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Introducción - Editorial Sal Terrae

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Cons-pirar.Meditaciones en el Cuerpo de Cristo


Colección «EL POZO DE SIQUEM»197


Daniel Izuzquiza Regalado, SJCons-pirarMeditaciones en el Cuerpo de Cristo<strong>Editorial</strong> SAL TERRAESantander – 2006


Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción,distribución, comunicación pública y transformación de estaobra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual.La infracción de los derechos mencionada puede ser constitutiva dedelito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y s. del Código Penal). ElCentro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por elrespeto de los citados derechos.© 2006 by <strong>Editorial</strong> <strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong>Polígono de Raos, Parcela 14-I39600 Maliaño (Cantabria)Fax: 942 369 201Tfno.: 942 369 198E-mail: salterrae@salterrae.eswww.salterrae.esDiseño de cubierta:Fernando Peón / Para la ilustración de Chillida:© Eduardo Chillida. VEGAP. Santander 2006Con las debidas licenciasImpreso en España. Printed in SpainISBN: 84-293-1665-5Depósito Legal: BI-1996-06Impresión y encuadernación:Grafo, S.A. – Basauri (Vizcaya)


ÍndiceIntroducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6PRIMERA PARTE:LA EUCARISTÍA EDIFICA LA IGLESIA1. Orar con el cuerpo, orar en el cuerpo . . . . . . . . . . . . . 172. El espacio de la Eucaristíay el «triple oficio» de Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213. «Gustad y ved». La liturgia y los sentidos . . . . . . . . . 274. Seis pilares del espíritu . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 375. En torno al ayuno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 456. Bautismo y exclusión social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 527. Eucaristía y no violencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 618. Dalí, el pan y la Eucaristía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 689. El cine y la cena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7410. La cena que recrea y enamora . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8111. La gran desconocida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8912. Fragmentos eucarísticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9613. Recovecos eucarísticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10514. La joven de la perla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114– 5 –


SEGUNDA PARTE:LA IGLESIA HACE LA EUCARISTÍA15. Vivir la diferencia de ser cristiano . . . . . . . . . . . . . . . 12316. Cuerpo real y cuerpo místico de Cristo . . . . . . . . . . . 13517. La Iglesia, comunidad de solidaridad . . . . . . . . . . . . . 14318. La Iglesia, caricia de Dios a la humanidad . . . . . . . . . 14719. Liturgia, ética y oración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15220. La trampa de la valla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15821. Siete meses, siete misas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16422. Seis balas, el boli y la vela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16923. Resistir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17324. El santo y el santuario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17925. El zoo eclesial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18526. Más allá de Corinto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19427. Extraños en el paraíso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20128. Escultores y místicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206Apéndice conclusivo: contra Prometeo . . . . . . . . . . . . . . 215– 6 –


IntroducciónEste libro reúne casi una treintena de escritos breves, unificadospor la convicción y experiencia de que vivimos inmersos en elCuerpo de Cristo. Doy por hecho que es inconcebible una experienciacristiana «individual» separada de la comunidad creyentey sus prácticas compartidas. Además, en estas páginas veremosque no hay ningún aspecto de la realidad que quede al margendel Cuerpo de Cristo. Por eso, al ofrecer estas meditacionesen el Cuerpo, hablamos sobre la Iglesia, la eucaristía, el mundo.Con-spirarAhora bien, es posible que el título del libro («Con-spirar») sueneun tanto extraño, porque se trata de un término que viene delámbito político y no del religioso. Más aún, puede sonar a posturasrevolucionarias, cuando parece que los cristianos tendemosen general a favorecer el orden y la tranquilidad social.Pero, bien mirada, esta expresión sigue una clara lógica cristianaque podemos explicar en tres sencillos pasos.1. Orar es respirar. Cuando cultivamos la oración y la vidaespiritual, la presencia del Espíritu en el ser humanose hace tan natural y necesaria como la misma respiración,tan continua y dinámica como el movimiento deinspiración y expiración de nuestros pulmones. Dice SanPablo que «el Espíritu en persona intercede por nosotros– 7 –


con gemidos sin palabras» (Rm 8,26), y el libro de losHe-chos nos indica que «en Él nos movemos y existimos»(Hch 17,27), porque Dios nos rodea como laatmósfera que respiramos. De hecho, «espíritu» se diceen latín spiritus, en griego pneuma, y en hebreo ruah,palabras todas ellas relacionadas con el aire y la respiración.Muchos autores han desarrollado esta intuición alo largo de la historia, desde diversos enfoques y corrientesespirituales 1 .2. Orar en común es con-spirar. Si orar es respirar, orar encomún en con-spirar. Esto no es un mero silogismo ni unsimple juego de palabras más o menos ingenioso, sinouna honda verdad que rezamos (¡juntos!) cada vez querecitamos el credo. Los cristianos vivimos en la comuniónde los santos. Y cuando rezamos (aunque sea en elsilencio de nuestra habitación o en la soledad de un retiromonacal), no sólo respiramos, sino que con-spiramos,porque estamos habitados por el mismo Espíritu de Dios.3. Con-spirar es conspirar. Dado que la liturgia es la oracióncomún y pública por excelencia, caemos en la cuentade que la liturgia plasma, en expresión de BenedictoXVI, la revolución de Dios 2 . En la liturgia encontramos ala Iglesia en oración, y ésta nunca puede ser algo meramenteprivado o intimista. Siempre es una realidad pú-1. De entre la abundante bibliografía, selecciono tres textos: MarianoBALLESTER, SJ, Hijos del viento. Meditar con la respiración, Narcea,Madrid 1999; Juan MASIÁ, SJ, Respirar y caminar. Ejercicios espiritualesen reposo, Desclée de Brouwer, Bilbao 2001; y Carlos GONZÁ-LEZ VALLÉS, SJ, El secreto de Oriente: Respirar, <strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong>, Santander2006.2. Pueden verse los textos de las intervenciones de BENEDICTO XVI durantelas Jornadas Mundiales de la Juventud, en su libro La revoluciónde Dios, San Pablo, Madrid 2005.– 8 –


lica y de consecuencias públicas. No es exagerado decirque, desde esta perspectiva, la Iglesia es la comunidadque encarna la revolución de Dios y la con-spiracióndel Espíritu. Sin duda, «la comunión hace la fuerza». Esdecir, que la Iglesia está llamada a encarnar un modo alternativode vivir, relacionarse y actuar. A pesar de nuestrasincoherencias y de la realidad mediocre que vivimos,la Iglesia está llamada a ser el sujeto revolucionariopor excelencia, que conspira contra todo sistema establecidoo imperio.Niveles del Cuerpo de CristoEn una afirmación contundente, dice la carta a los Colosensesque «la realidad es el Cuerpo de Cristo» (Col 2,17). Así que nopodemos limitar la noción de Cuerpo de Cristo (¡ni su presencia!)meramente al pan consagrado, ni siquiera a la eucaristía oa la comunidad que se reúne para celebrarla. El texto de Colosensesinvita a descubrir el Cuerpo de Cristo en toda la Iglesiauniversal y más allá de ella. Hay un nivel cósmico que abarcaal mundo entero. No sólo al mundo presente, sino también alpasado (especialmente a las víctimas de la historia) y al futuroaún por venir.El proyecto de Dios consiste en llevar la historia a su plenitud,recapitulando todo el universo por medio del Cuerpo deCristo (cf. Ef 1,10). La misión de la Iglesia consiste precisamenteen ser signo e instrumento del Reino de Dios, al serviciode esta liberación y recapitulación definitiva en Cristo. Ésa essu identidad y su misión. Y, por lo tanto, la Iglesia como Cuerpode Cristo debe hacer visible este proyecto de Dios, plasmandouna alternativa pública a los poderes de este mundo (si se quiere,una con-spiración «política»). Descubrimos así la Iglesia como«polis», como comunidad y espacio social alternativo.– 9 –


Estas consideraciones quedarán más claras a lo largo de laspáginas que siguen, pero ya en este momento quiero recordar laadvertencia de Juan Pablo II al comienzo del Año de la Eucaristía:«el hombre está siempre tentado a reducir a su propia medidala Eucaristía, mientras que en realidad es él quien debeabrirse a las dimensiones del Misterio. La Eucaristía es un dondemasiado grande para admitir ambigüedades y reducciones»(Mane nobiscum Domine, n. 14). En esa misma Carta Apostólica,el Papa señala que la eucaristía es consigna, principio yproyecto de misión (nn. 24-25), que supone crear paz, comunióny solidaridad (n. 27) al servicio de los últimos (n. 28).Concretamente, dice Juan Pablo II en el número 29: «pienso enel drama del hambre que atormenta a cientos de millones de sereshumanos, en las enfermedades que flagelan a los países endesarrollo, en la soledad de los ancianos, la desazón de los parados,el trasiego de los emigrantes». Mientras ésta sea la realidad,el Cuerpo de Cristo seguirá desgarrado. Olvidarnos de ellosería caer en reducciones inadmisibles, según el Papa.«Devotio post-moderna»A partir del siglo XIV se desarrolló en Europa una corriente espiritualllamada «devotio moderna», que buscaba una espiritualidadmás afectiva frente a la racionalidad de la teología escolásticay la mística especulativa. Supuso un movimiento derenovación en la vida eclesial, ligado a las culturas emergentesy a los nuevos contextos populares. Quizá su rasgo central seael seguimiento de Jesús; por ejemplo, la obra más conocida dela «devotio moderna» lleva el significativo título de «Imitaciónde Cristo» (a veces referida por el nombre de su autor, Kempis).Pues bien, creo que el libro que ahora tenemos entre manos sepodría calificar como un ejercicio de «devotio post-moderna».Es un libro de espiritualidad, que busca favorecer el encuentropersonal con el Misterio de Dios en Jesús, concreta-– 10 –


mente en el Cuerpo de Cristo. No es, por tanto, un libro eruditoque se quede en el rigor del análisis exegético o en la especulacióndogmática. En este sentido, se parece a la «devotio»moderna, que, por cierto, no es exactamente la literatura devocionalque se desarrolló en siglos posteriores. Pero ya he dichoque mi intención es «post-moderna», y esto al menos en dossentidos. Primero, en el acercamiento a los textos bíblicos ylitúrgicos es imposible ignorar los resultados de la crítica científica(que no estaban al alcance de nuestros predecesores). Segundo,la «devotio moderna» tendió a fortalecer una espiritualidadde rasgos individuales e incluso intimistas, mientras quees claro que cualquier espiritualidad cristiana en el siglo XXI debeasumir integralmente la dimensión socio-política.Por lo tanto, no puede sorprender que en esta propuesta de«devotio post-moderna» aparezcan cosas nuevas y antiguas, enuna mezcla orientada al reinado de Dios. Es posible que algunoscapítulos aporten lecturas novedosas de temas tradicionales,y otros ofrezcan iluminaciones de acontecimientos contemporáneosdesde la óptica de la tradición. Ambas cosas son legítimasy necesarias. Quizá este libro se asemeje en algo a aquel«letrado que entiende del reinado de Dios, pues se parece a unpadre de familia que saca de su arcón cosas nuevas y antiguas»(Mt 13,52).En el libro hablo de cine, de escultura y de pintura; de encuentros,conversaciones y amistades; de política, economía yexclusión social; de ecumenismo, de los menonitas y del Islam;pongo bastante énfasis en la no violencia activa y revolucionaria.Pero espero que todo ello no despiste al lector: sobre todo,hablo del encuentro con el Señor Jesús en la Iglesia, en la liturgia,en la eucaristía, en el mundo. Hablo del Cuerpo de Cristo;más aún, hablo en el Cuerpo de Cristo. Como ya he indicado,hablo del Cuerpo Universal y Cósmico de Cristo. Es decir, queno me limito al cuerpo de Jesús en Nazaret, ni al cuerpo deCristo en la liturgia eucarística. La «devotio post-moderna» seabre a todas estas dimensiones desde el seguimiento del Señor.– 11 –


Una posible guía de lecturaPropongo un sencillo test inicial que orientará la guía de lecturade este libro. A continuación se ofrece una lista de personajeshistóricos, cada uno de ellos identificado con una letra. Sepide que el lector elija a uno de esos personajes y, en función dela letra, pueda seguir las indicaciones de lectura que se indican.¿Con cuál de estos personajes te identificas más, o a cuál deellos querrías conocer mejor?a) Immanuel Kantb) Odo Caselc) Juliette Binoched) Dolores Aleixandree) Mahatma Gandhif) Félix Rodríguez de la Fuenteg) Casiano Floristánh) Jesús de NazaretUna vez contestada esta pregunta, veamos los resultados ysu correspondencia con los contenidos del libro:a) Si has elegido a Immanuel Kant y/o eres de mente másbien lineal, empieza por el principio y llega hasta el final.Pero no olvides la recomendación de San Ignacio:«en el punto en el cual hallare lo que quiero, ahí me reposarésin tener ansia de pasar adelante» (EjerciciosEspirituales, n. 76).b) Si no sabes quién fue Odo Casel (o sí lo sabes), pero encualquier caso te interesa la liturgia, ve a los capítulos2, 3, 11, 12 y 13.c) Si tu opción ha sido Juliette Binoche y/o te gusta el cine,el arte, la pintura o la escultura, recomiendo que comiencespor los capítulos 8, 9, 14 ó 28.d) Si has elegido a Dolores Aleixandre y/o prefieres las historiasnarrativas, sugiero los capítulos 10, 21, 22 y 23.– 12 –


e) Si te has quedado con el Mahatma Gandhi y/o tu interéses más socio-político, sobre todo en clave de no violenciaactiva, espero que los capítulos 6, 7, 19, 20 y 26 teresulten provechosos.f) Si has preferido a Félix Rodríguez de la Fuente y tegustan los animales, lo mejor es comenzar por el capítulo25. Allí tratarás de cuestiones eclesiales, que tambiénse abordan en los capítulos 1, 15, 16, 17 y 27.g) Si te has decidido por Casiano Floristán y/o tienes inquietudesde tipo pastoral, quizá los capítulos 4, 5, 18 y24 te sirvan de ayuda.h) Finalmente, si has elegido a Jesús de Nazaret, ¡enhorabuena!Espero que tú también desees enamorarte plenamentede Él y seguir sus pasos de manera radical. Enese caso, ama y haz lo que quieras, porque quien amaha cumplido la ley entera (Rm 13,8). Así que, si quieres,puedes leer los capítulos salteados o al azar. Esperoque cualquiera de ellos te ayude a entrar en comunióncon el Señor Jesús, en su Cuerpo. La ventaja de los libroses que siempre puedes volver a releer un textocuantas veces quieras.Por cierto, en todos los casos anteriores, confío en que el librote ayude a hallar lo que buscas y deseas más intensamente.Si te gusta y te resulta provechoso, no olvides compartirlo conamigos, familiares o compañeros de comunidad 3 . Deja que tuejemplar circule o, si lo prefieres, regala otro.3. Aprovecho esta alusión para agradecer a los compañeros jesuitas PatxiÁlvarez, Luis López-Yarto y José María Fernández-Martos y a la agustinamisionera Carmela Barrientos, que leyeron todo el manuscrito yme ayudaron con sus sugerencias. Otros amigos jesuitas han leído partesdel texto y han aportado comentarios provechosos: Carlos delValle, Juanjo Aguado y Ramón Fresneda.– 13 –


PRIMERA PARTELA EUCARISTÍA EDIFICA LA IGLESIA


1Orar con el cuerpo, orar en el cuerpo«Cuidado con el piloto del calentador del gas, no puede estar todoel día encendido». Leí esta frase en un folleto de «ecologíadoméstica», me pareció interesante e hice cálculos: perdíamosunos 35 metros cúbicos cada dos meses, casi el 40% de nuestrogasto total de gas. Así que decidimos apagar el piloto cuando nolo usáramos.La verdad es que es un pequeño incordio. Cada mañana, allevantarme, con los ojos aún pegados, enciendo el calentador.Espero algún minutejo, con frío en el cuerpo, y sólo después memeto en la ducha.Poco a poco, el pequeño incordio se convirtió en gran incordio(dentro-del-corazón). El calentador del gas me sirve comore-cordatorio cotidiano de tantos campesinos 4 del Sur quetienen que caminar varios kilómetros, durante varias horas aldía, para recoger leña con que calentarse y agua para lavarse.Mis pocos metros y escasos minutos de espera del agua caliente(un incordio) me injertan en los kilómetros y horas de muchoshermanos (el incordio re-cordatorio).4. A lo largo del libro utilizaré términos genéricos de una manera inclusiva.Por ejemplo, cuando digo «lector», supongo que las mujeres tambiénleen; por «cristiano» entiendo, entre otras personas, a mi abuelaFina y a mi amiga Marta; a la vez, entre las personas «religiosas» meincluyo yo, como varón que soy. Sé que es una decisión que no todaslas personas compartirán, pero creo que facilita la lectura.– 17 –


Ya lo dijo el profeta: se trata de «no cerrarte a tu propia carne»;entonces, «en seguida te brotará la carne sana» (Is 58,7-8).Mi cuerpo, abierto al Cuerpo de Cristo, se convierte en apoyovital para mi oración.El Cuerpo de Cristo es la Iglesia, un cuerpo empobrecido,torturado, golpeado, sufriente, crucificado. Si ese Cuerpo es «loque hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo quehemos contemplado y tocado con nuestras manos», quizás entonces«lo anunciamos para que seáis solidarios con nosotros»(1 Jn 1,1-3).¿Cómo y cuándo oigo, veo y toco con mi cuerpo ese Cuerpo?El mismo Jesús nos da la pauta, pues cuando Él vino almundo, dijo al Padre: «No quieres que haga sacrificios ni holocaustos,pero me has dado un cuerpo para cumplir tu voluntad»(cf. Hb 10,5-10).San Pablo expresó su seguimiento del Señor precisamentecon su cuerpo: «trabajo y fatiga, a menudo noches sin dormir,hambre y sed, muchos días sin comer, frío y desnudez. Y a todoesto añádase la preocupación por todas las comunidades» (2Cor 11,27-28). En definitiva, «llevo en mi cuerpo las marcas deJesús» (Ga 6,17).Mi pobre experiencia como aprendiz de seguidor de Jesústambién va, de algún modo, por aquí: mi cuerpo, cuando estáinjertado en su Cuerpo, se convierte en fuente de vida, de servicio,de oración:– Tras varias horas de estudio intenso, noto que mis cervicalesse agarrotan, «se me pega la piel a los huesos» (<strong>Sal</strong>102,6), y pido: «cura los huesos dislocados» (<strong>Sal</strong> 6,3).– «De noche rebullen mis manos sin descanso, no se calmael jadeo; acordándome de Dios, gimo, y meditandome siento desfallecer; mantengo desvelados los ojos, perola agitación no me deja hablar» (<strong>Sal</strong> 77,3-5). ¿Cuántosmendigos, mujeres prostituidas o «desaparecidos»sobreviven, se desviven o mueren, mientras yo estudio o– 18 –


vuelvo de alguna reunión nocturna? «Velando medito enti» (<strong>Sal</strong> 63,7), pues estoy desvelado gimiendo, cual búhoo lechuza (<strong>Sal</strong> 102,7-8).– En la acampada del 0,7%, «no daré sueño a mis ojos, nireposo a mis párpados, hasta que encuentre un lugar parael Señor» (<strong>Sal</strong> 132,4-5). O aquello de Urías: «Tantaspersonas viviendo al raso, ¿y yo voy a ir a mi casa a banqueteary a acostarme con mi mujer? ¡Vive Dios, por tuvida, no haré tal!» (2 Sam 11,11).– Por la mañana, temprano, aún oscuro, «¡por ti madrugo!»(<strong>Sal</strong> 63,2).– Durante una manifestación en favor de la integración delos inmigrantes, «estoy agotado de gritar, tengo ronca lagarganta» (<strong>Sal</strong> 69,4), «a voz en grito clamo al Señor...mientras me va faltando el aliento» (<strong>Sal</strong> 142,2.4).– A veces «me olvido de comer mi pan» (<strong>Sal</strong> 102,5), o vivocomo Jesús y los discípulos, que «no encontrabantiempo ni para comer» (Mc 6,31); entre tanta reunión,estudio y charlas con diversas personas, no es raro comertarde, frío o recalentado.– Otras veces, en algún día de ayuno voluntario, llego asentir que «se me retuercen dentro las entrañas» (<strong>Sal</strong>55,5), que «tengo sed de ti como tierra reseca» (<strong>Sal</strong>143,6) y que, de hecho, surgen «gemidos sin palabras»(Rm 8,26).– Cuando, en la calle o viendo la televisión, siento que «seconsumen de pena mis ojos, mi garganta y mi vientre»(<strong>Sal</strong> 31,10), es señal de que, en verdad, «mi corazón ymi carne retozan por el Dios vivo» (<strong>Sal</strong> 84,3).Por todo esto y mucho más, me resulta extraño que todavíahaya gente que intente matar al cuerpo para poder orar. O que– 19 –


otros pretendan orar con su cuerpo (relajación, respiración, ojoscerrados, espalda recta, labios semiabiertos) al margen del Cuerpode Cristo. (No pretendo descalificar estas ayudas a la oración,que yo también utilizo, sino desenmascarar su reducción individualista-espiritualista,al margen del Cuerpo de Cristo).También por esto agradezco inmensamente a:– tantos maestros que me enseñan a orar con su cuerpo, enel Cuerpo, y que podrían referir sus experiencias muchísimomejor que yo;– todos aquellos que se pasan noches enteras acompañandoa enfermos de sida, de cáncer o de lo que sea;– los que encarnan su opción por los pobres en barriosmarginales (frío, pies mojados, ruidos, barro, incomodidadde un pesado transporte público...);– los que acompañan al pueblo empobrecido, también ensu dieta monótona y escasa;– todos, en fin, los que llevan en su cuerpo las marcas deJesús (Ga 6,17; cf. Jn 20,27).En definitiva, es lo que dice la Escritura contundentemente:«El que no confiesa que Jesús es el Mesías venido en carnemortal, ¡ése es el impostor y el anticristo!» (2 Jn 7), ya que «laPalabra se hizo carne y acampó entre nosotros... lleno de amory lealtad» (Jn 1,14). Desde entonces, toda oración cristiana sehace con el cuerpo, en el Cuerpo.– 20 –

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