Cuentos_Dia_E

incurable, perdida en el laberinto de mis obsesiones bestiales. Me identifico:
ya estoy seca como el desierto. Ni una sola gota adentro. Totalmente
sobria. Más seca que el mismo desierto. Y yo ensimismada, rodeada de
mis propias ruinas y frialdad. Sin embargo, tengo fiebre. Me estoy ardiendo.
En el medio de la eternidad de las colinas de arena, bañada por
esos calurosos granitos, pienso en los peces y al mismo tiempo pienso
en ti. Te estoy dirigiendo la palabra constantemente. Quizás no a ti
exactamente, sino a tu ausencia. No puedo huir de ti. Dormida sueño
contigo, despierta me pega la nostalgia con furor. Algos significa
‘dolor’. Me duelo entera, me duele que ya no llevo tus moradas, las
marcas de los reveses y los golpetazos, ellos también fueron efímeros.
Hablo contigo, te estoy llamando, grito, susurro murmurando sobre
sensaciones inéditas: tiernamente, violentamente, desesperadamente.
Sí, de eso se trata, de la desesperación y el vacío. Estoy vacía. Soy una
oquedad enorme que se abre por la nada. Me convertí en el observador
de mi propia vida, y mi vida llegó a ser una pesadilla oscura, un desierto
de llanto adonde residen las quimeras y los deseos incumplidos.
Luego, en los celajes de esta celda infinita, miro a mis fantasmas
nefandos como buscando a tu rostro en el espejo equivocado, y monsergando
se lo suplico con toda la fuerza de mi pérdida:
«¡Sin brazos y sin piernas mi cuerpo parecerá un cohete
y vosotros seréis las estrellas! ¿Oísteis, utopías fogosas e infiernos
febriles, nacidos del vértigo y de la agonía que provocaron la presencia
irrepetible y la ausencia irreparable?».
Al otro lado, sin brazos y sin piernas, podría parecer un pez,
llevado por el flujo del destino en infiernos u oasis, así que vosotras,
memorias medio-borradas y medio-inventadas, vosotros, abismos
estériles de mi desdichada mente, seríais las brújulas rotas o los relojes
destemplados en el medio de una tempestad dorada.
Qué ironía… Podría ser una tragedia cómica o una comedia
trágica. Da igual.
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