Portada codo trazado - Ayuntamiento de Granada

Cristina García Rodero, La niña enferma. Georgia
necesidades del resto de la familia, el de los hombres es de carácter autónomo,
es la persona la que organiza su propio tiempo. El tiempo de las mujeres no se
vende, aunque sí se utiliza, pero no se intercambia como mercancía. El tiempo
de los hombres responde, sin embargo, a un modelo en el que el tiempo se vende
a cambio de un salario o de dinero, es un tiempo en el que el trabajo y el ocio
están claramente limitados.
Esta separación de tiempos y espacios oculta una importante realidad de las
mujeres: la no existencia de un tiempo propio-de estudio, de ocio, etc., separado
del tiempo dedicado a las tareas domésticas, donde cultivarse y prepararse
para participar fuera del espacio doméstico. Ana Pérez advierte que esta situación
tiene claras consecuencias en las limitaciones que sufren las mujeres, no
sólo para la incorporación a la actividad remunerada y en el desarrollo de la carrera
profesional, sino también en el propio desarrollo personal, en la capacidad
de tomar decisiones, en la de participar en la esfera política, sindical o asociativa,
en definitiva, en el acceso a los puestos de decisión y a la generación de un
modelo paritario de representación social.
El trabajo doméstico se ha venido considerando como no-trabajo, las funciones
desempeñadas casi exclusivamente por las mujeres en el seno del hogar y
que son imprescindibles para la supervivencia y reproducción de la especie humana,
como la alimentación, vestido e higiene personal y de la vivienda; el cui-
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