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CAPÍTULO 1 - Universidad de Deusto

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2.5.2.1. La imagen <strong>de</strong> las gradaciones (Max Scheler)<br />

El filósofo alemán Max Scheler (1874-1928) es consi<strong>de</strong>rado, <strong>de</strong>cíamos, como el iniciador<br />

<strong>de</strong> la Antropología Filosófica contemporánea. Toda su obra antropológica es el ensayo <strong>de</strong><br />

conciliar las dos gran<strong>de</strong>s imágenes clásicas que acabamos <strong>de</strong> ver, y para ello se esforzó en<br />

integrar las aportaciones tanto <strong>de</strong> las ciencias <strong>de</strong> la naturaleza como las <strong>de</strong> las ciencias <strong>de</strong>l<br />

espíritu. Este intento <strong>de</strong> conciliación lo lleva a cabo en su teoría <strong>de</strong> las gradaciones, con la que<br />

busca dar una solución al problema <strong>de</strong> si la diferencia entre el hombre y el animal es una diferencia<br />

<strong>de</strong> naturaleza (cualitativa), es <strong>de</strong>cir, una diferencia esencial, o es solamente una diferencia<br />

<strong>de</strong> grado (cuantitativa, <strong>de</strong> más o menos).<br />

En todos los seres vivos, dice Scheler, tanto en las plantas como en los animales y en el<br />

hombre, hay un impulso vital que pue<strong>de</strong> alcanzar tres grados (<strong>de</strong> ahí el nombre <strong>de</strong> gradaciones).<br />

El primer grado es la naturaleza orgánica, cuasi-material, que es el que observamos en el<br />

reino vegetal, pero que también está presente en el animal y en el hombre. El segundo es <strong>de</strong><br />

naturaleza psíquica, y se caracteriza por la capacidad <strong>de</strong> imaginación, asociación, adaptación e<br />

inteligencia práctica. Lo poseen los animales, y también el hombre, algo más perfeccionado,<br />

pero <strong>de</strong> la misma naturaleza. Y finalmente, el tercer grado es <strong>de</strong> naturaleza espiritual, que es<br />

exclusivo <strong>de</strong>l ser humano, y lo que le diferencia <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> los seres vivos, e incluso <strong>de</strong> sí<br />

mismo, ya que le confiere la capacidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>sdoblamiento o reflexión. Una vez llegado aquí,<br />

Scheler trata <strong>de</strong> buscar una explicación a la naturaleza espiritual en un cuarto y último grado,<br />

que sería el <strong>de</strong> la divinidad creadora, pero duda y, finalmente, opta por explicarlo a partir <strong>de</strong><br />

una especie <strong>de</strong> fusión entre estos dos últimos, el tercero y el cuarto (la naturaleza espiritual<br />

humana y la naturaleza divina). Esta solución hace <strong>de</strong>l hombre lo que Scheler llama una “autoconcentración<br />

<strong>de</strong>l espíritu divino”, pero con ella corre el riesgo <strong>de</strong> convertir al espíritu<br />

humano en algo absoluto (es <strong>de</strong>cir, divino). Para evitarlo, dice que el espíritu no posee energía<br />

propia, sino que la recibe <strong>de</strong>l impulso vital orgánico proveniente <strong>de</strong>l primer nivel, con lo cual<br />

evita efectivamente el peligro <strong>de</strong> absolutizar el espíritu humano, pero al precio <strong>de</strong> caer en un<br />

reduccionismo al hacer <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r a éste <strong>de</strong>l impulso vital. Scheler se enfrenta a este nuevo<br />

problema e intenta resolverlo diciendo que esa <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia es sólo inicial (<strong>de</strong> la misma manera<br />

-por ejemplo- que un coche necesita <strong>de</strong> la batería para poner el motor en marcha, pero una<br />

vez arrancado ya no la necesita); pero que ni el impulso vital <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong>l espíritu, ni éste <strong>de</strong><br />

aquél, sino que cada uno tiene sus propias leyes. Así, el espíritu es capaz <strong>de</strong> proponerse valores<br />

a sí mismo, es capaz <strong>de</strong> crear cultura, <strong>de</strong> tomar <strong>de</strong>cisiones, etc. Aunque no pue<strong>de</strong> cambiar<br />

la naturaleza <strong>de</strong> los impulsos, sí pue<strong>de</strong> sin embargo regularlos, controlarlos y orientar su espontaneidad<br />

natural. Es <strong>de</strong>cir, pue<strong>de</strong> sublimarlos o elevarlos, darles un sentido.<br />

Para Scheler, por tanto, el proceso <strong>de</strong> perfeccionamiento o humanización consiste en sublimar<br />

(o elevar) la naturaleza humana, y la imagen <strong>de</strong>l hombre que ofrece es especialmente<br />

interesante para la educación. Dejarse llevar por los instintos, dice, es permanecer en el nivel<br />

animal; sublimarlos significa elevarse mediante la educación al nivel espiritual propio <strong>de</strong>l<br />

hombre.<br />

2.5.2.2. La imagen <strong>de</strong> los estratos (Nicolai Hartmann)<br />

Hartmann (1882-1950), siguiendo los pasos <strong>de</strong> Scheler, <strong>de</strong> quien fue discípulo, i<strong>de</strong>ntifica,<br />

tanto en el hombre como en la Naturaleza, cuatro niveles que él <strong>de</strong>nomina estratos, y que son:<br />

el estrato inorgánico o material, el orgánico o biológico, el anímico o psíquico y el espiritual.<br />

Con la <strong>de</strong>nominación <strong>de</strong> estratos, Hartmann quiere dar a enten<strong>de</strong>r que cada uno <strong>de</strong> ellos se<br />

asienta sobre el inmediatamente inferior y recibe <strong>de</strong> éste los condicionamientos que le afectan,<br />

<strong>de</strong> manera que cada estrato necesita <strong>de</strong>l anterior. Así, no es posible, dice Hartmann, que haya<br />

vida orgánico-biológica sin el soporte físico-inorgánico, ni pue<strong>de</strong> haber vida anímica o psí-<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 29

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