El Guadalquivir, vía fluvial romana.pdf - RUA
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134 LORENZO ABAD CASAL<br />
tuada por animales: el de un pequefío canal paralelo a la Vía<br />
Appia, donde los barcos que transportaban a los viajeros eran<br />
sirgados desde la orilla por una mula (192). Aparte de este<br />
caso, parece que los sirgadores por excelencia fueron los miSmos<br />
hombres.<br />
Es dificil precisar cómo se efectuaría la sirga en el río <strong>Guadalquivir</strong>,<br />
pues en cualquier caso los caminos de sirga tendrlan<br />
siempre el peligro de quedar sumergidos en los momentos de<br />
gran crecida del río, lo que disminuiría mucho su utilidad (193).<br />
No hay noticias referentes a su empleo en este río, pero para el<br />
Tíber contamos con un testimonio de Filóstrato (l94), según el<br />
cual los barcos que remontaban el rio tardaban tres dias en<br />
llegar a Roma desde la desembocadura. Se obtenía una media<br />
de once kilómetros por dia, el recorrido medio que puede hacer<br />
un equipo de sirgadores en lucha contra una corriente moderada<br />
(195). Podemos suponer una media parecida para el recorrido<br />
de nuestro río.<br />
La importancia de la sirga en la antigüedad se demuestra,<br />
además, por la, existencia en muchos barcos de un mástil situado<br />
cerca de la proa, al cual se amarraba el cable del que tiraban<br />
los sirgadores. Otra representación de la sirga la tenemos en<br />
un bajorrelieve de la estatua del Tiber en el Museo del<br />
Louvre (196).<br />
Un mosaico del Foro de las Corporaciones de Ostia (fig. 13)<br />
muestra, de manera muy esquematizada, lo que sería el transbordo<br />
de las mercancías de un barco marítimo a otro <strong>fluvial</strong> (197).<br />
Sobre una superficie que representa el mar, sin que la escena se<br />
recorte sobre fondo de ninguna clase, aparecen dos barcos unidos<br />
por la proa. Aunque el tamafío es prácticamente el mismo,<br />
parece que el de la derecha es un barco marítimo y el de la<br />
izquierda <strong>fluvial</strong>. Un hombre, algo encorvado por el peso del<br />
ánfora que lleva al hombro, pasa a este último manteniendo<br />
un dificil equilibrio sobre la rampa que une los dos buques.<br />
Una vez vacias, las ánforas ya no tenían ninguna utilidad.<br />
(192) Horado: Sdti'l'tl$. l. 5. Estrabón: V, 3, 6<br />
(193) Garcfa Otero: La _gadán del GU4dalquivir entre Córdoba 11 Sevilla. Córdoba,<br />
1913; pág. 64.<br />
(194) Filóstrato: Vita Apall. TlJan•• VII, 16. <br />
(l95J Le GalI: Op. cit., pág. 257. <br />
(196) Le Gall: "Les bas re1iefs de la statue du Tibre, au Musée du Louvre". BA, 1944,<br />
XXII; pág, 39.<br />
(197) Scavi di Ostia. Mosaici e patlimenti marmorei. IV, 106.