IntroducciónEste libro reúne casi una treintena de escritos breves, unificadospor la convicción y experiencia de que vivimos inmersos en elCuerpo de Cristo. Doy por hecho que es inconcebible una experienciacristiana «individual» separada de la comunidad creyentey sus prácticas compartidas. Además, en estas páginas veremosque no hay ningún aspecto de la realidad que quede al margendel Cuerpo de Cristo. Por eso, al ofrecer estas meditacionesen el Cuerpo, hablamos sobre la Iglesia, la eucaristía, el mundo.Con-spirarAhora bien, es posible que el título del libro («Con-spirar») sueneun tanto extraño, porque se trata de un término que viene delámbito político y no del religioso. Más aún, puede sonar a posturasrevolucionarias, cuando parece que los cristianos tendemosen general a favorecer el orden y la tranquilidad social.Pero, bien mirada, esta expresión sigue una clara lógica cristianaque podemos explicar en tres sencillos pasos.1. Orar es respirar. Cuando cultivamos la oración y la vidaespiritual, la presencia del Espíritu en el ser humanose hace tan natural y necesaria como la misma respiración,tan continua y dinámica como el movimiento deinspiración y expiración de nuestros pulmones. Dice SanPablo que «el Espíritu en persona intercede por nosotros– 7 –
con gemidos sin palabras» (Rm 8,26), y el libro de losHe-chos nos indica que «en Él nos movemos y existimos»(Hch 17,27), porque Dios nos rodea como laatmósfera que respiramos. De hecho, «espíritu» se diceen latín spiritus, en griego pneuma, y en hebreo ruah,palabras todas ellas relacionadas con el aire y la respiración.Muchos autores han desarrollado esta intuición alo largo de la historia, desde diversos enfoques y corrientesespirituales 1 .2. Orar en común es con-spirar. Si orar es respirar, orar encomún en con-spirar. Esto no es un mero silogismo ni unsimple juego de palabras más o menos ingenioso, sinouna honda verdad que rezamos (¡juntos!) cada vez querecitamos el credo. Los cristianos vivimos en la comuniónde los santos. Y cuando rezamos (aunque sea en elsilencio de nuestra habitación o en la soledad de un retiromonacal), no sólo respiramos, sino que con-spiramos,porque estamos habitados por el mismo Espíritu de Dios.3. Con-spirar es conspirar. Dado que la liturgia es la oracióncomún y pública por excelencia, caemos en la cuentade que la liturgia plasma, en expresión de BenedictoXVI, la revolución de Dios 2 . En la liturgia encontramos ala Iglesia en oración, y ésta nunca puede ser algo meramenteprivado o intimista. Siempre es una realidad pú-1. De entre la abundante bibliografía, selecciono tres textos: MarianoBALLESTER, SJ, Hijos del viento. Meditar con la respiración, Narcea,Madrid 1999; Juan MASIÁ, SJ, Respirar y caminar. Ejercicios espiritualesen reposo, Desclée de Brouwer, Bilbao 2001; y Carlos GONZÁ-LEZ VALLÉS, SJ, El secreto de Oriente: Respirar, <strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong>, Santander2006.2. Pueden verse los textos de las intervenciones de BENEDICTO XVI durantelas Jornadas Mundiales de la Juventud, en su libro La revoluciónde Dios, San Pablo, Madrid 2005.– 8 –