NUEVAS AVENTURAS DEL LADRÓN DE DISCOS - Rolling Stone
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C ARLOS SAMPAYO<br />
<strong>NUEVAS</strong> <strong>AVENTURAS</strong> <strong><strong>DE</strong>L</strong> <strong>LADRÓN</strong> <strong>DE</strong> <strong>DISCOS</strong><br />
Escribo, esta vez muy sentado a finales de 1974, en la hostería<br />
del Partito Comunista Italiano porque dentro de poco se hará presente<br />
Archie Shepp (con Charles Grenlee en trombón) y es momento<br />
de rabia y habrá que gritar o dejarse gritar por quien en el<br />
arte de gritar es un maestro gritón diplomado.<br />
Escribo sentado, me levanto.<br />
En cualquier bar de cualquiera de esas localidades me levanto,<br />
paseo y rompo las páginas, destinadas a ser rotas, porque después<br />
de cada escritura ilusionada caerán discos del cielo en forma incorpórea<br />
de música.<br />
Me levanto y rompo la libreta en pedazos, o la dejo abandonada<br />
para solaz de otro esperador de lluvias, o de cualquiera que sepa<br />
asumir la culpa de una espera nunca colmada. Por más que llueva,<br />
nunca será suficiente, pero mucha lluvia termina por mojar la conciencia,<br />
las ilusiones y hacer que se olvide lo perdido. Las palabras<br />
dejadas al azar…<br />
Palabras como música.<br />
Escribo que camino, caminando, silbo It Might as Well be Spring<br />
por Clifford Brown y siento que es un modo de responderle cartas a<br />
aquel que escribe sentado y de pie, cartas que no ha escrito porque<br />
sólo escribía que estaba escribiendo y en qué posición se hallaba su<br />
cuerpo. Clifford pone las cosas en su lugar, que es el lugar de lo perdido<br />
y recuperado (siempre entra Borges entre letras y palabras, penetra<br />
en reparos y argumentos), que significa la fuerza del azar cuando<br />
escoge truncar un sueño. El sueño de Clifford era el de redondear la<br />
frase, o quizás el de llegar adonde se dirigía en el momento en que el<br />
ánima impura de la crónica (una forma del afamado azar) eligió<br />
borrarlo del mapa de Estados Unidos y, en consecuencia, del mapa del<br />
jazz. Pum, se acabó: a partir de entonces, y sin quererlo, un símbolo,<br />
una referencia, un deseo no consumado. Clifford construía sus solos<br />
en espiral, desde fuera hacia el centro para después volver al espacio<br />
abierto; no hay modo más hermoso de perfección; cada frase es risa<br />
de alegría, alegría de sentimiento sincero.<br />
Un solo poema por solo.<br />
Un poema en cada solo.<br />
Rompo una nueva libreta en pedazos, esta vez mientras camino,<br />
sin alterar el paso, pensando en tantas libretas rotas, esparcidas<br />
sobre la vasta superficie de los sueños encadenados, del solo interminable<br />
que empieza en West End Blues de Louis Armstrong y se<br />
detiene a descansar, digamos, en It Might as Well be Spring de<br />
Clifford Brown, para seguir viaje en muchas direcciones, no todas<br />
solares pero sí recreativas en el mejor sentido, el de la continuación<br />
de un estro colectivo, el de los poetas del jazz.<br />
Camino y no escribo, hablo con Clifford Brown. Nos entendemos<br />
porque sé de algunas partes de su vida; con gentileza me pregunta<br />
por mí. Trato de escabullirme, es difícil que me entienda, no porque<br />
yo sea muy piola, nada de eso, sino porque nos abandonó antes<br />
de que se produjera todo lo que hizo que yo estuviera hoy aquí,<br />
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