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Revista 55 - Aproin

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A p r o i n • 64TelecomunicacionesMiguel Lorenzo FontIngeniero de telecomunicacionesTel. 669 203 035 – milofo@terra.esUrbanismo y viviendaMiguel Font RosellLicenciado en derecho •arquitecto Técnico • APITel. 986 443 440 – miguel@aproin.comCon d u c c i ó n te m e r a r i aLes juro que esta vez estaba a punto de escribir un artículointeresantísimo, pero después de leer el de Christian me hequedado completamente en blanco.Los que sean de empezar a leer las revistas por el final, haganel favor de buscar la columna sobre el coche fantástico.Realmente es para reflexionar. Después de haber visto multitudde películas de ciencia ficción que intentaban aproximarnosun futuro más o menos increíble, y ver cómo muchas deesas especulaciones van tomando forma de predicciones, resultaque incluso vamos a vivir cómo se hace realidad una ideacomo aquélla que seguramente tan sólo pretendía ser “ficciónsin pretensiones”, al estilo de Superman, MacGyver o El EquipoA.Y lo más sorprendente es que parece que lo viviremos contotal naturalidad. “¡Vaya, qué curioso, un coche que aparcasolo!”, habremos pensado al ver el anuncio de “mi padre tienepoderes”... Y aprovechamos para continuar con el zappingantes de que empiece la segunda parte del partido, como si yanada pudiera sorprendernos tanto como un gol del Celta (perdón,esta columna la he escrito en la cuarta jornada, no sabíanada de las goleadas posteriores).Cuando vayamos al concesionario y nos digan: “este modeloconduce solo, y al no ser humano es incluso capaz de circularpor las rotondas manteniendo su carril”, contestaremos criticandoel color, la tapicería... o el tono de su voz; vamos, que lopreferiríamos tenor en vez de barítono.De todas formas, y también gracias a libros y películas, quizános acordemos de múltiples ejemplos en los que las máquinasse pasan de la raya y acaban coartando nuestra libertad de unamanera o de otra. Y es que Kitt tenía su Karr, y seguro quetambién nos tocará vivirlo. Para empezar, el día que estemosresfriados y no podamos soplar en condiciones para demostrarleque no hemos bebido, se empeñará en conducir él o, sinos hemos comprado el modelo cutre, pedirnos un taxi. Se formaránsus buenos atascos porque los sensores del vehículo seempeñarán en respetar la distancia de seguridad cuando se encuentrenla típica furgoneta aparcada en doble fila en una calleestrecha. Y, por supuesto, los macarras de turno se compraránla versión Karr ultramegamaqueada que insulta automáticamentea los demás conductores, escupe él solo sin necesidadde bajar la ventanilla y sube el volumen de la música al pararen los semáforos.Lo que yo me pregunto es: si nos sorprenden en ciudad a60… ¿quién se llevará la multa? Señor agente, ¡le juro que elque conducía era el coche! Ya, también jura ser capaz de escribiralgo interesante…Med i a vu e l t a … ¡AR!La situación es bien extraña. No se vende nada, pero haymuchos potenciales clientes a la espera de poder comprar. Lavivienda, hasta ahora tenía dos tipos de clientes, los inversoresy los moradores. Los primeros pueden haber “pinchado”, locual tampoco es seguro ya que nuestros competidores, la bolsa,también hace aguas por todas partes, mientras que la vivienda,a pesar de lo que ahora opinan los bobos seguidores de ladictadura de lo políticamente correcto, siempre será un bienseguro, lo fue, lo sigue siendo y lo será, aunque ahora pase, porunos años, por malos momentos. Otra cosa es el suelo, la únicacomponente burbuja en este juguete. Pero ¿Qué pasa con losmoradores? ¿nadie necesita vivienda?, pues claro que sí. De todasformas, esta crisis trae y ha de traer cambios muy profundosen todo este sistema.El personal necesita viviendas, pero ni cualquier vivienda,ni a cualquier precio. La solución, no nos engañemos, no pasapor la vivienda protegida, aunque los políticos, que de esto notienen ni idea, nos la quieran meter por las orejas a mayor gloriade su incompetencia.Analicemos al principal protagonista: el cliente que necesitauna vivienda. Generalmente una familia con dos sueldos,uno mayor que otro y que entre ambos pueden llegar a sumarunos 3.500 euros (1.000 + 2.500). Los bancos, en situacionesnormales de liquidez, para conceder un crédito hipotecario, nosuelen estar cómodos más allá de comprometer en la cuota el33% (1/3) de los mencionados 3.500 euros a unos 25 años, esdecir alrededor de 1.200 euros. Evidentemente, toda viviendaque no pueda ser financiada con una entrada de alrededor del20% y cuotas mensuales de no más de 1.200 euros, va a tenerproblemas de venta, y ello si queremos hacer viviendas cada vezmejores, con mejor tecnología, mejores materiales y prestaciones,el único secreto está en no pagar por el suelo las cifras quehasta ahora se estaban pagando.Actualmente, solo así, con ventas comprometidas y en suelosurbanos consolidados, están de acuerdo los bancos en estudiarla financiación de una promoción, de ahí que habrá que invertirel proceso. Antes que el solar, el proyecto, la licencia y laobra, está el encontrar comprador sobre una idea que no difierade lo apuntado, y funcionar de forma muy similar a lo queharía un gestor de cooperativas, controlado directamente portus clientes para generar confianza, con mayor intervencióny compromiso por parte de la entidad crediticia y ofreciendoespacios, servicios e infraestructuras adaptadas a las actualesnecesidades de una vivienda polivalente.El que no evolucione ahora, que vaya pensando en dejarlo.

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