Edición 21 de Mayo de 2015

6 Diario Co Latino
Jueves 21 de mayo de 2015
Monseñor Oscar Arnulfo Romero
SAN ROMERO DE AMÉRICA
Romero: toda una vida al servicio de los oprimidos
Texto: David Martínez
Fotos: Wilfredo Lara
“ahora nos toca como
iglesia ayudar y apoyar
a esta gente que ha sufrido,
acojan ustedes a todos los
perseguidos y ayudénles, esas
fueron las palabras de él”
Q
uienes conocieron a Monseñor Romero dicen
que era un hombre muy cercano y humilde con
su feligresía, pero ¿cómo era en el interior de
la iglesia al que esta semana nombrarán beato? Esto
solo lo pueden responder quienes compartieron junto
a él en los diferentes episodios de su sacerdocio.
Uno de los que fueron testigos de su personalidad fue
el padre Benito Tobar, con quien tuvo una relación muy
cercana, la cual inició cuando estaba en el seminario,
y que en un primer momento fue quien le pidió que le
otorgará la imagen de la virgen de La Paz.
“El primer encuentro que tuve con Monseñor fue
cuando el párroco de iglesia de San Isidro Labrador,
Chalatenango, me dijo que me encargara de construir
la ermita, fue cuando me reuní con la gente y tuvimos la
discusión de qué patrona íbamos a adoptar, llegamos
al consenso de que sería la Virgen de La Paz , y se
me ocurrió pedírsela a Romero y vine a buscarlo y sin
pensarlo me dio la imagen, ya que en ese momento
estaba como encargado de la arquidiócesis de San
Miguel”, recuerda tobar.
Ese fue como el inicio de la relación entre estos
sacerdotes que siguieron en pláticas constantes y
siguieron su amistad. En una segunda anécdota, el
obispo mártir le pidió que le acompañara a un retiro a
Honduras para que le ayudara a oficiar la misa, una
experiencia que dice recordarla con mucho aprecio.
Según Tobar, al principio Romero no tenía ninguna
incidencia en la vida de la arquidiócesis de San Salvador
ya que en ese tiempo se impulsaba el Concilio
Vaticano segundo, algo que en el obispo mártir no
quedaba muy claro como doctrina de la iglesia.
Luego, le nombran obispo de la arquidiócesis de
Santiago de María, durante ese tiempo que se fue a
dicha ciudad del oriente del país es que se tiene que
nombrar a un arzobispo de San Salvador, todos los
que estaban con el Concilio Vaticano Segundo querían
incidir en que monseñor Arturo Rivera Damas fuera
Padre Sebastian Martínez, de la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe.
Monseñor Oscar Arnulfo Romero, acompaño al padre Sebastian Martínez, al oficiar una misa en Lourdes Colón.
el sucesor de Luis Chávez y Gonzáles.
Pero la oligarquía y grupos de poder del país movieron
sus piezas para que el Vaticano nombrara a
otro obispo, en este caso fue Óscar Arnulfo Romero,
quien al principio era una persona tímida, respetuosa
y que no se exaltaba, si no estaban de acuerdo con
sus decisiones.
Asimismo, para Tobar, Romero era una persona humilde,
ya que pedía ayuda ante cualquier decisión que
se iba a tomar, un hombre totalmente diferente a lo
que era antes de irse a Santiago de María.
“En las primeras reuniones, él tomó posesión de su
arzobispado y en esa misma semana suceden las
masacres del 28 de febrero y tuvimos de emergencia
una reunión para discutir lo sucedido, y para sorpresa
de nosotros fue que Romero dijo: ahora nos toca como
iglesia ayudar y apoyar a esta gente que ha sufrido,
acojan ustedes a todos los perseguidos y ayudénles,
esas fueron las palabras de él”, narró Tobar.
Las dijo antes que mataran al que fuera su guía y
amigo, Rutilio Grande, pues la muerte de Grande se
suscitó el 12 de marzo de 1977, según el párroco de
la iglesia Santa Anita.
Con esto se puede deducir que Romero venía desarrollando
una conciencia social en el tiempo que tomó la
arquidiócesis de Santiago de María, percepción social
que se agudizó con la muerte de Grande.
“La amistad de Romero con Rutilio era relativa, porque
yo los conocí desde el seminario y todos lo que nos
íbamos por la doctrina del Concilio Vaticano Segundo
no lo tomábamos en cuenta, incluyendo a Grande,
pero también sabíamos cuales eran sus acciones, y
no es cierto que todo el tiempo sirvió a la oligarquía o
los grupos de poder”, acotó el sacerdote.
Es a partir de ahí que se da a conocer su oficio
pastoral con una preferencia de los oprimidos, esto
se sustenta con el acercamiento por parte del padre
Sebastián Martínez, quien da fe de que en aquella
reunión, después de la masacre del 28 de febrero de
1977 les dijo a todos los sacerdotes que acogieran a
los que sufrieran ese tipo de injusticias.
“Cuando lo conocimos ya sabíamos que era una
persona muy dada a los pobres, aunque hay que
reconocer que pensábamos que era un obispo conservador,
pero ya cuando nos dimos cuenta de su
pensamiento contra las injusticias sociales fuimos
cambiando la percepción que teníamos”, expresó
Martínez.
Romero, según el sacerdote, era un hombre muy
ocupado, que visitaba las comunidades sumidas en
la pobreza, por las cuales entendió Romero que “la
abolición del sistema se tenía que llevar a cabo”.
En tanto para los sacerdotes es de gran alegría que
el que fue la voz de los sin voz sea beatificado por la
alta jerarquía de la iglesia, un hecho que el pueblo
mismo lo esperaba desde hace mucho tiempo.
Benito Tobar, párroco de la Iglesia de Santa Anita, en San Salvador.