Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
y me tiró de la cabeza hacia atrás. Clavé los dedos en su piel, pero no hizo bajar la presión<br />
que sentía en mi cuello. Por un momento pensé que quería arrancarme la cabeza de cuajo,<br />
pero clavó sus dientes afilados como cuchillas en mi hombro, pasando a través de la tela y<br />
carne. Grité —y tanto que grité.<br />
Estaba ardiendo —tenía que estarlo. El drenaje de mi sangre me quemaba a través de<br />
la piel; pinchazos agudos se extendían a través de cada célula de mi cuerpo. Incluso a pesar<br />
de ser sólo una mestiza, sin estar llena hasta arriba de éter como un pura sangre, el daimon<br />
continuó bebiendo mi esencia como si lo fuese. No era mi sangre lo que estaba buscando;<br />
bebería litros sólo para llegar hasta el éter. Hasta mi alma cambió cuando lo absorbía hacia<br />
él. El dolor se apoderó de mí.<br />
De repente, el daimon soltó la boca.<br />
—¿Qué eres? —Su voz susurraba arrastrando las palabras.<br />
No hubo tiempo ni de pensar la pregunta. Le quitaron de encima mío y mi cuerpo se<br />
desplomó hacia delante. Me encogí, en una bola sucia y sangrienta, sonando más como un<br />
animal herido que cualquier cosa remotamente humana. Era la primera vez que me marcaban<br />
—que era drenada por un daimon.<br />
Por encima de los pequeños ruidos que yo hacía, oí un escalofriante crujido, y luego<br />
salvajes chillidos, pero el dolor pudo con mis sentidos. Empezó en los dedos, deslizándose<br />
hacia mi interior, donde aún ardía todo. Traté de respirar, pero mierda…<br />
Unas manos amables me pusieron de espaldas, apartándome los dedos del hombro.<br />
Miré a Aiden.<br />
—¿Estás bien? ¿Alexandria? Por favor, di algo.<br />
—Álex —dije casi sin respiración—, todo el mundo me llama Álex.<br />
Se rió aliviado.<br />
—Está bien. Vale. Álex, ¿puedes ponerte de pie?<br />
Creo que asentí. Cada pocos segundos una punzada rápida de calor me sacudía todo<br />
el cuerpo, pero el dolor había disminuido hasta ser una pequeña molestia.<br />
—Eso… ha sido una auténtica basura.<br />
Aiden logró pasar un brazo alrededor mío, poniéndome de pie. Me tambaleé un poco<br />
mientras él me apartaba el pelo y revisaba los daños.<br />
—Dale unos minutos. El dolor desaparecerá.<br />
Levanté la cabeza y miré alrededor. Kain y el otro Centinela estaban mirando dos<br />
montones casi idénticos de polvo azul. El pura sangre nos miró.<br />
—Esto deberían ser todos.<br />
Aiden asintió.<br />
—Álex, tenemos que irnos. Ahora. De vuelta al Covenant.<br />
¿Al Covenant? Sin tener todavía control total sobre mis emociones, me volví hacia Aiden.<br />
Iba completamente de negro —el uniforme de los Centinelas. Por un segundo, aquel<br />
enamoramiento de niña volvió a aflorar después de tres años: Aiden estaba sublime, pero<br />
la furia echó abajo ese sentimiento absurdo.<br />
¿El Covenant estaba metido en esto —en venir a mi rescate? ¿Dónde narices estaban<br />
cuando uno de los daimons se coló en nuestra casa?<br />
Dio un paso adelante, pero no le vi a él —vi de nuevo el cuerpo sin vida de mi madre.<br />
Lo último que vio en este mundo fue el horrible rostro de un daimon, y lo último que sintió…<br />
me estremecí al recordar el desgarrador dolor de la marca del daimon.<br />
Aiden dio otro paso hacia mí. Reaccioné con una respuesta nacida del dolor y la rabia.<br />
Me lancé hacia él con movimientos que no había practicado en años. Una cosa eran simples<br />
patadas y puñetazos, pero un ataque ofensivo era algo que apenas había aprendido.