El legado de los inmigrantes - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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a efectuar fundaciones <strong>de</strong> centros poblados <strong>de</strong>ntro<br />
<strong>de</strong> su jurisdicción y fuera <strong>de</strong> ella. Las Piedras, San<br />
Juan Bautista (Santa Lucía), San José <strong>de</strong> Mayo,<br />
Minas, Rocha: en todos estos poblados están<br />
prese.ntes <strong>los</strong> gallegos, <strong>los</strong> asturianos, <strong>los</strong> leoneses.<br />
Estos pobladores no vienen espontáneamente. Son<br />
traídos por las autorida<strong>de</strong>s coloniales que alivian<br />
así la plétora <strong>de</strong>mográfica que se agolpa en el<br />
noroeste español y envían a las nuevas tierras experimentados<br />
agricultores. Vienen, por lo tanto, a<br />
labrar la tierra o a cumplir oficios vinculados con<br />
el agro en <strong>los</strong> lánguidos pueb<strong>los</strong> rioplatenses, activida<strong>de</strong>s<br />
ambas <strong>de</strong>spreciadas por <strong>los</strong> arrogantes<br />
jinetes <strong>de</strong> las pampas y penillanuras.<br />
La segunda etapa <strong>de</strong> la inmigración gallega<br />
se cumple bajo otro signo. La palabra <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n<br />
no es ya poblar América, <strong>de</strong>signio <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r europeo<br />
y <strong>de</strong> <strong>los</strong> primeros gobernantes americanos, sinCl<br />
"hacerse la América", propósito <strong>de</strong>l europeo voluntariamente<br />
exiliado. Se abre el período <strong>de</strong>l vellocino<br />
<strong>de</strong> oro, <strong>de</strong> la carrera hacia la prosperidad.<br />
Comienzan <strong>los</strong> <strong>de</strong>sembarcos masivos <strong>de</strong> europeos <strong>de</strong>l<br />
área mediterránea occi<strong>de</strong>ntal y pirenaica -españoles,<br />
italianos, franceses- al amparo <strong>de</strong> las facilida<strong>de</strong>s<br />
que les brindan las autorida<strong>de</strong>s bonaerenses<br />
y montevi<strong>de</strong>anas. Se <strong>de</strong>sbravan las pra<strong>de</strong>ras<br />
vírgenes, surgen flamantes ciuda<strong>de</strong>s y crecen las<br />
antiguas, aparecen nuevas modalida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l comercio<br />
y se asoman en el horizonte <strong>los</strong> primeros retoños<br />
<strong>de</strong> las artesanías convertidas en industrias livianas.<br />
Todo ello afirma la creciente prevalencia urbana<br />
que <strong>de</strong>sembocará, a la larga, en el Gran Montevi<strong>de</strong>o<br />
(VIDART, 1969). y consecuentemente el<br />
gallego, campesino por excelencia, no se radica en<br />
el campo uruguayo. En el campo, para empezar,<br />
la vida es insegura: guerras civiles, cuatreros y<br />
salteadores, criol<strong>los</strong> etnocéntricos enemigos <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />
gringos y naciones, estas y otras 'calamida<strong>de</strong>s se<br />
encargan <strong>de</strong> tener a raya a <strong>los</strong> pacíficos labriegos. En<br />
segundo lugar el campo uruguayo, potrero inmenso<br />
ocupado por una gana<strong>de</strong>ría extensiva <strong>de</strong> tipo<br />
colonialista, está en manos <strong>de</strong> unos pocos propietarios.<br />
Los animales, criados al aire libre, alimentados<br />
por un generoso tapiz <strong>de</strong> hierbas -si la lluvia<br />
es abundante-, requieren minúsculas peonadas<br />
para su atención. Entonces se produce un hecho<br />
paradójico. <strong>El</strong> gallego, emigrante salido <strong>de</strong>l campo<br />
o <strong>de</strong>l litoral atlántico europeo, cumple un éxodo<br />
rural transmarino. Abandona sus pequeñas parcelas<br />
<strong>de</strong> las montañas o las rías y sin conocer más que<br />
<strong>de</strong> paso las ciuda<strong>de</strong>s gallegas se encuentra súbitamente<br />
en la ciudad americana que, con ser todo<br />
10 enjuta y pacata que se quiera, <strong>de</strong>sconcierta y<br />
<strong>de</strong>spista al simple al<strong>de</strong>ano o al rudo pescador. Hay<br />
aquí, <strong>de</strong> entrada, un consi<strong>de</strong>rable empobrecimiento<br />
folklórico. La cultura material: utensilios <strong>de</strong> trabajo<br />
campesino, carros, viviendas arcaicas como la<br />
pallaza o espaciosas como el pazo, ruecas, trajes típicos,<br />
todo queda en Europa. Y las ceremonias <strong>de</strong><br />
paso, las pautas <strong>de</strong> la vida, <strong>los</strong> símbo<strong>los</strong> <strong>de</strong> la<br />
vida comunal, también se pier<strong>de</strong>n. Pese a su civilidad<br />
innata el gallego se siente perdido en las urbes,<br />
sin puntos <strong>de</strong> apoyo culturales y sin entornos familiares<br />
que lo corroboren. Como no es un trabajador<br />
especializado y no tiene organizado aún un<br />
sistema <strong>de</strong> llamadas que signifiquen un <strong>de</strong>stino laboral<br />
seguro, su comienzo es difícil. Debe realizar<br />
las labores más pesadas, someterse a inicuas explotaciones,<br />
pagar, en <strong>de</strong>finitiva, el precio <strong>de</strong> su <strong>de</strong>samparo<br />
social y cultural.<br />
Los gallegos originarios <strong>de</strong> las rías, con experiencia<br />
marina, se convierten con el tiempo en<br />
prácticos <strong>de</strong> río. Otros se <strong>de</strong>dican a la pesca. Los<br />
<strong>de</strong> cuna terrígena, <strong>los</strong> más, se transforman en estibadores,<br />
en mozos <strong>de</strong> cor<strong>de</strong>l (changadores portuarios),<br />
en empleados <strong>de</strong> comercio. Los menos, dueños <strong>de</strong><br />
un mo<strong>de</strong>sto capital, <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n instalar algún pequeño<br />
comercio. Por su parte las mujeres gallegas, ve-