ALERGIA - Dinero y Salud

especial
SANIDAD
PRIVADA
l secretario general del
E Instituto para el Desarrollo
y la Integración de la
Sanidad (IDIS) y director general
de HM Hospitales, Juan
Abarca Cidón, no se cansa de
repetirlo: no se puede obviar
a un sector, la sanidad privada,
que representa el 30% del
total de la sanidad española,
que supone el 2,5% del PIB
de España, cuenta con más de
diez millones de clientes y da
trabajo a 350.000 profesionales
sanitarios. Desde luego, no
son cifras para volver la vista
hacia otro lado, y no solo por
la riqueza que aporta la empresa
sanitaria privada a este
país, sino por la cantidad de
trabajo que descarga al Sistema
Nacional de Salud, que se
ha convertido en una gigantesca
máquina que, si bien
sigue funcionando con eficacia,
ya muestra preocupantes
ineficiencias agravadas, lógicamente,
por la crisis económica.
Pero, sobre todo, el
SNS está demostrando serias
dificultades para adaptarse a
los nuevos tiempos. Gracias
a la incuestionable capacidad
curativa desplegada durante
las últimas décadas, los españoles
viven más, viven mucho...
y más que van a vivir
según todos los pronósticos.
Además, los españoles ya no
exigen a la sanidad, sea privada
o pública, que los ‘salve’
de la enfermedad (aunque
a veces ellos mismos no se
cuiden), sino que quieren
tener voz y voto. Si sumamos
a esta nueva actitud –que ya
despunta con claridad– el envejecimiento
de la población
y la avalancha de enfermos
crónicos que se nos ha venido
encima, no es exagerado
afirmar que el SNS atraviesa
momentos complicados.
Durante la reciente presentación
del Informe de
Biotecnología Aplicada a la
Comunicación, Ibac 3.5, del
Observatorio Zeltia, Julio
César García Martín, director
del Máster en Biotecnologíade
la Salud del Centro de Estudios
Superiores de la Industria
Farmacéutica (Cesif), “la
administración sanitaria española
tiene el problema del
EL CLIENTE-PACIENTE SIEMPRE EN
EL CENTRO DE LA ESTRATEGIA
La sanidad privada está
mejor preparada para
afrontar lo que ya se considera
‘el futuro’ de la asistencia
sanitaria: situar al
cliente-paciente en el centro
de cualquier estrategia
y, desde luego, en el epicentro
de todas aquellas
decisiones que afecten a
su salud. Cada vez más, los
ciudadanos toman las riendas,
están informados y ya
no quieren seguir siendo
pasivos. Saben que tienen
derecho a conocer todas
las opciones a su alcance,
expresar sus inquietudes y
exigir que sus necesidades
sean tenidas en cuenta.
Además, tanto ellos como
sus familias quieren recibir
un trato cercano. En
otras palabras: ha llegado
el momento de humanizar
la asistencia sanitaria. Y, en
este contexto, la medicina
privada, como afirma Iñaki
Ereño, consejero delegado
de Sanitas, en la página 10
de este número de Dinero y
Salud, tiene la oportunidad,
siglo XXI: la obesidad. Hay
que ponerla a regimen y, con
lo que adelgace, alimentar a
los que producen”. ¿Y quién
produce en materia de salud?
Evidentemente, produce la
industria farmacéutica, produce
la farmacia, producen
las empresas de tecnología
la velocidad y el músculo
necesarios para conseguirlo.
¿Por qué? Porque, tradicionalmente
y por razones obvias,
la sanidad privada ha
estado siempre más volcada
hacia la atención al cliente.
Sin desmerecer la eficacia
y la grandeza del carácter
universal de nuestro Sistema
Nacional de Salud, es la sanidad
privada quien tiene en su
mano volcarse con sus clientes-pacientes
y proporcionarles
un trato personalizado,
ya que no debe
lidiar con la presión
asistencial ni la burocracia.
Da lo mismo
que hablemos de
algo tan duro como
el cáncer o tan feliz
como el nacimiento
de un hijo: todos
queremos sentirnos
seguros,
cuidados
y hasta mimados
cuando de nuestra
salud se trata.
Y en este aspecto,
la sanidad privada
tiene las de ganar.
Puede hacer frente con agilidad
a los nuevos retos: envejecimiento,
enfermedades crónicas, medicina
preventiva, educación para la salud...
aplicada a la salud y, desde
luego, produce la asistencia
sanitaria privada, tanto las
compañías que la conforman
como los profesionales que la
nutren. Y no solo producen,
sino que pueden hacer frente
con mucha mayor agilidad
a los nuevos retos: envejecimiento
de la población,
enfermedades crónicas, medicina
preventiva, educación
para la salud y, desde luego,
capacidad para situar a las
personas, sus clientes-pacientes,
en el mismísimo centro
de su estrategia. Ya lo están
haciendo. Si no lo hiciesen,
no habrían obtenido los resultados
económicos que han
obtenido pese a la crisis. Con
esfuerzo y mucho trabajo, la
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