculo cetral (dia\ me/sou) al que se refiere aquí Ptolomeo; la mis-<br />

ma expresión la podemos leer también en Tetr. I 9, 1 y Alm. I 5 (p.18.24). Por su<br />

parte, Ptolomeo nunca utiliza para referirse al círculo del zodíaco el término “eclíp-<br />

tica” (e)kleiptiko/j, que reserva para los eclipses según Toomer, op.cit., p.20), sino<br />

dia\ me/swn o loco\j ku/kloj (Harm. 107.5), por lo que tal término ha sido evitado en<br />

nuestra traducción. Toomer (op.cit. p.407, n.186) sugiere que quizá Ptolomeo utili-<br />

zase originalmente para la “banda”del zodíaco el término pri/sma, cf. Alm. VIII 4<br />

(p.186.7), t%= pri/smati tou= z%diakou=.<br />

828 Gr. i)))shmerinw=n. Ptolomeo, en Tetr. I 12, clasifica los doce signos del<br />

zodíaco en cuatro grupos en virtud de “su afinidad con el sol, la Luna y los plane-<br />

tas” (p.64, suni/stantai de/ tinej au)tw=n i)dio/thtej kai\ a)po/ th=j pro/j te to\n h(/lion<br />

kai\ th\n selh/nhn kai\ tou\j a)ste/raj oi)keiw/sewj). Estos grupos son los formados<br />

por los grupos solsticiales (tro/pika), Cáncer y Capricornio; equinocciales<br />

(i)shmerina/), Aries y Libra; sólidos (sterea/), Leo, Tauro, Escorpio y Acuario; y<br />

bicorpóreos (di/swma), Géminis, Virgo, Sagitario y Piscis. Tales signos adquieren su<br />

apelativo en virtud de su situación respecto a los círculos que corta el zodíaco (cf.<br />

Adrasto ap. Theo Sm. 129.22-130.19, Gem. V 1 y 12); éste toca el trópico de in-<br />

749


vierno en Capricornio y el de verano en Cáncer, y divide en dos el círculo<br />

i)shmerino/j o ecuador. Este círculo recibe el calificativo de i)shmerino/j porque allí<br />

días y noches son iguales en duración (Adrasto ap. Theo Sm. 130.6-8; Ptolomeo,<br />

Alm. I 8), lo que recoge en castellano el adjetivo comúnmente empleado en astronomía,<br />

“equinoccial”. Los puntos equinocciales son, pues, los puntos en que el cír-<br />

culo del zodíaco toca (y divide en dos) el ecuador o ku/kloj i)shmerino/j.<br />

Posición de los diferentes círculos en el globo terrestre, Cf.Theo Sm. 131 y Ptol. Alm. I 8<br />

De modo que Ptolomeo hace referencia a Aries y Libra, diametralmente<br />

opuestos en el círculo del zodíaco (respectivamente están a 180º, cf. Toomer, op.cit.<br />

p.26). Pero hay que observar que el Sistema Perfecto tiene quince notas (contando<br />

separadas nete del tetracordio añadido y proslambanómeno) mientras que el círculo<br />

del zodíaco tiene doce signos (cf. Ptol. Tetr. I 12, 1 tw=n tou= z%diakou= dwdekath-<br />

mori/wn, y Aristid. Quint. III 23): sobre esta consideración volverá Ptolomeo en<br />

Harm. 117.8-11. Lo que Ptolomeo busca aquí es la mitad o centro estructural: el<br />

caso de la mese en el Sistema Perfecto es el del centro estructurador (primera nota<br />

que repite a octava alta la proslambanómeno). Teniendo en cuenta que Aries corresponde<br />

a la nete del tetracordio añadido (o proslambanómeno) y Libra a mese<br />

(pues, como hemos visto, Aries y Libra son los signos del zodíaco equinocciales o<br />

i))shmerina/), se puede hacer corresponder la línea resultante de cortar el círculo del<br />

zodíaco, con el Sistema Perfecto, siendo su justo centro la mese y sus dos extremos<br />

los bordes de la sección efectuada en el círculo zodiacal sobre el mismo signo:<br />

750


829 O lo que es igual, la nh//th u(perbolai/wn, que es como quiere leer Najock<br />

(cf. N.Ed. ad locum). El término u(perbolai/a es muy raro en la tratadística musical<br />

y sólo podemos citar el mismo uso en Teón de Esmirna (89.16), quien también uti-<br />

liza diezeugme/nh por nete del tetracordio disjunto (cf. Düring op.cit., p.274), y Filón<br />

el Judío (Legum alleg. III 121); lo más próximo es la nh/th u(perbolai/a (y no<br />

u(perbolai/wn) que leemos en Aristox. Harm. 50.6 y Nicom. Harm. 260.21. Cf.<br />

Chailley, op.cit., p.42, n.4.<br />

830 Gr. sunafh/; esta “conjunción” (término que Ptolomeo ha empleado an-<br />

tes referido al modo de unión de dos tetracordios) se refiere a la de proslambanómeno<br />

y nete del tetracordio añadido. Pero como señala Solomon (op.cit., p.154,<br />

n.171), también es un término astronómico, cf. Ptol. Tetr. I 24.<br />

831 Ésta es la operación contraria: volvemos a unir ambos extremos de la lí-<br />

nea surgida de cortar la eclíptica, pero asignándole también el Sistema Perfecto. Se<br />

puede dividir entonces el círculo del zodíaco con las notas del Sistema; cada sector<br />

del zodíaco –i.e., 30º– corresponderá a un tono entero. Este “zodíaco tonal” es el<br />

primero de una larga serie que producirán más tarde los teóricos de la música, y que<br />

proceden en última instancia de la astronomía babilonia (vid. J. Godwin, Harmonies<br />

of the Heaven and the Earth, Rochester-Vermont 1987, pp.140 ss.); en concreto, el<br />

de Ptolomeo, que se aprecia en la figura siguiente, podría suponer una cierta concesión<br />

a un temperamento (Godwin [op.cit., p.141] cree que nuestro autor se rinde<br />

ante esto, lo que también cree, por su parte, E. G. McClain, The Pythagorean Plato.<br />

Prelude to the Song Itself, New York 1978, p.150), aunque Ptolomeo estaba lejos<br />

de planteárselo así (cf. N.Tr. 843); Arístides Quintiliano (III 23) también divide el<br />

círculo del zodíaco en doce partes, “el mismo número que los tonos que hay en música”,<br />

cf. Ptol. Harm. 115.26.<br />

751


Como se ve, nete del tetracordio añadido y proslambanómeno quedan “diametralmente<br />

opuestas” (114.23), y al volver a unirse en círculo, el signo equinoccial<br />

vuelve a ser uno: esto implica que, tal y como el sistema armónico expuesto en<br />

el libro II pronosticaba, proslambanómeno y nete del tetracordio añadido son la<br />

misma, por función (cf. supra 60.5), y así lo señala aquí Ptolomeo (114.22, tv= du-<br />

na/mei); la comparación sería imposible con las notas entendidas por posición, pues<br />

entrañaría un movimiento lineal y no circular.<br />

832 Es decir, en el círculo representado, al contener el signo Aries (= pros-<br />

lambanómeno / nete del tetracordio añadido) todo el movimiento del círculo del<br />

zodíaco (pues había dos puntos que se han unificado en uno formando un círculo,<br />

cf. 114.21 ss.), este signo está en razón 2:1 respecto a Libra (= mese), ya que está a<br />

180º de la posición del primero. Tal lo/goj (380:180) es el de la octava.<br />

833 La igualdad a que alude Ptolomeo es la del semicírculo respecto al cír-<br />

culo, determinada por el diámetro; éste, como dice a continuación, es la única línea<br />

capaz de cortar al círculo en dos partes exactamente iguales.<br />

834 La razón de esto sería la especial virtud de la razón (lo/goj), tanto armó-<br />

nica (según lo dicho por Ptolomeo en Harm. 13.8-9, debido a la “simplicidad de la<br />

comparación”, kata\ th\n a(plo/thta th=j parabolh=j, entre los o(/roi de la razón) co-<br />

mo de la que se establece entre dos puntos diametralmente opuestos en la eclíptica<br />

752


(pues, como ha demostrado, la razón del semicírculo respecto a la de la totalidad<br />

del círculo es equivalente a la de la octava, matemáticamente, cf. 114.24 ss.). Tal y<br />

como vimos en los libros anteriores del tratado, donde una forma matemática especial<br />

equivalía a un efecto estético determinado, ahora la misma forma matemática<br />

tiene consecuencias a nivel astral.<br />

835 El capítulo corresponde al esbozo de programa establecido antes en<br />

100.28, donde prometía estudiar razón por razón en la comparación entre zodíaco y<br />

el Sistema Perfecto. La razón de la doble octava (el intervalo consonante mayor) es<br />

4:1, de tipo pollapla/sioj (cf. 18.8 ss.); la cuarta (4:3) contiene en su denominador<br />

tres tercios del numerador. Ptolomeo se refiere aquí al hecho de que, sin contar con<br />

la consonancia de octava más cuarta (8:3, cf. supra I 6 para su problema), el número<br />

4 es el número mayor en el denominador en las razones interválicas homófonas y<br />

consonantes, un hecho que sin duda refleja la tetraktu/j (cf. J. Godwin, Harmonies<br />

of Heaven and Earth from Antiquity to the Avant-Garde, Vermont 1995, p.413,<br />

n.14). Las cuatro formas de dividir el círculo serán en dos, en tres, en cuatro y en<br />

seis partes, de acuerdo con los tipos de “aspectos” astrológicos (sxhmatismoi/), cf.<br />

infra III 13: oposición, trígono, tetrágono y hexágono. En Tetr. I 14, 1 Ptolomeo los<br />

enumera:<br />

tau=ta (sc. ta\ susxhmatizo/mena) d’ e)sti\n o(/sa dia/metron e)/xei sta/sin, pe-<br />

rie/xonta du/o o)rJa\j gwni/aj kai\ e(\c dwdekathmo/ria kai\ moi/raj rp /: kai\ o(/sa<br />

tri/gwnon e)/xei sta/sin, perie/xonta mi/an o)rJh\n gwni/an kai\ tri/ton kai\<br />

te/ssara dwdekathmo/ria kai\ moi/raj rk /. kai\ o(/sa tetragwni/zein le/getai, pe-<br />

rie/xonta mi/an o)rJh\n kai\ tri/a dwdekathmo/ria kai\ moi/raj % /: kai\ e)/ti o(/sa<br />

e(ca/gwnon poiei=tai sta/sin, perie/xonta di/moiron mia=j o)rJh=j kai\ dwdekath-<br />

mo/ria b /kai\ moi/raj c /.<br />

“Estos aspectos son los que tienen una posición diametral, conteniendo dos ángulos<br />

rectos, seis signos y 180 partes; los que tienen una posición triangular, conteniendo<br />

un ángulo recto más un tercio, cuatro signos y 120 partes; los que se dicen<br />

están en tetrágono, conteniendo un solo ángulo recto, tres signos y 90 partes; y los<br />

que, incluso, hacen una posición hexagonal, conteniendo dos partes de un ángulo<br />

recto, dos signos y 60 partes.”<br />

Es de este capítulo I 14 del Tetrabiblos del que depende éste de la Harmónica.<br />

En el Tetrabiblos se establecen las razones musicales que intervienen en la dis-<br />

753


posición de los aspectos (sxhmatismoi/), esto es, las dos epimóricas más importan-<br />

tes, a partir de la oposición (o división en dos partes iguales de la eclíptica): dos<br />

partes iguales de la oposición dan lugar al aspecto tetragonal (180º = 90·2) y tres en<br />

el hexágono (180º = 60·3, cf. Robbins, op.cit., p.74, n.1). La división del círculo por<br />

Ptolomeo en el capítulo de la Harmónica está basada en los mismos presupuestos,<br />

pero hay que destacar la escasa importancia de los argumentos musicales en el Tetrabiblos<br />

(cf. BPH, p.269). La restauración por parte de Gregorás de los capítulos<br />

III 14 y III 15 se basa en III 9, y como consecuencia también en el capítulo citado<br />

del Tetrabiblos.<br />

836 Las figuras surgen al establecer los arcos que dividen la circunferencia<br />

en un número determinado de partes (es decir, en un número determinado de arcos).<br />

El círculo se entiende, además, como el del zodíaco; cada segmento (tmh=ma) del<br />

círculo son 30º.<br />

837 Cf. Aristid. Quint. III 23, quien, en la parte de su tratado correspondiente<br />

en su objeto a este capítulo ptolemaico, también divide el círculo del zodíaco en<br />

doce partes iguales: “En efecto, el zodíaco está dividido en doce partes, el mismo<br />

número que los tonos que hay en la música”(123.24-15). Si bien el Sistema Perfec-<br />

to tiene en realidad quince sonidos, atendiendo al “intervalo de tono” (to\ toniai=on,<br />

104.1) sin embargo contiene doce, en el caso de que supusiéramos que un tono se<br />

divide en dos semitonos. Ahora bien, esto no es así para Ptolomeo y lo dice expre-<br />

samente en 117.10, o(/ti kai\ to\ di\j dia\ pasw=n te/leion su/sthma dw/deka to/nwn<br />

e)/ggista, “porque también el Sistema Perfecto de doble octava está muy cerca de<br />

los doce tonos”; no hay, pues, temperamento.<br />

754


Arístides Quintiliano tiene un tratamiento del tema de este capítulo sensiblemente<br />

diferente, pues abunda en consideraciones astrológicas derivadas de las<br />

operaciones efectuadas con los números y los lo/goi. Pero también contiene, a su<br />

vez (125.7 ss.) un recuento de las figuras geométricas insertables en el círculo mediante<br />

los ángulos (triángulo, cuadrado, hexágono) y las razones armónicas que se<br />

derivan de ellos: Arístides las expresa mediante la comparación de los ángulos<br />

(siendo 1/12 del círculo 30º, cf. Ptol. Tetr. I 14): así, el hexágono tiene, en sus dos<br />

ángulos (i.e., 60º), “razón igual”, porque es la base de las comparaciones. El cuadrado<br />

está respecto al hexágono en razón 3:2, pues los ángulos del cuadrado son<br />

rectos (90º; 90:60 = 3:2); el triángulo, bajo las mismas consideraciones, hace la<br />

razón doble frente al hexágono (120º:60º = 2:1) y la sesquitercia respecto al cuadrado<br />

(120º:90º = 4:3); y el diámetro viene determinado por los 180º (cf. Mathiesen,<br />

Aristides Quintilianus..., pp.50-1). Ptolomeo va a comparar, en el estableci-<br />

miento de los lo/goi armónicos, el número de segmentos (tmh/mata) que delimitan el<br />

diámetro y las cuerdas trazadas.<br />

838 Arístides Quintiliano (103.12) también aduce estas propiedades del nú-<br />

mero doce, al que califica de “el más musical de los números”: “en efecto, el doce<br />

es el único que tiene la razón sesquitercia respecto al nueve, la sesquiáltera respecto<br />

al ocho, la duple respecto al seis y, además, la triple respecto al cuatro y la cuádruple<br />

respecto al tres”. Estas propiedades se ajustarán perfectamente al número del<br />

zodíaco (doce signos) en la exposición geométrica que presenta ahora Ptolomeo<br />

(1/12 del círculo = 30º).<br />

839 Representado gráficamente, y teniendo en cuenta que cada doceava par-<br />

te del círculo constituye un ángulo de 30º, tendríamos<br />

755


840 En el diagrama, representados por AB.<br />

841 Gr. e)k tw=n au)tw=n, sc. tmhma/twn, “a partir de tales segmentos”.<br />

842 Aquí Ptolomeo difiere del procedimiento de Arístides Quintiliano (III<br />

26), quien toma el lado del hexágono (una cuerda que establece un ángulo en el<br />

círculo de 60º) como “razón igual” para establecer en comparación con él las razones<br />

de los demás polígonos. Ptolomeo hace equivaler las consonancias a las figuras<br />

geométricas halladas dentro del círculo, un método que recuerda las asignaciones<br />

entre intervalos y virtudes, acciones, etc., que vimos en III 5 y ss. Así, el triángulo<br />

(que se halló con la división en tres partes de la circunferencia mediante AG) equi-<br />

vale a la quinta (3:2) mediante la relación AB:AG (= 6:4); el cuadrado, hallado me-<br />

diante AD en la circunferencia, equivale a la cuarta por la relación AG:AD (= 4:3).<br />

Como se puede observar, Ptolomeo va de más a menos, estableciendo la nueva razón<br />

sobre el denominador de la anterior; obtiene así la progresión 12:6:4:3, quizá en<br />

coherencia con las propiedades del número 12 aducidas en 115.26-116.1 (el número<br />

12 es el primero “de los que tienen mitad, tercio y cuarta parte”), propiedades que<br />

se observan en la progresión. Esto hace que no exista relación entre la octava en-<br />

tendida como la relación círculo-semicírculo, y la quinta como semicírculo-AG,<br />

pues el círculo (12 partes) debería ser siempre el numerador de la razón (cf. BPH,<br />

p.383, n.65); así la comparación entre consonancias sería consistente.<br />

Pero con este su particular procedimiento, Ptolomeo, además de conseguir<br />

la mencionada progresión, se ve legitimado para equiparar, como ya hemos dicho,<br />

los polígonos con las consonancias (aunque el caso de la octava sea diferente, pues<br />

756


sí consiste en el lo/goj círculo-semicírculo), en la línea de las equivalencias vistas<br />

entre los intervalos y las partes del alma o las virtudes, asignaciones efectuadas<br />

basándose en materiales preexistentes o de manera axiomática. Así, como el círculo<br />

dividido en doce segmentos permite cuatro triángulos (según Harm. 118.10 ss.) este<br />

polígono refuerza su vinculación a la quinta (que tiene cuatro ei)/dh), así como el<br />

cuadrado, disponible en el círculo de tres maneras, con la cuarta (con tres ei)/dh):<br />

Por último, el caso del tono es AD:AG, 9:8.<br />

843 “Muy cerca” significa aquí que Ptolomeo no está considerando un tem-<br />

peramento ni en el Sistema Perfecto ni en su comparación con el círculo del zodíaco<br />

(a pesar de lo que dice sobre el tono en 117.10-11, cf. GMW, p.383, n.66). El<br />

Sistema Perfecto consta en realidad de diez tonos y dos semitonos (considerando un<br />

género diatónico); esta concesión de Ptolomeo, sobre la que no va a insistir, ya la<br />

adelantó en 115.2 (el círculo de quintas pitagórico no cierra de manera perfecta, y<br />

de ahí la “quinta del lobo” y los intentos de temperamento; cf. Goldáraz Gainza,<br />

op.cit., pp.26 ss.).<br />

844 9:8 es una relación y GD no lo es; Barker (loc.cit.) señala que la expre-<br />

sión correcta (en los casos anteriores) sería “dos tercios respecto a tres cuartos” del<br />

total. Pero aquí Ptolomeo se deja llevar por la definición típica del intervalo de tono<br />

considerada como “diferencia [u(peroxh/] entre quinta y cuarta”, cf. supra 11.1-2. El<br />

caso del tono (que, en aras de la igualdad, Ptolomeo podría haber equiparado con<br />

un dodecágono) es, además, particular porque equivale a cada una de las doce partes<br />

del círculo del zodíaco (30º), para las que Ptolomeo utiliza un término típico de<br />

la astronomía, dwdekathmo/rion (cf. Toomer, op.cit., p.20).<br />

757


845 “Dodecatemoria” traduce aquí a dwdekathmo/rion, “doceava parte del<br />

círculo del zodíaco”, porque adquire ya un sentido astrológico: se trata de un “signo”<br />

del zodíaco, o 30º del mismo. Cf. la nota introductoria a la traducción.<br />

846 El tono (9:8, aquí la relación entre el total de la circunferencia y once<br />

segmentos de ella) era un intervalo e)mmele/j según 19.7 ss.<br />

847 Los “no melódicos” (e)kmelh=) son aquí aquellos intervalos que no siendo<br />

e)mmelh= (por debajo de 4:3) tampoco pertenecen al tipo de los homófonos y conso-<br />

nantes. Arístides Quintiliano también se refiere a algo similar (III 23) cuando señala<br />

que en el círculo del zodíaco (360º), cinco partes de 30º es una disonancia “y sin<br />

conjunción con el círculo”. Ptolomeo expresa lo mismo con la razón 12:5 (“cinco<br />

doceavas partes”), una razón entre arcos no contabilizada en el catálogo anterior<br />

(116.4-20). Hay que tener en cuenta que Ptolomeo está haciendo equivalentes las<br />

razones interválicas habituales con las que se establecen entre segmentos (o arcos)<br />

del círculo, por lo que 12:5 es también un lo/goj a(rmoniko/j. De ahí que no sea equi-<br />

valente, como Solomon apunta (op.cit., p.157, n.188), a 8:7.<br />

848 Gr. a)su/ndeta. Cf. Tetr. I 17, 1, a)su/ndeta de\ kai\ a)phllotriwme/na ka-<br />

lei=tai tmh/mata o(/sa mhde/na lo/gon a(plw=j e)/xei pro\j a)/llhla tw=n prokateileg-<br />

me/nwn oi)keiw/sewn, “ ‘Disjuntos’ y ‘ajenos’ son llamadas las divisiones [del zodía-<br />

co] que no tienen relación alguna entre sí de las familiaridades referidas”.<br />

849 Barker (GMW, p.383, nn.67 y 68) señala la extraña inexactitud de este<br />

pasaje: 12:1, asociada al tono, es en realidad un lo/goj pollapla/sioj (vid. 13.8 ss.)<br />

y 12:11 es una razón e)mmelh/j, pero mucho menor que el tono 9:8, al que la asocia<br />

Ptolomeo; de ahí que 12:1 y 12:11 no sean considerables bajo la misma etiqueta.<br />

Por otro lado, prosigue Barker, 12:5 y 12:7 no son razones primas, como aquí parece<br />

sugerir Ptolomeo, sino resultado de la suma de otras más conocidas y que constituyen<br />

intervalos aceptables en el sistema ptolemaico (12:5 = [2:1] [octava]·[6:5]<br />

[tercera menor, cf. el cromático suave de Ptolomeo], y 12:7 = [8:7] [cf. el diatónico<br />

suave de Ptolomeo]·[3:2] [quinta]). Sin embargo aquí Ptolomeo dice que, además<br />

de no ser superparticulares ni múltiples (según lo establecido en 11.15 ss.), no son<br />

“compuestas”, su/nJeton (cf. 118.9). Parece increíble, como señala Barker, que a<br />

758


Ptolomeo se le hubiese escapado esto, y por ello el crítico británico sospecha –sin<br />

afirmarlo– otra mano en la redacción del capítulo.<br />

El error de Ptolomeo no es nuevo, sin embargo. Se trata básicamente de la<br />

misma confusión que exhibió al tratar los números de los géneros aristoxénicos en<br />

II 14, donde se cruzaron las nociones de “distancia” y “longitudes respectivas de<br />

cuerda” (cf. N.Tr. 622). En este caso, Ptolomeo ha tenido que hacer una concesión a<br />

los problemas inherentes a la comparación directa entre el círculo del zodíaco con<br />

sus doce partes y el Sistema Perfecto “de doce tonos”. En lo que a las razones entre<br />

los arcos del círculo respecta, 12:11 es una razón de temperamento, es decir, de un<br />

sistema perfectamente dividido, que entrañaría a su vez la posibilidad de dividir<br />

cada sector en dos partes iguales. Por eso, si el zodíaco-Sistema Perfecto tiene doce<br />

tonos, 12:11 es uno de ellos, sin contar con el hecho matemático de que 12:11 no es<br />

igual que 9:8 si consideramos la primera como una relación entre longitudes de<br />

cuerda. Así se explica la expresión anterior de Ptolomeo acerca del tono, en 117.11,<br />

“[la naturaleza] ajustó el intervalo de tono a una doceava parte de tono”, expresión<br />

que, como ya Barker (loc.cit.) señalaba, es errónea si pensamos en longitudes de<br />

cuerda (ahora bien, eso es lo que hace Ptolomeo al hablar en 117.6-7 de la quinta y<br />

la cuarta). Se mezclan entonces razones entre longitudes (arcos) de cuerda con una<br />

concepción temperada del círculo: esto último viene favorecido por la identifica-<br />

ción previa (117.4) entre tono y dwdekathmo/rion (= sección de la eclíptica). En<br />

consecuencia, 12:11 y, por ejemplo, 12:8, pertenecen a sistemas diferentes e incompatibles,<br />

porque 12:8 = 3:2 pero 12:11 ≠ 9:8 (en el capítulo, Ptolomeo iguala<br />

12:1 con 12:11 desde este punto de vista, pero Godwin [op.cit. p.414, n.17] considera<br />

12:1 como tres octavas más quinta).<br />

Es entonces, bajo esta perspectiva, como Ptolomeo considera las razones<br />

12:5 y 12:7. Además de tener el problema de no ser su denominador ni la mitad, ni<br />

un tercio ni una cuarta parte de 12 según 116.1 ss., no se trata ya de que en el peculiar<br />

sistema del círculo no constituyan magnitudes melódicamente aceptables (que<br />

sí lo son, como señala Barker en GMW, p.383, n.68), sino de que son vistas como<br />

magnitudes “simples”, no susceptibles de ser descompuestas en otras razones, y en<br />

este sentido Ptolomeo vuelve a quedarse corto: el círculo permite situar compuestos<br />

como la octava más quinta y la doble octava. De nuevo la causa de no considerar<br />

759


12:5 ó 12:7 como compuestos puede deberse a que 12:5 está situada entre 12:6 (octava)<br />

y 12:4 (octava más quinta), dos compuestos realizados desde intervalos consonantes<br />

u homófonos. 12:5 supone integrar una razón no consonante (6:5) que<br />

conllevaría una concesión demasiado grande en una sucesión de intervalos puros o<br />

mezcla de consonancias; lo mismo le ocurre a 12:7, entre 12:6 (octava) y 12:8<br />

(quinta); 12:7 equivaldría más o menos al intervalo de sexta aumentada. Sobre esto,<br />

es significativo señalar que es imposible expresar la razón de la octava más cuarta<br />

(8:3) partiendo de todo el círculo (ABGD), por lo que no se expresa con numerador<br />

12 (8:3 = ABG:AD).<br />

Esto explicaría por qué dice Ptolomeo (118.2-3) la razón de que sean<br />

a)su/ndeta tv= duna/mei, “descoordinados por función”: si no los descompone en ra-<br />

zones, supone que ninguna nota kata\ du/namin establecerá con otra tales razones.<br />

Son, entonces, una suerte de “intervalos irracionales”. Esta noción de “descoordinación”<br />

recuerda lo que Arístides Quintiliano (125.11-13) dice sobre “las cinco<br />

partes”, o sea, la suma de cinco ángulos de 30º: ai( de\ pe/nte ou)de/na tw=n a(rmonikw=n<br />

pro\j ta\j prote/raj e)/xousai lo/gon a)su/mfwnon kai\ a)su/ndeton tou= ku/klou poiou=sin<br />

eu)Jei=an, “no presentan ninguna razón armónica respecto a las anteriores, hacen una<br />

línea disonante y sin conjunción con el círculo”. Es la misma idea, indudablemente,<br />

que la de Ptolomeo, y ambos autores pueden estar siguiendo una fuente común o<br />

ideas en boga en la época. Podríamos así pensar que Ptolomeo incorpora material<br />

de elaboración ajena (como quizá hizo en el caso de los géneros aristoxénicos de II<br />

14) incorporándolo sin más a su obra. En esta parte del tratado ptolemaico, las semejanzas<br />

con Arístides Quintiliano son escasas pero significativas, sobre todo en lo<br />

referente al catálogo de temas tratados; no tenemos elementos de juicio para establecer<br />

una dependencia mutua entre Ptolomeo y Arístides, pero en todo caso el<br />

material es similar: más bien parece que ambos reelaboraron a su manera una posible<br />

fuente común (cf. los respectivos capítulos dedicados al helicón).<br />

850 Cf. N.Tr. 842. Parece que ésta sería la causa de que no se representen los<br />

siete ei)/dh de la octava (sólo son posibles dos hexágonos).<br />

851 La conexión entre movimientos celestes y música es de origen pitagóri-<br />

co, y una crítica clásica a sus argumentos la realiza Aristóteles en Cael. II 9, al que<br />

760


se puede añadir, por ejemplo, el informe de Heráclides (ap. Porph. in Harm.30.1-<br />

31.21), quien cita a Jenócrates acerca de los pitagóricos: éstos establecieron, según<br />

Heráclides, el movimiento (ki/nhsij) como condición tanto de lo bien afinado o<br />

ensamblado (to\ h(rmosme/non) como de lo mal afinado (to\ a)na/rmoston), con consi-<br />

deraciones sobre el movimiento rectilíneo y el circular.<br />

852 Si bien en el Almagesto Ptolomeo se vale de un sistema de localización<br />

basado en dos factores, longitud –mh=koj– y latitud –pla/toj– (cf. Alm. II 1), esta<br />

clasificación en tres tipos de movimiento también estaba presente en otras partes de<br />

su obra, cf. especialmente Eustr. in EN 322, 4 (= Ptol. fr.6), w(j o( Ptolemai=oj to\n<br />

o(/ron tou= telei/ou sw/matoj a)pe/deicen e)/xonta kalw=j shmei=on u(poJe/menoj kai\ ei)j<br />

tri/a dei/caj ginome/nhn th\n r(u/sin au)tou=, th\n me\n kata\ mh=koj, th\n de\ kata\ pla/toj,<br />

th\n de\ kata\ ba/Joj. Estas r(u/seij coinciden según nuestro autor (ib.) con las dias-<br />

ta/seij, estudiadas en su perdida Peri\ diasta/sewj (según Simplicio, in Arist. de<br />

Caelo 9, 21 [= Ptol. fr. 6]. Ptolomeo hace equivalentes aquí las disposiciones posibles<br />

entre las rectas (i.e., las tres dimensiones) con tres tipos de movimiento: estas<br />

tres “distancias” son las que recorren los astros en relación a la tierra en su paso<br />

circular, alrededor de la Tierra, a través del círculo oblicuo del zodíaco (cf. Theo<br />

Sm. 134.1-135.11); téngase presente desde ahora en adelante que todas las indicaciones<br />

astronómicas se refieren al sistema aristotélico-ptolemaico (geocéntrico).<br />

853 Un eco de Ptolomeo Alm. II 1, p.88.10, e)pi\ de\ tou= mh/kouj, toute/stin<br />

th=j a)po\ a)natolw=n pro\j dusma\j paro/dou. Cf. Arist.Cael. 285b 8 ss., le/gw de\ mh=koj<br />

me\n au)tou= to\ kata\ tou\j po/louj dia/sthma, “llamo ‘longitud’, en él, a la distancia<br />

entre los polos”. El movimiento longitudinal (kata\ mh=koj) es el que realizan los<br />

astros de Este a Oeste (es decir, el sentido en que gira el Universo en el modelo<br />

antiguo), o lo que es igual, “desde el orto al ocaso”, a lo largo de la eclíptica. El<br />

movimiento “contrario” es el del astro al ponerse, que gira en pos de los signos del<br />

zodíaco que le siguen (esto es, cuando es de día), cf. Theo Sm. 134.13 ss., ei)/j te<br />

ga\r ta\ e(po/mena tw=n z%di/wn meti/asi kai\ ou)k ei)j ta\ prohgou/mena kata\ th\n i)di/an<br />

porei/an, a)ntifero/menoi panti\ th\n kata\ mh=koj au)tw=n legome/nhn fora/n, “pues<br />

van en pos de los signos del zodíaco que les siguen y no de los que les preceden,<br />

761


conforme a un movimiento particular, trasladados en sentido contrario absolutamente,<br />

según su movimiento llamado longitudinal”.<br />

854 Apogeo y perigeo, en la órbita de un astro alrededor de la Tierra,<br />

constituyen, respectivamente, el punto más alejado del centro de la esfera terrestre<br />

(o del observador) y el más cercano en el epiciclo de tal astro (cf. Alm. III 3). Esto<br />

es resultado del movimiento en altitud (kata\ ba/Joj, al que dedicará el capítulo III<br />

11), un movimiento que realiza el astro dentro de su desplazamiento en el epiciclo a<br />

lo largo del círculo del zodíaco: a veces está más cerca de la Tierra (perigeo) y otras<br />

más lejos (apogeo) y determinándose su velocidad respecto a ella en función del<br />

sentido del epiciclo y de la localización del planeta en éste (cf. Alm. III 3, p.218-<br />

219). Cf. Theo Sm. 134.21 ss., kai\ e)n au)t%= t%= pla/tei tou= z%diakou= pote\ me\n bo-<br />

reio/teroi tou= dia\ me/sou faino/menoi kai\ u(you=sJai lego/menoi, pote\ de\ notiw/teroi<br />

kai\ tapeinou/menoi (...) dia\ to\ me\n a)pogeio/teroi, pote\ de\ su/negguj h(mi=n e)n t%= ba/Jei<br />

fe/resJai, “y en la misma anchura del zodíaco, unas veces aparecen [sc. los astros]<br />

más al Norte del círculo central, y se dicen más elevados; otras veces, en cambio,<br />

más al sur y descendidos (...) por trasladarse unas veces más lejos de la tierra [=<br />

apogeo], otras veces cerca de nosotros en altura [ba/Joj]”.<br />

855 Cf. Ptol. Alm. II 1 (p.88.1), e)pi\ me\n tou= pla/touj, toute/stin th=j a)po\<br />

meshmbri/aj pro\j ta\j a)/rktouj paro/dou. Pa/rodoj (“pasaje”) es un término técnico<br />

de la astronomía referido al movimiento de un astro. El movimiento según la latitud<br />

(kata\ pla/toj) es el que realizan los astros al desplazarse a través de la eclíptica de<br />

Norte a Sur (y viceversa), pues el círculo del zodíaco, como ya hemos visto, está<br />

inclinado respecto al ecuador terrestre, por lo que, en su desplazamiento Este-Oeste,<br />

el astro se mueve dirección Norte desde el ecuador al trópico de verano y dirección<br />

Sur desde el ecuador al trópico de invierno, al completar el círculo (siendo un mo-<br />

vimiento, sin embargo, oblicuo, cf. Harm. 121.14): cf. Theo Sm. 134.18 ss., th\n<br />

kata\ pla/toj poiou/menoi meta/basin, a(plw=j de\ a)po\ tou= Jerinou= tropikou= pro\j to\n<br />

xeimerino\n kai\ a)na/palin fero/menoi dia\ th\n tou= z%diakou= lo/cwsin tou/toij u(f’ w(=n<br />

a)ei\ Jewrou=ntai, “haciendo el desplazamiento en latitud, simplemente llevándose<br />

desde el trópico de verano hacia el de invierno y al contrario, a través del círculo<br />

762


oblicuo a éstos del zodíaco, bajo los que siempre son observados”. Ptolomeo dedica<br />

a este movimiento el capítulo III 12.<br />

856 Gr. mesouranh/seij, término técnico astronómico que indica el pasaje de<br />

un astro por el meridiano (ku/kloj meshmbrino/j), un círculo que se explica en Alm. I<br />

8, dia\ to\ pro\j o)rJa\j gwni/aj t%= o(ri/zonti sunexw=j noei=sJai kalei=tai meshmbrino/j,<br />

e)pei\ h( toiau/th Je/sij e(ka/teron to/ te u(pe\r gh=n kai\ to\ u(po\ gh=n h(misfai/rion dixoto-<br />

mou=sa kai\ tw=n nuxJhme/rwn tou\j me/souj xro/nouj perie/xei, “se llama meridiano<br />

por considerarse de continuo en ángulo recto al horizonte, pues tal posición, al dividir<br />

en dos hemisferios sobre la tierra y bajo ella, contiene los instantes centrales<br />

del día y la noche”. Cf. Toomer, op.cit., p.19.<br />

857 De los tres tipos de movimiento (longitud, latitud y altitud) a lo largo del<br />

zodíaco, es al longitudinal al que es comparado el movimiento de las notas en el<br />

Sistema Perfecto (to\ e)fech=j, “la sucesión”) pues, según Ptolomeo –en la compara-<br />

ción más directa de las posibles–, son iguales la aparición o desaparición del astro<br />

(orto y ocaso) a la audición del sonido (voz, fwnh/): la desaparición del astro de<br />

nuestra vista es equivalente a la “extinción” del sonido por su aumento de gravedad<br />

(cf. un adelanto del fenómeno en Harm. 11.23 ss., donde por el contrario el máximo<br />

agudo también suponía la extinción de la voz); de este modo, si la máxima gravedad<br />

supone la extinción de la voz, la máxima agudeza equivaldrá al punto contrario<br />

en el movimiento: en el paso de un astro, orto y ocaso son iguales a la nota más<br />

grave, y su culminación (mesouranh/sij), es decir, el punto más elevado del astro en<br />

su viaje por el firmamento, a la más aguda (esto no coincide con la comparación<br />

previa de 114.19 ss.), donde el círculo del zodíaco se comparaba al Sistema Perfecto,<br />

pero todo el círculo).<br />

Solomon (op.cit., p.158, n.194) supone, siguiendo la lectura de los manuscritos<br />

fgA, que el fin de la voz se produce ya por el grave, ya por el agudo. Pero<br />

esto parece improbable, porque la “culminación” del astro supone lo más agudo de<br />

la “sucesión” de las notas, ya que de lo contrario tal culminación quedaría pendiente<br />

de algún punto intermedio en la sucesión desde ambos puntos de desaparición<br />

sonora, lo más grave y lo más agudo. Ptolomeo ciertamente ya había tratado de la<br />

extinción de la voz por el agudo (cf. 11.23 ss.) pero no se trata de comparar los<br />

763


momentos “invisibles”, orto y ocaso, con las notas más grave y aguda posibles y al<br />

borde de la extinción auditiva, sino de que orto y ocaso son el mismo fenómeno, la<br />

invisibilidad del astro. La comparación con la sucesión (to\ e)fech=j) es débil porque<br />

deja sin resolver el problema de la “desaparición” por la zona más aguda y porque<br />

supone un viaje sonoro de ida y vuelta cuando el del astro es continuo, pero a cambio<br />

logra la equivalencia entre las oposiciones grave-agudo y orto / ocaso-<br />

culminación, cf. 119.11-13 ai( de\ mesouranh/seij, a(/te dh\ to\ plei=ston a)pe/xousai<br />

tw=n a)fanismw=n, kata\ tou\j o)cuta/touj a)\n ta/ssointo fJo/ggouj.<br />

El término traducido aquí como “fenómenos”, 119.6 tw=n fantasiw=n, proce-<br />

de de la astronomía, equivaliendo a ta\ faino/mena: cf. Alm. I 4 (p.15.3).<br />

285b 15 ss.<br />

858 Lo “invisible” es el trayecto del astro durante el día; cf. Arist. Cael.<br />

859 Ésta es una referencia a los ejercicios habituales entre los artistas virtuo-<br />

sos de la voz, practicados a diario (cf. A. Bélis, Les Musiciens dans l’Antiquité,<br />

Paris 1999, pp.190-191): cf. Cic. de Oratore I 251.<br />

860 Ptolomeo (cf. supra, 10.16 ss.) ya había comparado la tráquea humana<br />

con un “auló natural”; las “posiciones” (to/poi) de la voz se refiere a la disposición<br />

kata\ Je/sin de los sonidos en la escala, pero también alude a la doctrina griega so-<br />

bre la clasificación general de las notas atendiendo a su situación en el sistema (cf.<br />

Aristid. Quint. 9.20 ss.), así como más generalmente a los límites de la emisión de<br />

la voz humana; en Anon. Bellerm. 63-64 se disponen los to/poi-límite que configu-<br />

ran sus posibilidades.<br />

861 Gr. i)))de/ai, cf. igualmente en 113.24 y N.Tr. 817. Baquio (Harm. 309.15-<br />

6) utiliza prácticamente la misma expresión: Ge/noj de/; –Me/louj hÅJoj kaJoliko/n ti<br />

paremfai=non, e)/xon e)n e(aut%= diafo/rouj i)de/aj.<br />

862 Referida al epiciclo en la traslación del astro alrededor de la Tierra, la<br />

diafora\ kata\ ba/Joj o movimiento según la altitud de tal astro a lo largo del círcu-<br />

lo del zodíaco contiene tres “formas de distancias”, i)de/aj a)posthma/twn: en su epi-<br />

ciclo, el astro gira a velocidad distinta en función del momento en la trayectoria del<br />

764


epiciclo. En principio, el movimiento que va en dirección igual a la del círculo de<br />

traslación (o deferente) es más rápido que el que va en sentido contrario, según establece<br />

Ptolomeo en Alm. III 3, 218.5-219.12. Puesto que, teniendo como centro un<br />

punto del círculo mayor de traslación, en el epiciclo se distinguen un punto de<br />

máximo alejamiento del centro de la Tierra (apogeo) y un punto de máximo acercamiento<br />

al mismo (perigeo, cf. supra 118.24), Ptolomeo va a establecer tres tipos<br />

de diaforai/, la primera de las cuales es la “intermedia” (kata\ to\ me/son), porque<br />

contiene la velocidad intermedia entre la más rápida y la más lenta (que en unos<br />

casos se situarán en el apogeo y perigeo respectivamente, o viceversa, dependiendo<br />

del sentido del epiciclo), que siempre estarán en puntos diametralmente opuestos.<br />

Las otras dos distancias son, como ya se ha señalado, el apogeo (máxima distancia<br />

respecto a la Tierra) y el perigeo (máximo acercamiento).<br />

863 Gr. dro/moj, un término técnico astronómico, referido, de acuerdo con<br />

Toomer (op.cit. p.177, n.14), a la distancia que el astro recorre en un día. Nuestra<br />

traducción sigue también a Toomer, loc.cit., cf. Ptol. Alm.IV 2 (p.274.9).<br />

864 Es decir, la lícano cromática, si bien varía su posición según las xro/ai y<br />

los diferentes autores, divide el tetracordio (o la razón 4:3) en dos razones semejantes,<br />

aunque esto suceda claramente sólo en el cromático tenso de Ptolomeo<br />

([7:6]·[8:7]). Este “carácter intermedio” del cromático (presente en otras descripciones<br />

del género, cf. nota 765) quiere acentuar sobre todo la lícano muy “suave” en<br />

el enarmónico y muy “tensa” en el diatónico.<br />

865 Los “movimientos mínimos”, ai( diaforai/ kata\ ta\j e)laxi/staj<br />

kinh/seij, corresponden a la velocidad mínima del astro en el epiciclo. Conforme a<br />

Alm. III 3 (loc.cit.), pueden ocurrir dos cosas: a) que el astro se mueva, en el epiciclo,<br />

en el mismo sentido que el gran círculo que describe su órbita. Entonces su<br />

765


punto de apogeo (aquí, “las mayores distancias desde la Tierra”, toi=j a)pogeiote/roij<br />

a)posth/masi) será el momento de mayor velocidad del astro en el epiciclo, al coin-<br />

cidir ambos sentidos; y a su vez, su punto de perigeo (“las menores distancias desde<br />

la Tierra”, perigeiote/roij) será, al marchar en sentido opuesto, el de mayor lentitud.<br />

b) que el astro se mueva, en el epiciclo, en sentido opuesto al del gran círculo que<br />

describe su órbita. Como consecuencia, y por lo mismo que sucede en el caso a), el<br />

apogeo constituirá el momento de velocidad mínima (al marchar en sentido opuesto)<br />

mientras que el perigeo el de velocidad máxima.<br />

Así, el género enarmónico va a ser equivalente al punto de velocidad mínima,<br />

que en función del sentido de cada epiciclo, corresponderá al apogeo o al peri-<br />

geo.<br />

866 El pycnón quedó definido por Ptolomeo en Harm. 33.5 ss.<br />

867 Cf. N.Tr. 864. Las causas de las equivalencias entre los géneros y los<br />

movimientos guardan relación con las establecidas en III 6, donde se comparaba<br />

cada uno de los géneros melódicos por el tamaño de los intervalos: el enarmónico<br />

tenía una “reducción”, el cromático tenía un carácter “intermedio” y el diatónico<br />

contenía “magnificencia”.<br />

868 Cf. 33.7 y N.Tr. 241.<br />

869 “Contracción” traduce sustaltika/, “expansión”, diastatika/, dos tér-<br />

minos presentes en la doctrina ético-musical griega. Recordemos que Ptolomeo<br />

había caracterizado los géneros en 32.23-33.1 de manera semejante: e)/sti de\ ma-<br />

lakw/teron me\n to\ sunaktikw/teron tou= hÅJouj, suntonw/teron de\ to\ diasta-<br />

tikw/teron, “el más suave [el enarmónico] es el más capaz de conducir el carácter,<br />

766


mientras que el más tenso [el diatónico] lo es de expandirlo”. La distinción entre<br />

h)/Jh de este tipo se efectúa en los demás autores en lo que concierne a las diferen-<br />

cias en la melopoi /a, pero no en los géneros; y así hemos citado, al hilo de 32.23-<br />

33.1, a Cleónides (Harm. 206.3-18), y Arístides Quintiliano (30.12-15), cf. N.Tr.<br />

235. Mientras que allí señalábamos el tono elusivo de las palabras de Ptolomeo,<br />

ahora es aquí mucho más claro, volviendo a utilizar para el diatónico el término<br />

diastatiko/j pero introduciendo además sustaltiko/j, que leemos en los testimo-<br />

nios.<br />

870 Más que una comparación entre los puntos del zodíaco y los paralelos<br />

con la compleja exposición de la metabolh\ tw=n to/nwn expuesta en II 7-16, aquí se<br />

trata de justificar astronómicamente su número de siete (al igual que III 11 estudiaba<br />

en el mismo sentido los géneros y III 10 la sucesión de notas en el Sistema). La<br />

modulación se refiere aquí al pasaje (pa/rodoj) del astro por la eclíptica “tocando”<br />

cada uno de los paralelos de los que a continuación hablará Ptolomeo.<br />

871 La misma idea apareció en 112.5-8.<br />

872 Gr. a)nwmali/a, término técnico astronómico, referido a la variación en el<br />

movimiento de un astro en su epiciclo; vid. Toomer, op.cit., p.21.<br />

873 El carácter “central” del dorio también determinó los h)/Jh de los to/noi<br />

en III 7. Este carácter central hace que, en la asignación subsiguiente de paralelos a<br />

los to/noi, al dorio le corresponda el más central de aquéllos, el ecuador.<br />

y la musical.<br />

874 Solomon (op.cit., p.160, n.210) señala que las dos esferas son la celeste<br />

875 Los trópicos constituyen el punto de la esfera terrestre más al Norte y al<br />

Sur que toca el círculo de la eclíptica, y por eso son asignados a los to/noi extremos.<br />

p.8.22.<br />

876 La eclíptica, así también llamada en el Almagesto, cf. por ejemplo I 1<br />

877 El círculo de la eclíptica corta en un punto solamente a los dos trópicos<br />

(Cf. figura de la N.Tr. 828), pero en dos al ecuador y los restantes paralelos. Como<br />

767


Ptolomeo cuenta dos paralelos entre cada trópico y el ecuador (cuatro paralelos en<br />

total), la eclíptica toca a todos en doce puntos, según la figura siguiente (según<br />

Mathiesen, Apollo’s Lyre..., p. 489):<br />

878 Es decir, cada uno de los puntos más al Norte y al Sur de la eclíptica; en<br />

el diagrama, los puntos 1 y 12, respectivamente.<br />

879 Gr. suzugi/a, término técnico astronómico (cf. Toomer, op.cit. p.22) que<br />

denota tanto oposición como conjunción; cf. por ejemplo Alm. VI 1 ss. y nota siguiente,<br />

y Gem. II 27. En Harm. 122.9 incluso es adoptado este término en un sen-<br />

tido musical (= sunafh/).<br />

880 Los puntos son “uno y el mismo” porque están a la misma latitud, pero<br />

opuestos entre sí, de tal forma que puede trazarse un paralelo (al ecuador) uniéndolos.<br />

Los “cinco pares” o sicigías son, en el diagrama, 2-3, 4-5, 6-7, 8-9 y 10-11, que<br />

conforman cinco paralelos (el ecuador y cuatro más entre éste y ambos trópicos),<br />

que sumados a los dos trópicos, hacen un número de siete, igual al de los to/noi.<br />

881 “Elevado” desde el punto de vista del ecuador, i.e., considerándose des-<br />

de el hemisferio Sur, como señala Barker (GMW, p.387, n.78). Cf. Alm. II 11<br />

(p.156.16), kaJ’ o(\n o( bo/reioj po/loj e)ch=rtai tou= o(ri/zontoj moi/raj lj /.<br />

882 Gr. sxhmatismoi/; también traducido por “configuraciones”, referido a la<br />

posición de los astros en el zodíaco: en este caso, de los astros respecto al sol, en<br />

concreto. En general, los aspectos puede ser oposición, trígono, tetrágono y hexá-<br />

768


gono (cf. supra N.Tr. 835), y los “poderes” (duna/meij) astrológicos de los astros se<br />

ven modificados según su aspecto con el Sol y la Luna, cf. Ptol. Tetr. I 4, 3 ss.<br />

883 Gr. kru/yeij (puesta, aquí heliacal) y fa/seij (orto, aquí heliacal, es de-<br />

cir, el orto de un astro con el Sol y su puesta también con él). Kru/yij aparece más a<br />

menudo asociado a su contrario e)pitolh/, pero la pareja kru/yij-fa/sij aparece tam-<br />

bién en Tetr. I, 2. Kru/yij es definido por Ptolomeo (Alm.VIII 4 [p.186.11]) así:<br />

kru/yin me\n ga\r kalou=men o(/tan a)/rxetai/ tij u(po\ ta\j au)ga\j gino/menoj tw=n fw/twn<br />

a)fani/zesJai, “llamamos puesta a la situación en que uno de los astros, al caer bajo<br />

los rayos [de las luminarias] empieza a ser invisible” (cf. Ptol. Phas. II 8.15). Por su<br />

parte, el contrario fa/sij (o e)pitolh/), Alm. VIII 4 (p.186.14), o(/tan e)kfugw=n ta\j<br />

au)ga\j au)tw=n a)/rxetai fai/nesJai, “cuando escapa de ellos [los rayos] empieza a<br />

aparecer” (cf. Ptol. Phas. II 8.13).<br />

884 Al igual que en el caso del orto o el ocaso heliacales, en que un astro<br />

adquiría una posición respecto al sol, el caso de la Luna es igual: en oposición al<br />

Sol (o sea, diamentralmente opuesta, la puesta heliacal) o en Luna llena, recibiendo<br />

la luz solar (cf. Ptol. Alm. IV 1 [p.267.13], fwtizome/nh ga\r h( selh/nh pa/ntote u(po\<br />

th=j h(liakh=j prosla/myewj, e)peida\n kata\ dia/metron sxe/sin au)t%= ge/nhtai “pues<br />

la Luna es iluminada siempre por la luz solar, cuando está en una posición diametralmente<br />

opuesta a él”, cf. Toomer, op.cit. p.174). “Oposición” traduce aquí el gr.<br />

a)kro/nuktoi, cf. Tetr. II 7, 4 a)natola\j h)\ du/seij h)\ sterigmou\j h)\ a)kronu/ktouj<br />

fa/seij poiw=ntai, “[cuando los astros]...se elevan, descienden, están fijos o en opo-<br />

sición ascendente”. La oposición se considera en el círculo de la eclíptica; al estar<br />

totalmente opuesta al sol, toda su superficie está iluminada, cf. Gal. de diebus de-<br />

cretoriis IX 902.13, kai\ ga\r kai\ plhrh/j e)stin [sc. h( selh/nh] e)peida\n dia/metroj vÅ.<br />

Pero la consideración musical de las fases de la Luna no es original de Ptolomeo,<br />

como demuestra Plutarco (An. proc.1028D6-E2) en un pasaje de contexto<br />

pitagórico (cf. ib.1024B4); Ptolomeo estaría aprovechando este material<br />

reforzándolo con aportaciones puramente astronómicas:<br />

o( d’ e)ktre/petai pla/toj h( selh/nh tou= dia\ me/swn tw=n z%di/wn e)f’ e(ka/tera<br />

dwdeka/moiron. ai) de\ pro\j h(/lion sxe/seij au)th=j e)n trigw/noij kai\ tetragw/noij<br />

a)posth/masi dixoto/mouj kai\ a)mfiku/rtouj sxhmatismou\j lamba/nousin: e(\c de\<br />

769


z%=dia dielJou=sa th\n panse/lhnon w(/sper tina\ sumfwni/an e)n e(cato/n% dia\<br />

pasw=n a)podi/dwsi.<br />

Lo mismo ocurre con el Sol (ib.1028E2 ss.), aunque de manera mucho menos<br />

explícita. Más tarde, Arístides Quintiliano expondrá su propio tratamiento de la<br />

comparación (III 13).<br />

Todo el capítulo de Ptolomeo y la sutuación de las fases lunares en la eclíptica<br />

se entiende mejor a la luz de un pasaje del astrónomo del s. IV d.C. Pablo de<br />

Alejandría (Eisagogica 33, 23 ss.), donde la Luna adquiere sus configuraciones<br />

respecto al Sol en función del tipo de aspecto (es decir, el polígono que forma su<br />

situación respecto a aquél; a ello se refiere Ptolomeo en Harm. 108.4). Según Pablo,<br />

“La primera lúnula [mhnoeidh\j prw/th] aparece cuando la luna, en sentido directo<br />

desde el sol, dista 60 partes, conteniendo el lado de un hexágono; el primer semicírculo<br />

[dixo/tomoj prw/th], cuando la Luna dista del Sol en sentido directo 90 par-<br />

tes, conteniendo el lado de un cuadrado. La primera fase biconvexa [a)mfi/kurtoj<br />

prw/th], cuando la Luna en sentido directo dista del Sol 120 partes, constituyéndose<br />

en el lado de un triángulo; “casi llena” [plhsise/lhnoj], cuando desde seis signos,<br />

dista 150, en sentido directo sin que haya todavía una oposición diametral; hay<br />

plenilunio [panse/lhnoj] cuando en sentido directo diste del Sol 180 partes, consti-<br />

tuyéndose en una posición diametral, lo que llaman conjunción de Luna llena. El<br />

ocultamiento sucede cuando la Luna se desvía respecto al diámetro heliacal una<br />

parte, y se llama “mengua” [mei/wsij] hasta 60 partes. La segunda fase biconvexa<br />

[a)mfi/kurtoj deute/ra] sucede cuando el Sol dista en sentido inverso 120 partes,<br />

constituyéndose en un lado de un triángulo; el segundo semicírculo [dixo/tomoj<br />

deute/ra] sucede cuando de nuevo la Luna dista del sol, en el mismo sentido, 90<br />

partes, conteniendo un lado de un cuadrado. Y la segunda lúnula [mhnoeidh\j<br />

deu/tera], cuando diste del Sol en sentido inverso 60 partes en una figura hexago-<br />

nal, conforme a la variación de las figuras y sus denominaciones”.<br />

[Hemos seguido la traducción para los términos de las diferentes fases de la<br />

Luna a Miguel Candel en su versión castellana de Arist. Meteo., Madrid 1996,<br />

p.138.]<br />

Todo esto podría representarse en una figura como la siguiente:<br />

770


Fases de la Luna según Pablo de Alejandría:<br />

AC, 60º, prw=toj mhnoeidh/j<br />

AD, 90º, prw=toj dixo/tomoj<br />

AE, 120º, a)mfi/kurtoj prw/th<br />

AF, 150º, plhsiselh/nioj<br />

AG, 180º, panselh/nioj<br />

AI, 120º deute/ra a)mfi/kurtoj<br />

AJ, 90º dixo/tomoj deu/tera<br />

AK, 60º, deute/ra mhnoeidh/j<br />

GI, 60º, mei/wsij.<br />

Ptolomeo se refiere a ello en Alm. V 5 (p. 367.7-10); cf. una simplificación<br />

en Tetr. I 8, junto con sus duna/meij por los aspectos con el sol): e)n de\ tw=n kata\<br />

me/roj peri\ ta\j mhnoeidei=j kai\ a)mfiku/rtouj a)posta/seij Jewroume/nwn paro/dwn,<br />

kaJ’ a(\j ma(lista metacu\ gi(netai tou= te a)pogei/ou kai\ tou= perigei/ou tou=<br />

e)kke/ntrou o( e)pi/kukloj, “pero de los trayectos observados individualmente en torno<br />

a las distancias [desde el sol] cuando aparece como lúnula o biconvexa (conforme a<br />

cuando el epiciclo está entre el apogeo y el perigeo del círculo excéntrico)”, cf.<br />

Theo Al. In Ptol. 957.7-958.12. Una descripción de las fases de la Luna más completa<br />

la había hecho Gémino (9.11,1):<br />

lamba/nei de\ tou\j pa/ntaj sxhmatismou\j h( selh/nh e)n t%= mhniai/% xro/n% d,<br />

di\j au)tou\j a)potelou=sa: ei)si\ d / oi( sxhmatismoi\ oi(/de: mhnoeidh/j, dixo/tomoj,<br />

a)mfi/kurtoj, panselh/nioj. Mhnoeidh/j me\n ouÅn gi/netai peri\ ta\j a)rxa\j tw=n<br />

771


mhnw=n, dixo/tomoj de\ peri\ de\ th\n hhn tou= mhno/j, a)mfi/kurtoj de\ peri\ th\n ibhn,<br />

panselh/nioj de\ peri\ th\n dixomhni/an: kai\ pa/lin a)mfi/kurtoj meta\ th\n<br />

dixomhni/an, dixo/tomoj de\ peri\ th\n kghn, mhnoeidh\j de\ peri\ ta\ e)/sxata tw=n<br />

mhnw=n.<br />

“la Luna adopta todas las fases –cuatro– en el espacio de un mes, realizándolas dos<br />

veces. Las fases son las siguientes: creciente, cuarto de Luna, gibosa y Luna llena.<br />

Es creciente hacia comienzos de mes, cuarto creciente hacia el 8 del mes, gibosa<br />

hacia el 12 y Luna llena mediado el mes; de nuevo gibosa después de mediado el<br />

mes, cuarto menguante hacia el 23 y creciente a finales de mes” (cf. Clem. Al.<br />

Strom. VI, 16, 143.3 y Arist. Cael. 291b18 ss.).<br />

885 Cf. N.Tr. 878. Aquí suzugi/a equivale a sunafh/, “conjunción” (cf.<br />

Bacch. Harm. 310.10 ss., Michaelides, op.cit., p.309). Cf. Ptol. Tetr. II 7, 4 tw=n de\<br />

kata\ me/roj a)ne/sewn kai\ e)pita/sewn a)po/ te tw=n a)na\ me/son suzugiw=n, “(deduci-<br />

mos) los comienzos de abatimientos e intensificaciones particulares a partir de las<br />

conjunciones que tienen lugar en el momento central”.<br />

886 “Estos puntos” se refieren aquí a las posiciones arriba especificadas por<br />

Ptolomeo de los tonos disyuntivos, y que equivalían a las oposiciones de los astros<br />

con el Sol (en lo que a la Luna se refiere) y a los plenilunios. Ptolomeo en III 9 configuró<br />

los polígonos que se pueden hallar en la eclíptica, lo que equivale a un inventario<br />

de los posibles “aspectos” en ella (trígono, tetrágono, hexágono). Si dividimos<br />

el círculo de la eclíptica en cuatro partes, Ptolomeo ya había adjudicado la cuarta al<br />

cuadrado (117.3-4 ss.): en el caso presente (la posición o aspecto de la Luna respecto<br />

al sol), desde la posición del tono disyuntivo mese-paramese y dejando dos signos<br />

de diferencia, se halla la posición de la nete del tetracordio disjunto (así como<br />

desde el mismo punto, en sentido inverso, hípate del tetracordio medio). En tales<br />

puntos hallados, o notas, se encontrará a su vez la Luna en su perfecta mitad, o lo<br />

que llamamos “cuarto de luna” (dixo/tomoj): creciente en el caso de hípate del tetra-<br />

cordio medio, menguante en el de nete del tetracordio disjunto. Cf. igualmente así<br />

Gal. de diebus decretoriis IX 902.14 ss., kai\ ga\r kai\ plhrh/j e)stin, e)peida\n<br />

dia/metroj vÅ, kai\ dixo/tomoj e)peida\n tetra/gwnoj, kai\ a)mfi/kurtoj e)peida\n tri/gwnoj,<br />

kai\ mhnoeidh\j e)peida\n e(ca/gwnoj (“pues [la Luna] está llena cuando esté en posi-<br />

ción diametralmente opuesta [al Sol], en cuarto cuando la posición sea cuadrangu-<br />

772


lar, biconvexa cuando sea triangular y lúnula cuando sea hexagonal”), Paul. Al.<br />

(loc.cit.) y Ptol. Alm. VIII 4 (I 2, 186.2).<br />

887 El tetracordio u(pa/twn cubre entonces en la eclíptica desde la primera<br />

disyunción hasta la primera posición cuadrangular (haciendo, así, el intervalo de<br />

cuarta por lo dicho en 117.3 ss., la hípate del tetracordio medio; vid. figuras en<br />

N.Tr. 842 y 831). El astro en cuestión se levanta (a)natolh/) con el sol, (vid. GMW,<br />

p.387, n.81) igual que la Luna en su fase creciente (prw=ton mhnoidh=) antes de llegar<br />

al cuarto creciente perfecto o dixo/tomoj, situado en hípate del tetracordio medio.<br />

Otra vez, como ya en 119.4, se compara el orto con las notas más graves (al igual<br />

que entonces la culminación con las más agudas). A la luz del pasaje anterior, se<br />

justifica aquí la equiparación orto/gravedad, pero allí entonces también eran correspondientes<br />

ocaso/gravedad; y en todo caso, a la luz de tal pasaje, aquí estaría justificada<br />

hípate del tetracordio medio (“al ser común el comienzo del orto y de las<br />

notas más graves”) pero no nete del tetracordio disjunto, sólo en tanto que tras el<br />

segundo tono disyuntivo, en oposición al primero, se considerase un nuevo comienzo<br />

“desde lo más grave”, lo cual es absurdo; además, ese momento sería el del oca-<br />

so (du/sij), que según 119.4 también sería equivalente a las notas más graves.<br />

En el caso de la luna, la fase que le corresponde al tetracordio u(pa/twn es la<br />

fase llamada “primera lúnula”, prw=toj mhnoeidh/j, cf. el pasaje citado de Pablo de<br />

Alejandría. De esta forma, Ptolomeo va a establecer el paralelismo entre las fases<br />

de la Luna (en su relación con el sol) y los tetracordios del Sistema Perfecto de la<br />

siguiente forma:<br />

888 Es decir, tras la puesta de Sol, o tras la sección de la eclíptica corres-<br />

pondiente al tono disyuntivo mese-paramese.<br />

773


889 Los otros tres planetas son Marte, Júpiter y Saturno, que entran en opo-<br />

sición total con el Sol, a diferencia de Venus y Mercurio, cf. GMW, p.388, n.83.<br />

890 Cf. Paul.Al. loc.cit. La a)po/krousij también conocida en astronomía<br />

como mei/wsij, comienza desde el plenilunio hasta la fase de la segunda biconvexi-<br />

dad (deu/teroj a)mfi/kurtoj).<br />

891 Santos, en su traducción, refiere este orto y ocaso a la luna, pero son<br />

heliacales, pues se estudian los aspectos de los astros repecto al sol.<br />

892 Una doceava parte es un signo del zodíaco, vid. el diagrama de la N.Tr.<br />

831. Antes (123.8) se equipararon los tonos disyuntivos con la distancia que hay<br />

entre la puesta y el orto heliacales. El ocaso solar coincide con el orto (a)natolh/) de<br />

los astros en el firmamento, y viceversa, el alba coincide con la puesta (“ocaso ma-<br />

tutino”, e(%=ai du/seij); de ahí que tengan la misma distancia, un tono. El tono se vio<br />

equivalente a 1/12 de la eclíptica (III 9). Estos tonos disyuntivos separan, cada uno,<br />

a dos tetracordios conjuntos, o sea, diez “casas” del zodíaco (10/12), pues cada tetracordio<br />

tiene dos tonos y medio.<br />

893 Ello es debido a lo que anteriormente fue establecido, cf. III 9, 117.10<br />

ss., o(/ti kai\ to\ di\j dia\ pasw=n te/leion su/sthma dw/deka to/nwn e)/ggista, “porque<br />

también el sistema perfecto de doble octava está muy cerca de los doce tonos”. Ptolomeo<br />

está recordando constantemente que, a pesar de la equiparación del Sistema<br />

Perfecto y el zodíaco, no estamos ante un sistema perfectamente temperado: la división<br />

de la eclíptica es tomada como algo “en líneas generales”, en donde no juegan<br />

papel alguno las diferencias de razones: por ejemplo, la distancia entre tono mayor<br />

y menor; mucho menos, que (9:8) 6 ≠ 2:1.<br />

894 Siguiendo el diagrama de la N.Tr. 886, observamos que, puesto que cada<br />

fase de la Luna se sitúa en un tetracordio y éstos entran en oposición, las diversas<br />

fases hacen, convenientemente unidas, la Luna llena: así, consiguen apariencia<br />

(fantasi/a) aquellas fases en oposición total, como las notas del Sistema Perfecto a<br />

octava. De este modo, funcionan como tales notas: deu/teroj a)mfi/kurtoj más<br />

774


prw=toj mhnoeidh/j; dixo/tomoj más dixo/tomoj; y deu/teroj mhnoeidh/j más prw=toj<br />

a)mfi/kurtoj. Estos pares de fases hacen al sumarse una Luna llena.<br />

895 Cf. supra 12.13-15, sumfw/nouj (...) o(/soi th\n o(moi/an a)nti/lhyin<br />

e)mpoiou=si tai=j a)koai=j, “[intervalos] consonantes...cuantos producen a los oídos<br />

una percepción similar”.<br />

37.15.<br />

896 No en el sentido restringido de I 7, sino en su sentido general, cf. 34.17,<br />

897 La restitución del capítulo por parte de Gregorás –así como el de III 15–<br />

se basa en el material de III 9 y en la doctrina astrológica de los aspectos, y por ello<br />

no añade nada relevante al tratado. Teniendo en cuenta que el título de este capítulo<br />

hace referencia a “las notas fijas del Sistema” (cf. supra 60.19 ss.), la restitución de<br />

Gregorás intenta dar en el blanco basándose en III 9, pero como veremos (cf. nota<br />

856) su disposición es defectuosa; por ello, Düring (op.cit., pp.280-281) se refiere a<br />

la Inscriptio Canobi, que pasa por ser ptolemaica, refiriéndola a III 15. Sin embargo,<br />

creemos que lo que tal texto (p.154 en la edición de Heiberg) presenta es la configuración<br />

numérica de las notas “fijas” del sistema; de ahí que sea más conveniente<br />

estimarlo a la luz del título de III 14. La Inscriptio Canobi es muy similar a otro<br />

texto pseudoptolemaico, los Excerpta Neapolitana, que Jan (MSG, pp.411-423)<br />

editó bajo el título de Ptolemai/ou Mousika/: en las páginas 418.14-419.7 de esa<br />

edición se ofrecen los o(/roi susth/matoj kosmikou=, con la relación de notas fijas del<br />

sistema y sus cifras correspondientes. Es notable que en ambos textos se considere<br />

la nete del tetracordio conjunto como nota fija del sistema, toda vez que Ptolomeo<br />

en Harm. II 6 desecha el tetracordio sunhmme/non a efectos de modulación. Düring<br />

(op.cit., p.282) salva la posible incoherencia diferenciando la doctrina cosmológica<br />

stricto sensu, de la teoría armónica ptolemaica expuesta en el libro II, destinada a la<br />

práctica musical real. Además, señala Düring, el mismo Ptolomeo acepta en 62.10<br />

la consideración de la nete del tetracordio conjunto como nota fija.<br />

El orden planetario de los dos textos considerados coincide con el expuesto<br />

por Ptolomeo en su obra astronómica (cf. Alm. IX 1). Parece entoces verosímil que<br />

el capítulo original contuviese algún esquema similar a los que presentan los Ex-<br />

775


cerpta o la Inscriptio, constituyendo una doctrina cosmológico-musical poco extendida,<br />

quizá de origen neopitagórico –cf. MSG, pp.418-419–, frente a la más conocida<br />

de la asignación de las notas del Sistema (generalmente en el marco de la<br />

octava) a cada astro que llega a remontarse quizá a Filolao y que con modificaciones<br />

se lee también en Arístides Quintiliano o Plinio el Viejo, y que posiblemente<br />

fuese el objeto del capítulo de III 15.<br />

Las cifras de los Excerpta y la Inscriptio son las que se ofrecen en el diagrama<br />

siguiente, con el 36 como cifra mayor: un número significativo en la teoría<br />

armónica ptolemaica como señala PPM, p. 282: cf. Ptol. Harm. 44.4 ss., pero también<br />

Aristid. Quint. III 12 y III 23, capítulo éste donde se insiste en la importancia<br />

del número 36 (producto de “la división del zodíaco entero en doce partes, al multiplicar<br />

el número doce por el primer número perfecto, el tres”), uno de los “regentes<br />

de la hora natal” (w(rono/moj) con una gran carga astrológica:<br />

(Düring [op.cit., p.280, n.2] corrige me/sh u(perbolai/a en la Inscriptio por<br />

u(peruperbolai/a)<br />

pu=r, a)h/r,<br />

u(/dwr, gh=<br />

Exc. Neap.418.14 ss.<br />

p hh hm m pm ns nd nh nh<br />

8 9 12 16 18 21⅓ 24 32 36<br />

K B C A E F G (sfai=ra)<br />

a)planw=n<br />

9:8 4:3 4:3 9:8 4:3 4:3 9:8<br />

Inscr.Can. 154<br />

p hh hm m pm ns nd nh nh<br />

8 9 12 16 18 21⅓ 24 32 36<br />

K B C A E F G sfai=ra<br />

a)planw=n<br />

9:8 4:3 4:3 9:8 4:3 4:3 9:8<br />

u(/dwr, gh= pu=r,<br />

a)h/r<br />

El problema de la distribución de las esferas reside en el lugar que ocupa<br />

Mercurio, un planeta que no aparece en Harm. III 16 y que en el Tetrabiblos tiene<br />

un carácter mixto (cf. por ejemplo Tetr. I, 5 y 7). La exposición de los Excerpta<br />

parece más equilibrada y con más sentido, pues asigna los cuatro elementos primarios<br />

al lugar que ocupa la Tierra; compárese por ejemplo los comentarios de Teón<br />

de Esmirna al orden planetario de Alejandro de Éfeso (141.11-14) en el sentido de<br />

776


que la Tierra, al estar en el centro e inmóvil no produce sonido alguno. En el esquema<br />

de la Inscriptio hay un tono (9:8) entre el par agua-tierra y el par fuego-aire<br />

(Phot. Bibl. 439b17-25 los separa en cuatro esferas diferentes creando así doce); cf.<br />

Arist.Cael. 293a 18 ss. Sea como fuere, la asignación de números lleva a una configuración<br />

equilibrada mediante la progresión de cuartas y tonos disyuntivos, incluso<br />

repitiendo un tono más allá de la nete del tetracordio añadido (para el caso de los<br />

Excerpta, vid. el aparato crítico ad locum), lo que no es ajeno a la consideración<br />

ptolemaica de la proslambanómeno equivalente, tv= duna/mei, a la nete del tetracor-<br />

dio añadido (cf. Ptol. Harm. 60.21-22).<br />

898 De nuevo se trata aquí de los aspectos o sxhmatismoi/ de los astros:<br />

oposición (180º), trígono (120º), tetrágono (90º) y hexágono (60º), según vimos ya<br />

en III 9 (cf. Mathiesen, op.cit., p.490). El aspecto tetragonal se asoció a la cuarta<br />

(4:3) y el trígono o triangular a la quinta (3:2), en función del número de estos<br />

polígonos y el número igual (i)sa/riJma) de ei)/dh de tales consonancias.<br />

899 Aquí se trata de asignar cuerdas, tomadas del círculo que describen los<br />

astros, a cada nota fija del sistema (cf. supra 60.17 ss.). Pero la asignación no tiene<br />

sentido. En primer lugar, falta la nota fija hípate del tetracordio inferior; en segundo<br />

lugar, desaparece aquí un elemento capital en el sistema ptolemaico: la identificación<br />

funcional nete del tetracordio añadido-proslambanómeno (cf. 114.20-21 ss.). Y<br />

en tercer lugar, el esquema expuesto aquí no es coherente con el de 101.6 ss. Según<br />

Gregorás:<br />

p hm nd nh<br />

180 120 90 60<br />

2:1 4:3 3:2<br />

Se observa que la relación entre proslambanómeno/hípate del tetracordio<br />

medio es correcta (una quinta, en aspecto trígono, cf. 118.10 ss.: 120·3 = 360), pero<br />

no así entre hípate del tetracordio medio / nete del tetracordio disjunto (en realidad<br />

hay una octava), ni entre nete del tetracordio disjunto / nete del tetracordio añadido<br />

(ha de haber una cuarta); tampoco entre hípate del tetracordio medio y nete del tetracordio<br />

añadido (octava más cuarta). Como Mathiensen señala (op.cit., p.490), si<br />

proslambanómeno se asigna a 180, entonces tendríamos el siguiente esquema:<br />

777


p hm m nd nh<br />

180 90 60 45<br />

2:1 3:2 4:3<br />

Pero en el siguiente capítulo (III 15), los números vuelven a ser dados en<br />

relación correcta, y por eso Mathiesen (ib., p.491) sugiere un error en la transmisión<br />

lo suficientemente temprano como para llegar ya a Barlaam.<br />

900 Cf. supra III 13 y 123.4-5. En el esquema de la figura de la N.Tr. 883, el<br />

punto A, de donde surgen las dos direcciones: directa e inversa. Pero la situación de<br />

los tonos disyuntivos está mejor explicada en 122.7-9.<br />

901 De nuevo Gregorás toma el material de III 9 para esbozar un sistema de<br />

razones (lo/goi) basadas en los “aspectos” en el zodíaco. Sin embargo el título del<br />

capítulo sugiere que Ptolomeo podría haberse ocupado aquí de un sistema de lo/goi<br />

creados entre las diferentes esferas celestes, asunto que parece lógico si aceptamos<br />

que III 14 estableció, en cifras, las relaciones entre las e(stw=tej. En consecuencia,<br />

podríamos sugerir que ahora Ptolomeo habría configurado las relaciones de las notas<br />

“móviles” del sistema, o quizá las de la octava central. Es tentador suponer esto<br />

a la luz de los testimonios abundantes en autores diversos, que equiparan las notas<br />

del sistema con los astros, o bien establecen los intervalos entre tales astros (a este<br />

segundo tipo, pertenecen, por ejemplo, Alejandro de Éfeso citado por Theo Sm.<br />

140.5 ss. y Plinio, NH II 20). El orden planetario y la asignación de notas que aparece<br />

en Harm. III 16 podrían, entonces, haber sido establecidos en III 14-15. Todo<br />

este material remonta, según la tradición, a Pitágoras y a su escuela (cf. Theo Sm.<br />

139.11; Arist. Cael. 290b 12 ss. es un locus classicus), y se basa en la idea de<br />

ki/nhsij que subyace al hecho del sonido (cf. Archyt. DK 47B1). A partir de aquí,<br />

los autores difieren: mientras que algunos como Nicómaco (Harm. cap.3) estiman<br />

que el sonido producido por el astro en su movimiento circular es más grave cuanto<br />

más lejos esté de la Tierra (al moverse más lentamente), otros, como Arístides<br />

Quintiliano o Ptolomeo, configuran un sistema donde el astro más lejano emite el<br />

sonido más agudo (sobre esto, vid. F. R. Levin, The Manual of Harmonics..., p.53;<br />

Arístides ordena los astros según sus atribuciones masculinas o femeninas). Mientras<br />

que Platón presenta en el Timeo (38d1-3, cf. Theo Sm. 142.7 ss. sobre Eratóstenes)<br />

un orden planetario que según Levin (op.cit. p.56) es el antiguo (Tierra-<br />

778


Luna-Sol-Venus-Mercurio-Marte-Júpiter-Saturno) y que Lukas Richter (“Struktur<br />

und Rezeption antiker Planetenskalen”, Die Musikforschung 52 [1999], p.290) señala<br />

como “caldeo” frente al orden “egipcio” de un Eratóstenes (ap. Theo Sm.105.15-<br />

106.2 = fr.17 Hiller), sin embargo en la República platónica (617 a-b) se asocia ya<br />

mayor velocidad cuanto mayor es la separación del centro terrestre, como Ptolomeo<br />

(sobre el orden planetario de Ptolomeo, cf. Alm. IX 1). Según lo que aparece en<br />

Ptol. Harm. III 16, podemos comparar algunos de estos esquemas:<br />

Ptol. Harm. III 16 Nicom. Harm. cap.3 Aristid. Quint. III 21<br />

G nh/th u(perbolai/wn u(pa/th lixano\j me/swn<br />

F nh/th diezeugme/nwn parupa/th parupa/th me/swn<br />

E nh/th sunhmme/nwn u(perme/sh u(pa/th me/swn<br />

A parame/sh me/sh lixano\j u(pa/twn<br />

B ¿me/sh? parame/sh parupa/th u(pa/twn<br />

C me/sh paranea/th u(pa/th u(pa/twn<br />

K u(pa/th me/swn nea/th proslambano/menoj<br />

Esquemas a los que se pueden añadir el que recoge Plinio (NH II 20), que lo<br />

atribuye a Pitágoras y el de Alejandro de Éfeso, transmitido por Teón de Esmirna<br />

(140.5-141.4):<br />

Plinio II 20:<br />

D K B C A E F G zodíaco<br />

1 ½ ½ 1½ 1 ½ ½ 1½<br />

Alejandro de Éfeso (ap. Theo Sm.140.5 ss.):<br />

D K B C A E F G Estrellas<br />

hyp m pm ns<br />

1 ½ ½ 1½ 1 ½ ½ ½<br />

(D= hípate; quizá, según Richter, hiperhípate, cf. op.cit., p.299, y para<br />

quien entre C y B hay 1½ tonos [Theo Sm.140.13 h(mi/tonon d’ u(po\ t%= sti/lbwn<br />

fe/reJ’ Ermei/ao]).<br />

Lo que está claro es que frente a otras configuraciones cósmicas, la de Pto-<br />

lomeo hace coincidir los astros sólo con las notas fijas (e(stw=tej) del Sistema Per-<br />

fecto: cf. supra Introducción, I.5.2.3; la forma tardía que adoptó, según C. von Jan<br />

(“Die Harmonie der Sphären”, Philologus 52 [1894], pp.32 ss., cf. Richter, op.cit.,<br />

p.303). Es Plutarco quien frente a otros sistemas concebidos sobre un criterio dife-<br />

779


ente, nos informa de la antigüedad de la correspondencia entre notas fijas y planetas,<br />

tal y como aparece en el esquema ptolemaico: cf. Plut. An. proc.1029B6-11,<br />

e)/ti toi/nun tou\j palaiou\j i)/smen u(pa/taj me\n du/o trei=j de\ nh/taj mi/an de\<br />

me/shn kai\ mi/an parame/shn tiJeme/nouj, w(/ste toi=j pla/nhsin i)sari/Jmouj eiÅ-<br />

nai tou\j e(stw=taj. oi( de\ new/teroi to\n proslambano/menon, to/n% diafe/ronta<br />

th=j u(pa/thj, e)pi\ to\ baru\ ta/cantej to\ me\n o(/lon su/sthma di\j dia\ pasw=n<br />

e)poi/hsan, tw=n de\ sumfwniw=n th\n kata\ fu/sin ou)k e)th/rhsan ta/cin.<br />

A pesar de las palabras de Plutarco, un sistema tal no es frecuente, como se<br />

puede observar en los diagramas anteriores; más bien hay que sospechar que la extensión<br />

y consolidación del Sistema Perfecto de doble octava entre los músicos teóricos<br />

ayudó a la equivalencia con el sistema planetario a través de las notas fijas;<br />

los sistemas anteriores se atienen a un heptacordio o un octocordio: compárese la<br />

estructura del sistema de Ptolomeo en la Inscriptio Canobi (154.1 ss.; para su relación<br />

con Harm. III 16, cf. Introducción) y la propuesta de Richter (op.cit., p.302)<br />

para el pasaje de Plutarco en An. procr.1029A9-B4:<br />

to\ e /tetraxo/rdwn o)/ntwn (…) e)n pe/nte diasth/masi teta/xJai tou\j planh/taj:<br />

w)Ân to\ me/n e)sti to\ a)po\ selh/nhj e)f’ h(/lion kai\ tou\j o(modro/mouj h(li/%,<br />

Sti/lbwna kai\ Fwsfo/ron: e(/teron to\ a)po\ tou/twn e)pi\ to\n Areoj Puro/enta:<br />

tri/ton de\ to\ metacu\ tou/tou kai\ Fae/Jontoj: eiÅJ’ e(ch=j to\ e)pi\ Fai/nwna kai\<br />

pe/mpton h)/dh to\ a)po\ tou/tou pro\j th\n a)planh= sfai=ran.<br />

Ptol. Inscr. Can.154<br />

8 9 12 16 18 21 ⅓ 24 32 36<br />

p hh hm m pm ns nd nh H<br />

Agua,<br />

tierra<br />

Fuego,<br />

aire<br />

K CB A E F G Estrellas<br />

fijas<br />

<strong>LA</strong> SI mi la si re´ mi´ la´ si´<br />

Plut. An. procr. 1029A9 ss.<br />

hh hm m ns nd nh p<br />

K CB A E F G Estrellas fijas<br />

SI mi la re´ mi´ la´ si´<br />

(sobre la situación de la proslambanómeno, cf. ib.1029B13-14)<br />

Si bien Plutarco achaca a los new/teroi (ib.1029B9) un sistema musical de<br />

dos octavas, esta magnitud debe de estar relacionada con la asignación de astros<br />

sólo a las notas e(stw=tej, pues la consideración de los cinco tetracordios habría<br />

780


obligado a obviar las notas móviles, anteriormente asignadas a un astro. El pasaje<br />

de Plutarco parece referirse precisamente al período en el que la consideración de<br />

los tetracordios como unidades constituyentes del Sistema influye en la configuración<br />

de la correlación.<br />

902 Para los aspectos (y los polígonos asociados a ellos) cf. III 9.<br />

903 Es decir, 120:90:60 = 12:9:6, una proporción aritmética (cf. Archyt. DK<br />

47B2) que constituye dos razones, 12:9 = 4:3 (sesquitercia) y 9:6 = 3:2 (sesquiáltera).<br />

Ambas producen la octava (2:1).<br />

904 La razón 4:1. Cf. supra 116.17 (360:90 = 4:1).<br />

905 Cf. de nuevo III 9.<br />

906 O lo que es igual, 120º = (30º · 4), siendo 30º un 1/12 del zodíaco; 90º =<br />

(30º · 3), y 60º = (30º · 2).<br />

907 En la progresión 4:3:2.<br />

908 En el círculo, 120:60.<br />

909 Pues 12:3 = 4:1 (lo/goj tetrapla/sioj).<br />

910 El sentido de la frase obliga a considerar un sentido para este verbo del<br />

tipo Jauma/zein, en opinión de Düring (op.cit., p.282), quien no descarta una co-<br />

rrupción del verbo (no hay más remedio que considerar tal corrupción). Wallis<br />

tradujo “Nemo autem mirum putet...”.<br />

911 Las luminarias son el Sol y la Luna, cf. Ptol. Tetr. I 18, 3.<br />

912 El sentido de la frase reside en que Júpiter produce un intervalo conso-<br />

nante con el Sol (una cuarta) y con la Luna (una octava), mientras que Venus sólo<br />

lo hace con la Luna (una cuarta), pero no con el sol, pues está respecto a éste a in-<br />

tervalo de 9:8, un intervalo e)mmele/j pero no su/mfwnon (Harm. I 7). Ptolomeo está<br />

asignando las notas fijas (e(stw=tej) del sistema a los astros, del mismo modo que<br />

aparece en la Inscriptio Canobi (p.154.2 ss.); los astros están ordenados, conforme<br />

781


al sistema ptolemaico (cf. Alm. IX, 1) según su distancia respecto a la Tierra (aquí<br />

falta Mercurio, pero conforme a la Inscriptio hay que asociarlo con Venus):<br />

hm m pm ns nd nh<br />

K C A E F G<br />

dia\ tessa/rwn dia\ tessa/rwn dia\ tessa/rwn<br />

dia\ tessa/rwn<br />

913 Los “dominios” (ai(re/seij), conforme a Tetr. I 7 y 18, son dos, según<br />

“los intervalos” (ta\ diasth/mata) que producen el tiempo (ib. I 7): el diurno (o del<br />

sol) y el nocturno (o de la luna), producto de dividir en dos partes iguales el círculo<br />

del zodíaco (Tetr. I 18), con el Sol en Leo como rector de este semicírculo y la Luna<br />

en Cáncer, del otro. Los demás astros son nocturnos o diurnos: la Luna y Venus<br />

son nocturnos, el sol, Saturno y Júpiter son diurnos, y Mercurio participa de ambas<br />

condiciones (Tetr. I 7).<br />

dia\ tau)ta.<br />

914 Cf. supra el apartado I 5.2.3 sobre el problema de III 16 para la lectura<br />

915 Según Tetr. I 5, los astros son beneficiosos o perjudiciales en función de<br />

la mezcla que contengan de los cuatro “humores”: sequedad, humedad, frío y calor<br />

(cf. ib., I 4). Así, Ptolomeo divide los astros en a)gaJopoioi/ (Júpiter, Venus y luna)<br />

782


y kakopoioi/ (Saturno y Marte), además de distinguir aquéllos que tienen ambas<br />

propiedades (sol, Mercurio).<br />

916 El razonamiento deductivo (h)kolou/Jhse) se basa por un lado en que Jú-<br />

piter es un planeta del dominio solar y Venus del lunar; por otro, en que las consonancias<br />

de cuarta se producen entre aquellos astros de características opuestas (es<br />

decir, benéficos y maléficos, cf. nota anterior), como Saturno-Júpiter o Marte-<br />

Venus, pero a la vez pertenecientes a la misma ai(/resij. De modo que Saturno (ma-<br />

léfico) es solar puesto que Júpiter (benéfico) también lo es, como el caso opuesto de<br />

Marte. Pero la última premisa no está explícita en el texto, pero subyacen los moti-<br />

vos por los que cada planeta es asignado a una ai(/resij, según Ptol. Tetr.I 7 (al aso-<br />

ciar un astro kakopoio/j a otro de carácter opuesto, las cualidades destructivas son<br />

mitigadas: por ejemplo, el seco Marte se asocia a la humedad de la noche (cf.<br />

GMW, p.390, n.90). Musicalmente, quizá, la cercanía por tetracordios se hace equivalente<br />

a la cercanía de las esferas de los astros, cf. Ptol. Tetr. I 18, 3.<br />

917 Intervalo paramese-nete del tetracordio añadido, dos cuartas.<br />

918 Sobre el aspecto trígono, cf. supra 117.3 ss.; la expresión recuerda aquí<br />

a Tetr. I 18, 5 kata\ trigwnikh\n pro\j ta\ fw=ta dia/stasin, h(/tij e)sti\ sumfw/nou kai\<br />

a)gaJwpoiou= sxhmatismou= (aquí se asocia aspecto triangular y carácter “benéfico”)<br />

y I 19, 1, e)peidh\ ga\r to\ tri/gwnon kai\ i)so/pleuron sxh=ma sumfwno/tato/n e)stin<br />

e(aut%=. En el Tetrabiblos (I 15), el aspecto trígono y hexagonal son “consonantes”<br />

(su/mfwnoi), mientras que “disonantes” (a)su/mfwnoi) lo son el tetrágono y la oposi-<br />

ción.<br />

919 Intervalos nete del tetracordio añadido-hípate del tetracordio medio y<br />

nete del tetracordio añadido-mese, respectivamente.<br />

920 Según Tetr. I 7, cuando se asocian dos astros de influencia beneficiosa,<br />

sus poderes (duna/meij) se incrementan; y si se asocia un astro perjudicial con otro<br />

beneficioso, disminuye el carácter maligno de aquél (ib. I 7, 2 toi=j me\n ga\r th=j<br />

a)gaJh=j kra/sewj oi)keiou/mena ta\ o(/moia mei=zon au)tw=n to\ w)fe/limon poiei=, toi=j de\<br />

fJartikoi=j ta\ a)noi/keia mignu/mena paralu/ei to\ polu\ th=j kakw/sewj au)tw=n). De<br />

783


modo que aquí Ptolomeo está asociando los planetas con los consiguientes efectos<br />

(el caso de Júpiter y Saturno está claro por su total oposición, cf. Tetr. I 5); Saturno,<br />

también según Tetr. I 5, es excesivamente frío (por su mayor lejanía del Sol) mien-<br />

tras que el Sol tiene por función calentar (I 4, 1, o( h(/lioj katei/lhptai to\ poihtiko\n<br />

e)/xwn th=j ou)si/aj e)n t%= Jermai/nein); Marte es seco, mientras que Venus humedece,<br />

como la Luna (Tetr. I 4, 6, o( th=j Afrodi/thj ... ma/lista de\ u(grai/nei kaJa/per h(<br />

selh/nh); Saturno une sus poderes a los de la Luna y Venus, y por ello se ven acre-<br />

centados; lo mismo ocurre con Marte y el Sol. Ahora bien, como señala Barker<br />

(GMW, p.390, nn.91 y 92) Ptolomeo no explica (o su explicación no nos ha llegado)<br />

por qué algunas asociaciones entre astros sólo son beneficiosos bajo ciertos<br />

aspectos (los triangulares); a la vez, intenta aunar, según Barker, las posiciones de<br />

los astros relativas a la Tierra y entre sí, y la doctrina de los “aspectos” o posiciones<br />

entre sí dentro del círculo del zodíaco, quedando sin articular de manera clara.<br />

Tampoco nos ha quedado desarrollada la última distinción entre “maligno” (fau=loi,<br />

Harm. 126.13) e “inestable” (e)pisfalh/j) (aunque en Tetrabiblos el adjetivo<br />

e)pisfalh/j no parece tener una clara oposición, cf. II 8 [p.190.17]), en los casos<br />

donde hay los dos planetas kakopoioi/ (Saturno y Marte) y ai(re/seij opuestas (Luna<br />

y Sol), al decir de Barker (GMW, p.391, n.92).<br />

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