11.07.2015 Views

Dd5bL

Dd5bL

Dd5bL

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

48de oreja a oreja. Pero me llamó la atención lamanera desinhibida con que esos muchachoshablan con cualquiera. “Vicepresidenta, ¡ah,mucho gusto!”, y un beso. “Mire, le presento aquíal doctor”. Alegres, y bueno: “Chávez, queremosoír música, “¿por qué no pones música aquí?”.Y yo le digo: “¿Dónde está la música?”. “Aquí loque estamos es trabajando, chico, para ver cómoarreglamos el país y lo seguimos arreglando”.Un diálogo con ellos y al rato se fueron.Están aquí por un día, por dos días, mientraslos ubicamos. Bueno, ése es el regalo queme trajeron ayer los Reyes Magos, tres nuevosamigos y son magallaneros. Le dije al gordo,que es el líder, a Musulungo, que me ayude abuscar a los demás. Él me dijo: “Yo sé dondeestán toditos, en Sabana Grande”, en no sé dónde.“¿Y cuántos son?”. “¡Ufff!, muchos”. El gordome va a ayudar a buscarlos a todos y yo pidoayuda a todo venezolano que sepa dónde hayun niño, un grupo de niños. Porque ellos tienensus sitios, ellos van por ahí en el día y se van enla madrugada a dormir debajo de un puente, enuna plaza. Venezuela en esta nueva etapa, enesta revolución, no puede darse el lujo de tenerniños abandonados.Una Revolución para los niñosEsta es una revolución de niños, van a la escuela,chico. ¡Por fin, Dios mío! Yo me acuerdo muchode un muchachito en Zaraza, un catirito bachaco,así como yo cuando era niño en la sabana,muy avispa’íto y llegó a lavar el carro, en una deesas giras, hace como tres años. Andaba yo soloen el desierto, con dos o tres personas nada más,recorriendo de pueblo en pueblo. Entonces él llegacorriendo y empieza a lavar el carro. “Pero, bueno,¿quién te dijo que lavaras el carro?”. “No, no,yo lo lavo y usted después me da lo que pueda”.Le dimos qué sé yo, veinte, treinta bolívares y lebrindamos una empanada ahí.“¿Tú estás en la escuela, chico?” “No, no,yo no estoy en la escuela”. “¿Por qué no estás?”Entonces dijo: “Porque mi ‘amá’ no me ha‘inscribío’”. Pero muy avispado, con unos ojosmuy avispados, Dios lo cuide. “¿Y por qué note ha ‘inscribío’ tu mamá, chico?”. “No se dice‘inscribío’, se dice inscrito”, le dije yo. “Ah, meequivoqué”. “Sí, se dice inscrito, no ‘inscribío’,no vuelvas a decir eso”, le dije yo. “Ok, yo noestoy inscrito”. “¿Por qué?”. “Porque mi mamáno tiene dinero y le están cobrando veinte milbolívares y ella no tiene, pues. Yo apenas andopor aquí para comer, para llevar unas cuatro empanadasy comer con mi mamá”. Él vivía solocon su mamá. Ojalá ese catire hoy en día sea unode los que se ha inscrito. Me imagino que sí, tieneque ser, seguro, porque es muy avispado y élquería ir a la escuela.CUENTOS DEL ARAÑEROSoy feliz tratando de ayudarRecibí la semana pasada a un niñito que me estabapidiendo una pelota. Él quiere jugar béisbol.A mí me da mucho dolor. Por supuesto, no voya decir su nombre, porque es un drama familiar.Se separaron el papá y la mamá. El papá se fuepara otra parte lejana del país con una nueva esposa.La mamá del niñito se fue con un nuevo esposopara otro lado, y el niñito se quedó con suabuela. Y la abuelita vive de alquilar dos cuartosen la casa que no es de ella. Está pagando la casaalquilada, pero alquila dos cuartos, y al abuelole cortaron las dos piernas por la diabetes. Laviejita anda buscando a ver cómo.Ese muchachito está estudiando, pasó con19 puntos para quinto grado. El quiere jugarpelota, hermano, y allá fueron. Se sentaron enlas sillas donde se sientan los jefes de Estado.“Siéntate ahí”, le dije. “Chico, mira a Bolívar”.Ahí está el retrato grande de Bolívar y la espadade Bolívar, la réplica y vean, este es el palaciodel pueblo. El niñito se fue con su pelota,con un batecito y además, le conseguimosuna inscripción en la liga de béisbol menor quefunciona allá en Miraflores. Bueno, yo soy feliztratando de ayudar a alguien, aunque sea conuna pelotica, con un abrazo. A la viejita vamosa ayudarla, a su esposo que está impedido, nopuede caminar, la silla de ruedas no sirve, estávieja. Es un drama.Cuestión de concienciaCuidado con el cuento aquel de un amigo míode por allá, de los llanos de Barinas. Yo másnunca lo había visto, ni sabía que él había obtenidoun tractor a crédito a bajo costo; ¡cuántonos costó traer ese tractor de China! Aquí enveinte años los campesinos no tenían tractores,ni maquinarias.Entonces lo veo a él por allá en un alborotode gente, así como aquí, y le doy un abrazo:“¿Cómo estás tú, cómo te va, cómo está tu mujer,tus hijos?” Entonces él muy alegre me dice:“Hugo, te doy las gracias”. “¿Por qué?” “No, yayo me arreglé”. “¿Qué es eso, qué significa?”“Bueno, el tractor que me prestaste.” Yo no se lopresté, se lo prestó el gobierno revolucionario,yo ni sabía que a él le habían prestado un tractora crédito. Ahí me detengo, lo agarro por el hombroy le pregunto: “¿Qué es lo que has hecho conel tractor?, ¿cuántas hectáreas has sembrado?”“No, yo ahora no siembro, chico. Ahora lo quehago es alquilar el tractor y me he ganado yacomo veinte millones de bolívares, compré unacasa nueva, ahora soy rico”.Fíjense la parte de la conciencia, él cree queeso es bueno. Yo lo regañé y le dije: “Tú eresun...”. Bueno no voy a decir la palabra. “¿Cómotú vas a hacer eso?” Estaba explotando a sus hermanosporque tenía un tractor. Lo mismo que a élle hicieron durante mucho tiempo los dueños dela máquina, que le alquilaban el tractor y le quitabanun ojo de la cara, y todo el dinero, toda laganancia se la llevaba el dueño de la máquina. Yesos campesinos trabajando toda la vida y nuncasalieron de la miseria, esa es la verdad, ese es elcapitalismo, esa es la perversión del capitalismo.La solidaridadEn cada viejita que veo también recuerdo aRosa Inés, que Dios tenga en su gloria, porquees la misma cara, son los mismos ojos pícaros,las mismas arrugas, es el mismo cabello largoy blanco. Es la misma bondad. Aquella ancianacon un problema renal: “Se me tranca la orina”,me dijo. Ay, se le tranca la orina, Dios mío, laoperaron, se le reprodujo no sé qué cosa, peroentonces la tienen acostada en una camilla queno tiene ni colchón. La camilla pelada, frío aquello,la pobre viejita.Entonces está de medio lado porque no puedeestar acostada de frente, de medio lado con unasonda y una bolsita, para que vaya drenando.Imagínese que usted quiera orinar y no pueda.Uno a veces anda por ahí corriendo a ver dóndeorina, porque no aguanta. Imagínate que eso seatodos los días. ¡Qué sufrimiento para una viejita!Entonces ahí la tienen de medio lado y con lacabeza doblada porque no hay una almohada, unabendita almohada no hay.Ahora, yo le pregunto a los médicos, ok, elhospital no tiene almohadas. Pero, ¿no hay unvecino en la esquina que pueda prestar una almohadaa esta hora? Se supone que a esta hora todoel mundo está trabajando, no está la gente durmiendo.No todo el mundo puede estar acostadocon una almohada. Vayan a buscar una almohada.Apareció una almohada a los cinco minutos,o a los tres minutos. Y le pusimos su almohada.Si hubieran visto cómo le cambió la cara cuandole pusimos su almohada. Esas son las cosas, esosson los detalles que hacen a los grandes pueblos.La solidaridad, el amor, sea quien sea.Tiene usted razónUna vez en este mismo salón me reuní con ungrupo de médicos cubanos. Nosotros tenemosque apoyarles en algunas cosas, porque a míno me gusta que estén durmiendo por allá enesas situaciones que vi. Me trajeron unas fotos,y mandé a un equipo a inspeccionar. Bueno, lacasa de los pobres, pues.Entonces se paró un hombre como de cuarentaaños y me dijo: “Presidente, no se preocupe. Yovengo del África, donde dormíamos en la selva, a

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!