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NARRATIVA E IDENTIDAD HISPANOAMERICANAS 45<br />
ñana pilón de atole y un pambacito blanco; a medio día su escamocha, y en<br />
la noche otro pilón de atole y los mendrugos de pan que sobren” (Payno 2000:<br />
t. 1, 165); si bien en una nota se explica que el “pilón” era una: “Moneda muy<br />
pequeña de color que ya no existe. El peso duro tenía 128 pilones”, también<br />
podrían haber implicado dificultades de lectura “atole”, “pambacito” e incluso<br />
“escamocha”. A lo largo del texto no se indica cuál es el significado de la primera<br />
palabra. La segunda sólo se entiende muchas páginas después, cuando<br />
aparece la frase “un trozo de pambazo” (Payno 2000: t. 1, 248), cuyo segundo<br />
término se define así en una apostilla al texto: “Pan de figura oblonga hecho<br />
con harina común o salvado, que es más barato y consume la gente pobre<br />
en México”. La voz “escamocha”, de presencia reiterada en el texto, no merece<br />
ninguna aclaración, quizá porque el lector español podía haber reconocido<br />
una variante de “escamocho” (como lo registra el drae), término usado para<br />
referirse a las sobras de la comida.<br />
De los ejemplos anteriores se deduce que uno de los motivos recurrentes<br />
de Los bandidos de Río Frío es la comida. En efecto, el narrador se demora con<br />
deleite en la descripción de los manjares consumidos por los estratos sociales<br />
elevados, aunque tampoco desdeña aludir a las limitaciones de los depauperados,<br />
como sucede en la divertida secuencia narrativa donde la guapa frutera<br />
Cecilia es insultada por un grosero pretendiente, quien en una carta le<br />
propone contratarla como cocinera en la hacienda de su padre, burda estratagema<br />
para que en realidad se convierta en su “querida” (según se diría en<br />
el lenguaje popular). Cecilia, que en la terminología decimonónica es una<br />
mujer “honrada y decente”, se siente muy ofendida, por lo que contesta por<br />
escrito a su despreciable enamorado, ofreciéndole también trabajo e incluso<br />
un salario mejor: “Don Pioquinto: si tiene usted hambre puede venirse [a<br />
ayudarme] de mozo a acarrear fruta a la plaza, y le daré a usted ocho pesos<br />
cada mes, un real diario de ración, y le pagaré, además, la comida en los<br />
Agachados” (Payno 2000: t. 1, 422); la ironía extrema de este pasaje sólo se<br />
comprende a cabalidad leyendo la nota descriptiva sobre el tipo de comida<br />
que se expedía en los “Agachados”: “Así se llamaban los puestos de comida<br />
que había en el Callejón de Tabaqueros. Los manjares eran las sobras<br />
y desechos de las casas que vendían las cocineras, y calentaban, revolvían y<br />
recomponían las vendedoras” (Payno 2000: t. 1, 122).<br />
En otros pasajes, las notas remiten a un elemento específico de la cultura<br />
española que permite descifrar una frase abstrusa, o bien comparan referentes<br />
culturales de México y España. Por ejemplo, cuando un personaje con una<br />
retórica limitada acude a una comparación popular para lisonjear a Cecilia