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vez que estuvieron solos.<br />
—Quería volver a verte —respondió ella <strong>en</strong> voz baja.<br />
—¿Por qué?<br />
Ella no respondió. En vez de ello, tras un leve titubeo<br />
se acercó a él mirándolo a los ojos. Cuando estuvo cerca le<br />
puso un dedo <strong>en</strong> los labios y movió la cabeza para evitar<br />
que hablara.<br />
—Chitón —susurró—. No hagas preguntas ahora. Por<br />
favor.<br />
Lo abrazó. Con cierta r<strong>en</strong>u<strong>en</strong>cia él también la abrazó y<br />
Theresa descansó la cabeza <strong>en</strong> él. Le besó el cuello y lo<br />
acercó más a ella. La boca de Theresa pasó poco a poco a la<br />
mejilla y después a los labios. Sin darse cu<strong>en</strong>ta, él com<strong>en</strong>zó<br />
a responder. Las manos de Garrett le recorrieron la<br />
espalda, apretándola contra él.<br />
En la sala, con el rugido del mar haci<strong>en</strong>do eco por la<br />
casa, se abrazaron con fuerza. Por fin, Theresa se separó y<br />
le dio la mano. Sujetó la de él y lo guió hasta el dormitorio.<br />
Más tarde, Garrett despertó solo. Al darse cu<strong>en</strong>ta de<br />
que la ropa de Theresa tampoco estaba, tomó sus<br />
pantalones vaqueros y su camisa. Todavía se estaba<br />
abotonando cuando salió de la habitación y com<strong>en</strong>zó a<br />
buscar a Theresa por la casa.<br />
La <strong>en</strong>contró <strong>en</strong> la cocina, s<strong>en</strong>tada a la mesa. T<strong>en</strong>ía <strong>una</strong><br />
taza de café fr<strong>en</strong>te a ella, casi vacía. La cafetera ya estaba<br />
<strong>en</strong> el fregadero.