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1.Mestiza

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tarme mi futuro.<br />

Caleb se encogió de hombros.<br />

—No me acuerdo bien, pero hablando de fiestas, va a haber una este fin de semana en<br />

la isla principal. La organiza Zarak. ¿Te apuntas?<br />

Reprimí un bostezo.<br />

—¿Zarak? Wow. Hace siglos que no le veo, pero dudo que el ir de fiesta sea algo que<br />

pueda hacer hasta dentro de mucho. Estoy castigada.<br />

—¿Qué? —Caleb se quedó con la boca abierta— Puedes escaparte. Eras la reina de las<br />

escapadas.<br />

—Sí, pero eso era antes de que mi tío se convirtiese en el decano y yo estuviese a un<br />

paso de que me expulsaran.<br />

Caleb gruñó.<br />

—Alex, casi te expulsan como tres veces. ¿Desde cuándo eso te ha parado? De todas<br />

formas, estoy seguro de que daremos con algo. Además, será como una fiesta de bienvenida<br />

para ti.<br />

Era una mala idea, pero sentí la emoción de siempre cosquilleando en mi tripa.<br />

—Bueno… por la noche no estaré entrenando.<br />

—No —confirmó Caleb.<br />

Una sonrisa nació en mis labios.<br />

—Y escabullirse un poco nunca ha matado a nadie.<br />

—O le ha expulsado.<br />

Nos sonreímos, y sólo con eso, las cosas estaban como antes de que todo se fuese al<br />

infierno.<br />

…<br />

Caleb y yo tuvimos un poco de acción en el almacén del edificio principal de la escuela<br />

después de cenar. Cogimos todas las cosas de vestir que me pudiesen quedar bien y<br />

Caleb prometió de nuevo que iría con una de las otras mestizas a comprarme algo al día<br />

siguiente. No podía imaginarme con lo que volvería.<br />

Con los brazos llenos, nos dirigimos hacia mi residencia. Sólo me sorprendí un poco<br />

cuando vi la formidable figura de Aiden al lado de las gruesas columnas de mármol del<br />

ancho porche. Caleb abrió los ojos como platos.<br />

Gruñí.<br />

—Pillada.<br />

Mis pisadas se hicieron más lentas según nos acercábamos a él. No pude adivinar<br />

nada por su estoica expresión o por la forma en que inclinó la cabeza hacia Caleb respetuosamente.<br />

Por primera vez en su vida, Caleb se quedó sin palabras cuando Aiden se le<br />

acercó y cogió el montón de ropa que llevaba en los brazos.<br />

—¿Tengo que recordarte que los chicos no pueden entrar en la residencia de las chicas,<br />

Nicolo?<br />

Caleb negó con la cabeza en silencio.<br />

Levantó las cejas mientras se volvió hacia mí.<br />

—Tenemos que hablar.<br />

Miré a Caleb en vano, pero él se apartó con una media sonrisa de disculpa. Por un<br />

segundo, consideré seguirle. No lo hice.<br />

—¿De qué tenemos que hablar?<br />

Aiden se acercó a mí con un brusco movimiento de la cabeza.

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