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Christiane F, <strong>drogadicta</strong> y <strong>prostituta</strong>, capítulo <strong>IX</strong><br />
podrá pasar más sin la heroína, bajo pena de sufrir dolorosos síntomas provocados por la crisis<br />
de abstinencia y así pasará a engrosar las filas de los clientes muy formales de su revendedor.<br />
Para la mayor parte de los toxicóm<strong>anos</strong> se trata de un asunto de engranaje. Si un traficante<br />
de pequeña monta es arrestado, lo reemplazan al día siguiente. Todos los toxicóm<strong>anos</strong><br />
aspiran, por consiguiente, a convertirse ellos mismos en revendedores para poder satisfacer<br />
sus necesidades como comerciante sin tener que entregarse al robo y a la prostitución. En<br />
otras palabras, el comercio de la heroína gana en todos los sentidos porque el que compra no<br />
es sólo un cliente sino que un potencial vendedor. En Berlín ya existen numerosos<br />
revendedores entre los catorce y dieciséis años.<br />
El problema de la droga en las zonas rurales es subestimado con creces. Especialmente<br />
porque sus manifestaciones son menos visibles que en la ciudad.<br />
En un plazo relativamente breve, un gran número de jóvenes campesinos contaminados están<br />
llegando a los grandes centros urb<strong>anos</strong> para conseguir de alguna forma las grandes sumas de<br />
dinero que les demanda la toxicomanía y su mantención.<br />
La drogadicción conduce generalmente a las adolescentes y a las mujeres, en general, a la<br />
drogadicción. Los adictos masculinos se especializan, en su gran mayoría, en la sustracción de<br />
bienes: algunos se dedican a desvalijar almacenes, centros de estudios, o a robar autos; los<br />
otros roban carteras de mano o escaparates. Y cada uno tiene su encubridor habitual, y al<br />
menos, casi todos tienen “en reserva” algún sitio donde guardan todas esas calculadoras,<br />
máquinas fotográficas, toca cintas, aspiradoras, licores, etc. Todo aquello no le aportaba<br />
al drogadicto grandes ganancias, (no obstante el valor real de su botín) salvo que lo hiciera por<br />
órdenes de un tercero, y finalmente apenas logrará extraer la cantidad justa para su dosis<br />
habitual de heroína.<br />
Como esa cantidad varía entre los cuarenta y los doscientos marcos, la Scene es el testigo<br />
de las perpetuas carreras por el dinero.<br />
Muy molestos por verse obligados a procurarse a diario de dinero, los drogadictos se tornan<br />
brutales, agresivos, se aíslan los unos de los otros. Y a pesar del continuo del continuo<br />
aumento de las dosis, el efecto euforizante de la heroína decrece poco a poco. Terminan,<br />
asimismo, por desaparecer del todo. Entonces sólo se inyectan por escapar de los crueles<br />
sufrimientos de las crisis de abstinencia.<br />
CHRISTIANNE<br />
Ya no me importaba abusar de mi padre. De todos modos, desde hacía un tiempo, se había<br />
puesto desconfiado y algo sospechoso. Creo que esperaba la prueba decisiva. No tardó en<br />
hallarla…<br />
Una tarde me di cuenta que no tenía droga para la mañana del día siguiente. Me era<br />
imposible salir, mi padre estaba en casa. Llamé a escondidas a Henri y quedamos de juntarnos<br />
en Gropius. Mi padre me sorprendió delante de Schlückspecht. Henri se arrancó pero mi padre<br />
descubrió la droga.<br />
Confesé todo. Comencé por mis relaciones con Henri.Ya no me quedaban fuerzas para<br />
mentir. Mi padre me ordenó que llamara a Henri para decirle que nos juntáramos al día<br />
siguiente en el Parque Hasenheide para pedirle más droga. Le quería hacer una encerrona.<br />
Luego se dirigió a la estación de la policía, les contó todo y exigió que fuesen a arrestar a Henri<br />
al parque. Le respondieron que…que ellos no podían actuar de esa manera. Había que<br />
proceder a realizar una redada en grande y organizarla de otra forma, ese tipo de operaciones<br />
no se organizaban de la mañana a la noche. Entonces no estaban terriblemente interesados a<br />
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