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alivio al ver a su única sobrina viva y de una pieza. Como mucho, parecía bastante<br />
aburrido.<br />
Alguien se aclaró la garganta, mandando mi atención hacia la esquina del despacho.<br />
No estábamos solos. Míster Esteroides estaba en la esquina, junto a una pura. Era<br />
alta y esbelta, con cascadas de pelo negro como un cuervo. La identifiqué como una<br />
Instructora.<br />
Sólo los puros que no tenían aspiraciones por los juegos políticos de su mundo,<br />
enseñaban en el Covenant o se convertían en Centinelas —o puros como Aiden que<br />
tenían razones súper personales para hacerlo: como que a sus padres los asesinasen<br />
unos daimons delante suyo cuando era un niño. Eso fue lo que le pasó. Supuestamente,<br />
eso es por lo que Aiden eligió ser un Centinela. Seguramente quería algún tipo de<br />
venganza. Algo que ahora teníamos en común.<br />
—Siéntate —Marcus se acercó a una silla—. Tenemos mucho de que hablar.<br />
Aparté los ojos de los puros y fui hacia delante. La esperanza surgió con su presencia.<br />
¿Por qué iban a estar esos puros aquí si no fuese para hablar de mi falta de<br />
entrenamiento y formas de arreglarlo?<br />
Marcus se movió tras su escritorio y se sentó. Juntó las manos y me miró por encima.<br />
El malestar me hizo sentarme más recta, y mis pies colgaron sobre el suelo.<br />
—En realidad no sé por dónde empezar… todo este lío que ha creado Rachelle.<br />
No respondí porque no estaba segura de haberle escuchado bien.<br />
—Para empezar, casi arruina a Lucian, dos veces —hablaba como si yo tuviese<br />
algo que ver—. El escándalo que originó cuando conoció a tu padre fue suficientemente<br />
grande. ¿Y cuando vació la cuenta del banco de Lucian y huyó contigo? Bueno,<br />
estoy seguro de que hasta tú puedes comprender las duraderas consecuencias de una<br />
decisión tan poco sabia.<br />
Ah, Lucian, el marido perfecto, pura-sangre, de mamá —mi padrastro. Podía<br />
imaginar su respuesta. Seguramente consistió en tirar un montón de cosas por los<br />
aires y lamentar su mal criterio a la hora de elegir. Ni siquiera sé si mamá alguna vez<br />
lo amó, o si amaba a mi padre mortal con el que tuvo un lío, pero sí sabía que Lucian<br />
era un capullo integral.<br />
Marcus continuó citando todas las maneras en que sus decisiones habían dañado<br />
a Lucian. La verdad es que desconecté bastante. Lo último que recordaba es que Lucian<br />
estaba intentando asegurarse un hueco en el Consejo de los pura-sangre. Como<br />
recuerdo del antiguo tribunal griego del Olimpo, el Consejo tenía doce figuras gobernantes,<br />
y, de esos doce, dos eran Patriarcas.<br />
Los Patriarcas eran los más poderosos. Gobernaban las vidas de los puros y los<br />
mestizos como Hera y Zeus gobernaban el Olimpo. No hace falta decirlo, pero los Patriarcas<br />
tenían un ego enorme.<br />
Cada lugar donde había un Covenant tenía un Consejo: Carolina del Norte, Tennessee,<br />
Nueva York y la universidad pura-sangre de Dakota del Sur. Los ocho Patriarcas<br />
controlaban el Consejo.<br />
—¿Me estás siquiera escuchando, Alexandria? —Marcus frunció el ceño.<br />
Mi cabeza se levantó al instante.<br />
—Sí… estás hablando sobre lo malo que ha sido todo para Lucian. Lo siento por<br />
él. De verdad que sí. Pero estoy segura de que palidece en comparación a que te arranquen<br />
la vida.