Cuentos_Dia_E

Desierto de Atacama, Chile, abril de 2013
Infinita planicie, entre las cordilleras de los Andes y de la Sal.
Me puse en cuclillas y recogí en mis manos un poco de arena, caliente,
fina, morena. La dejé escapar por los nudillos de mis dedos
tal como el tiempo que transcurre. Difícil de darse cuenta de la vastedad
del lugar. Una vista casi lunar del sitio; un mundo paralelo al
borde del imaginario, un escenario fantástico. Mi mirada no podía
abrazar la inmensidad y fui sumergido por el esplendor del juego de
luz y sombra en el relieve para crear un teatro sobrenatural. Me hacía
pensar al libro de arte sobre el genio delirante de Dalí que tenemos
en casa y en el que se nota muchas obras donde aparecen el desierto
y la arena. Observé a mi padre. No había nada que añadir a nuestras
miradas y sonrisas intercambiadas y entendí que la emoción estaba
compartida en ese momento privilegiado. Sentí su orgullo y sentí el
trastorno al descubrir este paisaje tan conmovido. Los telescopios
parecían salidos de la novela Dune, de Frank Herbert, libro de buen
tono algunas noches. Construcciones macizas extirpadas del corazón
de la tierra que parecían arregladas para recibir señales extraterrestres.
Parábolas abiertas, gigantes, en líneas organizadas como un ejército
de guerreros en formación listos para arrostrar enemigos venidos de
planetas alejados para conquistar el nuestro.
Caracas, Venezuela, Cumbre para el Desarrollo Económico de
América Latina (CDEAL), 23 de abril de 2031
Desde la disolución de la UNASUR en 2020, era la primera
vez que se reunían los miembros de la exalianza.
«Óscar, ¿estás listo? Empezamos en dos minutos», anunció el
director de la sesión. En ese momento particular donde se jugaba mi
reputación como científico, me acordé de lo que mi padre, después
de su accidente cerebrovascular pero consciente de su parálisis nos
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