UNIVERS SIDAD NACIONAL DE E LOJA - Universidad Nacional de ...

UNIVERSIDAD NACIONAL DE E LOJA
ÁREA DE LA EDUCACIÓN, EL ARTE Y LA
COMUNICACIÓN
MÓDULO VII
APOYO DE LENGUAJE

SEPTIEMBRE 2010
UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOJA
ÁREA DE LA EDUCACIÓN, EL ARTE Y LA
COMUNICACIÓN
NIVEL DE PREGRADO
CARRERA: Ciencias de la Comunicación Social
TALLER DE APOYO: Práctica Periodística
MÓDULO: Siete
PERÍODO: Septiembre 2010 - Febrero 2011
DURACIÓN: 100 Horas
DOCENTES: Dr. Germán Moreno Ayala

Loja – Ecuador
PRESENTACIÓN
El Modulo Séptimo “Comunicación Institucional” que integra la
planificación curricular de la carrera en Ciencias de la Comunicación
Social del Área de la Educación, el Arte y la Comunicación, aborda
Contenidos sobre las diferentes herramientas comunicacionales
(Impresos, Radio, Televisión y Multimedia) que se utiliza para los
procesos comunicativos en las instituciones, tanto al nivel interno como
externo, con el propósito de establecer el vínculo adecuado con sus
públicos y lograr su participación activa y propositiva en la ejecución
de los diferentes proyectos institucionales.
El manejo técnico-práctico de las citadas tecnologías de comunicación,
demanda la utilización idónea del lenguaje y consecuentemente de
una práctica de redacción periodística.
Frente al señalado requerimiento de formación, la Comisión Académica
de la Carrera, incorporó en la planificación curricular de este módulo
El Taller de Apoyo en Redacción Periodística con una carga horaria de
100 (cien) horas y de conformidad con la planificación inserta

OBJETIVOS
General: Lograr que los futuros profesionales en Comunicación Social
desarrollen destrezas y analicen con fundamentación la validez del
Proceso de Comunicación.
Específicos:
1. Hacer conocer a los futuros comunicadores sociales los sistemas
organizacionales, las obligaciones y deberes de los periodistas que
laboran en un medio impreso.
2. Que los estudiantes comprendan los contenidos de los mensajes
que difunden los medios de comunicación impresos.
3. Concienciar en el futuro comunicador social la responsabilidad
en el ejercicio profesional.
4. Complementar con las prácticas la formación teórica en la
redacción periodística.
5. Que los alumnos apliquen las normas gramaticales básicas en la
redacción periodística.

CONTENIDOS MENSUALES
Primer Mes (20 Horas)
CONTENIDOS
− Funciones de un Departamento informativo de un Diario: Consejo
Editorial, Editor, Coordinador de Noticias, Jefes de Información,
Jefe de Diseño, Redactores, Jefe de Deportes, Jefe de Información
Nacional, Jefe de Información Internacional.
− Comprensión de mensajes escritos: Niveles de Interpretación
(Literal, Inferencial, y Crítico – valorativo)
− Tipos de texto. Funciones del Lenguaje
OBJETIVOS: Hacer conocer a los futuros Comunicadores Sociales los
Sistemas de Organizacionales, las obligaciones y deberes de los
periodistas que laboran en un Medio impreso.
METODOLOGÍA.- Exposición del docente, Discusiones y análisis,
Ejercicios orales y escritos, Revisión de Periódicos.
MATERIAL BIBLIOGRÁFICO.
1. Manual de Funciones del Diario “Hoy” de Ecuador
2. Manual de Estilos del Diario “El País” de España
3. Normas de Estilo del Diario “Hoy” de Ecuador
4. Módulo sobre Lectura Crítica. Ministerio de Educación Ecuador.
5. Módulo de apoyo de Lenguaje.

ACTIVIDADES
TAREAS EN AULA.
− Análisis de las funciones de cada Departamento de un Diario
− Revisión de contenidos en Medios Impresos nacionales
− Identificación de Géneros Periodísticos en medios impresos
− Lectura crítica de los Contenidos de un periódico.
TAREAS EXTRA AULA.
− Leer artículos de opinión, Reportajes y noticias de un Diario
− En un Diario Nacional, identificar: noticias, reportajes, ensayos.
entretenimiento, fotografías, etc.
Segundo Mes (20 Horas)
CONTENIDOS
− Estrategias para comprender palabras
− Uso del Contexto: Estrategias
− Uso de Sinónimos y Antónimos
− Uso de Palabras: Homófonas, Parónimas, Homógrafas.
− Estrategias para comprender oraciones.
OBJETIVO: Que los estudiantes comprendan los contenidos de los
mensajes que difunden los Medios de Comunicación Impresos.
METODOLOGÍA.- Charla explicativa introductoria y ejercicios
prácticos.
MATERIAL BIBLIOGRÁFICO:
− Módulo sobre Lectura Crítica (Pág. 78-84)
− Módulo sobre Lectura Crítica (Pág. 90-94; 110-119)
− Diccionario: Sinónimos y Antónimos.
− Listado de palabras Homófonas y Homógrafas.
ACTIVIDADES EN EL AULA.
− Ejercicios Prácticos sobre Construcción de un Contexto.
− Ejercicios Prácticos sobre Sinónimos y Antónimos.
− Ejercicios sobre Homófonos, Homógrafos y Parónimos.
− Lectura de Contenidos de Medios Impresos, identificando los
Sinónimos, Antónimos, Homógrafos y Homófonos.

Tercer Mes (20 Horas)
CONTENIDOS
− Responsabilidad Informativa del Comunicador
− Fuentes Informativas
− Contenidos o Mensajes Informativas
− Redacción Periodística: Recomendaciones.
OBJETIVOS: Conciencias al futuro Comunicador Social sobre la
responsabilidad en el ejercicio profesional.
METRODOLOGÍA.
− Charlas Introductorias, Lecturas de Documentos y Ejercicios
Prácticos.
MATERIAL BIBLIOGRÁFICO.
− Medios Impresos Locales y nacionales
− Manual de Estilo del Diario “Hoy” de Ecuador
− Manual de Estilo del Diario “El País” de España.
ACTIVIDADES
EN EL AULA
− Lectura de Géneros Periodísticos en Medios Impresos.
− Ejercicios sobre construcción de frases en Noticias.
EXTRAULA
− Lectura de Diarios Nacionales y Locales.
− Lectura comprensiva.
Cuarto Mes (20 Horas)
CONTENIDOS
− Los Titulares
− Redacción de Textos
− Supervisión de Estilo Periodístico
− Reglamento de Firmas de las Comunicaciones
OBJETIVO
− Complementar con las prácticas la Formación Teórica en la
Redacción Periodística.
METODOLOGÍA

− Manuales de Estilo de los Diarios “Hoy” de Ecuador y “País” de
España.
− Diarios Nacionales y Locales.
− Revistas “Vistazo”, Dinners y otros.
ACTIVIDADES
TAREAS EN EL AULA: Trabajos prácticos sobre los Contenidos
TAREAS EXTRAULA: Revisión de Titulares y Pies de Fotografías en
Diarios Nacionales.
Quinto Mes (20 Horas)
CONTENIDOS
− Revisión de Normas Gramaticales
− La Tilde, Mayúsculas y Minúsculas, Comillas, Escritura de
Números, Formación del Plural, Títulos, Profesionales, Cargos y
Dignidades.
− Prácticas ortográficas.
OBJETIVO
Que los alumnos apliquen las Normas Gramaticales Básicas en la
Redacción Periodística.
METODOLOGÍA
− El docente explica las Normas Gramaticales en una Noticia y
luego los alumnos redactan Notas Informativas, observando las
normas de Redacción.
BIBLIOGRAFÍA
− Manuales de Estilo Periodístico de los Diarios “Hoy y “País”
ACTIVIDADES
Tareas en el Aula y Extraula: Redacción de varios Tipos de Noticias.
EVALUACIÓN Y ACREDITACIÓN
− La evaluación es permanente durante el taller de Apoyo. Se
evaluará los siguientes parámetros: Asistencia, Actitudes,
Trabajo Individual y Colectivo, Tareas en clase y Fuera de ella,
Evaluaciones Orales y Escritas. Participación en las tareas
Académicas, etc.

− La acreditación de los alumnos es ponderada en función de las
cien (100) horas de Trabajo Académico en el Taller.
− La acreditación se consigna sobre diez (10) según la Normativa
Universitaria.
ARTE DE ESCRIBIR
HABLAR Y ESCRIBIR
Hablar y escribir, actividades diferentes
Mejor o peor, todo el mundo sabe hablar para entenderse con los demás,
esto es, para

— expresar algo: ¡Estoy tan cansado!
— representar o comunicar algo: El tren sale a las cuatro; o
— actuar sobre el interlocutor, guiando su conducta: Espérame.
Son las tres funciones principales del lenguaje (expresiva, representativa y
conativa, respectivamente), que dan lugar a los tres tipos de mensajes
explicados en la lección.
— Al hablar se cometen abundantes incorrecciones, se utilizan
escasas palabras, muchas veces ni siquiera se rematan las
frases... Los gestos, la expresión del rostro, el tono, la situación
suplen las deficiencias del lenguaje oral.
— La expresión escrita es mucho más difícil. Al escribir, sólo contamos
con medios lingüísticos, y ello nos obliga a poner en juego todos
nuestros conocimientos del idioma, y a aplicarlos correctamente.
En realidad, son dos lenguas distintas
Al afirmar esto, no queremos decir sólo que los signos del lenguaje
hablado son sonidos, y que los del escrito son letras. Sus diferencias son
más hondas: hablar y escribir obedecen a sistemas comunicativos
distintos, con diversidad gramatical y léxica. Ello es fácil de probar:
multitud de palabras y de giros oracionales que son perfectamente
normales en la lengua escrita, resultan imposibles o casi imposibles al
hablar. De alguien que, al hablar, se expresa con mucha pulcritud, que
utiliza vocablos poco usados, decimos censurándolo que «habla como si
escribiera». Es porque está empleando un sistema en lugar del otro, y
notamos su inoportunidad.
Se trata, insistimos, de dos modalidades distintas de lenguaje. La

oral se aprende espontáneamente; la escrita, en cambio, requiere
estudio o, cuando menos, una atención especial. Muchas personas,
que se expresan oralmente con aceptable normalidad, son
incapaces de redactar un breve texto. Y ambas facultades no se
desarrollan simultáneamente: experimentos realizados con niños
rusos han probado que su capacidad para la expresión escrita es,
a los ocho años, equivalente a la que poseían a los dos años para
la expresión oral.
En qué consiste «hablar bien»
Pongámonos de acuerdo en un punto importante: hablar no es lo mismo
que hablar elocuentemente. La elocuencia es un don natural, ( ) que
permite idear con rapidez y hallar inmediatamente las palabras justas
y los giros adecuados para expresar las ideas con fluidez y belleza. No
todos poseemos ese don, ni lo necesitamos si nuestras actividades no van
a obligarnos a hablar en público. (…..)
Hablar bien consiste en expresar exacta y claramente lo que queremos
decir. Ello resulta fácil en las relaciones familiares y amistosas,
en que bastan una gramática y un léxico muy reducidos. Pero ya
no ocurre lo mismo si se ha de exponer un tema en clase, si se ha
de intervenir en un debate con los compañeros, si se ha de
contestar a las preguntas de un examen oral... Entonces
necesitamos recursos más abundantes para cumplir nuestro objetivo
de expresar exacta y claramente lo que queremos decir.
Nada importan —o importan poco— en esa ocasión los titubeos y
las correcciones. Por el contrario, muchas veces merece más

crédito la persona a quien se ve esforzándose por hallar el vocablo
más justo y el giro más adecuado, que aquella otra a quien las
palabras le fluyen por la boca.
Habla bien aquella persona cuyo pensamiento precede a su
formulación, que sabe qué tiene que decir antes de decirlo. Y que,
por supuesto, conoce el idioma suficientemente para poder
decirlo.
Para adquirir los recursos expresivos imprescindibles, es
necesario leer reflexivamente, y escribir con constancia y cuidado.
En esta compilación, apenas si vamos a ocuparnos del lenguaje
oral, aunque propongamos ejercicios que lo estimulen. Preferimos
centrarnos en el escrito, por cuanto los esfuerzos a que obliga
escribir con corrección redundan siempre beneficiosamente en la
manera de hablar. Por otro lado, casi todos los ejercicios que se
realicen son útiles por igual para la expresión hablada y escrita.
Obligación de escribir bien
La utilización consciente y correcta del idioma es obligación ineludible
de todo estudiante universitario, cualesquiera que sean los estudios a
que se aplique.
También en este punto conviene deshacer un malentendido. Hay
quienes opinan que esa obligación alcanza sólo a quienes se
ocupan de literatura, a los abogados, a los periodistas, etc., pero
no a los científicos; eso de escribir bien es «cosa de los de letras»
suele decirse. Creer eso constituye un tremendo error, por la
sencilla razón de que sólo podemos pensar con el lenguaje. No es que

este sea un medio para expresar los pensamientos, sino —vamos a
insistir enseguida en ello— que pensamiento e idioma son solidarios.
El lenguaje es el tejido mismo del pensamiento, y no es posible
idear bien cuando el idioma se conoce mal.
Lenguaje y clases sociales
No existe, no ha existido nunca, igualdad en la posesión del idioma. Es un
derecho que las sociedades habrán de conquistar con la extensión de la
enseñanza y de la cultura. Hoy, «hablar bien» y «escribir bien» son cosas
que se sienten como privilegio de las clases sociales superiores.
A veces se protesta contra el hecho de «hablar bien» y «escribir
bien» (considerando ambas cosas como rasgos burgueses),
hablando y escribiendo mal adrede, y afirmando así la libertad de
todas las clases sociales para expresarse como quieran. Todo esto
resultaría intrascendente (como llevar corbata o no llevarla), si el
idioma no tuviera una importancia decisiva para algo
fundamental: para la invención, adquisición y transmisión de conocimientos.
Estas actividades, sin las cuales las naciones mueren o se
hacen dependientes de otras, no pueden reservarse para una clase
social determinada. Porque son responsabilidad de todos los
ciudadanos, y en especial de aquellos a quienes les es posible
cursar estudios en la Universidad.
Lenguaje y pensamiento
Nadie niega la estrecha interdependencia que existe entre el
pensamiento y el lenguaje. En una formulación extrema, se afirma que
«pensamos con palabras», de tal modo que conocer bien el idioma en que
pensamos es requisito imprescindible para pensar bien.

Esto no quiere decir que la ideación se haga con frases tan
rigurosamente desarrolladas como lo están al hablar o al
escribir. Es mucho más veloz, y, en apariencia, independiente del
lenguaje. Pero sólo en apariencia, porque aunque parezca que
discurrimos sin palabras, la red idiomática gobierna el curso de
nuestro pensamiento. De ahí que este necesite del idioma para
poder desarrollarse.
El idioma es una propiedad común
Se advertirá, por cuanto llevamos dicho, el profundo error de quienes
estiman que hablar y escribir bien es un atributo de ciertas clases
sociales, y que, por tanto, puede ser desdeñado como una especie de
prejuicio. Incumbe a todos su posesión cada vez más perfecta, es decir,
no sólo de aquellas palabras y de aquellas simplicísimas construcciones
que se precisan para la vida cotidiana (el trato con familiares y
amigos), sino de todas sus complejidades, que permiten afinar y
enriquecer el pensamiento y hacer más rigurosa y clara la
comunicación.
La lengua es de todos. Ha sido forjada en largos siglos de vida de
la comunidad nacional, y a su creación han contribuido todas las
clases sociales. Ninguna tiene derecho a apropiársela; ninguna
tiene derecho a descuidar su aprendizaje, si no quiere quedar
separada de la comunidad por un foso más profundo que el de las
diferencias económicas. Porque hoy lo que más discrimina a unas
clases sociales de otras —mejor: a unas personas de otras— es su
grado de participación en la cultura. Y esta se crea, se posee y se
comunica sólo merced al lenguaje.

Registros idiomáticos y lengua vulgar
Un hablante instruido sabe hablar de modo distinto según sea la
persona con quien habla (o a la que escribe), y según las circunstancias
en que se expresa. Una carta familiar tiene distinto «tono» que la
dirigida, por ejemplo, al director del centro en que estudiamos. Un
representante de productos farmacéuticos no habla lo mismo jugando
al dominó con sus amigos que explicando a un médico las propiedades
de un nuevo fármaco. Ya nos hemos referido a esto, y hay que insistir en
ello para que queden claras las ideas.
• Esas diversas modalidades idiomáticas que el hablante instruido
emplea según sean los destinatarios y las circunstancias, se
denominan registros idiomáticos. Saber cambiar de registro es la
señal de un aceptable dominio de la lengua. Por el contrario,
utilizar siempre el mismo registro puede ser síntoma de
pedantería (cuando alguien se expresa muy «cultamente» con todo
el mundo), o de clarísima incultura, si se emplea aquel registro
porque es el único que se conoce.
• A ese idioma inmóvil, porque el hablante está falto de recursos
para variarlo, es a lo que suele denominarse idioma vulgar. En el
próximo capítulo nos ocuparemos de él. Ahora interesa afirmar
que el término vulgar no siempre debe tomarse en su acepción
peyorativa.
Lengua vulgar y competencia lingüística
Cuando una persona se expresa siempre con términos y con giros
vulgares, porque no puede hacerlo de otro modo, revela una deficiente

escolarización. Posee un solo registro. Pero un hablante instruido no
debe prescindir de los registros coloquiales y vulgares, siempre que los
emplee en el momento adecuado, y siempre que sea capaz de alternarlos
con otros más elaborados.
• Constituye hoy un síntoma alarmante, sobre todo entre jóvenes
que cursan estudios, el empobrecimiento de su idioma oral y
escrito. Hablando, les bastan algunos clichés, mezclados con
palabrotas que sólo revelan una absoluta indigencia mental;
escribiendo, esa pobreza se acentúa aún más: frases pobres,
vocablos trivales, faltas de ortografía, desajuste entre lo que dicen
y lo que quieren decir, carencia de plan y de articulación lógica
en el contenido, puntuación caótica... Como síntoma de una
cultura media nacional, el panorama no puede ser menos
alentador.
• Os invitamos a realizar un esfuerzo importante para enriquecer
vuestro dominio del idioma. No hay «asignatura» más importante.
La mayor parte de los fracasos en los exámenes se debe a
incompetencia lingüística.
• Ello no quiere decir que se os proponga la necesidad de cuidar
vuestra expresión en todo tiempo y lugar. Ya hemos dicho que los
registros familiares y vulgares forman parte de una buena
posesión del idioma. Lo que se exige de vosotros es que seáis
capaces de abandonarlos y sustituirlos, cuando la ocasión lo
requiera, por otros adecuados a cada nueva ocasión.
EJERCICIOS DE APLICACIÓN

(EL DOCENTE LOS PROPONDRA)
LOS VULGARISMOS - LA ORTOGRAFÍA
Variedades diatópicas y diastráticas
Es fácil de observar el hecho de que el habla de una colectividad no es
uniforme aunque se exprese en una misma lengua.
• En efecto, el castellano, hablado en toda España (aunque en
extensas zonas convive con lenguas autóctonas), presenta
variedades en las diversas regiones del país: palabras y giros se
usan en unas sí, y en otras no. Es el caso de América.
Estas modalidades, propias de una región, se denominan variedades
diatópicas de la lengua.
• Pero hay otras formas peculiares de hablar, que no son
«horizontales» o geográficas, sino «verticales»: son aquellas que
resultan propias de las distintas capas o estratos de la sociedad, y
se denominan variedades diastráticas. Pronunciaciones como
ventidos (y no veintidós), cacagüete (y no cacahuete), ahí (y no
ahí) son propias de las clases sociales mal escolarizadas. En
cambio, giros o palabras como en pos de, a juzgar por, enfervorizado,
intempestivo, y tantísimas más se perciben como propias
de clases más reunidas culturalmente. Unas y otras son
variedades diastráticas.
Regionalismos y vulgarismos

Las modalidades diatópicas o geográficas son normalmente
regionalismos, según hemos dicho. Las diastráticas, propias de hablantes
no instruidos, son vulgarismos.
• Ni a unas ni a otras tenemos que renunciar forzosamente, como
señalábamos en el capítulo anterior: pertenecen a registros de
que es útil servirse cuando la ocasión lo requiere.
• Pero no podemos quedarnos en ellos, y hemos de esforzarnos por
conocer bien la lengua culta hablada y escrita que utilizan las
personas más instruidas de España e Hispanoamérica. El
aprendizaje idiomático es difícil, y prácticamente no acaba
nunca.
Vulgarismos espontáneos y deliberados
Los hispanohablantes que no han tenido acceso a la posesión de la
cultura, y que se mantienen, por tanto, en un estrato lingüístico bajo,
usan vulgarismos espontáneos de diverso origen. Así, conservan arcaísmos
que desaparecieron de la lengua culta común: trujo por 'trajo’, cuasi
por 'casi', mirastes por 'miraste'. Otras veces, las palabras presentan
evoluciones normales, pero reprimidas más tarde por el habla culta:
istancia, entestino, antiojos. La analogía, en muchas ocasiones, impone
formas excluidas de la norma idiomática; y así, sobre el pretérito canté
(de cantar) se forja analógicamente el pretérito andé (de andar),
cuando la norma exige anduve; la serie caiga, traiga, ha servido de
modelo analógico a haiga (por haya); el sustantivo carne impone
erróneamente su -e al derivado vulgar carnecería (en vez de carnicería),
etc. Los regionalismos suelen funcionar también como vulgarismos cuando
se introducen en la lengua común.

• JJunto a estos vulgarismos que responden a una ignorancia
inocente
resultante de una pobre instrucción, muchos hablantes de las
ciudades emplean otros vulgarismos que, en su origen, han sido
deliberados o intencionados, es decir, no espontáneos. Con ellos,
sus usuarios pretenden diferenciarse como grupo frente a otros
hablantes a quienes consideran «inferiores». Tal es el
comportamiento frecuente de los nacidos en los barrios populares
de las grandes ciudades frente a los inmigrados de los pueblos.
• En estos casos, llegan a constituirse auténticos «argots» o jergas
(es decir, lenguas especiales empleadas para que resulten
incomprensibles a quienes no pertenecen al grupo).
• Los vulgarismos deliberados no merecen una calificación mejor
que la de los vulgarismos espontáneos; antes al contrario. Suelen
responder a una conciencia de superioridad tan falsa como
pretenciosa.
Vulgarismos jergales
Sólo como ejemplo, señalaremos algunas modalidades que el
vulgarismo deliberado adopta en Madrid y otras ciudades.
• Anticiparemos que las expresiones jergales son muy fluctuantes y
efímeras: cambian apenas son conocidas por mucha gente. Una
parte considerable del habla desgarrada, precisamente la de
mayor duración, procede del habla de los gitanos:
gachí, gachó, pinrel (pie), achares (celos), camelo, canguelo,

cañí (gitano), gilí, guaja, jindama (miedo), lacha, sandunga,
etc. En nuestro medio, sin que sea gitano, hay muchos
términos (pana, acolita, pelada)
• El habla de ciertos jóvenes obedece a un propósito de afirmarse
frente a las personas mayores, con una actitud de superioridad
distante. He aquí palabras y giros habituales:
fardar (alardear, jactarse, presumir), molar (gustar, ser bonito), enrollar
(gustar), molón (bonito), vacilar a uno (tomarle el pelo), vacilón (guasón),
quedarse con uno (engañarle, tomarle el pelo), maqueado (elegante); me gusto
de Manolo (por «me gusta Manolo»), poner a cien (enojar); hinchante
(divertido); a toda galleta (muy deprisa), virguero (excelente); gustoso
(bonito); es tan bueno que te puedes morir, etcétera.
``````
• Insistamos en esta idea: no hay por qué renunciar al vulgarismo.
Simplemente, necesitamos saber que lo es, para eliminarlo
cuando debemos emplear registros idiomáticos no vulgares.
La lengua escrita, instrumento de unidad
Hemos señalado que un idioma presenta muchas variedades
diastráticas y diatópicas. Dentro del ámbito del castellano —España e
Hispanoamérica— están a veces muy diferenciadas sus variedades
habladas, sobre todo en el léxico. Tanto que, en ocasiones, casi parecen
lenguas distintas.
• Y, sin embargo, no es así, ya que la sintaxis es fundamentalmente
la misma. Y porque, en todos los dominios del idioma, el ideal de

lengua escrita es común; queremos decir que la mayor parte de los
hispanohablantes coincide en su deseo y en su sentimiento de
escribir una misma lengua.
• El idioma escrito, enseñado por la escuela, utilizado por la prensa,
la radio, la literatura, el libro doctrinal o científico, etc., es, pues,
un poderoso medio para mantener la unidad del idioma español, que
está repartido a ambas orillas del Atlántico. Y puesto que esa
unidad es conveniente para la comunidad de pueblos
hispanohablantes, se impone a cada uno de sus individuos no
amenazarla, no ponerla en peligro; hay que fortalecerla con un
estudio atento de la lengua escrita.
• Esta contribuye a la unidad del idioma con su vocabulario, con su
sintaxis, y hasta con algo tan convencional como es la ortografía.
La ortografía es convencional
En efecto, no hay ninguna razón intrínsecamente idiomática que
obligue a mantener la ortografía actual. Esta es el resultado de dos
tendencias que han pugnado entre sí a lo largo de la historia:
• la tendencia etimologista, según la cual, el español, como lengua derivada
del latín, debe conservar las grafías de la lengua materna;
• la tendencia fonética, que prefiere ajustar la ortografía a la
pronunciación, prescindiendo de signos inútiles (h, por ejemplo),
y dejando una sola letra, cuando hay más para representar un
mismo sonido (manteniendo y, por ejemplo, y prescindiendo de g).

Del conflicto secular entre ambas tendencias ha resultado nuestra ortografía,
más etimológica que fonética, pero no enteramente
etimológica. Así la Academia Española, en el siglo XVIII, vaciló entre
mantener oy (que es como solía escribirse este vocablo), o reponer la h
del latín hodie; al fin triunfó este criterio, y se impuso la escritura hoy.
Pero todo el mundo escribía basura, aunque esa palabra llevaba v en
latín (versura) ; la Academia, en este caso, renunció a su punto de vista
etimologizante, y consagró la b de basura.
• Sin embargo, aunque estemos persuadidos de la arbitrariedad de
la ortografía, existen razones importantes para mantenerla,
según vamos a ver.
La convención ortográfica fomenta la unidad
El cambio de la ortografía para hacerla más o totalmente fonética,
requeriría el acuerdo de muchos países soberanos, que tienen el español
como lengua nacional. Son presumibles las disensiones ante un intento
de reforma, lo que impediría que esta se realizara de modo uniforme en
todas partes. Y ello sería gravemente dañoso para la unidad del idioma.
• Pero es que, además, una modernización radical de la ortografía
nos alejaría de nuestra inmediata tradición cultural.
Imaginemos lo que sería tener que leer a Antonio Machado de dos
maneras distintas, según que la edición fuera anterior o posterior
a la reforma:
Palacio, buen amigo,
¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
Palazio, buen amigo,
¿está la primabera
bistiendo ya las rramas de los chopos

del río y los caminos? En la estepa
del rrío i los caminos? En la estepa
del alto Duero, Primavera tarda,
del alto Duero, Primabera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando llega! ¡pero es tan beya i dulze cuando yega!
¿Tienen los viejos olmos
¿Tienen los biejos olmos
algunas hojas nuevas? [...] algunas ojas nuebas? [...]
Para los habituados a la primera, la segunda resultaría insufrible;
para quienes hubieran sido instruidos en esta última, la anterior
parecería arcaica.
La posibilidad de la lectura se vería así muy entorpecida.
Sin embargo
debemos acatar las disposiciones de la Real Academia de la Lengua.
Otras razones en favor de la actual ortografía
Otros muchos motivos pueden aducirse a favor del mantenimiento de la
actual convención ortográfica.
• Así, su facilidad. Si es cierto que hay idiomas con menores
dificultades aún (como el italiano), debemos pensar en otras
grandes lenguas de cultura, como el inglés y el francés, que
superan con creces al español en complejidades gráficas. Se
estima que un hispanohablante normal puede dominar
perfectamente la escritura a los catorce años.
• La observación de la ortografía es un síntoma de pulcritud
mental, de hábitos intelectuales de exactitud. Puede asegurarse
que un alumno descuidado en ese punto, mantendrá ese mismo
descuido en las restantes actividades del estudio. Está ante el
saber en actitud ajena y distante; no hará suyas las cuestiones que

estudia y creerá que «vivir» y «saber» son cosas distintas, si no
contradictorias.
La puntuación
La corrección ortográfica no consiste sólo en el empleo de las letras
convenientes. Es preciso que todo escrito vaya también correctamente
puntuado, es decir con las comas, los puntos y los puntos y coma en sus
lugares justos; y con los restantes signos (de interrogación, de
admiración, paréntesis y guiones), si son necesarios.
• Ello se debe a la necesidad de proporcionar al lector indicaciones
acerca de la entonación con que debe ser leído el texto, aunque la
lectura sea silenciosa. La entonación, con sus inflexiones y, sobre
todo, con sus pausas, contribuye decisivamente a conferir
significado a la oración y al período. Al hablar, entonamos
espontáneamente; la escritura exige signos que orienten acerca de
cómo entonaríamos aquel texto si tuviéramos que emitirlo
hablando.
• A lo largo del curso, propondremos abundantes ejercicios de
puntuación. Es imprescindible que se realicen atentamente. Y que
tengamos en cuenta esta advertencia: es mala táctica la de
escribir un texto sin signos o con pocos signos, y leerlo después
para poner las comas y los puntos en su sitio. Hay que colocarlos a
medida que se va escribiendo. Lo cual no exime de releer después
lo escrito para corregir errores o salvar posibles descuidos.
EJERCICIOS DE APLICACIÓN
(PROPUESTOS POR EL DOCENTE)

Puntúese y acentúese lo siguiente de dos modos distintos, y
obsérvese qué dos significados tan diferentes se producen:
—Señor muerto esta tarde llegamos.
- PROPONGANSE OTROS EJEMPLOS

CONDICIONES Y CLASES DE ESCRITOS
Requisitos
No existe ninguna receta mágica que enseñe a escribir con propiedad
(esto es, usando las palabras debidas) y con corrección (ajustándose a las
normas gramaticales del idioma). Por otra parte, escribir bien es resultado
de pensar bien. Un escrito refleja la cultura, la capacidad mental y la
sensibilidad de su autor. Por ello, estamos aprendiendo a escribir bien a
medida que nuestra mente se enriquece con el estudio, la observación, la
reflexión, la lectura, la experiencia... Un espíritu pobre sólo podrá producir
escritos pobres.
• Sin embargo, hay algo que puede aprenderse y que es necesario
aprender: el empleo correcto y extenso del código lingüístico, es
decir, de las palabras y de las construcciones sintácticas posibles. De ese
modo, atenderemos a una de las partes fundamentales del arte de
escribir, que los retóricos llamaban elocución (o sea, todo lo
referente a la parte estrictamente lingüística del escrito).
• Pero, al escribir, hay que decir algo; y hay que presentarlo en un
orden adecuado. La Retórica clásica llamaba a ambas actividades
invención y disposición, respectivamente. ¿Pueden aprenderse ambas
cosas?
• La invención es el arte de 'hacer venir' las ideas; mal podrán venir
si no existen en la mente de quien escribe. Pero sí se pueden hacer
observaciones que estimulen esa operación. Salvo en el caso
extremo de que se desconozca el tema por completo, todos somos
capaces de extraer de nuestro recuerdo y de nuestra experiencia

ideas útiles para la elaboración de un escrito. Y mediante un
cierto entrenamiento lógico, podemos valorar esas ideas y
desechar las inútiles.
• La disposición u ordenación de las partes de un escrito será
también resultado de nuestra capacidad lógica. Esta impondrá a
las ideas un orden, según cuál sea nuestra intención al escribir
(exponer, narrar, describir, argumentar: veremos más adelante
estas cuatro posibilidades), nuestro punto de vista, los efectos que
deseemos producir en el lector, etc.
Clases de escritos
Los escritos que normalmente debamos realizar pertenecerán a uno de
estos cuatro tipos:
descripción
exposición
narración
argumentación
• La descripción suele definirse como una pintura hecha con
palabras. Con ella, se trata de «hacer ver» al lector los rasgos y
características de un modelo físico; aunque pueden describirse
también los sentimientos propios y ajenos.
• La narración consiste en el relato de sucesos reales o imaginarios
que se producen a lo largo de un tiempo determinado. Mientras lo
que va a describirse se presenta simultáneamente, como en la
pintura o en la fotografía (aunque dado el carácter lineal del
lenguaje, la descripción oral o escrita tenga que hacerse por
partes sucesivas), la narración establece los hechos que acontecen
conforme a un orden cronológico. A veces, este se altera a

propósito, pero puede recomponerse porque existe.
• La exposición trata de presentar una cuestión con el deseo de
hacerla conocer y comprender a otras personas. Y así, se expone la
situación de un negocio, el plan del Gobierno en materia de
regadíos o lo que ha averiguado la ciencia sobre los efectos del
alcohol. Se exponen igualmente los motivos que alguien ha tenido
para adoptar una decisión, el modo de combatir la
contaminación o las causas de un conflicto laboral.
• Por fin, la argumentación aduce razones para sustentar una
opinión propia o contraria a la de alguien. Normalmente aparece
combinada con la exposición: se expone algo y, a continuación, se
aportan argumentos en favor o en contra.
La exposición y la argumentación son los dos tipos de escritos que más
a menudo tienen que realizar los estudiantes universitarios.
Necesidad del borrador
Volvamos a lo que señalábamos al principio: cualquiera que sea la
naturaleza de un escrito (exposición, narración, descripción o
argumentación), tres estratos o fases pueden distinguirse en él:
— invención de los materiales que van a emplearse;
— disposición o planificación de dichos materiales en un orden
conveniente; y
— elocución o expresión lingüística del escrito.
• Lógicamente, estas tres fases se suceden: no podemos ponernos a
escribir sin saber de qué; y si lo sabemos, es imposible hacerlo sin

orden. Ocurre, sin embargo, que esas operaciones pueden ser tan
inmediatas cronológicamente, que casi resulten simultáneas.
Escritores hay que confiesan «pensar con la pluma», es decir, que
se ponen a escribir con sólo una vaga idea del tema, y este va
concretándose, ordenándose y cobrando forma a medida que
escriben. Normalmente, esto sucede siempre a cualquier persona y
cualquiera que sea el tipo de su escrito: no puede preverse todo de
antemano, y el hecho material de escribir es un factor
importantísimo de creatividad: la invención puede enriquecerse
cuando ya se está escribiendo, se hallan articulaciones más
hábiles para la disposición, y la forma idioma-tica va
adquiriendo rasgos imprevistos.
• A veces, conviene incluso escribir borradores sin plan previo, en
busca de la claridad que falta. Pero serán sólo eso: borradores que
preceden al escrito definitivo.
• No pensemos que un escrito debe «salir» a la primera. Ello no
ocurre ni en el caso de escritores consagrados, que suelen corregir
y volver a redactar una y otra vez, e incluso a destruir la obra de
varios días. Con mayor razón deberá hacerlo quien se inicia en el
arte de escribir. No basta una somera corrección: debe redactarse
dos o más veces cada trabajo, para:
o aclarar las ideas oscuras,
o aumentar las ideas válidas;
o suprimir lo irrelevante;
o perfeccionar la ordenación;
o mejorar la redacción.

Sobre todas estas cuestiones, vamos modestamente a ofrecer en el resto
del taller consejos que juzgamos útiles. No son fáciles de formular los
que se refieren a la invención y a la disposición, para las cuales hacen
falta algunas facultades personales. A pesar de ello, no faltarán los
consejos. Comenzaremos, sin embargo, por los referentes a la elocución,
en la medida en que son más fácilmente comunicables. Partamos
entonces de las Unidades de la Comunicación: La Oración.

LAS ORACIONES (I)
La oración, unidad del parágrafo
He aquí un término, parágrafo, con el cual debemos familiarizarnos.
Como ya tendremos ocasión de exponer —dedicaremos a él bastante
atención— se trata del elemento principal de la disposición: es una
unidad constructiva, «arquitectónica». Llamamos parágrafo a cada bloque
unitario de los que se van sucediendo para constituir el escrito. En él se
presenta una faceta homogénea de la narración, la descripción, la
exposición o la argumentación, dentro del escrito total. Muy
frecuentemente —pero no necesariamente— el final de un parágrafo se
señala con un punto y aparte. Con él se indica que damos por concluido
aquel aspecto de la cuestión, y que pasamos a otro, es decir, a un nuevo
parágrafo.
• Los parágrafos, ya lo veremos, han de estar ordenados
interiormente. Y también deben ordenarse entre sí, cada uno con su
vecino. Por eso lo definíamos como unidad constructiva.
A su vez, los parágrafos están constituidos por oraciones. Éstas son las
unidades de construcción del parágrafo. Las palabras que forman cada oración
han de ser apropiadas: deben significar exactamente aquello que se
quiere significar. Las oraciones, por su parte, deben construirse con
corrección, esto es, con sometimiento total a las reglas sintácticas del
idioma.
• En ésta y en la siguiente lección, vamos a proponer algunas
reflexiones útiles acerca de las oraciones en el parágrafo.

Dimensiones la oración
No olvidemos nunca que escribimos para alguien, y que de debemos
esforzarnos en facilitarle la lectura. Unas oraciones demasiado largas y
complejas, con incisos y subordinaciones que las ramifiquen en exceso,
constituyen un freno para el lector, que abandonará el escrito para
evitarse un esfuerzo innecesario. (….)
• Hay «estilos de época»; durante el siglo xix, se impusieron las oraciones
largas y arborizadas. En nuestro siglo, se tiende, por el
contrario, a la simplicidad oracional. Se prefiere fraccionar el flujo
del discurso en oraciones más breves. Pero, en esto como en todo,
debe precederse con mucho tiento; porque un parágrafo
construido por una sucesión de frases brevísimas (si con ello el
escritor no busca un efecto excepcional, que el lector percibe),
puede producir la misma fatiga que si las frases fueran
desmesuradas. En lugar de un viaje sin fin, tendremos un paseo
con detenciones continuadas; ambas cosas son igualmente
enojosas.
• Se trata de hallar un término medio. No podemos definir con
exactitud qué es una «oración larga» y una «oración breve»,
aunque sepamos diferenciarlas. Por otra parte, tengamos en
cuenta, que la facilidad de lectura no es tanto una cuestión de
dimensiones, como de sencillez en la construcción oracional.
Puedo escribir, por ejemplo, con suma brevedad:
Política no es vulgar astucia; pero vulgar será el político no astuto;

se entiende lo que quiero decir, pero sería más directamente
comprensible escribiendo:
No debe confundirse la política con la vulgar astucia; sin embargo,
quien actúa en política debe ser astuto si aspira al éxito.
Variedad
Los retóricos antiguos insistieron incansablemente en la necesidad de
variar, tanto la longitud de las oraciones, como su modalidad; se trata
de mover, de animar el escrito, evitando la monotonía. Y como siempre,
sin caer en el extremo contrario de que el texto parezca un revoltijo de
oraciones largas y cortas, de enunciaciones, interrogaciones,
negaciones, exhortaciones, admiraciones, etc.
¡La crítica, esta aguafiestas, recibida siempre como el cobrador de alquileres,
recelosamente y con las puertas a medio abrir! La pobre musa, cuando tropieza
con esta hermana bastarda, tuerce los dedos, toca madera, corre en cuanto puede
a desinfectarse. ¿De dónde salió esta criatura paradójica, a contrapelo, en el
ingenuo deleite de la vida?
• Un texto como el que antes hemos propuesto para ejemplificar la
claridad:
No debe confundirse la política con la vulgar astucia; sin embargo,
quien actúa en política debe ser astuto si aspira al éxito
Ahorro de oraciones exclamativas
El aprendiz de escritor suele abusar de las oraciones exclamativas.

Cree que así da más fuerza a sus sentimientos, cuando en realidad los
está debilitando
por el abuso de ese artificio:
Los consumidores deben reclamar sus derechos. ¡Y hay que hacerlo
ahora! ¡No puede perderse un minuto más!
• Muchas veces, basta con quitar los signos de admiración (¡!) para
que el texto facilite una lectura más persuasiva:
Los consumidores deben reclamar sus derechos. Y hay que hacerlo
ahora. No puede perderse un minuto más.
Aún se rebajaría el énfasis sin que el pensamiento perdiera fuerza,
escribiendo:
Los consumidores deben reclamar sus derechos. Y hay que hacerlo
ahora: no puede perderse un minuto más.
• Debemos reservar las oraciones exclamativas para aquellos
momentos en que es fuerza comunicar una verdadera emoción:
(PROPONER UN EJEMPLO)
A mí dadme los viejos, los viejos caballos del tiovivo. ¡Oh nobles caballos!
¡Amables y honrados caballos! Os quieren los chicos, las niñeras, los
soldados. ¿Quién puede aborreceros, si bajo el manto de vuestra fiereza
se esconde vuestro buen corazón? (Pío Baroja).

Evitar la excesiva musicalidad
La naturaleza de la prosa es muy distinta a la del verso. Mientras en
éste todo se ordena (igualdad de sílabas, disposición de los acentos,
pausas, rimas) para producir efectos rítmicos muy marcados, y, en
definitiva, una «música» perceptible, la buena armonía de la prosa se ve
amenazada por las sonoridades externas. Cuanto más se parezca al verso,
peor es la prosa. Su armonía depende de la formulación del
pensamiento, de la variedad de las oraciones, de sus proporciones, de su
concatenación lógica, de la propiedad y fuerza significativa de las
palabras... De factores que no están previstos de antemano, a diferencia
de lo que sucede en los versos.
• Así, evitaremos escribir cosas como ésta:
Hay luna llena, una luna oronda y enorme, amarilla y gigante, que
derrama sus rayos por la inmensidad del mar.
Y escribiremos algo más simple, como esto otro:
Hoy hay luna llena. Está en ¡o alto oronda y enorme; su gigantesca faz
amarilla se refleja en el mar.
• La rima, de efectos favorables en el verso, debe ser
cuidadosamente perseguida en la prosa. Dos cláusulas próximas
no deben acabar con los mismos sonidos porque producen
sonsonete:
— En la cocina todo es pobre: el humilde fogón, el mobiliario, las
sartenes, las cazuelas de cobre.
— Hacer ciertas cosas es un error; pero no hacerlas puede ser peor.

— Al fondo de la capilla, iluminada por una débil luz, se veía una
cruz.
— Esta mañana, la bruma se extendía por toda la bahía.
— Llamaron a la puerta suavemente. Nuestro susto aumentó: tal vez
abrir resultara imprudente.
Adverbios en -mente
Este último ejemplo debe prevenirnos contra el abuso de los adverbios
acabados en -mente, y sobre todo contra el mal efecto que produce el
usar dos o más en estrecha vecindad. Resulta desagradable un párrafo
así:
— El perro salió a recibirnos alborozadamente. Mi hermanillo se
asustó al verlo, pero después lo agarró de una oreja
confianzudamente. Chillaba el can, pero no se defendía,
aguantando pacientemente el dolor de la oreja.
Parecería más grato redactado de este modo:
— El perro salió a recibirnos ladrando de alborozo. Mi hermanillo se
asustó al verlo, pero después le agarró de una oreja
confianzudamente. Chillaba el can, pero no se defendía,
aguantando con paciencia el dolor de la oreja.
• A veces, deben ir dos o más adverbios en -mente seguidos,
formando serie como complementos de un mismo verbo. Son
posibles dos soluciones:
— Reservar el sufijo -mente sólo para el último, que irá precedido de
y. El público desfiló silenciosa y ordenadamente.

Los personajes de la comedia se expresan torpe, ruda y obscenamente;
esta posibilidad es preferible cuando no se buscan especiales efectos de
estilo, es decir, cuando deseamos ser objetivos.
— Enumerar los adverbios con su forma plena:
Se echó a llorar suavemente, mansamente, con auténtico dolor. La lluvia
azotaba nuestras ventanas furiosamente, incansablemente, implacablemente.
Combatir cacofonías y sonsonetes
Siempre en la línea de impedir que en la prosa se haga notar
marcadamente por sus sonidos, procuremos evitar la repetición de un
fonema o grupo de fonemas en el interior de una oración y en oraciones
próximas.

LAS ORACIONES (II)
Evitar la inflación expresiva
Existe inflación económica cuando hay exceso de moneda circulante;
la sobreabundancia de medios expresivos, superior a la de ideas
expresadas, constituye también una «inflación» dañina para el escrito.
En general, debemos evitar las palabras y las oraciones que sólo hacen bulto y
no enriquecen la significación.
• Los casos que pueden presentarse son numerosísimos e
imprevisibles. Nos limitaremos a algunos ejemplos.
• En el siguiente párrafo, señalamos en negrita todo aquello que
puede suprimirse por inútil.
Nadie duda de que entre las principales industrias nacionales, entre las
que más rendimiento producen, está la industria turística. Empezó a
incrementarse, a tomar cuerpo, a consecuencia de la ola de bienestar y de la
facilidad para el consumo que se produjo en Europa en la década de los
sesenta. Millares de europeos, alemanes e ingleses, suecos y franceses, suizos
y holandeses, prefieren pasar sus bien merecidas vacaciones en España, a
la orilla de nuestras hermosas playas, al pie de nuestras montañas, disfrutando
del sol con que tan pródigamente nos ha dotado la Naturaleza, y ello aporta
abundantes beneficios a nuestra economía.
Como puede observarse, la misma cantidad de información ofrece el
texto si podamos sus frondosidades: ¿por qué mantenerlas, si son,
además, un cúmulo de tópicos?

• Esta asechanza de inflar la expresión nos amenazará
continuamente, y debemos mantenernos alerta para conjurarla.
Así, por ejemplo, la tentación de introducir complementos
innecesarios:
La falta de higiene causa daños de toda índole a la población.
Una enfermedad que, en el peor de los casos, puede producir la muerte.
Muchas fortunas, como es público y notorio, se han hecho con la
especulación del suelo.
Fue para él, a todos los efectos, como un padre.
• Cuando «sintamos» que nuestro escrito contiene un exceso de
superfluidades, no vacilemos en redactarlo de nuevo, acortándolo.
Véanse muestras de posibles reducciones:
a) Mi ejercicio de redacción adolece de una extensión excesiva
porque me he fatigado haciéndolo, y ya no me he sentido con
fuerzas para volver a escribirlo evitando las redundancias y
abreviándolo.
b) Mi ejercicio de redacción es largo porque me ha dado pereza
rehacerlo.
a) Tradicionalmente, el matrimonio se celebraba cuando el marido
había consolidado ya su posición social, y contaba con
suficientes ingresos para poder hacer frente a todas las
exigencias económicas de la vida familiar. Hoy, en cambio,
muchas parejas se casan cuando es inseguro su porvenir, cuando
aún ignoran cuáles serán sus medios de vida, y cuentan por
supuesto con el trabajo de ambos cónyuges, no sólo con el del

marido, para salir adelante.
b) Antes se llegaba al matrimonio cuando el marido contaba con
ingresos suficientes para afrontar la vida familiar. Hoy, en
cambio, las parejas se casan sin tantas seguridades, y contando,
por supuesto, con el trabajo de ambos cónyuges.
• Este tipo de reducciones exige, naturalmente:
— que el texto breve conserve toda la información, y
— que siga siendo claro.
• El «estilo breve» tiene un límite: no ha de caer en el laconismo
(extremada concisión y sequedad), que deje sin vida, sin
animación, sin jugo, el escrito.
Suprimir «palabras baúl» y clichés
Llamamos palabras baúl aquellas de significado tan general, que
pueden servir para casi todo; con lo cual, apenas si significan algo.
Entre ellas incluimos vocablos como cosa, hacer, estar, haber, hallarse,
poner, y otras muchas, cuya sustitución vamos proponiendo en los
ejercicios; habrá que insistir en ello en lo que resta de curso.
• Leamos este texto, superpoblado de palabras baúl:
Delante de la casa hay un jardín bien cuidado, con dos árboles
situados a la entrada. Está construida con ladrillos rojos, que ponen una
nota de color en medio del campo terroso. Por la parte de atrás, se ve
un viñedo que se extiende por la loma. Los sarmientos ahora no tienen
hojas. Antes había pinos, pero los dueños creyeron que no eran rentables,
y los sustituyeron por vid.

No es difícil cambiar tales vocablos insignificantes, dotanto al párrafo
de mayor animación:
Se llega a la casa por un jardín bien cuidado; los árboles
flanquean la entrada. Sus ladrillos rojos contrastan vivamente con el
color terroso del campo. A sus espaldas, un viñedo trepa por la loma
con los sarmientos ahora desnudos. Sustituyó a un pinar, que no
pareció rentable a los dueños.
• Especial cuidado debe ponerse para evitar la reiteración de
haber:
a) Hay abundantes razones que permiten sospecharlo.
b) Abundantes razones permiten sospecharlo.
a) Había otros puntos en el orden del día, que no pudieron tratarse.
b) Otros puntos del orden del día no pudieron tratarse.
a) ¿Por qué hay que olvidar aquello?
b) ¿Qué justifica olvidar aquello?
a) No habrá más remedio que buscar otra solución.
b) Se precisa buscar otra solución.
• Son muchos también los clichés (formaciones fijas) que
apesadumbran las oraciones, haciéndolas tópicas e irrelevantes.
Entre ellas figuran muchas comparaciones, de las que trataremos
más adelante. He aquí algunas:

Hay que huir de ese vicio como de la peste
En la playa, los turistas se tuestan como los lagartos al sol
Iba errante como alma en pena
Tiene más conchas que un galápago
Aquello le sentaba como a un santo dos pistolas
Eso me viene como anillo al dedo
Limpio como una tacita de plata
Vigilemos el empleo de estos clichés comparativos. Pueden ser muy
eficaces en un texto irónico, por ejemplo, donde se usarán precisamente
por eso: porque son tópicos. Pero revelarán falta de personalidad, si se
emplean ingenuamente, sin una intención estilística especial. Es decir
en todo momento.
Usemos las preposiciones castellanas y modos prepositivos, correctamente.
Se han desarrollado, en efecto, dos giros preposicionales de origen
inglés, que oímos y leemos a troche y moche:
a) El conflicto será debatido a nivel de sindicatos.
a') Nada podemos afirmar aún en base a los datos que poseemos.
• El empleo de a nivel de y de en base a (o con base a) es la más necia de
las necedades idiomáticas actuales. Normalmente, sustituyen a
preposiciones castellanas, que expresarían lo mismo, pero mejor y
en castellano:
b) El conflicto será debatido por los sindicatos.
b')Nada podemos afirmar aún con los datos que poseemos.

• Otros ejemplos:
La descapitalización es grande a nivel de empresas-*La
descapitalización es grande en las empresas.
La policía ha reconstruido los hechos en base a la declaración del
testigo → La policía ha reconstruido los hechos según (o conforme a)
la declaración del testigo.
No abusar de esdrújulos
La oración queda poco elegante (por exceso de «sonoridad») si en ella se
suceden dos o más palabras esdrújulas. El tono normal del español es
llano, grave, y lo altera la acumulación de proparoxítonos. A veces, no
habrá más remedio que usarlos, porque resultarán imprescindibles;
pero no los demos por definitivos en nuestro escrito sin buscarles
sustitución:
Va a discutirse la problemática de las minorías étnicas en la O.N.U. -> Van
a discutirse los problemas de las minorías étnicas en la O.N.U.
Debemos combatir la palabra problemática aunque vaya sola.
La próxima semana se alcanzarán las temperaturas mínimas de este
pésimo invierno → La semana que viene se alcanzarán las
temperaturas más bajas de este pésimo invierno.
Si no hubiera exceso de esdrújulos, preferiríamos tal vez semana
próxima a semana que viene.
El Romanticismo poético se manifestó en dos direcciones: una enérgica,
patética, violenta; y otra íntima, doliente y melancólica →
Romanticismo presentó en la poesía dos direcciones: una, exaltada,

patética, violenta; y otra que se nutrió de intimidad, dolor y melancolía.
Nótese que hemos alargado el párrafo para evitar la acumulación de
esdrújulos (y también para impedir que se sucedan tantos adjetivos).
Resulta preferible.
La transición entre oraciones
No conviene tampoco abusar de las conjunciones y nexos conjuntivos
entre oraciones (y por tanto, entre parágrafos). Nuestra
recomendación se basa en la necesidad de aligerar la expresión.
• Muchas veces, el significado mismo de las oraciones vecinas
indica ya la relación en que se encuentran, y no necesitamos
señalar explícitamente esa relación con conjunciones:
Se ha hecho muy tarde; por tanto, tendremos que irnos -> Se ha hecho
muy tarde; tendremos que irnos. El Gobierno enviará su proyecto
al Congreso y al Senado, y éstos lo estudiarán con carácter urgente
→ El Gobierno enviará su proyecto al Congreso y al Senado, que lo
estudiarán con carácter urgente.
La prensa no pudo informar de lo sucedido porque la noticia llegó tarde
a las redacciones → La prensa no pudo informar de lo sucedido: la
noticia llegó tarde a las redacciones.
• En ocasiones, modificando levemente la construcción sintáctica o
utilizando una conjunción sencilla podemos evitar el empleo de
pesadas locuciones conjuntivas:

Ha caído una gran nevada a consecuencia de la cual han quedado
incomunicados varios pueblos → Ha caído una gran nevada que ha
dejado incomunicados varios pueblos.
La cosecha de remolacha es muy buena; por consiguiente no habrá que
importar azúcar → La cosecha de remolacha es muy buena, y no
habrá que importar azúcar.
Te revelaré lo que sé, a condición de que no se lo digas a nadie -»Te
revelaré lo que sé, si no se lo dices a nadie.
• En cualquier caso, siempre es preferible la claridad a la elegancia.
Usemos nexos conjuntivos cuando hagan falta, es decir, cuando su
omisión dejaría oscura la relación entre las oraciones.
EJERCICIOS
DE APLICACIÓN
1. Propóngase la eliminación de todo cuanto en el siguiente párrafo
parezca inútil:
La experiencia muestra, y todos podemos comprobarlo, ya que es
un fenómeno diario, que, en el mundo moderno, el éxito que alcanzan
muchas personas se debe a circunstancias del todo ajenas a sus
méritos verdaderos, porque la publicidad las encumbra más allá de lo
que fuera justo.
2. Propóngase una redacción más llana y, por tanto, menos
pretenciosa, del siguiente párrafo:

Un juez que fue pieza vital en las conquistas obtenidas por los
negros durante la enconada lucha que mantuvieron a lo largo de las
décadas de 1950 y 1960, ha sido nombrado como nuevo director general
del F.B.L Su nombramiento, a nivel de los sectores moderados y
liberales del Congreso, ha sido recibido con general beneplácito y, en
base a la declaración de algunos parlamentarios, no hallará obstáculo
de ninguna clase para su ratificación.
3. Suprímanse clichés, palabras-baúl y mejórense las transiciones
en este pasaje; abrevíese también:
Al terminar la sesión, el alcalde hizo interesantes declaraciones a
propósito de cosas que son del interés de todos. En primer lugar,
anunció que las recientes lluvias nos ponían a salvo de posibles
restricciones, ya que hay agua embalsada para todo el verano.
Después, haciéndose eco de rumores muy extendidos, dijo que va a ser
ampliada la policía municipal, con vistas a mejorar la vigilancia del
tráfico, que está muy descuidada. Seguidamente, a preguntas de los
periodistas que cubren la información municipal, aseguró que el
parque del barrio de San Esteban está acabado, pero que aún no había
fecha para su inauguración. En otro orden de cosas, anunció que la
Corporación Municipal, como es costumbre, se reunirá el próximo
viernes.

LAS PALABRAS (I)
Ultimo elemento del escrito
Un escrito se compone de parágrafos; éstos, de oraciones; y las
oraciones, a su vez, se construyen con palabras. Habrá quedado claro que
escribir no consiste en ensartar palabras: otras operaciones —para
«inventar» y «disponer»— son previas y muy importantes. Pero, llegado
el momento de la elocución, es decir, de dar forma material escrita a
nuestro trabajo, debemos cuidar atentamente la elección de las palabras.
Un texto puede ser mediocre lo mismo porque sus ideas sean pobres o
erróneas y estén mal expuestas y ordenadas, que porque falle su
revestimiento formal. La calidad de un escrito resulta de la acción
solidaria de invención, disposición y elocución.
• ¿Cómo debemos elegir las palabras? Hemos hecho ya algunas consideraciones
sueltas; vamos a ampliarlas.
Comprender todas las palabras que usamos
Es una condición elemental, que sin embargo no cumplen muchas
personas: escriben palabras cuyo sentido pleno no les consta; creen que
con conocer aproximadamente su significado basta. Les atraen ciertas
palabras porque «les gustan», las han visto emplear y les han parecido
chocantes y atractivas...; pero no se han molestado en buscar en el
diccionario qué significan. Y así, puede leerse, por ejemplo:
La entrevista se realizó en un climax de cordialidad y simpatía.
A quien escribe esto, climax le parece mejor que ambiente, atmósfera o,

simplemente, clima. Y comete un disparate porque, según define el
diccionario, climax es «el punto más alto en una gradación», y, por
tanto «el momento culminante, de máxima tensión». Tal palabra estaría
correctamente empleada, por tanto, en frases así:
El acto fue creciendo en emoción, y alcanzó su climax cuando X
subió a la tribuna de los oradores.
«Fuenteovejuna» llega a su climax cuando el pueblo mata al
Comendador.
• Cuando se emplean palabras cuyo significado exacto se ignora se
cometen faltas contra la propiedad idiomática, esto es, contra la
correspondencia entre el significante y el significado de un
vocablo. Hemos prevenido en los ejercicios contra algunos de estos
errores. E insistiremos en ello.
Respetar el género de las palabras
En el caso de palabras poco frecuentes, no es raro que se les atribuya
una sola forma genérica, ignorando que tienen dos géneros. Por eso,
antes de emplearlas, conviene consultar el diccionario.
• En efecto, muchos creen que son invariables palabras como autodidacta,
políglota o gualda. Y, sin embargo, tienen forma
masculina, por lo cual habremos de escribir:
Es un pintor autodidacto, pero posee gran calidad.
Su padre es polígloto: habla cuatro idiomas.

Los colores de la bandera española son el rojo y el gualdo.
Preferir los vocablos más sencillos
Es un buen consejo para principiantes, que ya no vale, claro, cuando se
ha alcanzado maestría en el dominio del idioma, y puede ponerse a
contribución todo el caudal léxico. Antonio Machado se burlaba de
alguien que decía: Los eventos consuetudinarios que acontecen en la
rúa, en lugar de lo más simple: Lo que pasa en la calle.
• Así, es pretencioso emplear problemática por problemas; luchas
intestinas por luchas internas; finalizar por acabar o terminar;
entusiástico por entusiasta; tener la convicción por estar seguro;
periplo por viaje; búsqueda por busca; errático por errante;
cotidiano por diario; aquiescencia por asentimiento; clarificar
por aclarar; flaccido por lacio; viable por realizable; doméstico
por casero (o nacional: «vuelos domésticos»); carencia por falta;
concretizar por concretar. Entiéndase: no es que estén mal las
palabras citadas en primer término, pero resultan menos
naturales, más pedantes.
Evitar el énfasis
En la misma línea, conviene moderar el énfasis cuando se trata de
ponderar, elogiar, mostrar entusiasmo (o lo contrario). Un exceso de
coloración, lejos de inflamar el escrito, lo enfría.
• Reservemos, pues, los extremos —maravilloso, soberbio,
sensacional, inigualable, clamoroso, grandioso —para las cosas y
las acciones que realmente lo merezcan. Serán pocas y raras. La
proeza de Colón fue grandiosa; pero no la actuación de un

futbolista, por meritoria que resultase.
• Ahorremos también los superlativos; son útiles y hasta
imprescindibles, pero sólo deben usarse entonces: cuando parecen
imprescindibles. Si el escrito no tiene fuerza por sí mismo, los
superlativos no se la introducirán. Por ejemplo, en este texto:
Considero equivocadísimo llamar «folklore» a lo que cantan ciertas
cupletistas, aunque están conveicidísimas de que son intérpretes del
pueblo. Se trata, por lo general, de letras y músicas artificiosísimas,
que nada tienen que ver con lo popular.
Un tema tan trivial o tan merecedor de un tratamiento más llano, no
permite tanto énfasis. Por otra parte, no olvidemos otras fórmulas
(aparte muy) que facilitan el encarecimiento, sin necesidad de utilizar
los superlativos en -ísimo:
Mis previsiones resultaron acertadas en extremo.
Juzgo equivocado a todas luces llamar a eso «folklore».
Considero ocioso por demás insistir en ello,
Son soluciones que facilitan la necesaria variedad estilística.
• La misma precaución ahorrativa debe adoptarse ante el posible
despilfarro de adverbios cuantificadores de adjetivos:
Su actuación fue extraordinariamente brillante.
Es fantásticamente divertido.
Me parece una chica incomparablemente simpática.

Tal derroche nos convierte en pródigos y hace menos creíbles nuestras
apreciaciones.
Rehuir los tópicos
Ya hablamos de algunos adjetivos (o epítetos) que acompañan a ciertos
nombres como la sombra al cuerpo, y que privan al escrito de gracia y de
originalidad expresiva: manso cordero, virtuosa dama, blanca nieve.
Pero hay muchos más, que deben quedar proscritos igualmente: terrible
desastre, grave crisis, serio problema, profunda atención, maestría
habitual, decisión definitiva (si no, no sería decisión), condición
esencial, parte integrante (si no integrara algo, no sería parte), activa
participación, merecidas vacaciones, agudo conflicto, atento estudio,
real peligro, máxima urgencia, etc. Es el abuso de estas asociaciones lo
que las hace evitables: dañan el estilo.
• Pero no son los adjetivos los únicos tópicos evitables. En general, debe
rehuirse cuanto circula, hablando y escribiendo, como moneda acuñada que todo
el mundo emplea:
Hoy es noticia la victoria de nuestra selección nacional en
Argentina.
Tenemos que resolver esa cuestión aquí y ahora.
Como suele decirse, el hábito no hace al monje.
Eso, en mi modesta opinión, admite otras soluciones.
Fue recibido en olor de multitud.
De entrada, pidió ochenta mil dólares de sueldo.
Por toda la geografía española.
Logró un gol de antología.
Se ha alzado la protesta a lo largo y a lo ancho del Ecuador.

La actuación de los payasos puso un broche de oro a la velada.
Sacó adelante el negocio contra viento y marea.
• No empleemos, sobre todo al aprender a escribir, esos bloques de
palabras atornilladas. Busquemos soluciones personales; no debe
repetirse lo que todo el mundo escribe o dice. Nada mejor, a efectos
de entrenamiento, que construir, aunque sea de forma muy
sencilla, sin esos módulos prefabricados.
Eliminar circunloquios
Uno de los vicios principales de la prosa actual consiste en emplear
grupos de palabras en lugar de palabras únicas o grupos más simples
que dicen lo mismo. Con ello, el estilo se infla innecesariamente.
— Y así, tenemos:
proceder a la detención por detener
hacer mención por mencionar
hacer caso omiso por no hacer caso
entrar en acción por intervenir
dar a la publicidad por publicar
poner en duda por dudar de
poner en condiciones por acondicionar
dar por finalizado por acabar o terminar
— Hay auténticos circunloquios que refrenan el curso de la prosa y la
hacen lentísima. He aquí algunos como muestras que pueden sugerir
muchos más:
— Es también importante tener en cuenta las siguientes
consideraciones... [= También importa considerar que...].
— En este punto, no debemos apartar de nuestra mente los hechos que
a continuación se detallan [= En este punto, debemos tener presentes los
siguientes hechos].

— Conviene aprovechar en este momento la oportunidad para llamar
la atención sobre... [=Es oportuno advertir aquí que].
— Después de los argumentos anteriores, estamos ya en condiciones de
poder afirmar que... [ = Tras lo dicho, ya podemos afirmar que...].
No repetir palabras
Salvo en el caso de que se busque un determinado efecto las de estilo
(Trabajemos por la paz, esa paz que nunca llega), no deben repetirse las
palabras, ni los derivados de un mismo vocablo. De ese modo, serán párrafos
viciados:
— Dirigió a todos un sincero saludo, y el público le correspondió con
aplausos sinceros.
— El famoso futbolista ha considerado los términos del contrato, pero
considera que se le ofrece poco dinero.
— Se requiere tener dieciocho años para ser admitido, y no se admite
a nadie que no cumpla este requisito.
Si hubiéramos escrito tales cosas, al releerlas deberíamos corregirlas de
un modo parecido a este:
— Dirigió a iodos un cordial saludo, y el público le correspondió con
aplausos sinceros.
— El famoso futbolista ha examinado los términos del contrato, pero
considera que se le ofrece poco dinero.
— Se exigen dieciocho años para ingresar, y no se admite a nadie que no
cumpla este requisito.

EJERCICIOS DE APLICACIÓN
Quien dijera o escribiera frases como estas, introduciría palabras
que no había comprendido. ¿Cuáles son? ¿En qué consistiría su
error?. (Utilice el diccionario)
Hay que quitar de aquí este bargueño porque es un mamotreto.
Es un malversador: ha despilfarrado cuanto había heredado.
Tenemos que hacinar ahí cuidadosamente todos los paquetes.
Cayó un obús a pocos metros de donde estábamos.
Todo transcurrió con una normalidad prodigiosa.
Cuando me baño en el mar se me pone el pelo crespo y se me desriza.
Perdió el color y se puso lívido.
Por ahora, el marcador continúa inmutable; cero a cero.
Su obra postuma la publicó un mes antes de morir.
Los rumores se deslíen con el paso del tiempo.
Se ha logrado el consenso, con el voto en contra de un solo partido.
1. ¿Crees que las palabras que señalamos con negrita en estas
oraciones están usadas con propiedad?
Se tienen una antipatía cordial.
Le han amputado el dedo cordial
Se desmayó, y tuvieron que darle un cordial.
Me duele la cabeza; voy a tomar un medicamento capilar.
La savia circula por conductos capilares.
Mi hermano pequeño me cogió los apuntes y me hizo un gran estropicio
en ellos.
Es un estudiantón: nunca va a clase, siempre anda de parranda.

La siega está en todo su fragor.
En la fragosidad del combate, no se dio cuenta de que estaba herido.
No ha venido a clase porque está forastero.
El doctor Júcar detenta el cargo de director del hospital.
En la cocina oriental se emplean muchas especies.
Haremos una excursión por Málaga y otras ciudades de la región
septentrional.
Entre el estamento obrero, esas medidas no han sido bien recibidas.
La crisis se produce con el agravante de la recesión económica.
Va a constituirse un nuevo ente para fomentar el turismo en el País.
Aún no se ha publicado la nueva normativa de los impuestos.
Va a ser legitimado un nuevo partido político.
La epidemia de cólera causó una gran mortalidad.
Tengo un defecto en la vista y me muevo mal en la nocturnidad.
Es muy oneroso cobrar sin trabajar.
En medio del jardín, hay una circunferencia de césped.
Aumenta la demografía del país.
Se ha celebrado la sesión constitucional de la nueva asociación.
Deben mejorar los métodos educacionales.
En el ejercicio de su cargo, está limitado por muchas constricciones.
2. Dígase si parece bien empleado el adjetivo motriz en las siguientes
frases:
Su padre dio el impulso motriz al negocio
Los automóviles llevan dos ruedas motrices
3. Dígase si parece bien empleado el adjetivo matriz en las siguientes
frases:

Su padre dio el impulso motriz al negocio.
Loa automóviles llevan dos ruedas motrices
4.- Dígase si parece bien empleado el adjetivo matriz en las siguientes frases:
Acude todos los días al edificio matriz de la empresa
Todo filósofo tiene una idea matriz de la que nacen las demás.
5.- Sustituir por términos más sencillos los que resaltamos en las
siguientes frases:
No quiero hacer uso de prerrogativa alguna.
Guarda sus ahorros en lugares recónditos.
Pedro es muy pusilánime: no se arreverá a hablar al director.
¡Qué vilipendio, ser acusado de ladrón!
Entramos en la urbe cuando ya era de noche.
Su explicación ha sido sumamente diáfana.
Se cayó sentada y se partió el cóccix.
Supo llevar con serenidad su infortunio.
Me han sustraído el dinero.
Nos dio la noticia con muchos circunloquios.
Entiéndase bien: las palabras sustituidas (prerrogativa, recóndito, etcétera) son
perfectamente propias, y tenemos que conocerlas y saber usarlas. Pero el principiante no debe
creer que escribirá mejor si las emplea sistemáticamente. Muchas veces, el secreto de un buen
estilo consiste en la sencillez, en parecer que se carece de estilo.
6.- En las oraciones siguientes, sustituir los superlativos formados con
-istmo o con muy, por otros giros.

Me ha escrito una carta cordialísima.
Le dijo cosas injuriosísimas.
Esa máquina es ruidosísima.
Esa máquina es silenciosísima.
Nos quedamos sor prendidísimos con su respuesta.
Era un hombre muy cruel.
En medio de la calle sobresale una casa altísima.
Hacer eso me resulta muy enojoso.
Es un humorista ingeniosísimo.
Me pareció una película muy desagradable.
Hay ahora relojes exactísimos.
4. Por cierto, no se habrá olvidado a qué adjetivos en grado positivo
corresponden los siguientes superlativos. Comprobémoslo:
paupérrimo, acérrimo, celebérrimo, integérrimo, pulquérrimo, libérrimo,
misérrimo.
5. Recordaremos también cómo se forma el superlativo de los
siguientes adjetivos:
bueno, fuerte, reciente, antiguo, sabio, noble, riel, sagrado, amable, frío.

LAS PALABRAS (II)
Sinonimia y riqueza léxica.
Recuérdese que llamamos sinónimos a los vocablos dotados de la misma
significación, como comenzar y empezar; tuberculosis y tisis; cerdo, tocino y
puerco
cochino; borrachera y embriaguez; ebúrneo y marfileño, etcétera.
• Hay quienes creen que un idioma es tanto más rico cuantas más
palabras sinónimas posee, lo cual no es cierto. Los sinónimos
estrictos son muy pocos, porque son inútiles: recargan la memoria
del hablante. Una lengua es rica cuando ofrece muchas palabras
distintas para significar cosas distintas. Y, cuando, siendo próximos
los significados de dos o más palabras, éstas permiten distinguir
matices o propiedades diferentes. Sólo entonces la abundancia de
palabras desempeña una función útil.
Así, caballo y corcel son vocablos casi sinónimos. Pero el corcel posee
características propias: es un caballo ligero y de bastante alzada. Tal vez
podríamos afirmar que no hay sinónimos exactos
• Cuando existen sinónimos o casi sinónimos, debemos elegir
aquel cuyo significado se ajusta más a lo que deseamos
expresar o al registro en que hablamos. De esta manera,
aunque guardar y conservar son palabras de significado cercano, su
empleo no será indiferente; y diremos:
Vamos a guardar (no conservar) las mantas en el armario. El pescado se
conservará (no se guardará) bien en el frigorífico hasta el lunes,
• Otros ejemplos:
Ayer pronunció una conferencia el doctor Lamb; el acto (no la ceremonia) se
celebró en la Facultad de Medicina.
Ayer fue investido como doctor (honoris causa) el doctor Lamb; la ceremonia (mejor
que el acto) se celebró en la facultad de Medicina.

El vidrio no aguanta mucho peso porque es muy débil (no frágil)
Le manifiesto nuestra gratitud por su importante donativo, le manifiesto nuestro
agradecimiento por su rápida respuesta.
Encuentro la sopa sosa (no insípida). El agua es insípida (no sosa)
Sinónimos y registro idiomático
Son muy útiles los vocablos .sinónimos que permiten elegir uno más apropiado
que los demás para un determinado registro idiomático, y para una definida
intención del hablante.
• Así parentela y familia pertenecen a registros distintos, y hay situaciones
en que no son intercambiables; familia, vale para cualquier ocasión pero
parentela no. Así es normal (aunque humorístico):
Por allí va don Ramón, con toda su parentela (o familia).
Pero será imposible:
¡Pobre hombre! ¡Morirse tan joven! ¿En. qué situación quedará su parentela?
Ayer visitaron- al detenido algunos miembros de su parentela.
En ambos casos, familia parece obligado.
• Tratemos de emplear el sinónimo adecuado al registro idiomático
en que estamos instalados.
• Cuando ese registro es el correspondiente a los escritos escolares,
decidámonos por lo más sencillo, por lo menos «científico» (a no ser que la
índole del escrito obligue a emplear tecnicismos), por lo menos «culto», sin

ser vulgar.
De ese modo, tener anginas será preferible a padecer de amigdalitis; nuestras
casas son contiguas mejor que tangentes; alguien se hizo un cucurucho de papel,
y 110 un cono; un mueble se pone en un rincón de la sala, no en un ángulo;
preferiremos marfileño a ebúrneo; verano a estío; apropiado o apto a idóneo;
ciego a invidente; certeza, a certidumbre; apocada a pusilánime; comprensión a
intelección.
• ¿Supone esto que debemos renunciar a una parte importantísima del
léxico español, y que, al recomendar lo más sencillo, propugnamos su
empobrecimiento? En modo alguno: nunca debe cesar nuestro afán de
conocer más y mejor las palabras. Las precisaremos a todas horas.
Nuestra recomendación, en este punto, sólo tiende a evitar, como ya
dijimos en otra ocasión, que quien se inicia en el difícil arte de escribir,
piense que éste consiste en emplear siempre las palabras más cultas y
especiales. Intentamos que empiece aprendiendo lo más sencillo; tiempo
tendrá de complicar su expresión. Entonces, cuando posea más
familiaridad con el idioma, sabrá cuándo, y en qué contextos, conviene
calificar a alguien de pusilánime o de apocado, o decir que una solución es
apropiada o idónea.
Denotación y connotación
Las palabras suelen denotar y connotar simultáneamente. Llamamos
denotación lo que una palabra significa, aislada de cualquier contexto, por sí
misma, tal como la define e) diccionario. Mientras que la connotación os el
conjunto de significados subalternos, afectivos, que la palabra adquiere en la
frase, según quién la emplea, y según el contexto en que se emplea.
• Así. Madrid denota una gran ciudad castellana. que es capital de España:

todos los hablantes coincidimos en ello. Pero, según quienes la emplean,
las adherencias sentimentales o connotaciones pueden variar:
(Los niños de un colegio rural) Este año iremos de excursión a Madrid. (Un
madrileño) Madrid es lo más bonito de. España.
(Un madrileño a fines de agosto) Se acabaron las vacaciones. Ahora a volver a
Madrid.
(Un enemigo del centralismo) En-Madrid se olvidan de las provincias. (Un
torero) Este año tomaré la alternativa en Madrid.
En cada uno de estos casos, el hablante ha connotado de distinta manera una
misma palabra.
• El lenguaje literario so caracteriza porque, en él, la connotación tiene una
especial importancia: prácticamente, de ella dependen los efectos
artísticos. Pero interviene igualmente en el lenguaje no literario, la
publicidad hace frecuente uso de ella. Se anuncia una moda, joven, porque
'lo joven' cuenta en la sociedad actual con connotaciones especialmente
positivas (en cambio, so han teñido de connotaciones menos favorables
madurez, experiencia-, reflexión, prudencia, etc.). Un refresco que toman
todos se considera preferible, porque hoy gusta no individualizarse (antes,
se hacía hincapié en lo 'único', en lo 'individuar). De igual modo, el
lenguaje político emplea muchas palabras con connotaciones diversas,
según la ideología que se adopta: piénsese en los matices connotativos que
pueden llegar a recibir vocablos o sintagmas como:
Autogestión
Autoridad
Nacionalidad
Parlamentarismo
Participación
Pacto social
Orden público
Gobierno

Policía
Comunista
Fascista
Empresario
Impuestos
Socialismo
Partido político
Propiedad
privada
• Pero la connotación no actúa solo en estos lenguajes especiales, sino en
el más corriente y ordinario. Por eso, al elegir las palabras debemos
considerar sus connotaciones, para evitar:
— que no se ajusten al contexto; o
— que puedan molestar al lector,
• Así. entrar y penetrar son voces sinónimas en muchos contextos:
Este clavo no entra (o penetra) en la pared
Entramos (o penetramos) en la casa por una puerta lateral;
pero, en virtud de sus diversas connotaciones, tendremos que decir
El pliego no entra bien- en el sobre (imposible penetra)
Véanse los ejemplos anteriores a propósito de acto
/agradecimiento, sosa ¡insípida.
¡ceremonia, gratitud
También, según el diccionario, son sinónimos bautismo y bautizo; ambos
significan 'acción de bautizar'. Por tanto, podremos optar entre
He ido al bautizo de mi sobrino o He ido al bautismo de mi sobrino. Pero
tendremos que decir, forzosamente:
Jesucristo recibió el bautismo en el río Jordán (y no
bautizo) Ayer celebramos el bautizo de mi barca (y no bautismo).
Las connotaciones vedan, pues ambos vocablos el empleo en algunos
contextos.

Otro ejemplo: rotura y ruptura son ‘la acción y el efecto de romper o
romperse’. Sin embargo, hablaremos de
Ruptura de relaciones diplomáticas (no de rotura)’, y de
La rotura del brazo (y no de la ruptura).
EJERCICIOS DE APLICACIÓN
1. En las frases siguientes, elíjase uno entre los dos presuntos sinónimos que
ponernos entre paréntesis, y justifíquese la elección:
Es delito (la falsedad>/ engaño) en documento público.
El prestidigitador (escamoteó/ocultó) el bastón.
Está muy grave, y el médico le ha ordenado (descanso/reposo)
absoluto.
Produce (intranquilidad/inquietud) la grave sequía que padecemos.
Realiza con gran (desenfado/soltura) las tareas de la casa.
El público aclamó al orador con (devoción/fervor).
Constituiría un grave (engorro/inconveniente) exponer
ahora todos los argumentos.
Los resultados que obtenemos (se divulgan/se difunden) entre otros
laboratorios.
A pesar de su rudeza, los movimientos de sus manos eran
(elegantes/distinguidos).
Los huelguistas llevan ya tres días de (reclusión/encierro) en la
fábrica.
Durante la reacción química, se desprende un gas (fétido/apestoso).
El sabio es normalmente (recatado/modesto).
¿Hace honor la O.N.U. a su (designio/propósito) de
mantener la paz?.
Aunque su inteligencia no rebasa la
(medianía/mediocridad), trabaja con decoro.
Esa romería pertenece al (montón/acervo) de las tradiciones lojanas.

Al echar las gotas, conviene que en la nariz no haya,
(mucosidades/mocos).
El caballo (murió/falleció) de una indigestión.
Esa señora (ha echado al mundo/ha parido) once hijos.
El capitán echó una (regañina/reprimenda) a los soldados.
Por cada dos paquetes de sopa que se compran dan uno (gratis/de
bóbilis).
2. Con las palabras desechadas, fórmense oraciones en que tengan perfecto
encaje.
LENGUA LITERARIA
Lengua escrita y lengua literaria
Aunque no pretendemos ser escritores (poetas, nove-y lisias, dramaturgos), la
lectura de obras literarias nos ayuda extraordinariamente, según hemos
repetido, para perfeccionar nuestras posibilidades expresivas.
• La lengua literaria es, básicamente, la lengua escrita
Culta (la que deseamos aprender), en la que a veces se introducen
palabras poco usuales (cultismos, voces inusitadas, extranjerismos,
arcaísmos, etc.) y que se somete normalmente a una voluntad de forma.
Pero esta tampoco nos falta a nosotros, aunque nuestro objetivo sea la
claridad y la sencillez más que la belleza. Por lo demás, insistimos,
muchos rasgos son comunes a la lengua literaria y a la lengua escrita
culta. Muchos escritores, por lo demás, introducen en sus obras giros
coloquiales y hasta vulgares, para producir ciertos efectos expresivos.
La función poética
En la Literatura, suele emplearse el idioma para llamar la atención sobre sí
mismo, sobre cómo están dichas las cosas.

Para ello, debe producir extrañeza, y ha de usar artificios extrañadores.
Nosotros tendremos que emplearlos a veces, si deseamos que nuestro escrito
rebase la mera llaneza. Pero no creamos que esos recursos hayan de ser raros o
muy chocantes. Véase este texto do Pío Baraja (1902), escritor que es modelo de
naturalidad lingüística:
«El inmenso poblachón estaba silencioso, mudo. Hacía luna llena; los
faroles de la calle, por este motivo, se hallaban sin encender. El pueblo,
iluminado fuertemente por la claridad blanca de la luna, aparecía
extraño, fantástico, con la mitad de las calles a la sombra y la otra
mitad blanco-azulada. En la zona de sombra, encima de algunos
portales, veían se escintilar balancearse vagamente farolillos
encendidos, que iluminaban los santos y las hornacinas.»
El pasaje es evidentemente, muy sencillo y “natural”; pero so observarán en él
rasgos inequívocamente literarios:
− el asíndeton (unión sin conjunciones): silencioso, mudo; o este otro;
extraño, fantástico (en la lengua ordinaria diríamos silencioso y mudo,
extraño y fantástico);
− La adjetivación ornamental: inmenso población, claridad blanca;
− Las series binarias silencioso, mudo; extraño, fantástico; mitad de las
calles a la sombra y la otra mitad blancoazulada; escintilar y
balancearse; los santos y las hornacinas;
− Formaciones y palabras de uso poco común (reían se, blanquiazulada,
ragamente) e incluso raras: escintilar ni siquiera figura en el diccionario;
es derivada del latín scintilla ‘centella’, y significa, por tanto, ‘centellear,
lucir fugazmente’.
• Cuando el lenguaje se emplea para llamar la atención sobre sí
mismo, actúa en él la función poética.

Medios para producir la “extrañeza” en la lengua literaria. Son muchos. Ya
hemos visto algunos:
• Empleo de palabras poco usuales: arcaísmos, neologismos, voces
inusitadas, y cultas, etcétera; y de construcciones sintácticas poco
habituales.
En los escritos escolares debemos renunciar a estos recursos, según
hemos venido exponiendo a lo largo del curso. Pero ello no nos exime de conocer
las posibilidades expresivas del idioma, tales como se manifiestan en la
literatura.
• Búsqueda de ritmos marcados mediante series de términos
(binarias, terciarias, etc.). Diestramente empleados, pueden conferir
calidad a cualquier tipo de prosa. Pero, cuidado: no caigamos en la excesiva
musicalidad o en el sonsonete contra lo cual hemos prevenido ya.
Añadamos estos otros artificios:
• Uso de epítetos (adjetivos ornamentales, no estrictamente
necesarios para la comprensión del mensaje), He aquí otro fragmento del
«natural y sencillo» Baroja, cuajado de epítetos:
Era un paisaje de una desolación profunda; las cruces de piedra se levantaban
en los áridos campos, rígidas, severas; desde cierto punto, no se veían más que
tres [...] • Fernando componía con la imaginación el cuadro del Calvario. En la
cruz de en medio, el Hombre-Dios que desfallece, inclinando la cabeza
descolorida sobre el desnudo hombro: a los lados, los ladrones luchando con la
muerte, retorcidos en bárbara agonía [...]; los soldados romanos con sus cascos
brillantes; el centurión en brioso caballo, contemplando la ejecución,
impasible, altivo, severo [...].

Ya sabemos que en un escrito no literario, hay que dosificar los epítetos y
evitar los triviales (como el brioso caballo de que habla Baroja). Tampoco hay
que excederse buscando los más insólitos, vengan o no a cuento.
• Frecuente utilización de figuras retóricas; en la próxima lección
trataremos de la metáfora.
• Por fin, las repeticiones, de que vamos a ocuparnos.
Los apareamientos
Con el término apareamientos traducimos el inglés couplings, con el cual so
designan los «pares» o parejas de elementos (a veces son más de dos) que
aparecen como recurso constructivo en la lengua literaria. A veces, un elemento
repite otro elemento anterior; eso sucede en la rima, por ejemplo. Pero puede
repetirse una palabra:
«La hueste de mendigos se conmueve. con un largo murmullo, semejante al
murmullo del rezo [...]. Cuando el rumor se aquieta, alza su voz un mendigo
gigantesco [...] y en aquella voz gangosa...» (Valle-Inclán)
«He aquí el tinglado de la antigua farsa, la que alivió en posadas aldeanas el
cansancio de los caminantes, la que embobó en las plazas de humildes lugares
a los simples villanos, la que juntó en ciudades populosas a los más variados
concursos» (J. Benavente).
« — ¡Voy a ver hasta dónde me llega el mar!
»Y anduvo, anduvo, anduvo. El mar, ¡qué cosa rara!, crecía, se volvía
azul, violeta. Le llegó a las rodillas. Luego, a la cintura, al pecho, a los
labios a los ojos. Entonces, le entró en las orejas el eco largo, las voces
que llaman de lejos. Y en los ojos, todo el color. ¡Ah, sí, por fin, el mar

era verdad! Era una grande, inmensa caracola. El mar,
verdaderamente, era alto y verde»
Los apareamientos constituyen en ese fragmento una densa red:
− Y anduvo, anduvo, anduvo
− El mar [...] creía, se volvía.... (repetición do la función verbal..,).
− Se volvía azul, violeta (repetición de la función atributiva: los adjetivos
significan color)
Le llegó a las rodillas. Luego, a la cintura, al pecho, a los labios, a los ojos
(repetición de la función de complemento circunstancial; los complementos
significan partes del cuerpo).
Debemos conocer las posibilidades de empleo que ofrece la técnica de los
apareamientos, para usarla adecuadamente, en función del contenido de
nuestros escritos y de los fines más o menos literarios que persigamos.
Cuando predomina la intención informativa, el escritor no se detiene, y avanza
sin crear apareamientos:
Las figuras
Según la Retórica tradicional, son figuras todas las «anomalías» que se
producen en un escrito, todo aquello que produce extrañeza en el lector. Se han
descrito varios centenares de figuras posibles. Muchísimas de ellas se basan en
la repetición y consisten en verdaderos apareamientos.
Figuras fónicas
La principal es la aliteración o repetición de uno o varios fonemas, con una
frecuencia perceptible:

Con el ala aleve del leve abanico (Rubén Darío).
Cuando la aliteración persigue una finalidad imitativa de sonidos o nudos, se
denomina onomatopeya:
El silbo de los aires amorosos (San Juan de la Cruz)
Tocó con el codo lo campana gorda, que se quedó exhalando un vaho de
resonido (G. Miró),
• La aliteración, como toda repetición muy marcada, perjudica a la
prosa no literaria: produce cacofonías y sonsonetes, según vimos.
Figuras sintácticas
Son artificios de la construcción gramatical. Y muchos de ellos se producen por
apareamiento.
• La anadiplosis repite la última parte de un verso o de un grupo
sintáctico al principio del siguiente:
Oye., no temas, y a mi ninfa dile dile que muero (Villegas).
Y aún se me ocurre otra razón, razón que considero decisiva.
• En la epanadiplosis, un verso o una frase empiezan y terminan del
mismo modo:
Verde que te quiero verde (F. García Lorea).
La medicina que él practica nada tiene que ver con la medicina.
• Otras veces, una serie de frases (o fragmentos de frase) empiezan de
mismo modo, aunque digan cosas muy diferentes: tal artificio repetitivo de

apareamiento recibe el nombre de anáfora:
«Terrible como Dios es la soledad de la cumbre, pero es más terrible la soledad
del páramo. Porque el páramo no puede contemplar a sus pies arroyos y
árboles y colinas. El páramo no puede mirar a sus pies; el páramo no puede
mirar más que al cielo (Unamuno).
Figuras de palabra: los tropos
Aún hay un importante tipo de figuras: aquellas en las cuales una palabra
cambia de significado. Reciben el nombre particular de tropos. Así, en la letrilla
de Góngora al nacimiento de Cristo, que empieza:
Caído se le ha un clavel hoy a la Aurora del seno,
los nombres clavel y Aurora deben ser entendidos como 'Niño Jesús' y 'María',
respectivamente; se usan con otro significado y son por tanto tropos.
EJERCICIOS DE APLICACIÓN
1. Señálense los apareamientos existentes en estos dos textos: en función (leí
resultado, dígase cuál está más litera liza do. Discútase cuál de Ellos se prefiere.
En esto se nos acercó un barco que iba a la deriva de una manera desesperada.
Nos hizo señales y nos preguntó si teníamos médico; le dijimos que no, y nos pidió
quinina. Buscamos en el botiquín del doctor Cornelius, pero no había quinina. Lo
único que pudimos enviarles fue unas cajas de té. El barco aquel se hallaba
apestado. La tripulación, enferma de vómito negro, tenía un aire lamentable;
estaba formada por hombres haripientos, verdaderos esqueletos amarillos., con
pañuelos y trapos en la cabeza (Pio Baroja)
1. Señalar las figuras existentes en estos textos:

Un vientecillo que pincha baja por la ladera, husmea-como un can con hambre
por las callejas y se escapa ululando por el olivar del cura (Camilo José Cela).
Una torrentera, rojiza rasga los montes (Azorín).
II
Siempre esta nostalgia, esta inseparable nostalgia que lodo lo aleja y todo lo
cambia. Dintelo tú, árbol.
Te miro, me miras. Y no eres ya el mismo. Ni es el mismo viento quien te está
azotando. Dímelo tú, agua.
Te bebo. Me bebes. Y no eres la misma. Ni es la misma tierra la de tu garganta.
Dímelo tú, tierra.
Te tengo. Me tienes. Y no eres la misma. Ni es el mismo sueño de amor quien te
llena, Dímelo tú, sueño.
Te tomo. Me tomas. Y no eres ya el mismo. Ni es la misma- estrella quien te está
durmiendo. Dímelo tú, estrella.
Te llamo. Me llamas. Y no eres la misma. Ni es la misma noche clara quien te
quema. Dímelo tú, noche.
(R. Alberti.)
El narrador ha descrito antes una tempestad que atemorizó a la población en
que vivía.
Quien, con antecedente no personal, es una licencia del
poeta, que
«humaniza» el viento, y, luego, el sueño, la estrella y la noche.

LOS TROPOS: LA METÁFORA
La comparación o simil
Antes de ocuparnos de la metáfora, que es el tropo principal (recordemos que.
en el tropo, cambia la significación de la palabra), debemos tratar brevemente
del símil o comparación, que está en su vecindad sin ser tropo.
• Y no es porque, cuando comparamos el declinar de una vida con una
puesta de sol en ninguno de los términos que intervienen se produce
mutación de significado. Además- de un modo u otro, al comparar marcamos
gramaticalmente el hecho de que estamos comparando:
Su vida declinaba como el sol en el ocaso En sus últimos años, su vida
semejaba al sol en su ocaso.
• La actividad de comparar parece inherente al hombre. Se
recurre a ella para presentar más plásticamente lo que se quiero decir
y. muchas veces. para concretar un pensamiento abstracto:
El sentido moral es al hombre /o que la raíz al árbol: vía de nutrición para su
espíritu, y medio de arraigo para su personalidad.
• En todo simil hay un término real (A) que se compara con un término
imaginario o imagen (B):
Eres blanca (A) como los corderinos (B) cuando salen del lavadero, y rubia
(A) como las mieses doradas del estío (B) (P. Baroja).
En nuestros escritos, la comparación debe ser sugestiva, pero no
extravagante ni desmesurada. Y además, oportuna: si la comparación no
viene a cuento si el resultado es mediocre por insustancial o excesivo,

si se abusa, los efectos perjudican gravemente al escrito. He aquí
ejemplos que participan de esos inconvenientes:
Al saber que no habría exámenes me sentí como un condenado a muerte al que
hubieran indultado.
El césped brillaba como un manto de esmeraldas tendido por el suelo. El
Gobierno se ha equivocado, como un colegio de párvulos, al proponer esa ley.
El sol cae como el sonido del órgano por todo el paisaje.
• De modo especial deben rehuirse las comparaciones estereotipadas,
esto es las que se repiten mecánicamente:
blanco corno la nieve
rojo corno la grana
más bueno que el pan
manso como un- cordero
más fresco que una lechuga
ligero como un cono
huyó como alma que llera e! diablo
eso es así como dos y dos son cuatro
lo hizo en menos que canta un gallo, etc.
Sin embargo, los escritores (nos referimos a los artistas) logran n veces muy
buenos efectos empleando comparaciones estereotipadas, así como otros rasgos
del lenguaje coloquial y vulgar. El principiante debe evitarlas, pues es muy
probable que empobrezcan su expresión.
• El arte de comparar es sumamente difícil y exige un gran esfuerzo
creador. He aquí algunos ejemplos de símiles magistrales usados por
J.Ortega y Gasset:
— De lejos, solo en la llanura mancheba, la larga figura de don Quijote. Se
encorva como un signo de interrogación.
— ¿Qué es esta España, este promontorio espiritual de Europa, esta

como proa del alma continental?
− El individuo no puede orientarse en el universo sino a través de su raza,
porque va sumido en ella como la gota en una nube viajera.
− Sobre la línea del horizonte en estas puestas de sol inyectadas de sangre.
—como si una vena del firmamento hubiera
sido punzada—, levántense los molinos harineros de Criptana.
• Los más frecuentes signos de la comparación son las conjunciones
como, tan... como, más... que y menos... que. Pero
hay otras muchas maneras de establecerla:
Me quedé paralizado, igual que si hubiera caído en un cepo.
Al ponerse, el sol, pareció que las furias del cielo se desataban.
Su voz semeja un tintineo de campanas.
Cuando se enfada, sus carnes tiemblan de modo semejante a un flan
Salí de allí al igual que un pájaro de la jaula.
Temo a ese individuo; llega siempre con la inoportunidad de un telegrama que
trajera malas noticias.
Siguió recto, con la obstinación de mi barco guardando en el rumbo.
La metáfora
Con esta palabra lie origen griego (significa 'transposición ’ ) designamos el tropo
por el cual se aplica el nombre de un objeto a otro objeto con el cual se observa
alguna analogía. El espíritu establece entre ellos una comparación, y designa a
uno con el nombre del otro, suprimiendo cualquier rastro gramatical de la
comparación. Así son metáforas: pata (de silla, mesa, banco, etc.), por similitud
con las patas de los animales; cabeza (de aguja, clavo, grano, etc.) por semejanza
con la de una persona; araña 'lámpara', porque sus brazos evocan las patas de

ese animal; red de carreteras, porque dibujada en un mapa parece efectivamente
una red: lecho do un río ojo de una aguja, cola ‘fila', columna vertebral, lomo de
un monte caballete de un pintor, cuello de una botella, etcétera.
Tropos léxicos
Estos ejemplos de metáfora que hemos propuesto y creación de tropos son
tropos léxicos: están incorporados al uso general, los diccionarios los registran y
nadie los identifica como figuras, ya que no producen extrañe/a alguna. Con
ellos, quien escribe 110 puede ejercer su creatividad: son palabras
completamente normales.
• Pero el escritor crea sus propios tropos, entre ellos las metáforas,
que son un poderoso instrumento expresivo. Pueden aparecer lo mismo en un
texto refinadamente literario:
Mi soledad lleco dentro,
torre, de ciegas ventanas (M. Altolaguirre).
(donde soledad so transforma en la metáfora torre de ciegas ventanas), como en
una crónica deportiva: Neme se pasó la (arde hambriento de balón, donde
hambriento es la metáfora que sustituye a deseoso.
Mecanismo sintáctico de la metáfora
Recordemos algo que ya exponíamos en la lección 2. La palabra aislada no puedo
funcionar como tropo. Pata, por sí sola, no es una metáfora: funciona como tal
sólo en contextos: pata de silla, de banco, etcétera.
• Cada vocablo posee unos rasgos semánticos que lo caracterizan, así
meditar, tiene. entre otros rasgos, el de necesitar un sujeto humano. Como

pez no tiene en su componente semántico, el rasgo [humano], será imposible
combinar este nombre con el verbo meditar, y decir, por ejemplo. El pez
meditó. En cambio, nombres como niña, cartero, profesora, capitán, etcétera,
que sí poseen tal rasgo podrán combinarse libremente con meditar.
• Cuando dos palabras se combinan en la frase, sin que haya acuerdo
entre sus rasgos semánticos, pueden ocurrir dos cosas;
— que la frase carezca de sentido; un cigarrillo arquitecto hojea, v-
— que la insólita combinación nos fuerce a darle sentido interpretando
alguno de sus términos como metáfora, esto es como palabra que en
realidad, funciona con otra significación: hambriento (=deseoso) de balón.
Y así, son interpretables como metáforas las palabras que, en las frases
siguientes, imprimimos en negrita, aunque no son coherentes con el contexto:
Tengo para usted uno montaña (= conjunto enorme) de preguntas
Nos han puesto en el examen un tema venenoso ( = dificilísimo)
Su ingenuo chisporroteó con gracia, pero no convenció
Habló fluvialmente (= extensa y continuadamente) más de dos horas.
Como vemos, las metáforas pueden consistir en nombres, adjetivos, verbos y
adverbios.
Principales formulas de la metáfora
La metáfora se diferencia del símil en que éste, según vimos, expresa
explícitamente la comparación del término A con el término B (A es como B):
Castilla (A) es ancha y plana como el pecho de un varón (B) (J. Ortega y
Gasset).

En cambio, en la metáfora, aunque le sirva de fundamento una comparación,
también, ésta no se manifiesta formalmente: por el contrario, se presenta como
una identidad: A es B:
La luna nueva ( A) os una vocecita en la tarde (B) (J. L, Borges).
• Designamos con A el término real (Castilla; la luna nueva), y con B
el término imaginario o imagen (pecho de un varón; vocéala en la tarde).
En el símil, se comparan explícitamente el término real y la imagen; en la
metáfora, término real e imagen se identifican.
• La fórmula gramatical más sencilla de metáfora es esta que
acabamos de ver; A es B:
— La moto es un ruido en dos ruedas.
— La cabeza de mi prima, es un molinillo de papel.
— Sus brazos son sarmientos.
• Pero existen otras fórmulas, así, B de A (en la que, sin embargo,
— El jinete se acercaba tocando el tambor (B) del llano (A) |= tambor] (F.
García Lorca). Había allí un hormiguero (B) de gente (A) [=
hormiguero].
— La fórmula A:B tiene un carácter aposicional: el término B so construye en
aposición con A:
— El ruiseñor (A), pavo real (B) facilísimo del pío (J. Guillen):
— en estos versos, el ruiseñor (A) os impuro real que canta bien (B).
— La Plaza Mayor (A), carrusel (B) a esas horas de la tarde, estaba ayer
desierta.
• Variante importante del esquema anterior es la metáfora
impresionista (porque empezó a usarse a fines del siglo pasado, durante el
Impresionismo), en la cual, al término real A se aponen dos o más rasgos que

lo caracterizan y se identifican con él (A: a, b, c, d...):
Ya viene, oro (a) y hierro (b) el cortejo (A) de los paladines (Rubén Darío):
en este ejemplo, el término real A. el cortejo, se define con (los rasaos, a y b
(oro y hierro), que sirven para describirlo metafóricamente, con una construcción
sintáctica aposicional: el cortejo-— oro y hierro.
• Por el olivar venían,
bronce (a) y sueño (b), los gitanos (A) (F. García Lorca).
• El curso (A), esperanza (a), trabajo (b) y tensión (c) toca a su fin.
Emplear prudentemente las metáforas
En general, es preferible la palabra propia a la palabra metafórica. Así, será
mejor decir
Ignoro los motivos que Los motivos se me ocultan; y El ladrón desapareció
entre el público valdrá más que El ladrón se esfumó entre el público.
• Pero no podemos renunciar a las metáforas, porque son un
factor insustituible de animación del estilo. Si de un orador digo que
«habló “fluvialmente”, al hacerlo pensar en el curso largo y continuo de
un río comunico al lector más información y más viva que si digo: «habló
larga y continuadamente»,
• Pero, al emplear las metáforas, debemos estar prevenidos
contra
en estos peligros.
• Su empleo tópico, de acuerdo con la norma de evitar las
monedas corrientes en nuestros escritos. Decir que un acto se cerró con
broche de oro, o que alguien fue recibido en olor de multitud, aburre ya
hasta la náusea. He aquí ejemplos evitables:

• La invención de metáforas incongruentes o absurdas, que puede
conducir al ridículo:
Es un campo virgen, preñado de posibilidades (por, con enormes posibilidades):
Es un hombre seco, empapado de soberbia (por: lleno de soberbia)
Estamos inmersos en arenas movedizas (pro: Sólo cultiva un género; si la faceta
es cada cara de un poliedro) nada puede tener una sola faceta.
Subsiste el divorcio entre palestinos e israelitas (por pugna; ¿han estado
acordes alguna vez?.
EJERCICIOS DE APLICACIÓN
1. ¿Con qué podrían compararse una nube, el canto matutino del gallo, la veleta
de una torre, un camello andando por el desierto, un deseo irresistible?
2. Decíamos que la comparación puede servir para ilustrar de modo concreto
las ideas abstractas. ¿Qué tropos hay en este pasaje de La Celestina, y para
qué sirven?:
La vejez no es sino mesón de enfermedades, posada de pensamientos, amiga de
rencillas, congoja continua, llaga incurable, mancilla de lo pasado, pena de lo
presente, cuidado triste de lo por venir, vecina, de la muerte, choza sin rama que
se llueve por cada parte, cayado de mimbre, que con poca carga se doblega.
3. Léase el siguiente párrafo de /. Donoso Cortés (1809-53), y discútase la
posible vigencia actual de sus comparaciones:
[En la Biblia], el Génesis es bello como la primera, brisa que refrescó a los

mundos, como la primera aurora que se levantó en el cielo, como la primera flor
Que brotó en los campos, como la- primf.ru palabra amorosa que pronunciaron
los hombres, como el primer sol que apareció en el Oriente. El Apocalipsis de
San. Juan es triste como la última palpitación de la naturaleza, como el último
rayo de luz, como la última mirada de un moribundo.
4. Critíquense las metáforas que se consideren insatisfactorias en las
siguientes frases:
Es difícil gobernar la nave del Estado.
Cielitos de automóviles surcan las carreteras.
Entre ambos se alza el muro de su mutuo orgullo.
La población de origen africano es blanco de discriminación en algunos estados
de Norteamérica.
Los pacifistas han emprendido una cruzada a favor del desarme.
Quiroga se disparó contra Liñán, aunque luego recogió velas.
Ya amaina la escalada de huelgas.
Una oleada de rumo} es circula en los medios políticos.
Emprendemos una nueva singladura, que durará muchos años.
El blanco sudario de la nieve cubre los campos.
De sus ojos salió un torrente de lágrimas.
En Oriente pueden correr ríos de sangre.
Tiene el corazón roto en mil pedazos.
Guarda en el alma las cicatrices de su fracaso.
TROPOS: LA METONIMIA
La metonimia

Como ya sabemos, se produce un tropo cuando una palabra cambia de
significación. Examinamos un tropo importante: la metáfora. Nos ocuparemos
ahora de otro: la metonimia (término que, en griego, significa 'enrabio de
nombre').
• Mientras que en la metáfora una palabra adopta el significado de
otra, en virtud de una analogía implícita ("las parias de su boca» por 'sus
dientes'), en la metonimia ese traslado se realiza porque entre las cosas
designadas existe contigüidad (no parecido). Así. hablamos de los pies de
la cama porque, efectivamente, al acostarnos, nuestros pies se sitúan en
aquella zona del lecho. Si de una persona decimos que es el violín de la
orquesta, es porque, en la orquesta, actúa con un violín. Pies (de la cama)
y violín (el músico que toca ose instrumento) son metonimias.
• He aquí otros ejemplos:
Sócrates bebió la muerte con su propia mano. (Bebió la cicuta, que es un veneno;
entre cicuta y muerte hay contigüidad, y muerte es. por tanto, una metonimia
que sustituye a cicuta.)
El número once ha fallado una ocasión, de gol (Lo ha fallado el jugador que lleva
el número once en la camiseta.)
Nunca más debe, producirse, un 1936. (Por guerra civil, aludiendo a la que
empezó ese año.)
El Prado ha adquirido un Murillo. (Un cuadro imitado por dicho artista.)
Participaron en la cacería doce escopetas. (Cazadores portadores de tales
armas.)

Va ganando Ecuador por dos a cero. (El equipo que representa a Ecuador.)
Tipos de metonimia
La contigüidad que caracteriza a la metonimia puede establecerse
de muchas maneras, y olio da lugar a varios tipos de metonimia. Examinemos
algunos.
• Efecto por causa, o causa por efecto. Si decimos miles de compatriotas
parados carecen de pan, es el efecto que resulta de una causa: la de
carecer de trabajo. Lo mismo ocurre en Sócrates bebió la muerte con su
propia mano (la muerte, es el efecto de haber bebido la cicuta).
A la inversa, la frase El chutazo del delantero dio en el poste significa que el
balón impulsado por el chutazo se estrelló allí; se ha tomado la causa (el chutazo)
por el efecto (el balón fuertemente impulsado). En Esa radio me destroza los
oídos, la radio es la causa de que sus fuertes sonidos (los efectos) destrocen mis
oídos. Una radio apagada no produciría molestia alguna.
• Contiene por contenido. Se producen metonimias de esta clase en frases tan
comen! es como Me tomé, una copa o Me fumé una pipa, ya que lo que tomé
y fumó fueron, respectivamente, los contenidos de la copa y de la pipa.
Cuando sube la cesta de la compra, no queremos decir que es el continente (la
cesta) lo que aumenta de precio, sino los artículos de consumo que en ella se
transportan (el contenido).
Sin mucho esfuerzo, podemos incluir en esta clase de metonimias el empleo de
un nombre de lugar en vez de las personas (todas o una parte) que en él están:

La Cámara Santa (quienes quedaron consternados fueron los asturianos).
Sobre Gibraltar (el Gobierno de Madrid al de Londres).
La Casa Blanca ordena una investigación (el Presidente de los Estados Unidos,
que reside en la Casa Blanca).
• Símbolo por cosa simbolizada. El año 1936 es símbolo de una cruenta
guerra civil; de ahí que, metonímicamente, pueda sustituir a guerra civil
en una frase como Nunca más debe repetirse un 1936. Podemos reconocer
este tipo de metonimia en los ejemplos siguientes:
Los colores azulgranas estarán presentes en la Copa de Europa (es decir, el
Barcelona, simbolizado por el azul y grana de sus camisetas). En Lepanto, la
Cruz venció a la media luna (los cristianos vencieron a los turcos).
Es cinturón negro de judo (que es el símbolo de una categoría alcanzada en ese
deporte).
• Lugar, por lo que en él se produce. Se trata de una metonimia muy
corriente, por la cual el objeto campana recibió el nombre de la ciudad
italiana de Campania. famosa por sus broncos. Al mismo tipo pertenecen
las metonimias que permiten llamar jerez a un vino producido en Jerez;
champán, a otro vino de la región francesa de Champagne, y coñac, al
licor de otra región francesa. Más nombres de vinos: el rioja, el burdeos, el
cariñena, el mosela... De quesos; el cabrales, el roncal, el «gruyere»... El
juego llamado «rugby» se llama así metonímicamente, porque empezó a
jugarse en la Universidad inglesa de Rugby.
ojo
El afín a esta clase de metonimias el nombrar una obra o un texto por las

palabras con que empieza: el Padre nuestro, la encíclica Mater el magistra, el
Dies irae, el Magníficat, etcétera.
• El nombre de un objeto por el de otro contiguo a él, Aludimos a
contigüidad física, a verdadero contacto: los pies de la cama, el cuello de la
camisa, la espalda del vestido, el talle de la chaqueta, la cintura del
pantalón, el talón, del zapato. los dedos de los guantes, etc.
• Son muchas más las posibilidades de la metonimia, en cuyo
detalle no podemos entrar. Hablar de un dos caballos, de un microsurco,
un LP, (inglés long playing, traducido por larga duración de un CD'), de
una visita (por una persona que nos visita), de un descapotable, de un
campeón de los cien metros, supone emplear otros tantos tropos de ese
género.
• Algunos de los tipos de metonimias descritos se llamaron
tradicionalmente sinécdoques; pero este término parece innecesario,
ya que los fenómenos lingüísticos que recubre se basan todos en la
contigüidad.
Empleo de la metonimia
No tenemos más remedio que repetir consejos ya dados: las metonimias son muy
útiles, especialmente para crear un sinónimo circunstancial que evite repetir
alguna palabra, pero su empleo debe hacerse con originalidad y, a la vez, con
cuidado.
• Igual que, en el caso de las metáforas, debemos huir de las que
resaltan tópicas. Aclaremos aquí que hablar de un microsurco, del
clarinete de una orquesta o de un dos caballos no es tópico: son nombres

comunes incorporados al léxico. Pero ya resulta intención a da ni ente
literario, y se cae en la trivialidad, decir que Los velas (por naves) de
(Colón) se hicieron a la mar, o que la Fama de tal ciudadano será
proclamada por los mármoles. Se faltaría a la debida proporción si se
dijera que un torero lleva en su piel (por su cuerpo) las cicatrices de su
valor. Y sería declaradamente enfático afirmar que La Cruz (por el
Cristianismo) es incompatible con la hoz y el martillo (por el comunismo).
• Vigilemos que no se comprado a sus hijos seis pares de calzoncillos: dos
por cabezo. O el del alcalde orgulloso porque en la playa de su pueblo se
bañaban los domingos más de mil almas.
Su uso como sinónimo circunstancial
Al igual que la metáfora, la metonimia puede servir, según hemos dicho, de
sinónimo circunstancial, que permite nombrar un mismo objeto con distintos
nombres, si no existen sinónimos normales.
• De esta posibilidad hacen buen uso, por ejemplo, los periodistas
deportivos, cuantió titilen que evitar la repetición de balón y su casi
sinónimo pelota:
Martínez recibe el balón y lo pasa a Quino; éste centra, pero despeja la defensa, y
la pelota vuelve a Matinés, que no la alcanza. Nuevamente Muñoz se hace con el
esférico, pero lo pierde a los pies de Quino, que inicia la jugada del gol. Pasa a
Rubio, que recibe el cuero en mala posición, pero centra; Quino, que llegaba
embalado, larga el trallazo que entra en la puerta de Rosal.
• Nos hemos encontrado por la calle con un nombre ya de bastante
edad: va mal vestido, y parece un mendigo; nos hemos puesto a hablar

con él. Y contamos nuestro encuentro (usando los sinónimos hombre e
individuo al principio):
No había nadie en la calle: era tarde y hacía frío. Sólo un hombre sentado en un
portal, que me dijo al pasar: —«¿Tanta prisa tiene?'») Me detuve:- «¿Le sucede
algo?» Me miró en silencio, mientras chupaba un cigarro apagado. —«¿Tiene
fuego?» Pero yo no llevaba cerillas. ¿Quién sería aquel individuo? Sus ropas
estaban ajadas, su barba crecida; tendría setenta años. «Sólo puedo darle diez
dólares, —«No pido limosna», me (Dijo sin acritud. «Quería incitarle a una copa»,
mentí para subsanar mi error. -«Cuando quiero beber, me lo pago». —« ¿Qué
desea, pues?» —«¡Hablar! No hablo con nadie en todo el día». Le pregunté si no
tenía familia, y contestó que dos hijos y ocho nietos. He leído cosas sobre la
soledad de los viejos. Ahí estaba una de esas criaturas solitarias, un prójimo
aislado, un semejante que sólo pedía hablar... y fuego para su cigarro apagado,
que no pude darle. Era alguien que mendigaba humanidad.
• La cabeza parlante, es decir, que habla separada del cuerpo y que
maravilló a don Quijote en Barcelona, sigue embobando a mucha gente en
las barracas de feria. Se trata de un ingenioso juego de espejos, pero mi
hermano pequeño lo ignora, y no he querido quitarle la ilusión (son
sinónimos fijos cabeza y testa)'.
—« ¡La cabeza parlante! », anunciaba el altavoz de una barranca.—«¡Pasen a
ver la cabeza sin tronco, la cabeza sola que, responde a las preguntas del
respetable!» Y he entrado con mi, hermanillo, que me apretaba la mano,
nervioso. En efecto, allí, al fondo de la barraca, en una hornacina, estaba la
maravillosa testa. Nos hemos acercado con precaución; Rafa quería salirse pero
lo he forzado a llegar hasta el prodigo, que era de mujer. El fenómeno nos ha
mirado lánguidamente y ha exclamado: --«¡Hace mucha calor!» Rafael me tiraba

de la mano, pero tenía la mirada fija en el portento. «Sí: treinta grados a la
sombra.» Pero en el rostro de aquella maravilla no había sudor, « ¿(Como no suda
usted?» «Me abanico cuando no hay nadie», ha contestado el monstruo
incorpóreo.

2. En el siguiente texto, sustitúyase la palabra mar por sinónimos reculares,
metonimias, metáforas, etc.
He salido por la noche a ver el mar. Había luna llena, y podía verse el mar casi
hasta el horizonte. Estaba yo solo en la playa, y el mar m llegaba casi hasta los
pies. El rumor del mar era lo único que se oía. Un rumor continuado, sordo y
bravo. La luz de la luna formaba como un camino de luz sobre el mar. Siempre
estaba frente a mí; aunque me desplazara, siempre tenía enfrente aquella vía de
luz abierta en el mar.
3. Realícese el mismo ejercicio con el siguiente texto, en que so repito la
palabra lenguaje:
En un sentido amplio, todos los animales poseen su lenguaje: no es el único
poseedor de ese privilegio. Pero sí caracteriza al lenguaje humano oral un rasgo
exclusivo: el ser «articulado». El lenguaje animal está formado por signos que,
normalmente, no se combinan, no se articulan para construir «frases», es decir,
unidades significativas de orden superior. Nuestro lenguaje, en cambio, se
compone de pequeñas unidades, en número limitado, que combinadas o
articuladas entre sí, pueden producir un número teóricamente infinito de
mensajes. El lenguaje humano constituye una maravilla y, en buena parte, un
enigma.