MI PROPIABIBLIApor Sonia BellorinDesde que era jovencita y vivía en Venezuela,deseaba tener mi propia Biblia. Sin embargo,no fue sino hasta que me convertí enmiembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días y sentí el grande deseo desaber más acerca de mi Salvador, que me hice lapromesa de que me compraría una en la primeraoportunidad que tuviera.La Iglesia era nueva en nuestra región ysólo se podían encargar libros cuandoalguien viajaba en persona a las oficinas generalesde la misión. El presidente de la rama, que eramisionero regular, estaba al tanto de mi deseo, por loque en una ocasión me dijo que al cabo de tres díasviajaría a la oficina de la misión. Le expliqué que,aunque la Biblia no costaba mucho dinero, en esemomento yo no lo tenía. No obstante, le dije que loconseguiría antes de que se fuera y él quedó de pasarpor mi casa antes de emprender el viaje hacia la oficinade la misión.El día de su partida llegó y todavía no había conseguidoel dinero, por lo que decidí acudir al Señor en oración.Cuando terminé de orar, mi preocupacióndesapareció y sentí que me invadía una gran paz. Apenashube terminado de orar y de ponerme de pie, alguiengolpeó a la puerta. Al abrirla, vi a una joven madre conun bebé en los brazos."Vivo en la otra calle, detrás de tu casa", me dijo conuna sonrisa. "No te conozco, pero necesito que me hagan.un favor, y, no sé por qué, decidí venir aquí". Me preguntósi podía cuidar a su bebé por un rato, diciéndomeque me pagaría por hacerlo, y yo accedí.Cuando regresó, ya había decidido no cobrarle, peroella insistió y me colocó en la mano el dinero exacto quenecesitaba para comprar la Biblia. ¡Qué emoción sentíen ese momento! Supe sin ninguna duda que el Señorhabía contestado mi oración y mi corazón rebosaba degratitud. •bibliotecasud.blogspot.com
MENSAJE DE LAS MAESTRAS VISITANTES"MAS TRISTE AL PECAR""...¿no os volveréis a mí ahora, y os arrepentiréis de vuestros pecados,y os convertiréis para que yo os sane?" (3 Nefi 9:13).Hace más de dos mil quinientosaños, el profetaNefi expresó la condicióncomún en que se encuentran todoslos que han sentido pesar por elpecado:"...¡Oh, miserable hombre que soy!Sí, mi corazón se entristece a causa demi carne. Mi alma se aflige a causa demis iniquidades" (2 Nefi 4:17).Pero Nefi sabía que había esperanza;sabía que por medio de laexpiación de Jesucristo es posibleobtener el gozo y la paz:"...mi corazón gime a causa demis pecados; no obstante, sé enquién he confiado..."¡Regocíjate, oh mi corazón, yclama al Señor y dile: Oh Señor, tealabaré para siempre! Sí, mi alma seregocijará en ti, mi Dios, y la roca demi salvación" (2 Nefi 4: 19, 30).EL PESAR POR LOS PECADOSLLEVA AL ARREPENTIMIENTONuestro Padre Celestial sabía quepecaríamos, ele manera que nos dio eldon del arrepentimiento. El pesarque sentimos cuando reconocemosque hemos quebrantado las leyes deDios nos sirve para comenzar el procesodel arrepentimiento. Ese pesarpuede encerrar sentimientos de vergüenza,de humillación, de remordimientoe incluso de intensosufrimiento. Esa clase de pesar nosaflige "con esa zozobra que [nos]conducirá al arrepentimiento" (Alma42:29). "Porque la tristeza que essegún Dios produce arrepentimientopara salvación..." (2 Corintios 7:10).El presidente Gordon B. Hinckleyha dicho que el arrepentimiento"es un acto que implica pesar,pesar divino, y arrepentimiento y restitución,y también resolución.Requiere, además, que oremosrogando perdón y también que hagamospromesas, sinceras y germinas,de que seremos mejores" (Ensign,septiembre de J994, pág. 76).Cuanto más cerca estemos denuestro Padre Celestial, tanto máspodremos sentir esa clase de pesar. Amedida que busquemos el EspírituSanto y tratemos de vivir el evangelio,veremos con más claridad lasconsecuencias del pecado, entre lascuales se incluye la ausencia delEspíritu Santo. Una hermana aprendióese principio mientras se encontrabaorando fervientemente paraobtener guía para su vida. Ella dijo:"Al orar, comencé a sentir pesar pormuchos pecados pequeños de los queantes no me había dado cuenta opara los cuales había buscado justificación.Comprendí entonces que esaspequeñas cosas eran las que no mepermitían estar tan cerca de mi PadreCelestial como yo hubiera querido".EL ARREPENTIMIENTOBRINDA GOZOCuando nos arrepentimos, nosolamente abandonamos nuestrospecados sino que nos volvemos aJesucristo buscando Su poder purificadory sanador. El presidenteHoward W. Hunter instó a todos"los que hayan pecado o se sientanofendidos, [a] que vuelvan. Lasenda del arrepentimiento, a pesarde que a veces es difícil, nos elevaen forma continua y nos lleva aalcanzar un completo perdón"("Preciosas y grandísimas promesas",<strong>Liahona</strong>, enero de <strong>1995</strong>, pág. 8).En el Libro de Mormón, el arrepentimientode Alma hizo que éste sesintiera más cerca del Señor al recordarlas enseñanzas de su padre acercade la expiación de Cristo. "Y ¡oh quégozo, y qué luz tan maravillosa fue laque vi! Sí, mi alma se ííenó de ungozo tan profundo como lo había sidomi dolor" (Alma 36:20).Si recurrimos al poder de laexpiación y del perdón de Cristo,también nosotros obtendremos lapaz, la esperanza y el gozo que experimentóAlma.* ¿Por qué puede llevamos al arre--penümiento el sentir pesar divino por elpecado?" ¿Por qué nos brinda paz, gozo yesperanza el entender y aceptar laexpiación de Jesucristo!bibliotecasud.blogspot.com
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