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PATRIMONIO ALIMENTARIO DE CHILE

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HISTORIA Y ALIMENTACIÓN EN LA REGIÓN <strong>DE</strong>L BIOBÍO<br />

estado de equilibrio entre el individuo, la comunidad<br />

y los demás seres vivos del entorno, de acuerdo a ciclos<br />

y tiempos establecidos.<br />

Rupturas y readecuaciones para la conformación de<br />

una cocina mestiza<br />

La invasión española marca un hito histórico que fractura<br />

todos los componentes de las sociedades locales,<br />

entre ellos el alimentario. Los años de conquista van<br />

haciendo de la región una zona de frontera donde se<br />

desarrollan dinámicas ocupacionales y económicas<br />

diferentes al resto del territorio, generando procesos<br />

particularizados de resistencia, adaptación y mestizaje.<br />

En lo que respecta a la sociedad mapuche, las<br />

transformaciones se desarrollan de manera paulatina.<br />

En el transcurso del siglo XVII, los cronistas Diego de<br />

Rosales y Núñez de Pineda y Bascuñán describen la<br />

dieta mapuche como cotidianamente vegetal y ritualmente<br />

carnívora, “esta última mediatizada por circunstancias<br />

sociales y religiosas que involucraban situaciones<br />

de intercambio, sacrificio y celebración” (Carrasco<br />

et al., 2004: 1392). A su vez, el repertorio culinario es<br />

delineado por diversas voces hispanas que recalcan, no<br />

sin el sesgo dominador, la preponderancia de frutos,<br />

cereales y legumbres. Los procesos de preparación se<br />

inclinan hacia los caldos, el locro, el mote o mulxün, la<br />

chuchoca, las humitas, además del ají en su calidad de<br />

aderezo (Sciolla, 2010). Destacan también las bebidas<br />

elaboradas en base a frutos silvestres como la frutilla y<br />

el piñón, o en base a cereales como el maíz, la quinoa<br />

y el trigo, este último adoptado rápidamente por los<br />

habitantes originarios 6 (Carrasco et al., 2004).<br />

Gradualmente, la caza, la recolección y la horticultura,<br />

que conforman el sistema económico tradicional<br />

mapuche, dan paso a la guerra, las malocas 7 y más<br />

6 Conviene acotar que en el siglo XVI el cultivo de la quinoa fue<br />

prohibido por los españoles, permitiendo el ingreso más rápido del trigo en los<br />

cultivos indígenas.<br />

7 De acuerdo a Leonardo León, las malocas eran “ataques sorpresivos<br />

durante los cuales los guerreros mapuches se dedicaban al saqueo, al robo y a la<br />

destrucción, capturando mujeres, niños y, sobre todo, ganados y caballos” (1991, 21).<br />

tarde a la ganadería y el comercio a través de los conchabos<br />

o trueques. Estos se converten en las principales<br />

estrategias de abastecimiento, consolidando a ciertas<br />

localidades de la región como puntos de intercambio<br />

relevantes, entre los que destacan Santa Bárbara, San<br />

Carlos de Purén, Nacimiento y fundamentalmente la<br />

Plaza de Arauco (León, 1991). La incorporación de<br />

caballos, vacas y ovejas provenientes de Europa contribuyen<br />

a esta nueva orientación económica, reflejada de<br />

igual manera en las ingestas alimenticias.<br />

Ya en el siglo XVIII las relaciones fronterizas<br />

establecidas por los habitantes de la región modelan<br />

un territorio menos hostil y más cercano a las interacciones<br />

e intercambios económicos y culturales, fomentando<br />

así un rápido proceso de mestizaje. Mientras<br />

al sur del río Biobío se reorganiza el sistema de vida<br />

mapuche, el resto del paisaje regional se recompone a<br />

partir del surgimiento de la pequeña propiedad campesina,<br />

en manos de soldados del Ejército Real y de<br />

la reciente población criollo-mestiza. Poco a poco se<br />

consolidan zonas de pequeña y mediana agricultura<br />

que, a diferencia del resto del país (organizado bajo<br />

grandes mercedes de tierra, encomiendas y haciendas),<br />

van dando cuerpo a un nuevo campesinado orientado<br />

no solo a la subsistencia sino también a actividades<br />

productivas con fines comerciales. De este modo cobran<br />

vida localidades como Coelemu, San Carlos, San<br />

Fabián, Portezuelo, San Rafael, entre otras, con una<br />

clara orientación agrícola sustentada preferentemente<br />

en la producción triguera (Bengoa, 1990).<br />

Parte importante de esta vocación productiva es<br />

impulsada inicialmente por la demanda de trigo desde<br />

el Virreinato del Perú en 1692 y más tarde desde California,<br />

Estados Unidos, y Australia, a partir de la fiebre<br />

del oro en 1848 y 1851, relevando a Tomé y consecutivamente<br />

a Talcahuano como los principales puertos de<br />

las actividades exportadoras de la época.<br />

El estrato de población rural que se constituye<br />

en la región se encuentra entonces fuertemente conec-<br />

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