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Los zarpazos del puma - Archivo Chile

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* - Sí, hubo una situación bien difícil. Mientras estábamos en el Consejo, parece<br />

que el oficial de Inteligencia -Luis Ravest- se quejó al coronel porque yo estaba<br />

llevando las cosas de forma muy blanda. Entonces el coronel decidió relevarme y<br />

me dijo que me fuera a Chuqui. A mí no me gustaba presidir el Consejo de<br />

Guerra, era una tarea muy dura, pero por otro lado vi que la medida podía tener<br />

consecuencias graves. Le dije -con toda franqueza - que yo era su única<br />

garantía, como cristiano muy observante, de que no se cometieran crímenes<br />

irreparables. Porque matar a un hombre con estos Consejos de Guerra, sin<br />

defensa, con el poder enorme que teníamos nosotros con las armas, era un<br />

asesinato. Y el día de mañana, esto se iba a juzgar como asesinato y quienes<br />

participábamos de esto, íbamos a ser los asesinos. Le dije que pro favor<br />

reconsiderara la medida, que él sabía que había otros oficiales deseosos de<br />

mancharse las manos con sangre...<br />

* - ¿Qué respondió?<br />

* - Lo aceptó y seguí presidiendo. Pero al día siguiente me volvió a relevar. Fue<br />

una situación tragicómica. Me dijo que lo lamentaba mucho, pero tenía que<br />

sacarme <strong>del</strong> puesto porque la información de que la cosa seguía muy suave podía<br />

tener consecuencias... Volví a argumentarle lo mismo y volví a convencerlo. Yo<br />

creí que esto no había trascendido. Que sólo lo sabía el coronel y yo. Nunca lo<br />

comenté públicamente hasta ahora Incluso le dije que, por último, los podía<br />

condenar a todos a cadena perpetua. Porque a un preso se le puede sacar de la<br />

cárcel, pero condenar a muerte no tiene vuelta, porque no se puede sacar de la<br />

tumba. Y así pude terminar el juicio el 29 de septiembre. Hasta esa fecha presidí<br />

todos los Consejos de Guerra de la zona...<br />

* - ¿Ratificó el coronel Rivera sus condenas?<br />

* - Sí, incluso rebajó un par de ellas.<br />

* . ¿Cómo fue su arresto, ese 2 de octubre?<br />

* - La orden llegó de Santiago, vía Antofagasta. Yo estaba en la oficina de la<br />

gerencia de Chuquicamata, al mando de mi unidad, cuando llegó el segundo<br />

comandante, Oscar Figueroa Márquez. El estaba muy complicado. Me dijo:<br />

"Fernando, perdóname, me han pedido que te lleve a Antofagasta y de ahí irás a<br />

Santiago porque la Junta quiere hablar contigo".. Yo me extrañé. No entendía de<br />

qué se trataba. Le dije que estaba en derecho y posición de negarme. El dijo que<br />

eso sería un paso gravísimo. Yo respondí que lo que se estaba haciendo conmigo<br />

era también gravísimo, que mientras no me dieran explicaciones clarísimas no me<br />

movía.<br />

* "No habló de detención. Yo preguntaba en qué condiciones iba y él respondía<br />

que no podía afirmar nada, que la Junta me llamaba a Santiago. Le dije que<br />

entendía, entonces, que estaba arrestado y que iba a tomar alguna medida para<br />

defenderme. ¡Qué locura! No sabía que hacer y, de hecho, hice llamar a mi gente<br />

y ordené preparar vehículos...<br />

* - ¿Para qué?<br />

* - Para ir hacia la frontera...<br />

* - ¿Hizo preparar vehículos para qué?<br />

* - Temí que pudiera pasar algo gravísimo, que me pudieran arrestar y, sabiendo<br />

que las cosas se hacían sin juicio...<br />

* - Pero, en definitiva, se entregó...<br />

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