Portada codo trazado - Ayuntamiento de Granada

yente donde habita el miedo y el desasosiego y donde a veces consigue desencadenarse
el desastre.
En la relación que establecemos con los objetos y los espacios puede leerse
el reflejo de las circunstancias en las que se vive con ellos. Recoge una huella
emocional solo perceptible desde la distancia individual que desde luego no es
mensurable cartesianamente. Habla de vinculación y dependencia y en cierta
forma se convierte en el eco de la tragedia. Porque hay algo trágico y ridículo en
este comportamiento depredador que nos mueve a construir y a llenar de placebos
para la felicidad eso que llamamos nuestra casa. Y que a veces nos obliga a
ponernos una venda en los ojos que difumina y distorsiona lo injusto.
La pieza que puede verse en esta exposición puede interpretarse como una
nota a pie de página de un gran esfuerzo por recoger e interpretar esta paradoja.
En Estudio para desastre 1 he tratado de pervertir está relación trágica hacia los
fetiches que nosotros mismos construimos y a los que también nos atamos.
Esta obra habla de dependencia y violencia.
En el proyecto completo, aún en proceso, me planteo –a base de ejercicios
obsesivos de ilustración y cita– sistemas de elementos que siempre remiten, irónicamente,
a un equilibrio inestable. Equilibrio siempre precario y artificial envuelto
intencionadamente en una estética refinada y dulce que preludia el desastre
y nos deja ver el lado “dañino” que contiene eso que llamamos “hogar”.
CRISTINA MEGÍA: PROXIMIDAD COTIDIANA.
Este cuadro no es un retrato. Normalmente las figuras que aparecen en mis
cuadros son personas que están cerca de mí, pero nunca busco exactamente su
retrato. En esta ocasión estaba de viaje y compartía la habitación con una amiga.
Cuando ella salió del baño le pedí que se detuviera un momento para poder
hacer una foto. Hago fotografías como todo el mundo –¡quizás algunas más!–
para después mirarlas detenidamente fijándome en fragmentos o en detalles,
que son los que me apetece pintar.
El cuadro que se presenta en esta exposición, en realidad, lo he hecho dos
veces. La primera versión la pinté hace unos tres o cuatro años. La figura que
sale de la puerta era más pequeña porque gran parte de la superficie del cuadro
estaba ocupada por la pared y el suelo alrededor de la puerta. Una vez acabado
el cuadro, me di cuenta de que algo no funcionaba. No sabía decir muy bien porqué
pero algo hacía que el cuadro fallara. Además, debido a un descuido el cuadro
sufrió un accidente, se rasgó la tela y finalmente hubo que desecharlo. Aquel
lienzo se había desbaratado pero la imagen del cuadro me seguía atrayendo. No
tenía más remedio que volver a pintarlo de nuevo. En esta segunda versión la figura
humana es de tamaño natural y todo el espacio que la rodea ha quedado
sintetizado en unas pocas superficies de color casi homogéneo. Es posible que
para determinar el tamaño de la figura humana en el nuevo cuadro me influyeran
las fotografías de Helmunt Newton que recientemente había visto en una exposición
de la colección Taschen en el museo Reina Sofía de Madrid. En las fotografías
de Newton hay una figura femenina muy grande sobre un fondo liso. Ese
tamaño es el que yo quería para mi figura.
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