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tarme mi futuro.<br />
Caleb se encogió de hombros.<br />
—No me acuerdo bien, pero hablando de fiestas, va a haber una este fin de semana en<br />
la isla principal. La organiza Zarak. ¿Te apuntas?<br />
Reprimí un bostezo.<br />
—¿Zarak? Wow. Hace siglos que no le veo, pero dudo que el ir de fiesta sea algo que<br />
pueda hacer hasta dentro de mucho. Estoy castigada.<br />
—¿Qué? —Caleb se quedó con la boca abierta— Puedes escaparte. Eras la reina de las<br />
escapadas.<br />
—Sí, pero eso era antes de que mi tío se convirtiese en el decano y yo estuviese a un<br />
paso de que me expulsaran.<br />
Caleb gruñó.<br />
—Alex, casi te expulsan como tres veces. ¿Desde cuándo eso te ha parado? De todas<br />
formas, estoy seguro de que daremos con algo. Además, será como una fiesta de bienvenida<br />
para ti.<br />
Era una mala idea, pero sentí la emoción de siempre cosquilleando en mi tripa.<br />
—Bueno… por la noche no estaré entrenando.<br />
—No —confirmó Caleb.<br />
Una sonrisa nació en mis labios.<br />
—Y escabullirse un poco nunca ha matado a nadie.<br />
—O le ha expulsado.<br />
Nos sonreímos, y sólo con eso, las cosas estaban como antes de que todo se fuese al<br />
infierno.<br />
…<br />
Caleb y yo tuvimos un poco de acción en el almacén del edificio principal de la escuela<br />
después de cenar. Cogimos todas las cosas de vestir que me pudiesen quedar bien y<br />
Caleb prometió de nuevo que iría con una de las otras mestizas a comprarme algo al día<br />
siguiente. No podía imaginarme con lo que volvería.<br />
Con los brazos llenos, nos dirigimos hacia mi residencia. Sólo me sorprendí un poco<br />
cuando vi la formidable figura de Aiden al lado de las gruesas columnas de mármol del<br />
ancho porche. Caleb abrió los ojos como platos.<br />
Gruñí.<br />
—Pillada.<br />
Mis pisadas se hicieron más lentas según nos acercábamos a él. No pude adivinar<br />
nada por su estoica expresión o por la forma en que inclinó la cabeza hacia Caleb respetuosamente.<br />
Por primera vez en su vida, Caleb se quedó sin palabras cuando Aiden se le<br />
acercó y cogió el montón de ropa que llevaba en los brazos.<br />
—¿Tengo que recordarte que los chicos no pueden entrar en la residencia de las chicas,<br />
Nicolo?<br />
Caleb negó con la cabeza en silencio.<br />
Levantó las cejas mientras se volvió hacia mí.<br />
—Tenemos que hablar.<br />
Miré a Caleb en vano, pero él se apartó con una media sonrisa de disculpa. Por un<br />
segundo, consideré seguirle. No lo hice.<br />
—¿De qué tenemos que hablar?<br />
Aiden se acercó a mí con un brusco movimiento de la cabeza.