Te quiero pero no
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lo cierto es que <strong>no</strong> hay entre las municipalidades y Antamina<br />
un diálogo sobre qué programas podrían aportar más al desarrollo<br />
de la localidad. Por otro lado, la población opina que el<br />
impacto de este tipo de programas es muy limitado, también<br />
considerando la magnitud de la empresa.<br />
En San Marcos, por ejemplo, como parte de los programas<br />
de responsabilidad social de Antamina, funciona el Fundo Cochao,<br />
destinado a mejorar la producción agrícola a través de la<br />
experimentación genética. Este proyecto, sin embargo, <strong>no</strong> necesariamente<br />
beneficia a muchos, pues <strong>no</strong> se comparten todavía<br />
las semillas ni las técnicas y sólo se emplea a algunas familias<br />
de la zona, a las que se les paga un jornal.<br />
Frente al poco impacto de estos programas, surgió la Asociación<br />
Ancash como otra iniciativa de Antamina para financiar<br />
proyectos generados por la población. Muchos de estos proyectos<br />
tuvieron su origen en Antamina, <strong>pero</strong> luego han ido desarrollándose<br />
independientemente. La idea de la Asociación es ampliar<br />
las fuentes de recursos, incorporando a otras empresas<br />
que laboran en la región (de transporte, turismo, banca, seguros,<br />
etc.), aunque por ahora Antamina genera el 80% de sus ingresos,<br />
financiando cincuenta de los setenta proyectos que viene<br />
desarrollando. El objetivo de la Asociación Ancash es convertirse<br />
en una suerte de canalizadora de fondos para los proyectos<br />
comunales, reforzando el compromiso de la empresa con los<br />
diferentes sectores. Esta manera de intervención parece, por<br />
ahora, dar mejores resultados y ser más aceptada por la población<br />
que las anteriores. Sobre la manera como funciona, el director<br />
de la Asociación, Alejandro Cami<strong>no</strong>, manifiesta:<br />
La comunidad solicita. Nosotros recibimos un promedio de quince<br />
pedidos a la semana, básicamente trabajamos con las Mesas, pedimos<br />
que ellas prioricen los proyectos y <strong>no</strong>sotros buscamos el financiamiento.<br />
Una vez que hemos concretado el financiamiento, identificamos,<br />
conjuntamente con los beneficiarios, quienes son los<br />
potenciales operadores. Generalmente son ONG locales o universidades;<br />
para el caso textil, empresas. Nosotros somos una especie<br />
de fundación, pedimos los montos y hacemos una supervisión y<br />
un monitoreo del proyecto. Nuestra función es básicamente agenciar<br />
recursos para que estos proyectos se puedan llevar a cabo.<br />
De otro lado, en el ámbito de la ejecución, los programas de<br />
responsabilidad social suelen ser percibidos como ineficientes,<br />
pues manejan una gran cantidad de recursos con escasos resultados.<br />
Los proyectos generalmente son ejecutados por diversas<br />
ONG, muchas veces creadas ad hoc y sin mayor trayectoria ni<br />
co<strong>no</strong>cimiento de la zona, por lo que llegan a enfrentarse con<br />
los valores y costumbres de la población. Además, un proyecto<br />
ejecutado por una institución que tan pronto como llega se<br />
marcha, tiene pocas posibilidades de continuar, pues nadie le<br />
hace un seguimiento ni lo fiscaliza. La ejecución de los proyectos<br />
de responsabilidad social a través de las ONG demanda<br />
una gran cantidad de recursos para gastos operativos y personal,<br />
lo que genera una animadversión porque lo que se invierte es<br />
poco y lo que ganan los operadores mucho. Esta forma de trabajo,<br />
entonces, <strong>no</strong> parece ser la más adecuada.<br />
Para coordinar la ejecución de estos proyectos, además, se<br />
crean una serie de instancias y organismos muy poco independientes<br />
de los entes ejecutores y con escasa representatividad<br />
e institucionalidad. Este es el caso de los comités de medio<br />
ambiente creados en los distritos de influencia de la mina, que<br />
entre otras labores, dan el visto bue<strong>no</strong> a los reportes de contaminación,<br />
los mismos que casi siempre son favorables a la empresa,<br />
por lo que carecen de credibilidad y generan polémica.<br />
Quizás el caso de los “reubicados” es el que más ilustra las<br />
limitaciones de los programas sociales. Al inicio de sus actividades,<br />
Antamina trasladó a la ciudad de San Marcos a cerca de<br />
120 familias de Yanacancha y de otras comunidades de altura<br />
de las provincias de San Marcos, Huachis y Chavín, que ocupaban<br />
terre<strong>no</strong>s polimetálicos. Estas familias recibieron una suma<br />
de dinero a cambio de su terre<strong>no</strong> <strong>pero</strong>, según convenios internacionales,<br />
la empresa tiene la obligación de mantener o elevar<br />
su nivel de vida. Para lograrlo, es indispensable apoyar y orientar<br />
a los reubicados, más aún considerando que se trata de fa-<br />
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