NUEVAS AVENTURAS DEL LADRÓN DE DISCOS - Rolling Stone

C ARLOS SAMPAYO
NUEVAS AVENTURAS DEL LADRÓN DE DISCOS
Harold Land, el otro,
el que tocaba con
Clifford Brown y se
quedó en California.
coleccionista nipón, contiene todo lo que tiene que contener y, en
virtud de una ley no escrita de equivalencias sensoriales y artísticas,
asegura puro disfrute, ni más ni menos.
En un libro que reproduce carátulas originales, 1 el disco aparece
con el sello de Hi-Fi Jazz e ilustrado por una pintura informalista
de un tal Saul White; la urgencia del gesto, que deja huellas
de las pinceladas, trata de reproducir tanto los desplazamientos
nerviosos de un zorro como la música que Harold Land compuso,
y que es una carrera desenfrenada (¿tras la presa o escapando
de los perros y las trompas de caza?). El resto de la invención
de la música está compartido por Land con Elmo Hope, uno de
los más adorables tapados de la historia del jazz. Éste de ahora, llevado
en el bolsillo, tiene un diseño más lineal: una bella foto de
Land de perfil (autor: Ray Avery), coronada por una banda blanca
donde está la información: Contemporary Stereo, Harold
Land, The Fox, with Dupree Bolton, Elmo Hope, Herbie Lewis &
Frank Buttler.
1
California Cool. West Coast Covert Art. Featuring Contemporary Records and Pacific
Jazz. Londres. Collins & Brown. 1992.
¿Qué más necesita un ladrón? La música, un pequeño detalle
que suele escapárseles a no pocos aficionados, sobre todo en esta
era de abundancia y desperdicios. Harold se fue del Brown & Roach
Quintet y todo un mundo de enterados, convencido de que abandonaba
el mejor quinteto de jazz del momento, creyó que se iba a
la mierda. Pero no, oscuro y luminoso (¿qué tal?), se dedicó a tocar
su música y –para beneplácito de futuros epicúreos– a grabarla. Oh,
sana visión que prospectivamente protege a los ganzúas. Las cosas
que dejó Harold Land (nunca mejor usado este verbo en todas sus
acepciones) son pequeños milagros y merecen el engorro de la enumeración.
En realidad, quien lo merece es el cómplice que esto lee
con regocijo delincuencial. Veamos:
• Harold in the Land of Jazz. 1958. Contemporary
• El que nos ocupa, The Fox. 1959. Contemporary
• West Coast Blues. 1960. Jazzland
• Hear Ye!!!! H.L./Red Mitchell. 1960. Atlantic
• Eastward Ho! Harold Land in New York. 1960. Jazzland
• Take Aim. 1960. Blue Note
¿Se hace agua en las bocas? ¿Se afilan los dientes? Tranquilidad y
calma: salvo el ejemplar Blue Note, del que sólo existe una vieja
reedición en LP, el resto es más o menos accesible en formato CD.
¿Por qué escoger The Fox? Porque es el primero en caer en las manos
a la hora de robar y, además, porque se me ocurre que es el mejor.
¿Qué quién me lo dicta? Varios sentimientos, menos el sentido
común, que se mantiene inerte en materia de música. Digamos que
me lo dictan la pasión y el recuerdo de la pasión.
The Fox contiene todos los requisitos que requiere el placer de
escuchar jazz para desatarse, en primer lugar, convicción y talento
y, ya establecidas esas cualidades, cohesión, swing, imaginación y
personalidad; es decir, es una música que cruje donde tiene que
crujir y se desliza cuando hay lugar natural para deslizarse. Harold
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