Cuentos_Dia_E

COMO ARENA DEL DESIERTO
ROBERTA MANDALÀ
PALERMO
Finalmente Eric había llegado. Lo había conseguido. Una imagen
en una página de una revista en su despacho lo impresionó
como un rayo por aquel contraste de colores casi cegador
entre un cielo tan azul y unas montañas tan rojas y blancas. Sin
embargo, no fue solo aquella combinación de tonalidades complementarias
lo que suscitó su atención; el letrero publicitario debajo de la
ilustración, «El Valle de la Luna en el desierto de Atacama, un lugar
para quienes desean conocer la majestuosidad del silencio en un paisaje
de extraña apariencia lunar», le pareció una invitación dirigida justo a
él, que buscaba, sin tener aún conciencia, una aventura que pudiera demudar
su vida y darle un sentido auténtico. Aquella figura fue suficiente
para abrir un atisbo de luz en su existencia pálida. Sabía que el suyo no
sería un simple viaje como turista, sino que representaba el Viaje, el que
le permitiría perderse para luego encontrarse, confundirse para reconocerse
o para conocerse realmente por primera vez.
Nunca había sido capaz de cumplir importantes gestos
repentinos que no fueran programados antes. En su vida siempre
había planeado todo; metas, objetivos, compromisos e incluso sus
relaciones interpersonales eran proyectadas y previstas. Pero en
aquel momento no era ya su razón la que llevaba la voz cantante,
sino una fuerza cada vez mayor dentro de él, que aún no conocía
y que últimamente le causaba inquietud e insatisfacción general.
Este estímulo le impulsó a partir inmediatamente sin vacilar en
abandonar todo. Una existencia rica, el poder de un trabajo de
| 59 |