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20 LA LITERATURA HISPANOAMERICANA<br />
cultural iniciada por Rubén Darío y sus interlocutores españoles (Valle Inclán,<br />
los Machado, Juan Ramón Jiménez) está por hacerse, y es más compleja de lo<br />
que parece. Desde el nomadismo de los escritores hispanoamericanos hasta el<br />
exilio de los escritores españoles, se puede constatar que el español se desplaza<br />
como una lengua peregrina, y su transformación en el proceso forja otro<br />
lenguaje, al que quizá conviene llamar postnacional, esto es, transfronterizo, y<br />
ya la forma de un lenguaje literario contemporáneo, incluyente y crítico, más<br />
moderno y civil. Por lo mismo, en el escenario de intercambios transatlánticos,<br />
la poesía participa del debate por democratizar la conversación (casi siempre<br />
jerarquizada por la modernización desigual); pero afirma también su horizonte<br />
literario, que se va forjando en el proceso del diálogo como progreso de lo<br />
moderno. Así, en este modelo de lectura, los textos situados en contextos comunicacionales<br />
desencadenan nueva información, actualizan su apelación, y<br />
renuevan el sistema dialógico de una literatura con vocación de futuro.<br />
En su trabajo, Liliana Weinberg retoma la capacidad de contextualización<br />
que tiene el relato y la capacidad dialogante de la poesía, para demostrar el<br />
poder articulatorio que mueve al ensayo, cuya formación discursiva desborda,<br />
por definición, el canon y los géneros literarios, demostrando la fluidez de lo<br />
codificado, que el ensayo desata para ampliar la reflexión y la autorrefracción<br />
de la crítica. Pero lo notable de la calidad proteica del ensayo no es sólo su<br />
puesta en duda de los códigos y su relativismo disolvente, sino también su carácter<br />
constructivo, que presupone una genealogía de definiciones y, al mismo<br />
tiempo, una reformulación permanente del sentido de lo moderno. Al final,<br />
descubrimos que el ensayo es el género por excelencia de lo moderno, entendido<br />
éste como proyecto de cambio, horizontalidad de la comunicación, y crítica<br />
de sus costos y desbalances. La intensa inventiva del ensayo como un pensar<br />
secular y crítico, pero también como acto de estilo y forma artística, sugiere<br />
Weinberg, hace que este género sea el más contemporáneo de los géneros, no<br />
sólo porque torna indeterminado y fluido el pasado, sino porque inquieta el<br />
presente y afinca en el porvenir. Género temporal, en algunos grandes momentos<br />
(Martí, Darío, Mariátegui, Borges, Paz…) el ensayo es a la vez memoria actualizada<br />
y porvenir inmediato. El ensayo, en definitiva, demuestra nuestro<br />
habitar en la modernidad entre lugares transitivos, cuya dinámica autorreflexiva<br />
y creativa alumbra la identidad procesal y alienta la conversación del camino.<br />
La crítica actual asume los trabajos de Bajtin, Levinas y Ricoeur como el<br />
horizonte genealógico y la demanda ética de la operatividad del diálogo en tanto<br />
organización interna de la cultura. A pesar de que la corriente posestructuralista<br />
descontó el papel del sujeto como “metafísica de la presencia” (Derrida) y