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8ponen una vela para que la gente se asuste y no seacerquen al patio”. Los fantasmas de Sabaneta.El primer discursoRecuerdo la primera vez que di un discurso, cuandollegó el primer obispo a Sabaneta de Barinas.Estaba en sexto grado y me pusieron a leer unaspalabras, a darle la bienvenida al obispo GonzálezRamírez, algo así se llamaba. Y ese mismoaño, un 12 de marzo de 1966, me correspondióleer también un discurso en la Plaza Bolívar,de Sabaneta de Barinas, a nombre de los muchachosdel Colegio Julián Pino, donde hice miprimaria. Nunca se me olvida una frase de esediscurso que escribió mi padre: “La banderaque Miranda trajo y que Bolívar condujo congloria”. Eso se me grabó para siempre.OfasaCuentos de familia. Hay que ver cuando nos reuníamos.Ahora casi no tengo tiempo. A veces lafamilia sufre el impacto de todo esto. Desde aquíun saludo y un recuerdo a mis hermanos. A Aníballe decíamos “Boca’e bagre”. A Nacho, “Churromogotero”. Nacho era flaquito y paletú’o.A mí me decían “Tribilín” o “Bachaco”. A Adánle decían “Macha macha”. Al negro Argenis ledecían “El Indio” o “Curicara”. Y a mi hermanomenor, Adelis, le decían “Ofasa”.¿Saben por qué? Ofasa era una cosa internacional,una oficina. Creo que era de los yanquis,no estoy seguro. Sospecho que era algo raro,porque era una agencia de ayuda humanitariay había propaganda por radio, allá en Barinas:“Ofasa lo visitará en su casa”, “Ofasa atiende ala humanidad”. Y Adelis estaba chiquitico. Tendríacomo ocho, nueve años. Él era muy meti’o yquería estar en todo. Entonces llega una señoraque vivía en la calle, una indigente que andabapidiendo ropa y comida por las casas. Adelisestaba por la ventana del cuartico, y mi abuelaRosa ahí limpiando. Él ve que la señora viene pa’la casa, y entonces le dice: “¡Mamá Rosa, mamáRosa, ahí viene Ofasa!” Porque por radio él oía:“Ofasa lo visitará en su casa. Ofasa atiende a lahumanidad”. Por eso le decimos “Ofasa”.Asunto ideológicoComo un amigo nuestro allá en los años ‘60, enBarinas. Ustedes saben que yo soy feo, él era eltriple de feo que yo. En las fiestas uno tenía quehacer esfuerzos. Había otros que se peinaban demedio lado y no sé qué más. Además, uno siemprecon la misma ropita, unas botas de goma ahí.Uno tenía que hacer un esfuerzo muy grandeCUENTOS DEL ARAÑEROpara acercarse a una muchacha y sacarla a bailar,agarrarle la mano, un esfuerzo grande aquel. Peromi amigo, que era el triple de feo que yo, sospechabaque las muchachas no iban a bailar con élo aceptarle una conversación. Teníamos catorceaños, éramos unos niños. Entonces él decía: “Yono bailo con ninguna muchacha hasta que no sedefina ideológicamente”. Y él estaba comenzandopor los caminos del marxismo, hijo de un marxistamuy respetado, un profesor barinés.El PensamientoMi papá empezó a dar clases de primaria, por alláen Los Rastrojos. Tenía sexto grado, no había liceoen Barinas. Luego consiguió un puestico demaestro por allá en un monte, pues. ¡Ah!, pero entoncesse inscribió en los cursos de mejoramientodel magisterio, una cosa buena que había. Notodo lo pasado fue malo. Eso venía desde muchoantes del año 1958. Entonces mi papá venía a Caracasen agosto y traía libros. Cuando el terremotode Caracas mi papá estaba aquí y lo lloramosmucho: “Se acabó Caracas”, decían por radio. Ylos rumores allá en Sabaneta: “Caracas se acabó”.Después llegó un telegrama al otro día: “Estoyvivo, estoy bien”. Y llevó una enciclopedia,creo que francesa, “Quillet”. Me prometió unamigo francés conseguirme una de la época,porque se perdieron esos libros. El último quevi lo tenía mi hermano Adán. Después no sé,al mismo Adán se le perdió en estos huracanesque se llevaron muchas cosas. Pero ahí habíamuchas recomendaciones: filosofía, matemática,historia; era como mi Internet entonces.Yo era un niño y me bebía aquellas páginas. Yuna de las recomendaciones que había allí, quela apliqué toda mi vida, era la siguiente: “Ustedpiense”, decía alguna página de aquellas. Yo loapliqué. Si estás en la mañana limpiándote losdientes, piensa lo que estás haciendo: “Me estoylimpiando los dientes”. No estés ahí comosi fueras un árbol, que no piensa. Si estás “pitchando”en el béisbol, piensa. Si estás disfrutandocon unos amigos, unas amigas, piensa. Elpensamiento es clave para entender lo que unoestá viviendo, para no pasar por este mundo asícomo si fuera una nube que pasó.¡Que no me lo maten!En La Chavera estaba mi padre el 4 de febrerode 1992 en la mañana, como todos los días,con sus cochinos y cuatro vacas. Llegó alguienen bicicleta a decirle: “Mire, don Hugo, que hayuna rebelión militar, que unos militares se alzaron”.Eran unos muchachos, vecinos que teníanallí también un ganadito. Ellos me conocendesde hace tiempo, porque yo siempre en vacacionesiba a La Chavera a jugar bolas criollas,a bañarnos en el río. Los muchachos le dijeron:“Don Hugo, ¿usted no cree que Huguito esté metidoen eso?”. Ellos ya intuían, porque me conocíande tanto hablar en la cancha de bolas, en elrío, por allá en bicicleta, caminando por esas costasde ríos. Mi papá les dijo, lavando la cochinera:“No, no, ese no se mete en eso”.En cambio, cuando Cecilia, la vecina, llamó ami mamá: “Mira Elena, dijeron por Radio Barinasque hay una rebelión militar”. Mi mamá se pusoa rezar “porque ahí tiene que estar Huguito”. Loque son las madres, ¿no? Mientras mi papá decía:“No, tranquilo que ese no se mete en nadade eso”, mi mamá desde que le dijeron se puso arezar. “¡Que no me lo maten!, porque estoy segurade que ese está ahí”. Te quiero, mi vieja, Elena.¡Muy sabrosa la delicada!, las hallacas y la mazamorraque me trajiste. Me queda todavía un poquito,voy poco a poco. No le doy a nadie.Los dedos de mi padreAcabo de hablar con mi padre y a mi padre lo amo,lo admiro y, además, lo metí en este lío. Mi padreHugo de los Reyes Chávez, un maestro jubilado.Estaba criando cochinos y gallinas ponedoras desdehacía varios años, hasta el 4 de febrero en lamañana. Dejó las gallinas, dejó los cochinos, dejócuatro vacas flacas, dejó un fundito que le costótoda su vida de maestro y se fue a la batalla.Él andaba fundando comités bolivarianospor los pueblos y buscando firmas para la libertad,no de su hijo, sino de los soldados. Yo estabaprisionero, me enteré y lo lloré. Incluso escribí unpoema llamado “Los dedos de mi padre”, que seperdió porque me allanaron a los pocos días y sellevaron los manuscritos.Y perdió tres dedos porque se desprendióla carrucha en esos ríos donde no ha llegado lamano del desarrollo y todavía se pasan en carrucha,por allá en los llanos, en el pie de monte. Recuerdoque hablaba de las manos de mi padre, lasmismas que me enseñaron a escribir la a, la e, la i,la o, la u. Las mismas que junto a las de mi madrey su amor, hicieron posible, por la mano de Dios,que viniera al mundo junto con mis hermanos.El viejo como un guerreroEl día jueves en la noche mi padre sufrió unaccidente cerebro vascular, cumpliendo consus labores allá de gobernador de Barinas. Sela pasa por los pueblitos atendiendo a la gente,viviendo con la misma angustia existencial quevivimos nosotros ante la tragedia de los campesinos,y cumpliendo con sus responsabilidades.Fue sorprendido, una emboscada de la vidacomo yo la llamo.

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