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Revista Pesca Junio 2014

La revista Pesca es un medio de información alternativo referido a temas del mar y de la pesquería que, además de informar, agita conciencias y trasmite ideas y corrientes de opinión que tienen por objeto crear conciencia de sostenibilidad de los recursos marinos, de seguridad alimentaria, de cuidado y protección del medio ambiente y ecosistemas acuáticos, de la necesidad de una participación del país más justa en la renta pesquera.

La revista Pesca es un medio de información alternativo referido a temas del mar y de la pesquería que, además de informar, agita conciencias y trasmite ideas y corrientes de opinión que tienen por objeto crear conciencia de sostenibilidad de los recursos marinos, de seguridad alimentaria, de cuidado y protección del medio ambiente y ecosistemas acuáticos, de la necesidad de una participación del país más justa en la renta pesquera.

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¿EL FIN DE LA CIUDADANÍA PASIVA?<br />

La actual etapa de desarrollo de la democracia representativa-delegativa<br />

acompañada por una ciudadanía<br />

pasiva y resignada –y todo lo más refunfuñadora en algunos<br />

casos- está siendo cuestionada por tendencias de<br />

activación ciudadana que pueden conducirnos a nuevos<br />

escenarios políticos y culturales.<br />

Por eso algunos miembros del “stablishment”, acostumbrados<br />

a mandar, a beneficiarse de sus prevalencias y a<br />

comportarse de acuerdo a principios clasistas y a patrones<br />

pre modernos, se indignan ante las movilizaciones<br />

de una ciudadanía activa. Sobre todo cuando les toca a<br />

ellos directamente, o afecta a sus intereses.<br />

En principio, los partidarios de una ciudadanía más activa,<br />

madura y comprometida deberían estar contentos.<br />

Pero esto no siempre es así. Lo cual es comprensible, ya<br />

que políticamente es más cómodo trabajar con<br />

una ciudadanía pasiva y distante -que traga con<br />

carros y carretas-, que sólo se indigna en sus casas<br />

cuando los representantes incumplen descaradamente<br />

sus promesas y los programas electorales,<br />

cuando no dan cuenta de nada a nadie,<br />

cuando viven su actividad desde la distancia y<br />

cuando dan ruedas de prensa sin preguntas (?) y<br />

a veces incluso “sin prensa”, mediante circuitos<br />

cerrados de televisión y otras ingeniosas modalidades<br />

escamoteadoras.<br />

Por esa vía la actual democracia se puede ver<br />

abocada al deterioro y la deslegitimación, mientras<br />

que el poder de facto es ocupado por grandes<br />

intereses económicos, que no comparten ni<br />

practican la lógica básica de la democracia, de la<br />

comparecencia pública, de la transparencia, de la<br />

rendición de cuentas, ni de la honradez política.<br />

Algunos sectores de la actual élite política ni siquiera<br />

pueden entender que se cuestionen determinadas maneras<br />

de practicar la interpenetración entre los núcleos<br />

de poder económico y político. ¿Por qué ciertas grandes<br />

empresas y potentados no pueden financiar como quieran<br />

a determinados partidos, si son “los suyos”? –<br />

sostienen. ¿Por qué no obtener rendimientos y beneficios<br />

(mutuos) de las relaciones políticas, si la lógica del<br />

beneficio y de la competencia es lo propio del sistema<br />

económico imperante? –inquieren. ¿Acaso tienen que<br />

comportarse como unos tontos o unos ingenuos<br />

“franciscanos”?<br />

En los años en los que se puso de moda el famoso<br />

“cobrador del frac” y otras versiones similares de<br />

“presión social”, nadie reclamó, ni se indignó, ni pidió a<br />

la policía que vigilara e identificaran a los que ejercían<br />

tales procedimientos de presión social orientados a señalizar<br />

y avergonzar a los incumplidores de las obligaciones<br />

económicas. Sin embargo, ahora algunos sostienen<br />

que lo que es legítimo, e incluso gracioso, para los<br />

que no pagan sus deudas económicas, no es tolerable<br />

en modo alguno para los que incumplen –o no pagansus<br />

obligaciones y deudas políticas; aunque la presión<br />

social se ejerza sin violencia alguna y con el adecuado<br />

respeto hacia las personas y sus familias. Barreras estas<br />

que una verdadera ciudadanía activa que quiera hacerse<br />

merecedora de tal nombre no debiera franquear.<br />

El problema de fondo es que algunos sectores de las<br />

actuales élites políticas están tan imbuidos de la incuestionabilidad<br />

de sus derechos originarios –“de cuna”- para<br />

ejercer su poderío que no comprenden que se les<br />

pueda cuestionar públicamente. El suyo es un comportamiento<br />

tan netamente clasista y arrogante que no<br />

aceptan ser objeto de una crítica pública abierta. Desde<br />

luego, saben –porque no son tontos y siguen las encuestas-<br />

que sus comportamientos merecen juicios críticos<br />

y valoraciones cada vez más negativas por parte de<br />

la opinión pública. Pero intentan que dicho cuestionamiento<br />

permanezca circunscrito a la esfera privada y<br />

que no trascienda a la calle. Lo cual refleja el carácter<br />

privatista de sus concepciones políticas, que por esa vía<br />

puede acabar situándose en las antípodas de la lógica<br />

propia de una democracia de ciudadanos verdaderamente<br />

libres e iguales. También iguales en la capacidad<br />

de ser activos y poder manifestar públicamente lo que<br />

<strong>Revista</strong> <strong>Pesca</strong> Mayo <strong>2014</strong> 11

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