tomados por sorpresa. Al cabo <strong>de</strong> tres siglos <strong>de</strong>colonización, estas is<strong>las</strong> no podían reivindicar ningúnlogro autóctono, por menor que fuera, en el terreno<strong>de</strong> la literatura. Todavía en la década <strong>de</strong> 1930no <strong>de</strong>be haber habido más <strong>de</strong> media docena <strong>de</strong> libros<strong>de</strong> literatura <strong>de</strong> ficción sobre estas is<strong>las</strong> escritospor personas que representaran su suelo y tuvieranen él sus raíces. Pero en un lapso <strong>de</strong> quince años<strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l fin <strong>de</strong> la Segunda Guerra Mundial, aparecieronen Inglaterra unos doscientos libros <strong>de</strong> esetipo, obra <strong>de</strong> un poco más <strong>de</strong> una veintena <strong>de</strong> escritoresantillanos.No creo que haya sido acci<strong>de</strong>ntal que esta explosión<strong>de</strong> literatura creativa se produjera cuandolo hizo. Su fuente pue<strong>de</strong> encontrarse en los agravioscomunes que comenzaban a fructificar en laacción política. Recuerdo claramente, por ejemplo,que me sorprendió, me aterrorizó y me llenó <strong>de</strong>entusiasmo, la violencia <strong>de</strong>l lenguaje con que algunoshombres sencillos, anónimos, amenazaban a losagentes tradicionales <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r en mi isla. Se produjeronrevueltas terribles y actos <strong>de</strong> pura liberación;una multitud tomó <strong>las</strong> calles en una orgía <strong>de</strong><strong>de</strong>strucción: se quemaron cosechas, se lanzaronautos al mar y se <strong>de</strong>strozaron cajas registradoras(aunque no se robó ni un centavo); los empleados<strong>de</strong> <strong>las</strong> tiendas y sus jefes huyeron, y personajes importantes,tanto blancos como negros, se arrastraroncomo cangrejos en busca <strong>de</strong> un escondite. Laisla era Barbados; el año, 1937, y yo tenía nueveaños <strong>de</strong> edad.Pero el mismo drama tenía lugar en Trinidad, cuna<strong>de</strong> los novelistas Samuel Selvon y Vidia Naipaul;ellos también eran niños en esa época. Y a dos milkilómetros al norte <strong>de</strong> Barbados y Trinidad, los jamaicanos,con un sentido singularmente siniestro <strong>de</strong>lterror, lo llevaron a nuevas cimas. Ello ocurrió cuandolos novelistas John Hearne y Neville Dawes eranpequeños, cuando V. S. Reid y Roger Mais eranjóvenes. Y lo que sostengo es que los primeros librosque todos ellos escribieron, aunque no explícitamentepolíticos, eran, <strong>de</strong> cierta manera, recuentosy productos <strong>de</strong> <strong>las</strong> experiencias registradas ensus conciencias durante el período. Se trataba <strong>de</strong>un avance activo <strong>de</strong> <strong>las</strong> masas hacia lo que hoy <strong>de</strong>nominamosla in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia; y creo que cuandoun pueblo intenta hacer esa ruptura con su pasado,también empieza a <strong>de</strong>scubrir o re<strong>de</strong>scubrir quién yqué es. En ese momento enfrenta la cuestión <strong>de</strong> lacultura nacional. En el caso <strong>de</strong> <strong>las</strong> Antil<strong>las</strong>, la nove<strong>las</strong>e convirtió en un instrumento para buscar respuestas,para buscar nacionalidad, y reveló la necesidad,consciente o inconsciente, <strong>de</strong> forjar, a partir<strong>de</strong> la mezcla cultural <strong>de</strong> África, la India y Europa–los elementos <strong>de</strong> nuestro pasado–, una imagen distintivamenteantillana.Ahora bien, la población básica <strong>de</strong> estas is<strong>las</strong> estácompuesta por <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> esclavos africanos.Pero tras la abolición <strong>de</strong> la esclavitud en 1834 llegóuna oleada <strong>de</strong> sirvientes contratados proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong>la India. Los indios se quedaron, y tanto Selvon comoNaipaul provienen <strong>de</strong> ese tronco. En su novela AHouse for Mr. Biswas, una espléndida evocación<strong>de</strong> la vida en un hogar hindú, Naipaul <strong>de</strong>scribe elconflicto entre indios <strong>de</strong> distintas generaciones quese esfuerzan por relacionarse a la vez con el pasado–en especial su nostalgia por el idioma y <strong>las</strong> costumbresque representan a la India– y <strong>las</strong> circunstanciasinmediatas <strong>de</strong> la vida en Trinidad. En la novela, lospersonajes, <strong>las</strong> situaciones y el paisaje inmediato son,en buena medida, indios y pobres.Ese estudio <strong>de</strong> una minoría intenta <strong>de</strong>finir y cristalizarel mundo <strong>de</strong>l Caribe <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los puntos <strong>de</strong> vista<strong>de</strong> hombres que pasaron su niñez en hogares indios.Selvon y Naipaul, nacidos en Trinidad <strong>de</strong> padresindios, comparten la ten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> los escritores <strong>de</strong>14
otras is<strong>las</strong> que no son indios: concentran su atenciónen la vida <strong>de</strong> los pobres. Aun los escritoresque han tenido una educación típica <strong>de</strong> la c<strong>las</strong>e mediase ven atraídos instintivamente hacia la vida <strong>de</strong> loshombres y <strong>las</strong> mujeres que son, por así <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong>muy abajo. El resultado es que estas nove<strong>las</strong> se vendominadas por personajes apegados a la tierra, simples,cercanos al suelo, fuertes y trágicos a la vez.Sus <strong>de</strong>sdichas no los <strong>de</strong>struyen; su humor no conocelímites; su cuerpo no es un instrumento que losavergüence. Para ellos, vivir es un acto <strong>de</strong> completaparticipación. Son seres humanos que no se hancontagiado con lo que, en un mundo más sofisticado,se <strong>de</strong>nomina el problema <strong>de</strong>l ser. Son una especie<strong>de</strong> barómetro natural que registra el pulso <strong>de</strong>la comunidad, porque por su número y su trabajoson la sangre que corre por <strong>las</strong> venas <strong>de</strong> esa comunidad.Al vérse<strong>las</strong> con la existencia <strong>de</strong> tales individuos,el novelista se ve automáticamente involucrado conla <strong>de</strong> todo el organismo político. Esas personascomunes, consi<strong>de</strong>radas simples nativos cuando se<strong>las</strong> mira <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el pináculo <strong>de</strong>l privilegio europeo,son la fuente <strong>de</strong> la belleza, el terror, el drama y laternura que pueblan la imaginación <strong>de</strong>l novelistaantillano. Le resultan tan inevitables y permanentescomo el suelo que pisa. Esa proximidad a la vidacruda, sin afeites, <strong>de</strong> su sociedad es una ventajaincalculable para cualquier escritor. Es una ventajacon la que cuenta el novelista antillano, pero no tieneque ver con el acci<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> vivir en una isla, enmuchas ocasiones extremadamente pequeña, don<strong>de</strong>la pequeñez misma difumina <strong>las</strong> fronteras entrelo rural y lo urbano. Las personas simples e incultasque viven en is<strong>las</strong> pequeñas son cosmopolitas en elsentido <strong>de</strong> que nunca están lejos <strong>de</strong>l centro <strong>de</strong> laactividad civilizada. El ciudadano más humil<strong>de</strong> pue<strong>de</strong>ser testigo <strong>de</strong> la ocasión más importante.Quienes están familiarizados con el calipso quizáse sorprendan al saber que, aparte <strong>de</strong> su efectosobre la caja <strong>de</strong>l cuerpo, esa proximidad a los eventosexplica el gran atractivo que tiene para el públicolocal. Porque el calipso es la balada <strong>de</strong>l comentariosocial. No hay un escándalo en el pueblo <strong>de</strong>lque los cultivadores <strong>de</strong>l calipso no se enteren, yenterarse es cantarlo. Los políticos y <strong>las</strong> damas respetablesa menudo <strong>de</strong>searían po<strong>de</strong>r pagarles paraque perdieran la voz; son la contraparte musical <strong>de</strong>los novelistas.Estas nove<strong>las</strong>, como el calipso, exhiben unaproximidad al suelo, una i<strong>de</strong>ntificación, conscienteo inconsciente, con la comunidad. Y cuando en ciertascircunstancias políticas un pueblo intenta rompercon el pasado, regresa al tiempo pretérito querechaza a fin <strong>de</strong> apropiarse <strong>de</strong> él conscientemente,<strong>de</strong> <strong>de</strong>spojarlo <strong>de</strong> los mitos y los temores que lohicieran amenazador. Regresa porque la urgenciapor <strong>de</strong>scubrir quién y qué es exige que el pasadorecupere la perspectiva a<strong>de</strong>cuada, que engrose lalista <strong>de</strong> sus posesiones. El pueblo quiere ser capaz<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir sin remordimientos, vergüenza, culpa o unorgullo <strong>de</strong>smesurado: «Esto me pertenece. Lo quesoy proviene <strong>de</strong> esto».Esta fuerza gravitacional que ejerce el ayer sobrelos novelistas produce un drama <strong>de</strong> puntos <strong>de</strong>vista en conflicto acerca <strong>de</strong> la realidad <strong>de</strong> esa presenciaafricana en <strong>las</strong> necesida<strong>de</strong>s y sentimientos<strong>de</strong> «los personajes». De ahí el ejemplo <strong>de</strong> MotherJohnson en la novela <strong>de</strong> Andrew Salkey A Qualityof Violence:Yo y tú y los <strong>de</strong>más, toda la gente <strong>de</strong> St. Thomasviene <strong>de</strong> atrás, <strong>de</strong> cuando aquí había esclavos.Todo el mundo es <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong> los esclavos, <strong>de</strong>lclima <strong>de</strong> África y lo que siente su corazón sonsentimientos <strong>de</strong> África que les laten ahí, muy15
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