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Excodra XXV: La estética

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mimético, con la mímesis artística, es decir, con formas receptivas, expresivas;<br />

la mímesis es lo Otro, lo distinto de la racionalidad, a la cual, sin embargo, se<br />

une para permitir a la nueva filosofía expresarse. Adorno escribe el ensayo ya<br />

no con signos, sino con las ruinas de un lenguaje ya no puramente referencial,<br />

con palabras que ya no significan por sí solas, sino que necesitan de la forma,<br />

de la construcción: el lenguaje adorniano ha dejado de ser comunicativo, ya<br />

no hay verdades absolutas que transmitir y las palabras han entrado en<br />

descrédito, como ya lamentaba Hugo Von Hofmannsthal, las palabras han<br />

dejado de significar, ya no comunican. <strong>La</strong>s filosofía se escribe a través de la<br />

retórica, a través de la ambigüedad semántica de las palabras para deconstruir<br />

el principio de identificación; la retórica, es transformar el lenguaje en una<br />

sucesión asociativa corrigiendo así la apariencia de que el sujeto se hace<br />

imagen del mundo.<br />

El lenguaje filosófico de Adorno utiliza los mecanismos del lenguaje literario,<br />

ambos están impregnados por la inevitable tropología de la escritura, una<br />

tropología que parece borrar la diferencia entre el lenguaje literario y el<br />

metalenguaje, ¿dónde está el marco que los separa? Paul de Man sostenía que<br />

el lenguaje de la crítica compartía la misma ambigüedad retórica que el<br />

lenguaje literario, ambos lenguajes, consideraba De Man, compartían<br />

ambigüedad a la par que precisión; sin embargo, analizar el estilo de Adorno<br />

bajo los presupuestos de Paul de Man o a partir de la retórica postestructuralista<br />

resultaría incorrecto, desde el momento en que en Adorno no<br />

hay una voluntad de juego retórico, no hay la conciencia, como se encontrará<br />

en Derrida, de un lenguaje ambiguo privado de referentes; el género<br />

ensayístico de Adorno no busca ser ese texto donde los significantes juegan a<br />

una constante dislocación del significado. Adorno, en cambio, busca una<br />

nueva forma expresiva, forma que encuentra en el lenguaje mimético, en el<br />

lenguaje de Samuel Beckett que esconde el sentido tras su teatro del absurdo,<br />

así como en el lenguaje musical de Schönberg, que esconde el sentido tras sus

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