Los zarpazos del puma - Archivo Chile
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RUMORES<br />
Planteamos al Jefe de Prensa el hecho de que a pesar de los bandos emitidos<br />
respecto a rumores, éstos se siguen haciendo, más aún, ahora que se registró el<br />
ajusticiamiento <strong>del</strong> día martes. A ello respondió el señor Lapostol que "los<br />
rumores van a existir hasta que el sol alumbre. Por esto es que no podemos<br />
atender a todos los rumores".<br />
NADA NUEVO<br />
Consultado respecto a nuevas sentencias militares, fue claro en manifestar que<br />
nada sabía. "El Consejo de Guerra - dijo - no ha tomado nuevas<br />
determinaciones".<br />
Terminó señalando la necesidad de que no se siguiera haciendo cuestión de lo<br />
ocurrido. "Hay que respetar el dolor ajeno. Debemos respetar a las familias que<br />
están sufriendo este triste momento".<br />
****<br />
El texto es decidor. El comandante Lapostol tenía que dar explicaciones ante la<br />
conmoción ciudadana, tenía que tratar de convencer de que se trataba de<br />
"terroristas" y de "asesinos", de que el consejo de guerra había hecho un "estudio<br />
serio" antes de dictar tan dramáticas condenas. Tenía que aparecer, incluso,<br />
compasivo y pedir respeto "para las familias que están sufriendo este triste<br />
momento". Y, por sobre todo, tenía que lavarse las manos de la sangre<br />
derramada, tenía que aclarar "que un Tribunal venido especialmente de la capital,<br />
fue el que dictaminó en última instancia la sentencia".<br />
Lo que no explicó el comandante Lapostol fue la razón que lo obligó a violar el<br />
procedimiento regular. Porque un tribunal militar de tiempo de guerra puede<br />
condenar a muerte y ordenar que un pelotón cumpla de inmediato la sentencia.<br />
Está en las reglas. La investigación sumaria debe quedar por escrito, al igual que<br />
la sentencia, debidamente firmada por el juez militar. Lapostol sabía que ni las<br />
familias ni los escasos abogados de defensa iban a osar pedirle copas de dichos<br />
procesos. Y no habría podido entregarles nada, porque no quedó constancia<br />
escrita. Pero lo que sí sabía Lapostol es que las familias iban a reclamar los<br />
cuerpos para darles debida sepultura. Y su obligación era entregar los cadáveres<br />
de los ejecutados, cuerpos que deberían estar cruzados por una o más balas a la<br />
altura <strong>del</strong> pecho. No se necesita más para matar.<br />
Pero ordenó que los cadáveres fueran enterrados el mismo día de la ejecución.<br />
¿Lo hizo el comandante Lapostol para evitar ceremonias fúnebres que alteraran el<br />
"orden" de La Serena, Salamanca o <strong>Los</strong> Vilos? ¿Qué razón tuvo?.<br />
****<br />
Tampoco hubo pistas - en todos estos años - que pudieran explicar por qué fueron<br />
elegidos estos quince prisioneros para ser asesinados. ¿Eran los más difíciles,<br />
como preguntó el general Arellano en Talca, según testimonios <strong>del</strong> primer y<br />
segundo comandante <strong>del</strong> regimiento?<br />
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