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pública esa información.<br />
—¡Por favor! —insistió la mujer—. ¿Puede responder<br />
<strong>una</strong> sola pregunta? ¿La carta iba dirigida a Catherine y<br />
estaba firma un hombre llamado Garrett?<br />
Theresa se <strong>en</strong>derezó <strong>en</strong> la silla.<br />
—¿Quién habla? —inquirió con rep<strong>en</strong>tina urg<strong>en</strong>cia, y<br />
<strong>una</strong> vez que lo dijo se dio cu<strong>en</strong>ta de que la persona que<br />
llamaba sabría la respuesta a su pregunta.<br />
—Así es, ¿verdad?<br />
—¿Quién es usted? —preguntó Theresa de nuevo, esta<br />
vez con más amabilidad. Oyó cómo la mujer aspiraba<br />
profundo antes de responder.<br />
—Me llamo Michelle Turner y vivo <strong>en</strong> Norfolk,<br />
Virginia. Hace tres años iba caminando por <strong>una</strong> playa de<br />
aquí y <strong>en</strong>contré <strong>una</strong> carta parecida a la que usted halló.<br />
Después de leer su columna supe que la había escrito la<br />
misma persona.<br />
Theresa permaneció <strong>en</strong> sil<strong>en</strong>cio un mom<strong>en</strong>to. «No es<br />
posible», p<strong>en</strong>só. «¿Hace tres años?»<br />
—¿En qué clase de papel estaba escrita? —preguntó.<br />
—Era un papel color beige y t<strong>en</strong>ía un dibujo de un<br />
velero <strong>en</strong> la esquina superior derecha. Su carta también<br />
ti<strong>en</strong>e el dibujo de un barco, ¿no es verdad?<br />
—Sí —balbuceó Theresa.<br />
—Lo supe desde el mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que leí su columna<br />
—parecía como si le hubieran quitado un peso de <strong>en</strong>cima a