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<strong>cnt</strong> n°360 octubre 2009 13<br />

Global<br />

como sea, yo creo y espero que habrá de<br />

ser así.<br />

ANA: Otro termómetro que podemos destacar<br />

en este “despertar anarquista” es el de las<br />

citas en los grandes periódicos de las palabras<br />

“anarquía”, “anarquista”, “anarquismo”,<br />

“libertario”. Claro, muchas veces son<br />

comentarios peyorativos, pero otros no, al<br />

contrario, son hasta hermosos. En los últimos<br />

años he acompañado diariamente el<br />

periódico más grande de Brasil, “A Folha de<br />

Sâo Paulo”, y he percibido que es muy común<br />

citar las palabras “anarquista”, “libertario”…<br />

principalmente en cuadernos de<br />

cultura. ¿Tú percibes esto en otros lugares,<br />

en Uruguay, Argentina?<br />

Barret: Sí, sin duda. Hagamos nuestra una<br />

frase de Oscar Wilde: “Es malo que hablen<br />

mal de mí pero es mucho peor que no digan<br />

nada”. Por lo tanto, celebremos las campañas<br />

en nuestra contra que puedan<br />

desatarse desde los grandes medios de comunicación.<br />

No importa que generalmente<br />

exageren y se nos atribuya una influencia<br />

que todavía no tenemos y tampoco interesa<br />

demasiado que muchas de las afirmaciones<br />

allí contenidas no revelen más que una<br />

extraordinaria ignorancia. Lo cierto es que<br />

ha comenzado a hablarse con mayor frecuencia<br />

y mayor energía del anarquismo y<br />

del movimiento que lo encarna. Eso es sintomático<br />

y nos ubica en el interior de polémicas<br />

de las que hasta hace pocos años<br />

estábamos excluidos. Y lo mismo ocurre ya<br />

no con los grandes medios sino también<br />

con las publicaciones de la izquierda marxista.<br />

Ya ha comenzado a hablarse en esos<br />

ámbitos de una corriente libertaria latinoamericana<br />

como alternativa “extraviada” de<br />

los movimientos sociales que se niega a<br />

adoptar la “ciencia del proletariado” o a<br />

construir el “partido de vanguardia”. ¡Qué<br />

hablen! Es mucho mejor eso que lo que ocurría<br />

hasta hace unos años en que simplemente<br />

se nos veía como flores exóticas o<br />

como piezas de museo.<br />

ANA: Otro impacto positivo para el anarquismo<br />

fue el brote de nuevos medios electrónicos,<br />

como la Internet. En mi opinión, aunque<br />

con algunas reservas, los anarquistas se han<br />

apropiado muy bien de este medio, en varios<br />

aspectos. Por otra parte, a cada año es<br />

cada vez mayor el número de dossiers de<br />

fondo anarquista, o anti-autoritario lanzados<br />

en el mundo. ¿Concuerdas conmigo?<br />

Barret: Sí, naturalmente. Voy a contarte una<br />

anécdota que a mí hoy me provoca risa.<br />

Hace unos años -no demasiados, puesto que<br />

me incorporé tardíamente al uso de las herramientas<br />

informáticas-, la primerísima vez<br />

que usé un motor de búsqueda, coloqué con<br />

ansiedad y cierto temor la palabra “anarquismo”<br />

y me topé con que había un par de<br />

cientos de referencias a las cuales recurrir.<br />

¡Estuve dos noches sin dormir de la emoción!<br />

Hace un par de días hice lo mismo<br />

por curiosidad y ahora el resultado es de<br />

186.000 referencias mientras que, para establecer<br />

una comparación razonable, el término<br />

“leninismo” arroja tan sólo 67.200.<br />

¡Y eso ya no me provoca conmoción alguna!<br />

O sea que el cambio ha sido prodigioso<br />

y la “invasión” anarquista en Internet ha tenido<br />

logros impresionantes. Aunque, por<br />

cierto, pienso que hay por lo menos dos cosas<br />

que atender a ese nivel: en primer lugar,<br />

densificar conceptual y prácticamente<br />

nuestras comunicaciones, que en ocasiones<br />

corren el riesgo de trivializarse; y, en segundo<br />

término, no confundir nuestra presencia<br />

en la realidad virtual con nuestra<br />

presencia en el mundo de las relaciones<br />

“materiales”, que son las que deben seguir<br />

importando por sobre todas las cosas.<br />

Pero hay alrededor de esto un asunto de<br />

mayor trascendencia todavía. Internet<br />

pone a nuestro alcance el modelo de organización<br />

más adecuado a nuestra época:<br />

el modelo de las redes. Teóricamente,<br />

las redes pueden instalarse en diferentes<br />

regímenes comunicacionales -pueden funcionar<br />

con señales de humo y con el tamtam<br />

de los tambores, por poner dos<br />

ejemplos- pero ninguno permite alcanzar<br />

estos niveles de rapidez, volumen y alcance<br />

unido a la perdurabilidad de la escritura<br />

misma. Esto, y sólo a modo de<br />

ilustración, lleva a su mínima expresión<br />

dos problemas clásicos de las organizaciones<br />

anarquistas: el de quienes habrán<br />

de encargarse de las relaciones y el de<br />

quienes tendrán bajo su responsabilidad<br />

las tareas de “prensa y propaganda”. ¿Qué<br />

sentido tiene discutir tales cosas en un régimen<br />

comunicacional abierto y multidimensional<br />

en el que tiempo y espacio se<br />

dilatan y se contraen según la ocasión? La<br />

linealidad secuencial y la territorialidad<br />

son parte de la lógica de funcionamiento<br />

del poder y romper con ellas es hoy inmediatamente<br />

posible; al menos, en un<br />

sentido limitado.<br />

ANA: Este despertar del anarquismo en América<br />

Latina, ¿tú crees también que comenzó<br />

con “Seattle”, u otros factores, como el “cacerolazo”<br />

en la Argentina también tienen<br />

cierto peso?<br />

Barret: Referirse a las movilizaciones de Seattle<br />

o al levantamiento argentino de diciembre<br />

de 2001 es referirse a<br />

acontecimientos claves y emblemáticos; los<br />

que, por añadidura, son fácilmente ubicables<br />

para casi cualquier observador. Sin embargo,<br />

esos momentos no lo son todo sino<br />

que hay que interpretarlos como condensaciones<br />

formidables de tendencias que operan<br />

en el subsuelo de la política; tendencias<br />

que necesitan ser rastreadas y descifradas<br />

con anterioridad a los acontecimientos mismos.<br />

La caída del Muro de Berlín no produjo<br />

la debacle del “socialismo real” ni las movilizaciones<br />

de Seattle son la explicación<br />

última del fracaso del Consenso de Washington<br />

pero ambas resultan ser las rúbricas<br />

inmejorables de tales cosas y, en el<br />

último caso, también el momento de presentación<br />

“oficial” en sociedad de un movimiento<br />

de proporciones planetarias; un<br />

movimiento que, insisto en ello, habría tenido<br />

características distintas 20 años antes,<br />

cuando una densa trama de<br />

organizaciones internacionales hegemonizadas<br />

por los Partidos Comunistas pro-soviéticos<br />

lo hubiera canalizado de un modo<br />

bien diferente. El levantamiento argentino,<br />

mientras tanto, es también una rúbrica -<br />

insustituible en su fuerza y en su capacidad<br />

de irradiación, por supuesto- de<br />

tendencias que desembocaron en él y que<br />

están muy lejos de haber desaparecido o<br />

haber sido resueltas.<br />

Del mismo modo, yo no creo que el despertar<br />

anarquista latinoamericano se explique<br />

exclusivamente por los sucesos de<br />

Seattle o luego por los de Argentina, sino<br />

que el mismo responde, en última instancia,<br />

a navegaciones submarinas y de menor<br />

visibilidad. Pero no hay duda que<br />

ambos acontecimientos fueron susceptibles<br />

de una lectura libertaria y, de esa manera,<br />

reforzaron extraordinariamente las<br />

tendencias subyacentes.<br />

Yo no hice un relevamiento minucioso en<br />

tal sentido y no puedo ser exacto en el<br />

dato, pero parece evidente que una buena<br />

parte de los grupos anarquistas latinoamericanos<br />

de nuestros días se formaron<br />

luego de las movilizaciones de Seattle. Y en<br />

Argentina, donde la influencia anarquista<br />

directa fue muy escasa en diciembre de<br />

2001, se han formado grupos en Bariloche,<br />

en Paraná, en Mendoza, en Neuquén,<br />

etc.; lugares donde no había actividad libertaria<br />

organizada. ¿Por qué ha sido así?<br />

Porque el discurso y la práctica de impronta<br />

anarquista ofrecen explicaciones y respuestas<br />

a cosas tales como la crisis de la<br />

representación político-partidaria, las experiencias<br />

autogestionarias, las asambleas<br />

populares, etc. Y lo mismo ocurrió en Bolivia<br />

luego de octubre de 2003 hasta el<br />

punto de que la publicación alternativa de<br />

mayor difusión en la levantisca ciudad de<br />

El Alto fue por momentos un modesto periódico<br />

anarquista. Ése es el campo de oportunidades<br />

de que hablaba y de nosotros<br />

depende nada menos que saber aprovecharlo<br />

o no.<br />

ANA: Para descontraer, si tú fueses un científico,<br />

¿que “Frankenstein anarquista” crearías?<br />

¿Cuáles serían tus personajes<br />

anarquistas en esta mezcla?<br />

Barret: La pregunta me toma por sorpresa y<br />

nunca me había formulado las cosas en esos<br />

términos pero igual acepto el desafío. Imaginemos,<br />

entonces, que es posible combinar<br />

a Bakunin, a Malatesta y a Buenaventura<br />

Durruti. Nuestro Frankenstein anarquista<br />

tendría, por lo tanto, aquella intuición intransigente<br />

y salvaje de la libertad, aquella<br />

desmesura destructivo-creadora, aquella<br />

capacidad para romper todos los esquemas<br />

institucionales preconcebidos y, simultáneamente,<br />

inventar mundos nuevos detrás de<br />

una barricada que nos legara Bakunin. Malatesta,<br />

mientras tanto, le agregaría a nuestro<br />

Frankenstein una sistematización<br />

“realista” y su insobornable perseverancia<br />

para entablar diálogos libertarios con las<br />

gentes más humildes. Y a Durruti le correspondería<br />

dotarlo de ese activismo nómada<br />

que siempre guardó la entrañable<br />

particularidad de pensarse no como una empresa<br />

de aislado heroísmo ni como un empujón<br />

de élite sino en tanto parte de un<br />

multitudinario movimiento organizado que<br />

siempre estuvo en el origen de sus decisiones.<br />

Pero, además, el Frankenstein de nuestro<br />

tiempo es un hermafrodita al alcance de la<br />

tecnología disponible y deberíamos colocarle<br />

unas necesarias dosis femeninas en<br />

las personas de Louise Michel y de Luce<br />

Fabbri. Louise colaboraría con su capacidad<br />

para proyectar su talante subversivo más<br />

allá de las barreras culturales, de modo que<br />

si a Frankenstein le tocara como a ella la<br />

prisión-exilio de Nueva Caledonia también<br />

podría organizar nuevamente una revuelta<br />

de los indios kanakas. Y Luce se encargaría<br />

de darle a Frankenstein el ingrediente<br />

de su serenidad, de su apertura mental, de<br />

su tolerancia y de su vocación por tender<br />

respetuosos puentes entre los libertarios<br />

de todos los colores.<br />

Y, ya que estamos dejando volar libremente<br />

nuestra imaginación, ¿por qué no permitir<br />

que Frankenstein recorra las<br />

profundidades filosóficas que recorrieron<br />

Michel Foucault y Gilles Deleuze, aunque<br />

éstos no hayan sido propiamente anarquistas?<br />

¿Por qué no dotarlo de la impronta<br />

andariega de Líber Forti y de Víctor García?<br />

¿Por qué no dejar que se permita incurrir<br />

en el absurdo y en el humor vitriólico de<br />

Antonin Artaud, de Luis Buñuel y de George<br />

Brassens? ¿Por qué no pensar que<br />

Frankenstein jamás envejecería y siempre<br />

tendría la edad a la que fue asesinado Salvador<br />

Puig Antich? ¿Y por qué no tantas<br />

cosas más de las que ahora me olvido? En<br />

definitiva, Moésio, tal vez Frankenstein no<br />

sea más que el movimiento que tú y yo integramos;<br />

con todas sus riquezas, su diversidad,<br />

sus contradicciones y sus<br />

incertidumbres sin resolver.<br />

MUNDO FACUNDO/<br />

Antonio Pérez, el Otro<br />

Grupos de afinidad<br />

y extremismo<br />

Hallábame el otro día en mi suntuoso club<br />

hojeando mi periódico favorito –huelga<br />

añadir, el Financial Times-, cuando mi<br />

propensión a todo lo intelectual se sintió<br />

inmediatamente atraída por la glosa que el<br />

simpático papel salmón me ofrecía sobre un<br />

libro publicado en Oxford por uno de los<br />

principales asesores de Obama: “Yéndose a<br />

los extremos” (Going to Extremes, de Cass<br />

Sunstein) “¡Albricias! -exclamé-, el reputado<br />

jurisconsulto de Harvard y cofrade del<br />

Presidente vuelve a las andadas; ¿qué<br />

sorpresas me deparará hoy? ¿se ratificará en<br />

aquella barrabasada suya de concederles a los<br />

animales el derecho a querellarse contra los<br />

humanos o bien me deleitará con alguna otra<br />

travesura de su marca como pudiera ser, por<br />

ejemplo, el genocidio visto desde la<br />

semiótica fenomenológica después de la<br />

posmodernidad?”.<br />

Ni lo uno ni lo otro. Esta vez, el eximio<br />

filósofo palaciego me llega con un libro<br />

denso en el que pone los puntos sobre las íes<br />

a los ilusos pobretones. Como entremés, me<br />

sirve un elegante ataque a Internet:<br />

“opiniones que se disolverían simplemente<br />

porque nadie las comparte socialmente, en la<br />

Red se pueden encontrar en gran<br />

abundancia”. No me ha quedado claro que<br />

haya en internet muchísimas asquerosidades<br />

políticas –él dice sociales- si nadie las<br />

comparte en la vida analógica pero he<br />

seguido leyendo.<br />

Como primer plato, el viejo zorro<br />

picapleitos exige razonadamente que se<br />

sustituya la consulta en la subversiva Red<br />

por el consumo tradicional de grandes<br />

periódicos y de teles-generalistas-de-todala-vida.<br />

Su estilo denota el fino purista que<br />

lleva dentro: “En los media, podemos<br />

encontrarnos con una profusión de<br />

estupendas casualidades en toda clase de<br />

temas”. ¿Y qué me dicen del término que ha<br />

acuñado para remachar su exigencia?:<br />

architecture of serendipity. ¡Genial! Y yo que<br />

me fastidiaba con la monotonía de la tele<br />

plebeya…<br />

Pero lo mejor estaba por llegar. El plato<br />

principal –el main course, decimos en mi<br />

club- versa sobre los grupos<br />

autoseleccionados –“de afinidad”, en<br />

jerigonza desarrapada- de esas gentes<br />

enfermizas que piensan lo mismo y que están<br />

en contra de todo. Para mi dilecto amigo,<br />

estos grupos asociales saben muy poco y lo<br />

poco que saben está errado. Si se les deja a<br />

su aire, se van a los extremos y terminan en<br />

la violencia terrorista –o en el sexo libre,<br />

añadiría yo-.<br />

Imposible encontrar mejor retrato del<br />

irracional comportamiento de esas gentuzas<br />

anarquistas, nihilistas, anti-sistema,<br />

carbonarios, hassasins y kamikazes<br />

–sintoístas, budistas o musulmanes-,<br />

extremistas todos. Menos mal que todos esos<br />

grupúsculos caben juntos en un taxi. No<br />

como las benefactoras, racionalistas y<br />

magnánimas multitudes que nos juntamos<br />

en el Pentágono, la Bolsa, la Mount Pelerin<br />

Society, Bilderberg, el Gotha de la monarquía<br />

europea –hay una sola-, el Vaticano y las<br />

siete familias del petróleo, la banca, las<br />

drogas, las armas o el tráfico de mujeres.<br />

Nosotros somos muchos y nunca llegamos a<br />

los extremos.<br />

No es por simular unanimidad pero todos<br />

los gentlemen de este mi exclusivo club<br />

estamos muy contentos de que Obama tenga<br />

un asesor tan clarividente.

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