júlio pereira NUEVA CANCIÓN / FOLK SALA GALILEO GALILEI - c/ Galileo, 100 martes 11 nov. - 21:30 h. - 10 €
Visto hoy, tal vez muchos no lo recuerden, pero hubo un momento en que la cima de la canción popular portuguesa la ocupaban nombres como Fausto, José Mário Branco, desde luego Carlos do Carmo y, por supuesto, José Afonso, a quien las notas al <strong>programa</strong> de este festival dedican una parte generosa de su texto. Todo ello sucedió durante la década de los 70 y no es un error afimar que el fenómeno se extendió a los primeros años 80. Y, al lado de todos esos nombres, como arquitecto del sonido, como secretario casi-para-todo, estaba Júlio Pereira. Júlio, multiinstrumentista, productor y compositor, ha desarrollado una carrera individual que, como la de su compatriota Rao Kyao, luce guiada desde 1980 por una preocupación multicultural. Tan es así que, por singulares, sus composiciones confunden a los turistas de la world music. Como el ilustre lisboeta Kiao, Júlio, igualmente oriundo de esa ciudad, está convencido –y lo demuestra- de que toda la música está <strong>int</strong>errelacionada. El detalle, no obstante, no debe actuar en menoscabo de la labor que, dentro de la recuperación de tradiciones lusas, ha llevado a cabo el músico con algunos instrumentos populares. Cavaquinho, mandolina y guitarra braguesa son, entre otras, las herramientas con las que mejor y más habitualmente se expresa Júlio Pereira en sus discos, que ya suman casi dos decenas. El ejemplo más reciente es “Geografias”, trabajo que ahora viene a desprec<strong>int</strong>ar en la Mostra tras su estreno hace algunos meses en Pontevedra. En él, en su temario, suenan también el bouzouki y los s<strong>int</strong>etizadores, <strong>int</strong>erpretados por el propio Júlio, y la guitarra de Miguel Veras. Completan reparto la guitarra portuguesa de Bernardo Couto y las espléndidas voces de Marisa P<strong>int</strong>o y la caboverdiana Sara Tavares. “Geografias”, en cualquier caso, tan sólo es el último testimonio discográfico de un creador que, tras despegar profesionalmente en diversos grupos de baile y quedar abducido por el rock, decidió soltarse el pelo de forma protagónica, elaborando una música de difícil definición –tal vez, la más ajustada sea folclore imaginario- y poniendo al día los sonidos casi perdidos de los instrumentos citados. Esta última labor está espléndidamente documentada en diferentes álbumes, aunque posiblemente los que mejor condensan la tarea son “Cavaquinho” (1981), “Braguesa” (1982) y “Mi mandolina” (1992). Con la llegada del milenio, el compositor –principalmente obsesionado con la creación de música instrumental, con especial atención para la cuerda- decidió acometer también la complicada labor de acodar las palabras a la música, y adaptó textos de Eugenio de Andrade y Vinicius de Moraes, autores ambos que, como se sabe, escriben sus obras en portugués. El destino fue un disco facturado con el título “Faz-de-conta”. Júlio Pereira se presenta como un auténtico paradigma en una época en la que todo es asequible, todo está normado. Sus conciertos, al modo hitchcockiano, jamás abandonan el suspense, ni ven tampoco truncado el hilo comunicativo, pese a la enorme complejidad musical exhibida. Y, si destacable es, finalmente, su relación con José Afonso y Carlos do Carmo, no menos lo ha sido su trabajo para Pete Seeger, Kepa Junkera, The Chieftains, Uxia, Mestisay y Xose Manuel Budiño, entre otros. 25 VI mostra portuguesa • Júlio Pereira, mandolina • Miguel Vera, guitarra • Sofia Victoria, voz, teclas y <strong>programa</strong>ción