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Culdbura nº 3

Revista cultural online de Burgos (ES)

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manzana. El tiempo libre, eterno,<br />

longitudinal, se recortaba delante de su<br />

animosidad y los demás le jaleaban sin<br />

dejar de vigilar, tercos como mulas, las<br />

inmediaciones del territorio. Imaginaste<br />

tu vida pegada a su presencia, la<br />

cordialidad pegajosa, los pasos celados<br />

con brío de sombras simiescas. Se<br />

transformarían en los guardianes de tu<br />

silueta, siempre contiguos, con la<br />

sospecha encadenada a cada una de tus<br />

apetencias. Aparecerían en la puerta<br />

antes de que el sol brotara en la línea de<br />

los tejados. Las barbas, rasuradas con<br />

esmero, hincarían la sonrisa maquiavélica<br />

en el helor de la madrugada. Esperarían<br />

las órdenes del día, los itinerarios<br />

modificados a última hora, el recelo<br />

mastodóntico. Masticarías los canelones<br />

rellenos de carne picada con una<br />

sensación de microscopio y la mandíbula,<br />

rítmica, se engolosinaría de hartura.<br />

Confundirías sus nombres de pila, los de<br />

sus esposas y los de sus hijos. Las<br />

pesadillas se tornarían alambicadas,<br />

desnortadas, presagios de un porvenir<br />

trufado de responsabilidades orondas.<br />

Sonreirían al abrirte la puerta del coche<br />

blindado, al cederte el paso en los<br />

ascensores del edificio de oficinas del<br />

centro y al traerte un café con leche del<br />

bar de la esquina. Serían los hermanos<br />

que no tuviste, una especie de quintillizos<br />

jamás enlazados en el corro de las<br />

patatas. Sus rasgos faciales se erguirían<br />

multiplicados por los espejos de la vida<br />

mientras las metralletas, cargadas y<br />

engrasadas, añorarían el aprieto de los<br />

gatillos en el maletero de sus dos<br />

camionetas de cristales tintados.<br />

Tengo muchos proyectos para este<br />

año, y en el tono de la abuela se percibía<br />

un dejo de reciedumbre escandalosa, el<br />

broche de la camisa discreto, la angustia<br />

cercenada en su existencia de<br />

nonagenaria.<br />

Cerrarse en banda a asumir la<br />

dirección de los asuntos de la familia,<br />

sería considerado un delito de alta<br />

traición. Ni siquiera habría un juicio justo,<br />

los abogados decapitados, la sentencia<br />

firme. Tu madre, lacerada en lo más<br />

hondo de su ser, te quitaría el saludo,<br />

cambiaría el gesto al encontrarte por la<br />

calle y escupiría sobre los charcos por<br />

tener que cargar con el oprobio de<br />

haberte engendrado. Solo restaría la<br />

posibilidad de irte de matute del país,<br />

huir de los tuyos y correr por el mundo<br />

en vano con el apellido de tu padre<br />

incrustado en las espaldas. Acabarías en<br />

los suburbios de un barrio marginal,<br />

insistiendo en la precariedad pulcra de tu<br />

inocencia. No habría descanso porque la<br />

familia no olvidaría. Te perseguirían para<br />

lavar la afrenta de la defección, la<br />

superficie de las penitencias áspera, el<br />

hocico de los sabuesos obsesionado. Los<br />

pensamientos se agolpaban en tu seso<br />

con rotundidad de avalancha y el tictac<br />

de un reloj de cuco marcaba el desarraigo<br />

de la negación. Los tablones de las dudas<br />

crujían por doquiera en tu fuero interno.<br />

La abuela tocó una campanilla de sonido<br />

arcaico y de inmediato apareció una<br />

doméstica embutida en un uniforme de<br />

épocas pretéritas. La mujer depositó una<br />

bandeja con dos copas enanas llenas de<br />

un licor de cereza sobre una mesa<br />

auxiliar y desapareció rauda como una<br />

anguila. Los semblantes de los<br />

antepasados convirtieron el brindis en<br />

una apología del ultimátum, los<br />

tratamientos endomingados, el<br />

pimpampum de las consecuencias<br />

irreversible.<br />

Por ti, por la vida que te espera, y<br />

los engorros vagabundeaban por encima<br />

de los caireles de la lámpara del techo, el<br />

piano tapado con una funda de<br />

terciopelo, el mazo de las partituras<br />

impertérrito ante el atril de las<br />

obligaciones.<br />

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