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26<br />
<strong>cnt</strong> n°360 octubre 2009<br />
Cultura<br />
libros<br />
La firme convicción de un poeta<br />
libertario<br />
Hay que comerse el mundo<br />
a dentelladas<br />
Alberto García-Teresa<br />
Baile del Sol<br />
2009<br />
Matías Escalera Cordero<br />
Hay que comerse el mundo a dentelladas,<br />
el primer poemario, propiamente<br />
dicho, de Alberto García-Teresa, está<br />
dividido en cuatro secciones, precedidas<br />
de un poema que sirve de prólogo<br />
y santo y seña –dígase título– del libro entero; y<br />
dos breves textos que lo cierran: uno, titulado “La<br />
vida engendra vida: agradecimientos” –del autor–, y,<br />
otro, el poema de Mª Ángeles Maeso, “Hora a hora,<br />
un insignificante tallo…”, que le sirve de colofón.<br />
Pero todas y cada una de sus partes se explican, en<br />
realidad, por la última de las secciones, constituida<br />
tan sólo por un poema, titulado “Versos para un<br />
accidente”, que ilumina todo lo demás, y que<br />
comienza con un verso que es toda una declaración<br />
de intenciones: Es un armazón de posibilidades mi<br />
cuerpo…<br />
Puesto que, a fin de cuentas... muletas, osteosíntesis,<br />
tornillos, placas / no cierran, no apagan, /<br />
sino que abren, irradian… (pág. 107)<br />
Y así es. Todo en este poemario es un grito de<br />
afirmación y de convicción; de afirmación de la vida<br />
y de lo vivo, frente a la adversidad y el infortunio,<br />
sí; pero, sobre todo, de afirmación y de convicción<br />
en lo vivo, frente a las fuerzas sociales, ideológicas<br />
y materiales, que niegan la vida y lo vivo.<br />
Me estremezco al sentir<br />
el vacío que mana<br />
de las obras de mis manos<br />
al hambre de mi alma.<br />
Dice uno de los poemas más intensos del libro,<br />
titulado significativamente FÂBRICA (pág 39)<br />
Un grito afirmativo y convencido que no viene<br />
–como se ve, desde su mismo arranque– sólo de la<br />
edad y de la experiencia personal, o del carácter<br />
equilibrado y amable de su autor, sino –lo que es<br />
aún más determinante– de las profundas y arraigadas<br />
convicciones libertarias de este joven poeta; así<br />
como de su mantenida fe en la potencia expresiva<br />
y transformadora de la poesía, y de la palabra –como<br />
instrumento del conocimiento y de la inteligencia<br />
liberadora–, en general.<br />
Quien construye la Historia con silencios<br />
vive en una tranquilidad precaria.<br />
Los muertos chillan, arman revuelo,<br />
transmiten ideas desde los recuerdos…(pág. 38)<br />
Experiencia personal e Historia, estos son los dos<br />
pilares sobre los que se sostiene esta obra inaugural<br />
de uno de nuestros más prometedores poetas.<br />
Un dato biográfico no nos explica la poesía, en<br />
efecto; pero sí nos puede dar algunas claves de la<br />
persona, del sujeto y del temple, que hay detrás de<br />
los poemas que leemos o escuchamos; y, tal como<br />
Antonio Orihuela nos recuerda en el prólogo del<br />
libro, el modo como Alberto García-Teresa se enfrentó<br />
a la posibilidad de la muerte, y se enfrenta, cada<br />
día, desde entonces, a la amenaza de la inmovilidad,<br />
y al dolor constante e inagotable, nos da algunas<br />
claves para entender, no sólo el título de este<br />
enérgico y afirmativo poemario –decíamos antes–,<br />
sino el entero contenido del mismo; pues, como también<br />
señala en el prólogo Antonio Orihuela, esa<br />
misma energía, y ese mismo deseo de afirmación de<br />
lo vivo, se aplica con emocionante y firme tesón al<br />
desenmascaramiento poético, tanto de la realidad<br />
personal, esto es, de aquello que somos, o que creemos<br />
ser; como de la realidad histórica, esto es, de<br />
la máquina social y política que nos contiene y que<br />
construimos –y nos construye– con nuestros actos<br />
y nuestras omisiones.<br />
Experiencia personal e Historia, esta es la cuestión<br />
que se plantea; o dicho de otro modo que las<br />
experiencias personales son, en sentido estricto, de<br />
naturaleza material e histórica, pues lo que sucede<br />
“dentro de nosotros” es porque sucede “fuera de<br />
nosotros”; la desazón, la desesperanza, el sentimiento<br />
de derrota, pero también la rabia, el deseo<br />
de plenitud y de liberación, tienen su origen en una<br />
idéntica fuente, esa máquina social y política de<br />
expoliación y muerte, que nos oprime y avasalla.<br />
Fragua,<br />
tajo,<br />
almacén<br />
u oficina.<br />
Mediodía<br />
o tarde-noche<br />
Un día menos,<br />
un duro más.<br />
Tú envejeces<br />
y tu vida se pierde<br />
entre gotas que caen<br />
y rabia que crece. (pág. 25)<br />
Por eso, el amor –erótico, filial o fraternal–, y la<br />
solidaridad de clase, son caras de una misma moneda,<br />
el mutuo empeño por la liberación personal y<br />
colectiva, mediante el encuentro de sujetos libres y<br />
sin miedo.<br />
Hoy, la vida brilla por su oscuridad.<br />
Hoy, me siento vivo porque soy querido. (pág. 10)<br />
Así concluye el poema que, según establecíamos,<br />
al principio, ilumina al resto (“Versos para un accidente”).<br />
A medida que la experiencia y la capacidad de<br />
síntesis lírica se agranden, se agrandará, sin duda,<br />
la talla poética de Alberto García-Teresa, acorde con<br />
su inmensa talla personal y su potencial perceptivo<br />
y expresivo; y estaremos entonces ante uno de nuestros<br />
poetas más sólidos y contundentes.